domingo, 21 de diciembre de 2008

¡ Evohé !

>



¡Felices fiestas!
¡Todos los buenos deseos!

Así se termina el año más bello.



<

martes, 16 de diciembre de 2008

Querer Amar

> The Buzz Lightyear Theory



Preludio.

"Uno va a hacer algo y siente voces
(vienen de otra parte de la noche.
Vienen de milenios entregados
a sacrificar las emociones).

Como si fuera poca la carga que trae el hombre,
trae el amor atado con cien cadenas de bronce.
Se va librando ya de ese falso peso,
ya va dejando de tenerle miedo a un beso
que libremete vuele por la humanidad.

¿Hasta cuándo va a durar el ruido?
Hasta que la gente se decida
a hacer el amor y amar de frente
en casas con muros transparentes."


N. Nicola y C. Vallejo

1.

La verdad es más verdad cuando se acorta la distancia entre palabras y referentes. O sea, la única dimensión probable para advertir los distintos colores de una sensación es mediante la vívida experiencia que trae consigo el contexto que uno habita. O sea, que a lo dicho, dicho, y al hecho me remito.

2.

La Real Academia Española define a la verdad como la “conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente”. Así, entiendo conformidad como igualdad o correspondencia entre dos factores inmutables; y así, deduzco que concepto es toda idea engendrada por el entendimiento y entendimiento es alma y alma es, a su vez, esencia. O sea, verdad es esencia, no se mide en rituales de lo cierto y lo falso sino de lo creíble e increíble.

3.

La negación como verdad es parte desordenada de la construcción simbólica que nos proveen los enunciados. Por ejemplo; “No te quiero” significa eso mismo: carezco de una percepción necesitada del objeto deseable. En contraparte: “Te quiero”, ubica ambiguamente la necesidad entre su propio definiens y el definiendum. O sea, querer no establece los límites conceptuales del amor en ningún momento. Y sin embargo, se presta a desatenciones del escucha y promueve la batalla en aspectos físicos y mentales.

4.

Pero el “Te amo” tampoco es verdad; es más bien, fe. Fe en uno mismo (en la capacidad de abstracción que genera en otra persona) y fe depositada en alguien más (en el contexto singular del verbo amar). Por tanto, decir “Te amo” es, también, decir “No te quiero”. O mejor, hablar de amor no es necesariamente hablar de pertenencia. Insisto aquí; el amor es conceptual mientras que la querencia recae meramente sobre los encantos de la posesión sobre objetos.

Entonces, ¿se puede querer amar a una persona?, se puede, qué se yo: ¿amar queriendo a una persona?, o incluso, si se me apura, ¿es posible amar y no querer a una entidad?, ¿es, asimismo viable, querer cierto elemento sin amarlo?

La ruta de estas respuestas es transitoria y merece atención una vez que se ha logrado discernir lo casual/objetivo de lo causal/subjetivo. Me quedo con la causa y el efecto; desecho, por tanto, casualidad y destino. Aunque…

5.

La misma Academia, esa sala invencible de abuelos con mal humor, decreta que el destino es una fuerza desconocida que encadena los sucesos. ¿Favorable, adversa acaso? Fuerza, lector, suma de circunstancias y potencias en pos del arranque motriz de un resultado.

Sí, creo entender el punto.
No hay amor a primera vista.
¿Lo hay?

Independiente a este laberinto sintáctico es mi total convicción hacia el sí. Sí hay. Sí existe en nosotros la capacidad perceptiva en cuerpo, ideales y sintonía hacia un organismo desconocido. Pero en la afirmación se acepta el miedo: ¿Es entonces imaginable la visión definitiva?; las actas de divorcio opinan lo contrario.

Supongo luego, que el amor como fuerza (no como concepto) es producto tangible de un soez incidente, y como tal, tiende a remediarse con el paso de los años, a no ser que, de entrada, haya sido fatal. “Gozola y matola” es un fortuito fatalismo, “Te amo desde el primer momento en que te ví” es una completa mentira, que no falsa, aunque increíble.

6.

Concluyendo / A) no es conveniente polarizar los momentos de amor en buenos o malos; mágicos o terribles; fugaces o eternos. Lo mejor es ponerle nombre a las sensaciones; para eso nos enseñaron sustantivos y adjetivos en la primaria. B) El amor no es verdad ni mentira: es intuición visceral y descaro psicológico. C) Amar y querer no son etimológicamente equivalentes. D) La paradoja cierto-falso es un recurrente intenso en el amor. Lo único cierto son los ojos, la boca, el vientre, los lunares, las cicatrices, lo oculto, lo desvelado, el cielo (y venido a ver; el cielo es incoloro). E) Las tensiones entre causa y casualidad; destino o efecto; mentira o verdad, son pequeñas al compararse con la certeza de lo cotidiano. F) La validación de este debate sólo encuentra cabida en la fe. Y G) Es mejor actuar que ver. Mucho mejor, aprender a enseñar que señalar lo aprendido. Máximo es el momento, pésimo el olvido.

Mejor ponerse a amar, en vez de seguir leyendo.



Infinito: Pablo Blanes

<

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Fin del Comienzo

>



¡...!



<

martes, 9 de diciembre de 2008

The Young Gardener

> Para Tania y Cristina



The rule is simple with respect to grounds - work, where you can, in the spirit of nature, with an invisible hand of art... let the images of Nature be (the) guide.

William Wordsworth

///

A garden is any parcel of land, any fragment of nature, that we tend, cultivate, care for, watch over. In return for our efforts, gardens reward us with a grand assortment of fruits and flowers, a wealth of aromas, a world of random shapes and subtle orderliness, a windfall of flavors, colors and intangible satisfactions beyond numbers.

