domingo, 7 de septiembre de 2008

Velar los Negativos

> Dilecciones 7/29



De un estante blanco hecho con madera y placa sacó el álbum de fotos de su infancia. La noté apenada y sonreí por dentro. Había sido hermoso el gesto… además fue improvisado; la noche anterior le dije que seguramente en algún muro recóndito de su sala colgaba radiante un cuadro con telarañas y cinco fotos de ella: desnudita y sin dientes, una nena de ojos redondos y mirada franca, nalguitas al aire, esta vez llorando, por allá gritando y en el centro, su perfil más enigmático. Despistada me contestó que no, que aquello era de mal gusto / ¡Por eso!, por eso tienes el cuadro (dije burlón), cuentas con malos gustos / … / ¡de entre todos me elegiste! / ¡…! / mi amor, no te enojes, es sólo una broma / … / … / ¿ya terminaste? / ¡ya! (no podía quitar la sonrisa idiota de mi cara) / deja de reírte entonces ¿quieres? / ¡pero qué seriedad, mujer! (solté una risotada más sonora), perdón, perdóname, ya me callo, ¡YA!, ya, ya, me quedo callado; lo prometo (hubo un silencio entre los dos; ella me miraba con el brillo que tienen sus ojos cuando se molesta, yo me tapaba la cara… me dio un ataque de risa, más por nervios que por guasa. Me paré del sillón y me fui a esconder a la cocina mientras tomaba un vaso con agua simple… regresé al regaño, carraspeando la garganta) / Deberías enseñarme tus fotos de infanta / No te voy a enseñar nada / Ándale, ya discúlpame; no es para tanto / Te burlaste de mí (miraba el televisor apagado) / No me burlé de tí, mi amor / ¿Entonces? / ¡Nada! (volvió a salir a escena mi desgraciada risa) / (apartó su vista de la caja idiota y me miró muy seria) Qué poca madre / (paré de golpe, aunque siguiera teniendo los ojos enjugados en alegres posturas, tragué saliva) … linda, perdón ¿oquei? / ¿Quieres ver mis fotos de pequeña? / Sí, me encantaría, de verdad / Pues otro día que estés menos simple / Lo que digas / ¿Como quiera? / Lo que digas, dije / te da lo mismo / ¡No me da lo mismo! (y me carcajeé al instante) ¡qué pasa!, no, no me da lo mismo, quiero ver tus fotos ¿oquei?, ¡ansío verlas! / (Con hartazgo se paró y se fue a su estudio… muy, muy enojada).

No quise seguirla.
Las discusiones más grandes emergen de lo nimio.

Al día siguiente, y tomando café durante il pomeriggio, me mostró con dulzura sus rostros de niña eterna. Así nos quedamos abrazados; y le ofrecí una disculpa que luego inundó de besos el sitio.



Negativos perdidos de Robert Capa: Tony Cenicola

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