lunes, 28 de mayo de 2012

Cruce de caminos 16/n

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Ariles by Chéjere on Grooveshark


1.

Intento (y las manchas en el cuerpo son notable resultado de los vientos a favor) sumergirme en atardeceres pardos; respirar el agua voluptuosa de las nubes que acarician las sierras o los mares o los valles o ninguna y todas las vastedades.











2.




...(y los pies gastados se me rompen por las venas de vidrio) por eso intento sobrevolar sin alas, bajito, agolondrinado, cada camino que escudriño; previa revisión del mapa de mi espalda, de mis manos, de mi mente, del encuentro.












3.




... (y las orejas resecas ensordecen contra los muros infinitos) pero intento imitar ciertas florituras en el lenguaje cadencioso de la piedra cuando siente la brisa ultramarina de las plantas.








4.




... (y el sudor se estampa en la garganta cual diminutas púas almidonadas) luego intento colorear inquietantes manías.







 Y al final me reduzco a mis intentos, y enfurezco y entristezco, me acobardo, dígome mediocre (y salen al quite las ganas terribles de seguir tan vivo).


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  _____ B O N U S _____


Espere paciente y descalzo a que concluya la magistral interpretación de "Ariles" a cargo de Chéjere, dele un sorbo a lo que sorba, sonría o defina no sonreír, siéntase pleno de estirarse, incluso tararear le vendrá muy bien. 


Luego mire:

(Pantalla completa)









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Fotografías: Querétaro - Xico (y puntos circunvecinos) Mayo de 2012


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miércoles, 16 de mayo de 2012

Certeza de distancia / Anhelo de memoria

< Para Y., luego de sueños suculentos y ambrosíacas visitas


I.

La distancia es esa indefinible huella que ara los campos de la memoria perpetuando, a su vez, cada insondable palabra pronunciada, ahora mismo, en lejanía. Sentir distancia, paladearla, es una práctica casera en la que (vestido de Merlín) enfrasco mis temores manifiestos, los echo por el borde de mis cejas irritadas y dejo a fuego lento apaciguar el caldo donde embebo la más triste soledad que es la de andar y desandar caminos fuera del alcance del ombligo, de la brisa, de cada planisferio de la amada mía.

II.

Arrástrame destino a la distancia so pena de muerte u olvido. Dime que he nacido ciego y hazme ver después lo que me viste y reviste, da forma, transforma, lleva a volar sin alas necesarias, anima, reanima, da frondas. Arrástrame sobre empinados riscos y dórame la piel con otras amalgamas hechas de acero y albahaca, prontas de buenos augurios, deseos, comedias, abrazos. Arrástrame a la impronta del viaje a través del sueño, del sueño a través del tiempo, del tiempo a través del mundo, del mundo a través del amor; el único e infatigable, somnoliento corazón: amor.

Siémbrame en un tiesto de azar o circunstancia y déjame allí dos minutos, libre de riego y marea, libre de luz de luna, de afrentas a la persona mía. Deja que solo salga: desraizado o herido, pleno de virtudes o ahogado en los yerros de tantos y diferentes pasados. Arrástrame destino de vuelta al jardín de los ciruelos y oblígame allí a escribir una carta donde al fin le cuente a mi nostalgia todas las instancias de placer que desde el recuerdo inmediato emergen.

III.

La certeza es esa indefinible huella que siembra los montes con anhelo perpetuando, a su vez, cada insondable caricia presta a pronunciarse, ahora mismo, en lejanía. Sentir certeza, paladearla, es un ritual en el que (vestido de desnudo) enfrasco mis dudas sonoras, las echo por el borde de mi boca sangrienta y dejo que Merlín se encargue del caldo donde embebo la más dichosa ironía que es la de andar y desandar caminos tan cerca de los dientes, de la risa, de cada mapa trazado a lado de la amada mía.

IV.



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La mecedora es Mahersol
Polipiel roja con estructura cromada

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lunes, 14 de mayo de 2012

Félix

< Para un bicho siamés de acojinados lomos



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Félix murió esta tarde. Me duele saberlo. Siento ese vacío: la malhaya nostalgia de las despedidas que nunca llegan. Siento su ausencia aunque de ausencias sienta más la precisa esencia del tiempo aquel en que dócil y solícito, pese a las predicciones de su gentil compañera y a mis muchos temores y a mis negros recuerdos, lamiera gustoso mi cuello con su lengua de lija fina, murmurando felinas benignidades.

Le conocí por poco tiempo, quizá ante ello, por ello, a través, exprimo bajo la lluvia inclemente la fuga de mis recuerdos. Le escuché, por ejemplo, ronronear más de una vez bajo el cálido pecho de su aliada / maestra / su amiga vagabunda / mano dadora de alimento. Lo vi con los bigotes enchinados cuando giraban sobre la mesa salmones y aceitunas, pretzels de chocolate amargo, atún, calabacitas, frutos rojos, donas, pistaches, confituras. Algunas tardes sentí detrás mío sus delicados pasos sobre el barro precocido de la casa que convirtió en feroz campo de juego y batalla. Lo vi alejar a los intrusos, mostrando las garras, sin miedo a defender su territorio. Tantas noches cuidó celosamente el cofre del auto que yo (entonces muy feliz) montaba sin notar sus maullidos y quejas ante la maquinaria inclemente y los caballos de fuerza...