It is here, in the garden, where we find time reflect on relationship between the modern world and the natural world. It is here, as our hands mingle with the soil, where we can most intimately appreciate the intrinsic value and life-affirming nature of the land. Here, in the garden, we ultimately realize that we are intended to live life not as Consumers, but as Caretakers.

Gardens teach us many virtues: foresight, commitment, hope, neighborliness, perseverance, responsiveness to nature's cycles, the art of recycling, a sense of humor, earthiness, patience and humility.

Earth itself is a garden of diversity, and our gardens mirror the ecology of the planet. Gardens give us a wonderful metaphor for taking care of the planet, yet many among us feel quite entitled to destroy the forests, deserts, grasslands and coastlines of our global garden. Many lessons of good stewardship still wait to be reaped from our gardens...

Donald Falk
Center for Plant Conservation

///





Stillness engenders void; void produces wisdom.

Chen Cong-zhou

<

sábado, 6 de diciembre de 2008

Literatura

>



Yo pude haber sido tigre albino. Me imaginé muchas veces como tiburón come-niños en Sudáfrica. Canté con los quetzales cuando los pude mirar a través de espejismos en billetes rotos de Guatemala. Una noche, incluso, quise ser murciélago. También me dio por los reptiles; de hecho, tuve una linda lagartija verde como mascota; le daba cucarachas vivas para mirar con morbo cómo les quitaba las alitas y luego se las comía. Una vez nadé con orcas. Y además, soy de los pocos muchachos vivos que han visto a una pareja de leones gay copular mansamente a la sombra de un árbol gigante.

Tomé siete litros de mezcal en un concurso de abuelos del INSEN y fui mordido en la rodilla por una tarántula rojiza. Casi me muero al aventarme de un camión en movimiento y anduve cierto tiempo enyesado de ambos brazos. Una noche tenebrosa y con neblina miré cómo el pasto en el jardín de casa se hundía dibujando huellas sin que hubiera algo vivo que las produjera. Me comí un gallo de pelea que fue mi amigo de corral durante varios años. Escuché un solo maravilloso de grillo que chirriaba al compás de un tango moderno.

He tragado tacos de tripa, pezuña y recto de cerdo. Hace muchos años me salió una bola en la muñeca izquierda y luego se me quitó sin avisar. Mientras miraba el mar desde una lancha color verde marciano salieron a saludarme dos peces voladores y uno aterrizó juntito a mí. La otra noche soñé que mataba a machetazos a un electricista que conozco y que luego, en trozos, lo empaquetaba al vacío. Ya salí de diabla en una pastorela y una chica risueña se me acercó al final de la función diciéndome seriamente: ¡qué bonitas piernas tienes!

En Venecia fui corrido, junto a mi padre, de un hostal veraniego por razones ocultas que mientras haya niños lectores no puedo contar. Por querer ganar una carrera me estampé vilmente contra un muro de piedra rompiendo mi casco y destrozando también la bicicleta, luego se me incrustó la estrella del marco en la ingle. Tomé fotos de desnudos en mi sala. Dicen que una vez me puse a hablar de ballenitas rosadas. No me acordaba, pero es cierto, que también fundé junto a un hermano-amigo una secta satánica en un colegio de monjas. Robé guayabas de un huerto de abuelitos autosuficientes y a la sombra de un caluroso mediodía fui abandonado por un hermano en la piedra de un río mientras él nadaba para rescatar una balsa de bambú que con esfuerzo construimos.

Mi récord es haberme comido 14 hamburguesas de soya con 12 cocas Light. Me caí de un caballo y me pegué en la cabeza. Bajé brincando, en seis segundos, las dunas de una playa cercana. A las siete de la noche de un 31 de diciembre fui rescatado por un surfista de ahogarme en Zicatela. Soy de los que digo que en La Pantera Rosa había un antagónico con forma de asterisco; nadie me cree. Mi primer beso en la boca fue sobre el suelo de barro de la casa de una dueña loca que secuestraba niños. Aplasté también, con unas pinzas, el cráneo de un ratón que había quedado adherido a una trampa de pegamento.

Hace poco atravesé desnudo el salón principal de un hotelito en Marrakesh al quedarme sin agua y con jabón en todo el cuerpo; cuentan que los caballeros se rieron y a las damas les brillaron los ojitos. Fui encerrado en una cárcel por orinar la fachada de un palacio municipal y allí me hice amigo de dos sujetos que se amaban y se querían casar. Y lo más fantástico; me enamoré de alguien más que no fuera yo mismo. Me enamoré tanto que a la fecha ya no puedo pensar con claridad de ajedrecista. Pero eso sí, todavía me falta poder conversar con un árbol -->

(El autorretrato es de Boyd Anderson.)

///

--> y tomarme un cortao con mi mujer en la Gran Vía:



<

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La Ingrata Fortuna

>



Se desabrochó la blusa. Quitó esa madeja de olvidos de su mente y volvió a cantar bajito como si nunca lo hubiera intentado. No le dijo nunca más: “te necesito” ni musitó su nombre en vez del mío. Fue tierna de modos feroces, y huidiza, quizá, como se es en los primeros roces.

Luego me dio dos apalabrados golpes (cada quien con sus lecturas) que resonaron dos meses en el fondo de mis dos orejas. Puso el despertador y se echó a dormir cual rumiante traviesa que de tanto pastar y mirar horizontes es capaz de ponerse, no sólo ociosa sino también obsesa.

Allí la miré a menos de un metro y me quedé vigilando su sueño como si gimiera despacio las letras de los cantos de su cielo. Y allí me bebí dos litros de agua con burbujas pensando qué hacer para que despertara más pronto de sus oníricos enredos.

No lo logré. No volvió en sí hasta pasadas las nueve; eran ya la ciudad y los semáforos y el humo de los escapes y el silencio mustio que emana de los pasillos de hoteles viejos. Era que el tiempo, tan pronto llegó, se hizo de luz y arena fina. Era que nos perdimos el amanecer al correr las tres cortinas.

