lunes, 1 de septiembre de 2008

Mirar los Lirios

> Dilecciones 1/29



Nos detuvimos ante el olmo más grande que encontramos. Desde allí ubicamos un lago y lo observamos despacio; recorrimos ese antojo, recostados y casi con olor a sueño. La tierra era tan blanda que el transcurrir se hacía más lento, casi un secreto.

Nos entregamos, apasionados y abstractos, a la lectura. Así se nos fue una hora. Pasaba la vida por delante: pájaros disparejos seguían hablando, nubes blancas cortaban el fastidio del cielo. El bosque respiraba con calma y caleidoscópicas hojas caían por todas partes.

No había nadie más. No era necesario que lo hubiera; ella me sonrió con tal ideal de paz que acabé sintiéndome ajeno a mi reino, a mi especie, a mi momento. Nos miramos más serios como entendiendo el silencio aparente que rodeaba nuestros signos. Tomé una de sus manos y le leí (discreto y susceptible) el párrafo que ya, desde entonces, corresponde a mis parajes más líquidos y verdes:

“Sacó algunas castañas de las brasas, les quitó la cáscara. Entrechocamos los vasos. Durante largo rato permanecimos allí, bebiendo y masticando sin prisa, como dos grandes conejos, mientras oíamos a la distancia los bramidos del mar.

Permanecimos silenciosos junto al brasero hasta muy entrada la noche. Comprendía yo nuevamente qué sencilla y frugal es la felicidad: un vaso de vino, una castaña, un mísero braserillo, el rumor del mar. Nada más.”


Sin desengancharme de su mano, me pidió que le prestara el libro. Descubrió sorprendida que era Kazantzakis. Entonces me devolvió un rictus cómplice. Y un beso. Y el libro. Se soltó por fin de mi extensión y quedamente se acomodó en mi cuello.

Anochecía.



<

5 comentario(s):

Carmen dijo...

Qué rica música, ahh, necesito un curso para saber cómo se hace para bajarla y pegarla aquí. Pero lo que más me gusta es tu gusto musical.

Eduardo Jácome Moreno dijo...

me agrado el paisaje con lirios en atardecer, Momento épico , de lo que no estoy tan seguro es que haya lirios en agua salada, por eso del rumor del mar-- o es una metáfora apocalíptcia??, jej

saludos!

Anónimo dijo...

Pudo haber sido un mar de lirios Smithers, o incluso un lirio marino, que no es lo mismo que uno de agua dulce, ya que el primero es un equinodermo, uno de esos seres mitologicos y mesosoicos parecidos a los erizos de mar y las estrellas tambien de mar, estas delicadas criaturas que son hermosas, tienen varios brazos que se extienden hacia afuera desde el centro. Los equinodermos no tienen cabeza, ¡parecen tener una serie de brazos que se unen en su centro!.
Tambien esta el Pancratium maritimum, LIRIO MARINO, planta que podemos encontrar con facilidad en al línea costera allá donde haya playas de arenas planta de tiras, poco vistosa pero cuya flor es muy olorosa y guapa. Oleee.
El agüitas se queda corto con mis descripciones cientificas baratas, jeee.
En fin, bello paisaje, agradables aromas, bella compañia, supongo que era bella, no lo dices, pero asi debio ser mi buen Furcio.

Un abrazo desde el puerto.

Domi.Tea.La dijo...

Ándale, ese Pato sí sabe (perdone usted, Sr. Pato, mi excesiva familiaridad).

A mí me gustó esa superposición (sí se dice así?) de paisajes acuáticos, y ése juego como de cajitas chinas: abres una ficción y te encuentras otra; y de espejos también. Ih! Se me acaba de ocurrir que es un poco como esa escena donde Ginebra y... su amante, cómo se llamaba? En la que están leyendo una historia... ah! pues jnustamente la de los pobres de Paolo y Francesca, los de Dante, cuando se dan un beso, o era al revés? Jajaja, sí (ándale, buena estoy yo de fuente confiable), sí era al revés: eran los pobres de Paolo y Francesca los que estaban leyendo la escena en la que Ginebra y su amante se dan un beso, y los dos se sonrojan, se voltean a ver, y se confiesan mutuamente su enamoramiento con un beso. Mjm. Bueno, ya no sé cómo llegué hasta acá.

Vale, harti abrazzi!

Juan Carlos Medrano dijo...

¡Tanto caminante, y sin paraguas!, pasen a la sala y platicamos... ¿qué les sirvo?

Carmen anti Nardas: el gusto musical ya no me responde, y tú con piropos. Eso me alegra mis días. Y es que siento que de pronto soy medio ecléctico y... no sé, a ver qué camino toman estas dilecciones (musicales también, por supuesto). Ya está la clase express de pirataje cancionero, te la dejé en tu casa.

Smith: Momentos épicos ¿no?, ¿qué otra cosa buscamos los "sin nombre" como usted y yo? (jiji) y por cierto... ¡¡¡tú que vas a saber de lirios marinos!!! / abrazo fuerte hermano.

Patric Von Pony: me sentí como hermano chiquilín que es defendido de las fieras al momento de robarle el sandwich, (jeje), como siempre, agradezco tus intervenciones propias de investigador generoso. Vientos... y tenlo por seguro... ¡muy bella!

Ursa Major: Te ganaste una flor de mi jardín por ser la "atinadora" del acertijo de las cajitas chinas. Debo presentarte a Kazantzakiz y ese paraje del que hablo. Seguro te gustarán. Y algo más: yo sí sé cómo llegaste hasta allá, luego te cuento. Besos.

Bueno, acá están sus tequilitas. Car, ¿para la otra te traes un mezcal? / Lalo ¡quiero el manglar 16 a precio amigo! / Pato, córtate unos limoncitos ¿no? / Ursita, ponte el track 10 del disco 2.

Salud y bienvenidos.
Gracias por la compañía.