Félix me dio sin miramientos las microdosis de amor que tanto necesitaba y que de pronto (pese a mi reciente gozo y retozo con los gatos) permitía / Pero decidió partir esta tarde bajo el frío primaveral y no me queda más que buscar sus caricias en los sueños y en la mente.

Ahora mismo viaja, sin escalas, a su cielo que (me han contado) tiene nubes de terciopelo de donde cuelgan hilachos y escarabajos. Hay montones de peluches almidonados con forma de jirafa. Hay golosinas a granel, poca escarcha, pocos gatos, muchas gatas. Se escuchan quietos aleteos de las cigarras. No hay espejos. En el cielo de los gatos no existen las pulgas, ni el Frontline, no hay dilemas amatorios, ni baños, no hay amos, ni vencidos, ni castigos, ni mordidas, ni suturas, ni diálogos perdidos.

Hay espejismos de lunas llenas por donde se asomará contento a mirar sus estrellitas humanas, sus campos de cultivo, sus tardes con sol, sus tantísimas costumbres, sus amigos, sus múltiples camas, su Yanitsa; su vida, que desde arriba parecerá la más digna y brillante, la invencible proeza de un animal salvaje en tierra de los gigantes.

Félix se fue esta tarde dando brincos y alargando con alegres pausas cada maaaauu de regocijo... Sé que volteaste Félix, loco, diablo, bicho; sé que volteaste a despedirnos: ve sin cuidado gatito; aquí (si un día bajas a perseguirnos) serás bienvenido.

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(Pantalla completa)



Animación:
Teaser and the Firecat finding the fallen Moon
Cat Stevens & Spike Milligan, 1977

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viernes, 4 de mayo de 2012

Cruce de caminos 15/n

< Escrito en territorios insomniacos


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Prelude to Cello Suite No. 1 in G Major by Michael Hedges on Grooveshark

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Callejón del futuro incierto

Son de mi propiedad 22 tazas; cinco de ellas con el asa partida. En siete años de absurdo coleccionismo he roto cinco tazas. Si la estadística no miente, como dictan por doquier los medios y los gobiernos, en 30 años no me quedará ninguna. Habrá que empezar de cero. Ir a otros conciertos. Amar otros inventos.

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Rincón del poeta bendito

La otra noche miraba postales pensando que quizá no vuelva a oler esos sitios. Allí divinicé los momentos. Acá los exorcizo.

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Avenida de la Onda

En algún libro yacido en algún estante de algún librero de algún otro estudiante con el cual durante algún tiempo compartí algún discurso que nos llevó a pensar algún proyecto fracasado, queda indeleble el subrayado de alguna frase de George Steiner que algunas veces me sigue dictando mi incaduca memoria: "El arte verdadero viene sin prisa". De ser obsesivo, aplíquese a cualquier ensoñación, cualquier procedimiento; toda la calma, todo momento. Es así como "algún" "cualquier" se convierte en "todo": sin prisa pero sin pausa (como reza el dicho en Castilla la vieja).

Años más tarde de aquel descubrimiento, bajo la lluviosa conversación de esas que arden al lado de compañeros que saben más de lo que beben, salió sobre la mesa la figura perfecta de un guitarrista admirado: Mark Knopfler, el frontman de Dire Straits, quien había comentado en una entrevista que su técnica le parecía ridícula luego de escuchar el trabajo de Paco de Lucía. Hoy me entero, en Twitter, que el mismo Paco anda con miedos de su status de flamenco inquebrantable por el surgimiento de Amos Lora, un niño genio...

Inciso a: "El arte verdadero viene sin prisa", y a los niños genio les urge leche, reconocimiento, refinamiento, adaptación y poca fama. Inciso b: Nunca entenderé las comparaciones. Por mí que muera el verbo.

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Boulevard España


Pasados diez meses reviso mi libro de El Bosco (método, que no estrategia). Diez meses: El Bosco. Me remonta al Museo del Prado, allí vi "El jardín de las delicias" largas horas, tantos días, como queriendo mover algunos súcubos hacia el Edén soñado. No lo logré; en vez: aprendí a imprimir en color, a batirme de pegamento, a usar tijeras, a no quedarme conforme con la disposición espacial de mis eventos.

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Paseo peatonal

Siento, en el silencio agotador, la ausencia total de tus luciérnagas. Debo irme a celajes más claros en los que alegres cohabiten mis fantasmas musicales; y quedarme allá de ser preciso. Al menos esta noche, lo siento, necesito. Tengo una canción especial para estas horas de insomnio por calor: basta abrir las ventanas y respirar el viento de la madrugada, aparcar los ojos en las luces titilantes de horizontes cercanos y pasaportar el alma hacia terrenos que ardan más allá de mi física posible. Seducir a la aurora y sentar cabeza en el verano que empieza a mostrar los dientes, que fuerza (siempre aletargando mayo) mis caprichos de vino frío y fresca compaña. Pero no quiero ningún vino; quiero tu almohada...

Tengo una canción especial que silbo sólo cuando duermen mis añoranzas:

10000 Miles by Mary Chapin Carpenter on Grooveshark

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La fotografía es de Rosa María León Salas
Madrugada en Luque; 2011

El óleo es de Hieronimus Bosch "El Bosco"
Tercera tabla (Infierno) de El jardín de las delicias; 1507

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