Yo me levanté de ese lecho hundido donde no dormí por temor a inconciliables dudas y ella se fue poniendo erguida mientras llevaba su lengua a la mía. Casi toqué la tierra blanda en la que se convirtió esa alfombra. Casi enjuagué mis ansias en su pequeña boca y casi, estuve a un paso, de llevarla otra vez a la cama.

No lo logré; ya se le habían incendiado las sandalias cuando se echó a correr. Otro día, después, dijo saber que esa vez me había quedado con más ganas de. Ya no contesté por temor a ofender, es más, hasta le invité el café al mismo tiempo que ella me reprochaba: “hubiera preferido un té” / Bueno, señora, qué se le va a hacer.

///



Il giardino Toscanetto corrisponde al occhio di Paula Schmidt.

<

martes, 2 de diciembre de 2008

Amatista

> ¡NO al existencialismo!



Creo saberme bien aunque todo se transforme. Creo nunca volver por donde anduve y sin embargo miro y por voltear tropiezo. Creo seriamente también que ando por las nubes. Creo en el gozo sutil y morboso que me provocan las turbulencias. Creo en la palabra y en los síntomas de mutismo. Creo que me estoy volviendo lento para los cálculos y sospechosamente eficaz para el ábaco. Creo en el sol que no me dice nada, que se lo calla todo y que luego escupe a mis espaldas por sus colmillos de astro viejo. Creo que la luna me sigue a donde vaya como genuino distractor de otras batallas. Creo en la educación a distancia y en las mariposas que agitan sus alas en Tokio produciendo el diluvio en Nueva York. Creo en los espejismos, en la ciencia de lo absurdo, en los robots que aman y en la fragancia maldita que una vez decantó Grenoille. Creo en el siniestro oleaje que me provoca tsunamis estomacales. Creo en la virtud, en los detalles, en el mísero tiempo de espera, en los rincones prohibidos de las bibliotecas monacales. Creo en los celos y en la no-belleza absoluta de aquel que mata por amor y bajo amor consume sus días en el encierro postrero. Creo sentir unos cinceles en mi espalda que esculpen nombres en alto relieve de lunares. Creo vivir sesgado y subjetivo con el arte abstracto sólo por demostrarle al talentoso que de abstractos tienen más mis actos. Creo sobrevivir a los eclipses que ensucian de violencia los vientres encintados con cordeles rojos. Creo en tomar las siete píldoras que a menudo se enuncian como pecados. Creo en robarme los besos del aire, en sacudir el polvo que hace que mis manos estornuden microbios y en meter en saco roto todo lo que aprendo y desaprendo. Creo en el valor de lo amoral y en la intriga que me causan los enojos por negocios. Creo en gritar si tengo miedo. Creo en velar de cuerpo entero a los muertos de los muertos de mi entierro. Creo en morder a la gente vulnerable y en besar a las personas seguras y envidiables. Creo en las emociones que me creo; creo que me creo mis emociones. Creo en la desdicha y en el barullo del tráfico a las dos de cada tarde. Creo en el pasado incierto y en el futuro olvidado. Creo en las oficinas insensibles y en la máquina del café que no pone en opciones: “chocolate”. Creo, cual credo, en un solo dios hijo de su putísima madre con tantos rostros como hormigas, con tantos clientes como mercados; o es que creo, más bien, que Dios, soy yo. Creo, creo yo, en lo terrestre y cotidiano, en lo agreste y lo vetado, en los cielos decembrinos y en la lluvia de mayo. Creo temer lo innecesario y tener, también, lo que me sobra. Creo en mi persona como azar y como broma. Creo en mis cánceres y mis curas pero más, creo yo, en mis prevenciones. Creo en la delgadez extrema de sentido común en lo que digo. Creo que el principal objetivo es envejecer contigo.

...

Y luego, me han dicho, está la redención y vida eterna;
(la conversión en musgo y nido para semillas).
Supongo entonces que morir, al fin y al cabo, será sencillo;
y que de pronto, sobre la tierra y de amatista, entregaré un anillo.

Déjeme usted que insista: ¿el principal objetivo?
Será lanzarme al vacío.

///



ENO - by this river

El mar inquieto es de Jimena Salcido.

<

lunes, 1 de diciembre de 2008

In the Rush

>



Una de las grandes desventajas de la prisa
es que lleva demasiado tiempo.


Gilbert Keith Chesterton



Estación Universidad de Chile es una foto de Carlos R.

<

domingo, 30 de noviembre de 2008

El Paisaje Inmutado

>



Sugerencia: Cargue la canción, póngale play; entonces lea.



1) Esta es la parcela en la que esparciré mis restos, pues de pronto en ella me encuentro: y vivo y salto y grito y muero y revivo… ¿es esta, de verdad, la parcela en la que esparciré mis restos?

8) Y tú no te quedes leyendo y mejor ven a bailar de acuerdo a tu cultura y roza las fragancias que se sienten cerca y que brotan al lado de las setas y violetas. Arde en madera complaciente y nunca grites pues de hacerlo se me quedará esta viña ronca y tuerta, y a la tierra ya los gritos le sobran y a mi afrenta se le ha ocurrido hacerte una broma: quitarte toda la ropa y sacudir las esporas que han dejado las estaciones que antes eran duraderas y ahora son, si acaso, ruinas y cal con arena.

5) Así tropiezo, grácil y seguro, seguro de caer en sus brazos y piernas que alimentan, que destierran, que promueven la lucha (la batalla, si es preciso) y entonces sí, me armo de valor, me visto de verde , me enjuago las manos y luego me las ensucio.

2) Paso a paso descubro (porque también descubro, ¿sabes?) y elucubro sintiéndome chiquito y dando y tomando y regateando cada anochecer y despertar bajo este logro perfecto de la alineación astral, de los motivos siniestros, de los tormentos que hoy me vuelven loco y un poquito visceral.

