miércoles, 24 de septiembre de 2008

Arar entre el Olfato y la Memoria

> Dilecciones 24/29



Quizá no deba seguir estimulándome; es un riesgo cada día mayor, o es, casi, por ejemplo: uno de esos retos que uno se crea en la adolescencia para percatarse de cuán vivo se está. Hablo aquí de este transitar por el amor, de esta religión inventada con virtudes y penas que enarbola disentires, que obliga llantos, que crea problemas, que es la única fuerza capaz de evitar que muramos cuerdos y sanos. Aún así, apoyo la moción amatoria. Entro al juego; con ella claro que entro al juego, no importándome, si en la primera apuesta me quemo.

Una de estas noches voy a meterme en su boca, en sus orejas, en cada madriguera que su cuerpo me ofrezca con timidez y ternura. Voy a sembrarle, allí, dudas, coplas, rostros, viajes, diamantes. Luego me quedaré dormido en su entrepierna como un gigante noble y torpe, como un mandril acurrucado en su sueño eterno de juventud decrepitada. Seré feliz y postrero. Seré el dueño de los campos de amapolas que alguna vez pintó Monet. Seré frugal; no hablaré de lo nuestro, no entonaré más himnos, no salpicaré ninguno de sus pulcros inventos de belleza terrenal (tan masiva y personal) que, como gladiola longeva, se encarga de señalar.

¿Cómo constatar estas ideas?, ¿cómo hacerlas verdaderas cartas de promesa?, ¿cómo regalarle un anillo?, ¿cómo alimentar al alma con besos sin afanes egocéntricos?, ¿cuándo intervenir?, ¿en qué momento especial empezar a seducirnos por el puro gozo estético que por igual nos provocamos?, ¿dónde están las señales?, ¿a quién hay que hacerle caso?

Debo poner en tela de juicio todas las respuestas oficiales. No aburrirme en los abismos particulares. Quiero amamantarme de regalos, de viernes, de envidias sociales, de paseos en parques, de historias estupendas con poetas inmortales, de su savia, de su leche, de su vino, de su azoro, de su insensatez que a veces rompe los ideales. ¡Y entonces morir fulgurante!; ofrézcanme ya de beber más ambrosías que mi cuerpo amenaza con quebrarse, que mis manos se achican por no tener el entrelazo con las suyas, que todos mis pesares se agravian cuando el cielo se rompe al fin tocando el filo de cada horizonte.

Soy un animal sepultado, un títere inquieto que danza bajo tierra, una limosna (un centavo), un quieto ardor en el olvido. Soy la desfachatez y el abrigo, el arador del olfato, el clamor popular, los “te quiero” más dulces, el vivo caudal que todo lo cambia, destruyendo.

¿Has tenido alguna vez la sensación de que estás enamorada? / Ahora sí; quizá antes también pero… pero no con tanta convicción / De qué / De que esto es grande, tiene cimientos fuertes, se planifica, se ubica a largo plazo / ¿Tú crees? / Por algo hay que empezar / Esa actitud te la agradezco / Tú eres quien la provoca / Gracias a ti, perdona que insista / Es tu persona, tu agua, tus minerales /… /… / ¿Quieres irte a tomar un café conmigo? / Nada mejor, caballero / Ven, dame la mano, vámonos a pie / Te recuerdo que afuera está lloviendo / Ya se despejará /… / ¡Vamos, ven!; quiero mostrarte algo en el camino…



Campo de amapolas: Claude Monet

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3 comentario(s):

ursula dijo...

¡Qué bonita canción, y qué bello título! Esas preguntas que plantea usted, muy ciertas, válidas y pertinentes. Las respuestas, yo creo, se encontrarán, o, más bien, se construirán en el camino.

Le dejo aquí un poema como un mero coqueteo con esta dilección, y como pequeño homenaje a usted. Espero que te guste.

Con tinta de amapolas
se escriben los asuntos del alma
con tintas de amapolas
se escribe la memoria del sueño
con tinta de amapolas diseño un refugio,
un escudo, un vuelo y un cielo
porque el alma tiene de amapola
el color, lo suave, lo frágil
las arrugas y también lo etéreo
lo efímero y lo que se lleva el viento
y de ella un color que se queda en la pupila todo un invierno
amapola, alita silvestre, que se va con el frío y vuelve con el sol
y acompaña al trigo y al labriego
se alimenta de luz y se cierra en las noches
y su pétalo es bueno para elevarse al cielo
y de ella saco la tinta para ecribirte primero
con tinta de amapolas
tinta mi casa, tinto mi vino, tinte de luz
con tinta de amapolas lo tiño primero
por que su cáliz tiene de beso
por que puede que te vean roja y puede que te vean negra
quien quiera que te vea pobre, quien quiera que te vea rica
del alma extraigo la tinta, extraje ideas, extraeré primaveras
para acercarme a tu amapola o a tu espiga jactanciosa
voy y vengo como pétalo a la deriva en un viento rojo de sueños
y en mi vuelo aprendo el canto y aprendo a extraer la tinta
tinta de amapolas
tinta de besos
tinta para escribirte, yo primero...

Éste es de un tal Carlos Alvarado, y se llama así, "Con tinta de amapolas". Y bueno, ya que andamos tan... pues no psicodélicos, pero tal vez cerca, ahi la va ésta: http://www.goear.com/listen.php?v=e8b8496 ;)

Abrazos y besos en flor.

Juan Carlos Medrano dijo...

"Se construirán en el camino", creo más bien en ello; en la idea de proceso elaborado durante el cual nos damos cuenta de aciertos y errores (o dicho e otro modo, construcción).

Es bueno que lo pienses así.
¡Y el poema! / Es la netísima; me gustó su onda "proesía" que yo tanto insisto en escribir (aunque con menos suerte que Alvarado) / Otra vez debo decir: gracias por este sutil complemento a lo que escribo. Gracias, de verdad.

¡Y Sunshine of yor love! / Yeah / Me trae recuerdos de enano y acetato vario. Yo pongo el tecito de amapolas, tú las canciones (porque de entre esto y Caputo, seguro algo bueno sale).

;)

Besos abiertos.
Abrazo en campos floridos.
Mucha paz.

ursula dijo...

Jajajaja, ya estás, será superpictagórico (no viste esa peli con la Angélica María y Fernando Luján? buenísima, la pura psicodelia alla mexicana fresona, me imagino yo).

Qué bueno que te gustó el poema, en cuanto lo leí me hizo pensar en vos. Se lo paso con mucho cariño.

Gracias por su paz,
la misma le deseo.
Abrazos y besos soleados.