> Dilecciones 9/29
Por su gracia comprendí el concepto de mañana (alborada, inquietos lujos solares que se escabullen de los parajes sombríos que le provee la rotación al horizonte, amanecer; alivio de estar vivos y juntos). Vislumbré, como cuento, que el arrullo del viento en las ventanas es un entendimiento vago de la ilusión tangible que tienen los momentos con paz.
Atendí el llamado sigiloso de la serena otredad con la que a veces no vivimos. Respiré (por su gracia) y atiné a decir un “buenos días” que me envolvió en palabras gastadas. Y ella no me da los buenos días; me los besa, los teje entre sus dedos como si fueran cabellos largos y añejos.
Aquel día del que me acuerdo sorprendió a mis relatos, abrió la vaina de todas las espadas y partió en dos mitades mis querellas con sus ojos. Hubo incluso pintura que se nos quemó en el cuerpo y látigos de fuego que, entrometidos, nos hicieron saber (y lo dejaron bien claro) que no somos más que dos aletargados dueños de la mirada del otro…
Con elegancia besó uno de mis ojos cerrados, me dijo “date prisa, ya es temprano” / A dónde vamos / Al bosque, a jugar con los niños / Qué niños / Los tuyos, los míos, los que se dejen abrazar / ¿Los míos? / Por decir cualquier cosa / No entiendo / No entiendas; date prisa, ya es temprano: la regadera está prendida // Las regaderas no prenden / ¡Calientan! / No prenden, apagan / Cómo apagan / el fuego, con agua, de qué otro modo, señorita / con tierra, con sal, con abono / De qué sal estás hablando / De la que anoche regaste en la mesa del párroco / ¿El de San Juan? / El de San Diablo, cuál va a ser / Tú desperdigaste los granos / ¿De sal? / ¡De trigo! / No te entiendo amor, estás dormido / Y aunque dormido, pienso / ¿Hasta dónde? / Hasta el cielo / Y qué piensas del cielo, cielo / Que es azul y que es bonito / Tan de nubes ¿no? / Tan de cielo, tan encima de nosotros / A ti no te gusta el cielo / A mí me encanta la noche / Y en la noche de qué color es el cielo / Rojo / ¿Cómo la luna? / La luna es gris… y tiene pedazos de queso / Por cierto, ¿compraste el gruyere? / Me dijiste que tocino / ¡Te lo escribí en un papelito! / Y en ese papel decía tocino / ¿Te acuerdas de anoche? / Mañana me acuerdo / ¿Te recuerdo? / ¿Tu futuro? / El mío no; el de el patito feo / ¿El que se volvió de crema? / El que se vio a sí mismo, cisne / ¡Cisne!... cis…ne // ¡Despiértate amor, date prisa, ya es muy tarde! / ¿Seis de la tarde? / De la mañana / Mañana vamos ¿no? / A dónde / Al bosque, como dijiste / De qué me estás hablando / Del bosque ése con niños / Cuáles niños / Los tuyos / ¿Los tuyos? / ¡Los míos! / ¿Y se dejan abrazar? / Yo supongo / Que qué / Que sí / ¿y si no? / Buscamos otros / Dónde encontramos otros / En la tierra, con abono / ¿Y brotan como plantas? / Mejor aún, como sacerdotes / ¡Y yo para qué quiero San Juanes! / Serán pescadores / Tendrán hambre / Se pescarán sus pescados / ¡Y en qué clase de río te crees tú que practiquen! / En la ciénaga del diablo / ¡Mucho lodo, y luego quién lava! / Serán autosuficientes / No sabrán cosechar los trigales / ¡Habrá salinas! / ¿Y no hay peligro? / Cuándo no lo ha habido / Quiero decir, del trigo / No entiendo amor, estás dormida // Y aunque dormida, pienso / ¿en trigo? / Contigo / ¿Y qué digo? / Algo de unos niños / ¿Quieres tenerlos conmigo? / ¡Ni en sueños! / ¿Pero en vida? / En vida sí, de acuerdo / ¿Despierta? / Y cómo se hacen los niños si no, muchacho // ¡Despiértate amor, date prisa!
Esperanzados: Cloe Thimferton (Hänsel und Gretel)
<
martes, 9 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentario(s):
Los niños de los sueños son menos crueles que los niños de ahora. Últimamente me dan miedo.
Bonitos tus relatos, este y el de abajo. Saludos
"Éste y el de abajo".
Mjm... sí, sí. 'Ta bueno.
(jejeje)
Me quedé intrigadísimo con aquello del miedo; ¿me cuentas? / un día compartiré la escena más cruel de niños; ni te imaginas... creo que de tan cruel, raya en la belleza.
O algo así.
Abrazo fuerte.
Salud.
Publicar un comentario