6) Allá voy encarrerado, disfrutando la visión global de este mundo que promete maravillas y encima, las somete al cuidado de los hombres y las fieras y las plantas. Cantos de helechos, siembras de amaranto, olores que emiten los ciegos y azules campos que habitan debajo de las huellas que todos pisamos y sin querer, vamos borrando (todo lo que nos parece incierto).

3) Hoy se vive al ritmo de los fuegos y los aires del quemante silbido que emiten las montañas y de la fragua quebrantada que echa chispas y las reparte a mares-cielos. Hoy se entona la canción de las cigarras pacientes que todos los grillos corean dejando claro quién es el mero cantor de los bosques antiguos que alguna vez fueron tan míos.

7) Hoy se empapa el alma en lodo y niebla y se incrusta la humedad en cada hueso y los besos saben a tierra y el abrazo es un converso que otorga piropos agitados a las ramas de los árboles que han tomado por asalto los ingenios madereros.

4) Pasa muy poco y sin embargo pasa; pero también las nubes traen algodones rosados y el rosa es una destreza que avienta puñados de dulces y que más allá de lo advertido se revienta en cien pedazos que tímidamente viajan acomodados en las venas resueltas de la sangre salvaje que circula por todos los caballos que a su vez pueblan las avenidas y los prados.

9) Rompe de una buena vez el cemento. Ponte sedienta y observa (pies en el suelo) los caudales que has vuelto pequeños, los cielos a los que has puesto fronteras, los jardines secos, los destrozos que provocan mis mareas, el tumulto de plagas que te mando, las orillas de los mares cada segundo más libres, la jungla inquieta (hogar de los monos con dientes), el desarrollo y el polvo, el feliz fin del planeta, el alucine de este té con menta.

///

Wild Horses by Kevin Cross.

<

lunes, 24 de noviembre de 2008

¡ Me encanta ser mujer !

> Una fina advertencia, caballero



Fluí dentro de aquello de una manera que hasta los dioses del sexo se me pusieron celosos. Era invierno y también adviento. Ella me dijo (más o menos, por supuesto que me dijo) luego del penúltimo espasmo (pues aquello de las malas suertes es producto de augurar siempre el último) que le encantaba ser mujer. ¡Vaya piropo!, dije yo hacia mis adentros y me quedé feliz posando allí ante las cámaras de la memoria.

No la volví a ver jamás.

Quizá la falta de efectivo trajo tras de mí cierto encanto caído. Luego supe de ella por terceros ajenos al malsano placer sobre el cual aquí les escribo… malsano quiere decir, entre otras cosas: no correspondido; cómo diré, sacudidamente halagador, empujadamente vital y sobretodo, harto mañoso en gestos, ademanes y formas diversas de tragar saliva.

Y eso no es todo; que alguien te diga, de pronto: ¡me encanta ser mujer!, y lo pronuncie gozosa, quitada de manjares que adornan las palabras (o quejidos ligeros, fuertes, gritados, ¡qué se yo de esas cosas!) y absueltas, además, de pecados veniales es, caballero, un lujo casi igual que el de paladear apenas un buen jamón de jabugo que se alimenta de bellotas. (¡Uy, que hambre me ha dado!; de bellotas y de jamones, quiero decir de Pata Negras o… ¡no hablemos ya de piernas!).

Lo que intento aclarar es que la frase aquella; la de la mujer encantada que se decanta a favor de los sentires humanos (femeninos, dijo también… que por cierto, quién se creyó para elucubrar siquiera que la mujer disfruta más del hombre en los enseres del amor que viene y va por marejadas y llega a lo alto y se cae y se revuelve… pues eso, de los sentires humanos) no es tan usual en otros tiempos lunares; ¿me estaré metiendo ya en banalidades?

Hay algo cierto (y a mí me encanta ser hombre; pero la mujer es un portento y el hombre vil alimento), hay algo que se me escapa del cerebro y que esta tarde fría ni con chocolate amargo se me quita: y es que el amor, como me dijo hoy un colega, encuentra mejor respuesta en la antitesis del amor. O sea que, como ya se anda diciendo en tertulias de baja estofa y celebraciones corpóreas propias de animales en celo: “la mujer ha encontrado el camino para volver al hombre, irredento”; eso suena a Javier Marías, aquel al que tantos odian y en quien casi nadie confía; al fin y al cabo, qué va a saber del amor ese señor si nunca ha besado a un jumento (lo puedo escribir incluso, si así lo quiere, de modos mucho más violentos).

Y es que hay tiempos para dar y recibir…
Quiero decir, más bien, para dar.

¿En qué quedamos entonces?

Yo por eso mejor me voy al baño y ya no lo entretengo con tanto misterio // Debiera usted hacer lo mismo, caballero, antes de que se le apague su sutil instrumento y caiga, por fin, en la cuenta de que se le acabó el deseo.



Cruz y soledad de Antonio Zamudio.

<

lunes, 17 de noviembre de 2008

La Vida Sencilla

>



Es por la vida sencilla que me ando y me levanto. Es la alegría, el fuego, el canto. No más de más; pero tampoco menos. Es el invento que a diario bostezo el que me apalanca en la espesura de una existencia jovial y rumbera, de un pasatiempo con el tiempo, de una pradera verde, de un ponche de jamaica, de un risueño guiño que casi siempre me otorgas tú; muchacha que tanto quiero.

Es por la vida sencilla que deambulo; sin atar los cabos de devenires o estimular temprano a los pequeñines. Es la maceta de barro, la tierra en caldo de cultivo, el sueño frugal, la luna y el sol sin equilibrio.

