jueves, 8 de octubre de 2009

Cerca más que lejos

> Dilecciones 30/30





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Un bloque lumínico, una fuga (quizá más bien, una lumbre), plafón del alma y cerco poderoso del enjambre que me habita; un lujo, una fiesta (otra): otra. Y también, por acá, tu estampa y bordado, tu lenta / sincrónica magia, tu estertor de hormiga reina, tu presencia voluble, tu noche mía, mi noche tan tuya, cientos de cigarras.









Un silencio que revienta, no revienta, que estremece, también de estremecerse; marea de maremotos la calma insomne de tus brazos y mis brazos quietos intranquilos de tus mares. Y así se me viene la noche: escapa, vocifera, grita llorando alegre, gime despiadada que te espero, que aquí, sin más presentación, te espero sin piedad, gimiendo: noche.



Y el verano inacabado, las golondrinas en ocaso vacilante, recortado. La lujuria que es roja, la sonrisa de menta, la paja y el árbol grande donde tantas veces sin trepar trepé, la maraña de las rodillas, cada cicatriz, cada invento, cuánta (y cuán terrible) sensación de átomos que atropellan la memoria, ramas que vinculan los futuros, juegos de niños, olas y viento, brillo de otro brillo y casi (apagado, a contraluz) brillo propio pero no. Brillo que reflejas cerca más que lejos, que devuelves a las siete u ocho o nueve y que enredas cuando besas, comes, duermes.







Cientos de cigarras y la noche tuya…



y tu sonrisa de Cheshire; menta.



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