> Dilecciones 22/29
Dos) Así de pronto (pensando en ello), la silla empezó a moverse; todos -los cuatro- nos pusimos nerviosos; particularmente ella, quien llevada por el miedo tomó esa silla, la detuvo de sus inusuales vibraciones y enseguida salió al porche a respirar un poco de aire fresco que la noche se encargaba de llevar colina arriba.
Doble cero) Adentro, el espanto, lo nostalgioso, la cuasiobscuridad, seis velas, ron destilado. Afuera, la muy ligera llovizna, su cabello espeso y ondulado, las dos de la mañana con celo demente de ser las siete. Adentro, una pareja de amigos y mi cuerpo estatuario. Afuera ella con su bondad, un aura de humo y alquitrán, un velo etéreo, visible de humildad. Adentro la tabla de los muertos. Afuera ella tan viva, tan presente, tan allí.
Tres) No está bien molestar a los ausentes, son entidades débiles que a fuerza de esperas nos revuelven la mente, las maneras de actuar, de ser diferentes. Creo en las energías, no en las coincidencias. Ella es carácter, yo coexistencia: no creo en mí. ¿Y después?, que la impasible casualidad se encargue de volverse causa. Adentro es donde se quedan los miedos, es afuera donde la luz descansa. Adentro reina el silencio, la calma después de la calma, la esperanza en los reencuentros. Afuera queda el relumbrón, desasosiego quieto de nuestras andanzas. ¿Hay certeza, buenas mañas?
Uno) Soy incorregible. Ella es liberada. Soy de plomo y de rastras. Ella constructora. Soy férvida utopía de la pretensión pudiente. Ella caña de pescar, paciente cazadora de los seres vivos que habitan su mar. Soy hielo encendido que en vez de convertirse en agua se evapora. Ella es diseño universal, estado sólido, aparente, de verdad. Soy la resurrección de las almas que enseñan tácticas de guerra. Ella es simple, es árbol, es banca, es un viejo lucero del alba, es paz. Soy su enamorado de otros tiempos, y ella antefuturo del verbo zarpar. ¿Lo hará conmigo en vida?, ¿lo hará una vez que la nave del misterio me ancle en altamar?
Cuatro) En esta esquina del terror no me conviene estar. Dado que somos dos, es mejor caminar. Bajo el supuesto de la unión, caminar. En las legiones de los desiertos internos, caminar. De entre los abismos, salir. Perseguir a los vivos, amortiguar los pesos muertos, andar, caminar, caminar de la mano por los bosques que atenebran, visitar las postales familiares, eludir al enemigo (dado que somos dos, distinguir al enemigo) y caminar. Bostezarle al de enfrente cuando no hable de amor. Rezarle al semidiós de las tragedias y así ahuyentar malas hierbas, malos tratos entendidos como buenos. Habrá que adivinar. ¡Muera el azar!... muera temprano el azar.
Cero) Auméntame ya la dicha, corazón / Lo quieres así o más despacio…
Una puerta abierta: Rodrigo Casares
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lunes, 22 de septiembre de 2008
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