Es por la vida sencilla que declamo. Camino luego desnudo en bosques imaginados y me quedo allí sentado, esperando, cavilando nada, comiendo de cuando en vez dos o tres nueces que caen del cielo como por arte de magia.

(Y que siga la rueda girando; que no se me acaben los motivos de continuar imaginando que es posible que es posible que es posible que una vez que me despierte, el mundo (contigo o sin mí, más que conmigo) va a tener que sobrevivir batallando)

Es por la vida sencilla que existes y noto tu existencia, y me adentro en las consultas a psiquiatras, y me envuelvo en sábanas rotas cuando pela más el frío ahí fuera. Es por el ardiente deseo, no complejo o metafísico, ni seductor estropeado ni valiente sin permiso, que me atrevo a contarte mi pasado sin esperar mucho a cambio. Mucho más que nada, menos, al menos, de lo que tú ya me has dado.

Es por la vida sencilla que escribo cartitas de amor a los desenamorados para aventarlas al mar en botellas y luego recoger las conchas que trae la resaca, casi como estrellas. Viento y luz, ojo de vidrio que mira con los labios y palpa cada instante como nuevo... y rompe a llorar en las noches de vigilia, en los campos y potreros.

Es por la vida sencilla que me aparto esta tarde y me devuelvo mañana. Es por el sueño y el combate que me siguen dando ganas (¿dije ganas? / ¡muchas ganas!) de pelarme las rodillas pidiéndote en silencio que ya vuelvas, que nunca es tarde y que la huerta ya empezó a llenarse (cada espacio, en cada línea) de jugosos frutos, de brisa y caricias, de mitos y esperas; tanto o más como en aquellas (¿te acuerdas?) antiguas primaveras.

///

Una explicación:



Caserío 3: Jesús Ortiz

<

jueves, 6 de noviembre de 2008

Sabotaje

>



Introducción

No somos sabios. No somos lo máximo como alguna noche de antaño nos cantó La Charanga en desprevenido intento de baile y depravación. Somos, quizá, buenos oyentes, a lo mejor melómanos con memoria a corto plazo, creyentes de lo auténtico, eso sí; fieles al gusto y al objeto; obsesos, pues. Y somos también picapiedras; talladores de diamantes u olvidadizos cocineros de picnic con carnes al carbón.

(Somos el tipo de gente que, pese a los martes mexicanos de sospechosismo creeliano y elecciones redondas, seguimos escuchando a los cubanos y a toda su estirpe americana cantar entre sones y fusiones, entre nueva canción y tambores, su amor a la patria, su ¡basta! a los temores, cantarle jocosos al sabor latino, al viento insustancial del conquistador español -por decir cualquier cosa-. Y somos además la bandera del consumismo en pleno siglo XXI)

Somos empaquetada cultura de masas, ya lo dijo Eco, poco agrego yo. Somos la elite intelectual del arte en serie, la intravenosa venenosa del deseo, la maravilla del comprador receloso; somos la afrenta más grande para todas las trasnacionales. Pero no somos reducto, eso sí que no, nunca más y se acabó. No somos sabios, ni lo máximo. Somos tetra-packs con mucha falta de Ginseng.

Y lo digo a colación de lo siguiente:

En poco menos de un mes, ¡bendito mes de novedades!, llegaron a las tiendas de discos, semana a semana, como quien no quiere la cosa, tres conciertos de cubanos que ya habían sido grabados hace muchos años. Usted qué dice; ¿no será que el buen Fidel, con todo y sus tennis Adidas, nos estará mandando un mensaje?, ¿se habrán puesto de acuerdo las disqueras?, ¿será mucho pedir que reediten, entonces, el mano a mano ampliado en DVD?

Quizá le estoy buscando tres pies a las malas musarañas y, acelerado, he decidido por mi bien, agenciarme esos regalos. Total, si en veinte años más, sacan aquello de la edición del XX aniversario, allí de seguro estaré yo otra vez derrochando mi salario. (Le juro, señor juez, que esta vez, el verso era innecesario)

I.



“La jugada ha sido gorda. Han cogido el DVD Blanco y Negro. Bebo y Cigala en vivo, le han coloreado la portada y le han añadido un compacto con el audio. Una jugarreta en toda regla que no aporta nada nuevo pero que servirá para confundir al aficionado y al profano.”
Víctor Rodríguez (Rolling Stone)

“Está claro que el concierto de Costa Nord, en la fundación que el actor Michael Douglas tiene en la mallorquina Valldemosa, del 22 de junio de 2003 es una grabación histórica, pero me parece que Fernando Trueba y compañía nos han tomado el pelo.”
Manuel Santiago (El Jueves)

“Quién hubiese imaginado que esta combinación pudiera ser tan sublime.”
David Byrne (ex Talking Heads)

“Una ocasión única de asistir al momento cumbre de uno de los proyectos musicales más originales de los últimos tiempos, una idea irrepetible que consiguió la admiración de todos y traspasó fronteras. Porque, bajo la dirección de Fernando Trueba, Bebo & Cigala sólo unieron su piano y su voz una vez para alegría de la música.”
Nat Chediak (Productor de Calle 54 Records)



II.



“No deja de ser curioso que el concierto escogido para realizar esta edición haya sido el del neoyorquino Carnegie Hall.”
Salomón Ventura (La Roca)

“Tiene mucho poder. El disco original en estudio (Buena Vista Social Club, 1997, ganador del Grammy) es más íntimo”
Ry Cooder (Productor)

“Lo sacan hasta ahora porque la grabación original tenía problemas, explica Cooder. Se acercó el décimo aniversario y Nick Gold, fundador y cabeza de World Circuit, le preguntó por qué no volvían a echarle un ojo. Why not?, le contestó el otro.”
Antonio Jerez (Ripio)

“Eso no iba a pasar nunca, pero pasó.”
Jerry González (músico del B.V.S.C.)



III.



