martes, 2 de septiembre de 2008

Beber del Tiempo

> Dilecciones 2/29



Antes, le serví en un vaso azul, dos hielos y agua de mandarinas. Quiso agradecerme, supongo, pero era tanta su sed que se lo bebió de un solo trago. Parte del líquido se derramó por la comisura de sus labios. Llovió néctar de tangerina y en su boca se conjugó con frialdad y belleza. Hubo pasión sin besos. Se rió apenada; se burló de sí misma y de mi cara boquiabierta. Mis ojos eran rojos y sus mejillas de durazno encontraron madurez. Me pidió una servilleta que nunca hallé. Le dije, mintiendo, tendrás que limpiarte con tu blusa. Y se limpió.

Ahora la miro acostada y durmiendo. Soñando quizá con guerreros, tal vez conmigo, probablemente tendida en huertos llenos de perales (jazmín y azahar de modos celestes). Es menuda y graciosa en aquella cama, bajo la luz vespertina, abrazada a una almohada. Hay un desquiciamiento formidable cuando tímidamente ronca. No es sólo amor, soy objetivo… A quién engaño, es sólo amor.

Mañana vendré a despertarle. Tarde, complaciente, rítmico, con sartenes. Le jugaré una broma con sartenes para que salte de esa cama y se quite la modorra dándome golpes. Le gustará jugar a pegarme y yo caeré, por accidente, sobre el lecho (tratando de encender otra vez la hoguera). Tengo leños muy verdes y suelo ser torpe sin ocote. Pero a ella, mi sutil conciencia, poco le afectará.

También habrá más zumo y un puñado de mejillas con pecas. Dicen que las pecas con el calor se exaltan y vuelven y brillan y desconciertan. Dicen que los dientes se afilan para morder los cuellos, los lóbulos, las manzanas. Cuentan que hay que tener cuidado en las mañanas, que los eclipses forzados luego nos dejan ciegos, que las miradas que beben del tiempo son, las más de las veces, sólo miradas que pierden el tiempo.

Y eso, a su grácil razón, poco le afecta.



Hiperrealismo: Elsa A. Pérez (Mandarinas)

<

2 comentario(s):

Domi.Tea.La dijo...

¡Qué bonitas mandarinas!
Y ése Kodaly... qué bien les queda.

Ahí le va lo siguiente:

Esta noche es imposible el frío
Duermo sobre plátanos naranjas
Mandarinas sonrientes
Y paternas amables,
El gallo confiesa y no traiciona
Los limones tocan sinfonías en las afueras de los árboles
Mientras él,
Minotauro hiperactivo,
Descansa
Recitando sueños
Que yo convierto en alabanzas

De Nora Méndez, se llama Welcome to Honduras.

Juan Carlos Medrano dijo...

¿a poco no son re-chulas las gavotas?, qué bueno que te gustó el ensamble.

Y tu construcción vía comentario. Enorme, fantástica. Hay un poema de la misma muchacha que se llama "la estación de los pájaros". Y es otra de esas coincidencias raras que uno se topa en los lugares más apartados.

Qué complemento.
Qué surrealismo.
¡Grad(h)ias Guapa!