“A 24 años de la primera edición, este disco es presentado en doble CD y con 20 canciones entre las cuales están "El tiempo está a favor de los pequeños", "Para el pueblo lo que es del pueblo" y "Creo en ti". Un buen disparo contra el olvido.”
Ramón Santiesteban (Clamour)

“Lo verdaderamente extra: el disco contendrá fotos inéditas del "backstage del show" con ambos trovadores y de los artistas invitados que participaron en el concierto. Qué maravilla.”
Julio Sosa (Musicadictos)

"No puedo parar de reírme al ver esta foto... ¡que alguien llame a la policía!, ¡he encontrado a los culpables!"
Juan Carlos Medrano (Peatón)

“No se entiende del todo la jugada; uno ya no canta y al otro le dio por el cine.”
Barón Sangrante (El País)

“Como si Nicaragua quisiera ser invadida… ¿otra vez?”
Alfredo Vastos (ABC)

“Fue el concierto más escuchado en Latinoamérica durante la década de los ochenta.”
Cesar Isella (cantautor)



Conclusión.

Eh… sí; bueno, yo decía…
Yo ni abrí la boca.

<

martes, 4 de noviembre de 2008

Mágreb / Mashreq

> Un ofertorio a Ernest Miller H.



Sólo se oyó en la distancia un rugido de león herido. El resto era maleza acostumbrada al descuido; el resto era una selva condenada al olvido. Allí me quedé asombrado y con susto de hombre equivocado; no pude moverme siquiera o despedirme de la fiera, no hallé las palabras sonantes o cantantes ni la elegía perfecta que desenmascarara por un breve instante mi silueta de fina hierba o caballero galante. No supe decirle adiós a aquel gigante.



África es enorme; es una teoría que no aterriza sobre nada, es (para mis paisanos) un continente desechable. África es también, regalo de muchos paisajes. Vida somera con intachables modales. Mágreb y mashreq de tibios horizontes. Cénit de pasiones, nadir sin faldas. Arma que desarma al débil. Lujo para la aurora carmesí del desencanto y lo extraño. África es el sitio que quiero habitar cuando me vuelva ermitaño.

Muchas dunas atrás, sobre desiertos durmientes, antes agua de mares salvajes y lava de volcanes, miré a aquel hombre azul deshacerse ante los soles de los valles de Nubia, rodé por Gobi y en Tánger mentí tres veces. Quizá jamás me sacudí debidamente de las jornadas postreras: mácula de savia inmaculada (migaja en el jugo limpio), té de menta y miel, dátiles de palmera baja, brisa de oasis, dedos de novia.

Y sin embargo una noche despejada, ventajoso y con buen ojo, le disparé dos dardos de Habitrol y Acepromazina a un animal domesticado que amaba a cierta vecina…



Tinariwen - Chet Boghassa

<

domingo, 2 de noviembre de 2008

¡ Súbele dos puntitos !

> Para Pony



Hace muchos años cantaba en tonos bajos a Cat Stevens. Yo tenía seis años o siete, y dormía en un refugio alejado de la casa junto a mi hermano Patricio del cual, para esos entonces, me había convertido en su fiel sombra. Teníamos una grabadora negra y vieja que sonaba como muchas ya quisieran oírse el día de hoy; era una Sony con doble deck. Luego, y para escuchar los pocos compactos que él y yo habíamos adquirido con esfuerzo, nuestro padre tuvo a bien regalarnos un modular con bandeja única que resultó ser una maravilla adaptable a todo tipo de aparatos.

Y la música sonaba siempre en ese cuarto de servicio.

Por las mañanas, la costumbre era bañarse escuchando a Peter Gabriel en vivo con su “I have the touch” o a Lennon alegre y dictatorial diciéndonos al oído que le diéramos una chance a la paz. Al regreso de la escuela, para hacer las tareas de matemática pura lo necesario era Rondó Veneziano o Mannheim Steamroller con su mágica serie Fresh Aire que a la larga crearía problemas y disputas. A media tarde, para enseres varios de índole diversa, nos dábamos el lujo de escuchar todo el “The Wall” en compacto de caja gruesa, el “Journeyman” con su preciosa “Old Love” y la larga pieza instrumental del “Islands”.

Pero la noche siempre llegaba temprano y ambos nos poníamos creativos. Mi hermano trataba de terminar un portaviones Lodela que tenía pendiente de varios siglos, sin percatarse aún de que a la larga se convertiría en ingeniero civil. Yo leía los Clásicos de Oro Ilustrados (ajeno a mi posterior comportamiento de literato frustrado); fue entonces que aprendí a temerle a Moby Dick, que me dieron ganas de escapar junto a Tom Sawyer, y que supe que no todos los espejos (particularmente aquellos en los que se miraba Alicia) nos decían la verdad. Entonces no había más, no existía tregua alguna: un casete de Cat Stevens se encargaba de permear el aire con poderes plenos sobre nuestras almas de niños inquietos.

La sutura existencial entre Patricio y yo hizo que poco a poco nuestros gustos se fueran fortaleciendo por otro tipo de alimentos sonoros. Surgió, casi de la nada, un pequeño idilio con Enya que nos susurraba el “Orinoco Flow” como si fuera dedicada a nosotros. También estuvieron Yes y Dire Straits. El “Surfin’ Safari” de los Beach Boys era un obligado para sábados soleados. A Mecano lo dejábamos para el “Descanso Dominical” y el “Headed for the Future” de Neil Diamond retumbaba en las noches de vigilia. “Heavy Horses” era, de entre las masas, lo que recuerdo como ideal para atardeceres y, por supuesto, el “Live Killers” de Queen que, con su inigualable “Don’t stop me now”, nos regalaba sonrisas teatrales.

Sí; aquellos eran tiempos eclécticos.

Hoy vivimos a algunos kilómetros de distancia pero, en cierta medida, el viento sigue evocando esos rústicos instantes de grandeza musical. Este domingo, mientras el mercado del pueblo que me habita se llena de cempoaxochitl y otras flores, yo me las gasto en el recuerdo de lo que ya no está. ¿Pero es que se recuerdan otras cosas?, ¿se recuerda, por ejemplo, lo que aún no se vive o lo que sigue vigente?, ¿se recuerda el universo paralelo de la vida que llevamos segundos antes de lo que ahora escribo?, ¿se recuerda el inicio de este texto?, ¿su forma de terminar se recuerda?, ¿mi esencia?

Será que el cielo está muy azul.



<

miércoles, 29 de octubre de 2008

Doce de Doce del Doce

>



Cierra esa imagen de lucha.
Abre una nueva de montaña.
Cierra los “detente”, los “no vuelvas”.
Ocúpate un poquito del alma.

Cierra el invierno, las bufandas.
Ármate de intereses nuevos.
Cierra el cielo de octubre.
Pinta un paisaje sonoro sin aves.

Cierra las marañas y los celos.
Unta de bálsamos a tus vientos.
Cierra el ciclo de la noche.
Ponte a correr sin consejos.

Cierra el telón de anfiteatro.
Canta y juzga con el coro griego.
Cierra las ofertas; cómprate algo.
Desamarra los anzuelos.

Cierra tus errores; respira.
Date a los momentos tibios.
Cierra enredaderas y ventanas.
Crece, grita, interrumpe, bosteza.

Mira cómo cierras tus agallas.
Planta bolitas de estambre.
Cierra el baúl de recuerdos.
Consíguete una ciénaga;
ponte a jugar con las ranas.

Cierra la aventura rutinaria.
Diseña un mejor aeroplano.
Cierra la herrumbre y la humedad.
Visita a los amigos; hazte suya.

Cierra el lamento y la otredad.
Apiádate sin censura.
Cierra las tachuelas, las espinas
(o aprende a vivir con amargura).

Cierra los catorces de febrero.
Come chocolates, degusta y cata.
Cierra las manecillas a las doce
(doce de doce del doce);
entonces me abrazas.

Cierra los zaguanes, las cloacas.
Comienza a nadar, come manzanas.
Cierra las fábricas, las calles, los andamios.
Destruye, por favor, esas ramas.

Cierra las muecas y regaña.
Teje tus telas de arena.
Cierra el marcapasos,
Muere conmigo, risueña.

Cierra las diatribas oficiales.
Redáctate un discurso sin debrayes.
Cierra el clamor de las voces inquietas.
Navega, en vez, por los desiertos
que agrandan el espíritu y lo aquietan.

Cierra los buenos modales.
Quiero ver tu desnudez en matorrales.
Cierra, despacio, la puerta.
Duerme a los reptiles; toma la siesta.

Cierra esa ingenua marea.
Pesca mejor cuatro bagres.
Cierra el silencio, los “en serio”.
Camina a tientas sin miedo.

Cierra el paraguas si llueve.
Declámale a la gente;
vuélvela, no objeto, sino remedio.

Cierra las recetas de doctores.
Propón artesanías contra dolores.
Cierra bien tus ojos y detente:
Afuera estoy rezando para que no llores...

(al menos nunca más de mal de amores)



<

martes, 28 de octubre de 2008

Catecúmeno con Chistera

> Yo tomé esta foto:



Son, de entre los días y flores, de entre la física y química de los cantores y las melodías, mis dos grandes instantes de comunión musical. Son, dicho de otro modo, los infaltables en mi repertorio existencial.

Y los dos se conocen; los dos han compartido más de una vez la misma mesa y la mirada cómplice, los dos han posado con Castro y a los dos les encanta sentarse a conversar en el tío vivo (carrusel) que tiene Joaquín en su rellanito amarillo sobre Tirso y Libertad. Los dos son asiduos de don Dylan y a los dos les queda bien el sombrero. Los dos son lectores; los dos, cocineros; los dos, cantautores.

Y sin embargo a Silvio no le gusta Vallejo y Joaquín nunca se ha dejado llevar por la lírica asimétrica de Bretch. Y sin embargo a Joaquín lo matas con un buen ron cubano de cosecha veraniega y Silvio está prendado con el Jerez; el de Frontera, el de barril de pino. A Sabina le gustan las mujeres peruanas, Rodríguez prefiere las de San Antonio de los Baños. Joaquín traza sus canciones en primera persona y Silvio… Silvio simplemente, no las traza.

El aprendiz es un irredento de los arreglos cautos y honestos, al idiota debajo del bombín le gustan más las pautas rumberas y olvidadas; lo que Varona y de Diego proclaman. Silvio es ermitaño en homenajes, Sabina asiste a todos los velorios. Don Silvio se ha hecho gordo en 62 años celebrados en noviembre y Joaquinito menos niño en 59 febreros bisiestos.

El cubano es misterioso cuando habla de amor, el de España, un canalla. El que vive en Lavapiés se mofa de las monarquías, el diputado se instala en ideologías. El uno canta al fusil como si flores echara, el otro canta a Madrid como si de damas hablara. Uno juega a los toros con Aute, el otro los ve desde la barrera con Serrat. Me han regalado, los dos (o dicho sea de paso, los cuatro), verdaderos momentos de arte.









...

Silvio encanta a las serpientes, Sabina las besa. Silvio sonríe muy poco, Sabina se la pasa de fiesta. Joaquín también confiesa, Silvio nunca aterriza. Joaquín también divierte, Silvio hace lo que puede. Joaquín también se equivoca, Silvio nunca. Y sin embargo, Joaquín es un maestro y Silvio, discípulo. Joaquín arremete, Silvio convence. Joaquín es disperso, Silvio, olvidadizo. Joaquín escribe sonetos, Silvio, paisajes. Joaquín intenta y se reinventa, Silvio posterga la edad, jugando con cometas. Joaquín es realidad, Silvio, una afrenta. Joaquín es despeinado, Silvio se nos ha quedado calvo.

A Rodríguez le he visto cuatro veces, a Sabina, más de siete (ocho). En los conciertos, el primero es un señor que habla muy poco y se enfada, el segundo también se enfada, no digo que no, ¡pero qué bien disimula… y cómo habla! Silvio me hace llorar con Mariposas cuando anuncia que la dedica al coyote hambriento (Netzahualcóyotl), Sabina hace lo propio cuando me habla de Comala en sus Peces de Ciudad.

Los dos han estado a mi lado muchos años; han dejado se ser simple moda para convertirse en los mejores situados (… y habrá que discutir luego sobre los egos, pero estar así, con lo que tengo, colecciono y conozco, me suena a tarea de labriegos. Sí; también he aprendido a ser honesto). Los dos me desafinan el alma y la garganta, los dos me vuelven vaso largo y con limón que se rompe y re-rompe y revienta cuando proclamo ¡Salud! a los amigos. Los amigos me conocen; sabrán distinguir lo que les digo.

Y estos dos, que no son mis amigos, tienen como testigo a sus discos que ya no me sirven de tanto oírlos. Oírlos y escucharlos; porque también me he dado a los tiempos de encontrar en cada canción, la farsa; en cada letra, el aliento; en sus maneras, mis inventos; en la ducha, el alivio; en el amor, la calma; en el canto, el espejo; en la resaca: ¡cómo ha pasado el tiempo!

///

Quiero corregir:

Sabina me cae muy mal.

A Silvio lo detesto.

///



Trivia: Mencione ejemplos de "una playa sin mar".



Trivia: Dónde es "debajo del cielo, encima del mundo".

PS. Yo no tomé aquella foto. :-(

<

sábado, 25 de octubre de 2008

Fronda y Farfulleo

>



Cresta y piélago cruzando corduras.
Sal de potasio.
Sortilegio y sitiales.
Coplas de tierra, de chubascos y de miasmas.
Nicho que enclaustra la savia.
Cruz de temblor.
Tono magenta.
Cielo iracundo.
Roble, vainilla, lamento.
Piedra sobre piedra.
Anturio, mirasoles.
Holgada tela blanca al viento.
Rubor incontenible de temores.
Lazo entre los perros y los hombres.
Arde, lame, esculpe, palpa, mimetiza.
Caldo mineral: farfulladora y frondosa.
Enjuaga la tormenta, cosecha y genera.
Oro conferido a los dioses.
Grano de café que inmaculado progresa.
Silbido lejano que ensordece.
Armonía, tapias, artesano.
Ronda de sombra.
Alta pleamar.
Sueño de ovejas.
Luna, miel, terrón de almíbar, epístola, lisonja.
Primavera a caudal de las tonadas longevas.
Vientre taciturno, pies desnudos, dientes frescos.
Antes de siempre, mañana.
Horda madura de abrazos y centellas.
Mártir del tiempo, tirana ensombrecida.
Rauda mariposa negra y nocturna.
Viajera errática sobre sienes plegadas.
Tundra y pensamiento libre.
Agua de cien mil colores.
Viento a favor: ancla, vela, popa, polizón.
Orden de mando: sol y cometa, punta del norte.
Enérgico arbitrio.
Rol de castigado.
Carne al vacío: tronco, pedrada.
Paz azul, onda sonora, rica fortuna.
Grande la compaña, seria la comparsa.
Lacra de pecado.
Indómita, cardumen.
Monstruo meníngeo.
Alba de noche, adagio, heredera.



<

viernes, 24 de octubre de 2008

La Culpa es del Sol

> Aparentemente...



Urge revisar las agendas: la noción del tiempo es pura denuncia, es… más bien… pretexto neto (natural instinto humano). Si sopesamos lo vivido, perdemos el tiempo y no le dejamos al futuro los justos elementos de incertidumbre y encanto. Si, por la contra, declinamos por “el pasado es pasado” difícilmente entonces vivimos un presente equilibrado y por tanto, carecemos de futuro, de visión, de sueños. Si soñamos (por cierto, si nos atrevemos al sueño) nos convertimos, casi de inmediato en seres idílicos que buscan fortunas sofistas basadas en paisajes de humo.

Sí: el tiempo es quimera de los espacios de existencia más inexplorados. Así, someramente visto, su medición es funcional, quiero decir, entonada en pos de lo correcto e incorrecto, de lo que quiero y proyecto. ¿O hay alguien aquí, en este planeta, que ha podido escarbar en su pasado con miras a alejarlo de su futuro?, ¿hay la sapiencia suficiente en un ser vivo como para depositar tal desmedido afecto en sí mismo?

Y sin embargo, somos tan adictos al pasado que sin discreción alguna, cada segundo de conciencia, es evaluada, incorregiblemente, por un alter-ego que regaña, reprende y malentiende. Lucha de equilibrios, despertar subjetivo de la más elemental presencia de juicio objetivo.

Con qué sentido, con qué tosquedad, le damos al futuro celular de nuestro cuerpo el agua y pan que nos mantiene a flote. Otra vez los inquilinos del alma se apoderan de lo preestablecido, de paradigmas, de dogmas que condenan, de estuches para lápices y producción en serie de pensamientos caducos. “No hay mas allá” (le dijo la tortillera al filósofo); hay más acá, más de adentro hacia afuera, más “déjame cambiarte los parámetros”, más locura transitoria, más dietas, más prejuicios, más medios, más miedos, más modos; modos, maneras, enlaces, cifras que por alguna antigua razón, siguen devolviéndonos al génesis culpable de la existencia misma.

Mejor no mirar. Mejor hacerse güaje; aunque, visto así, dejar pasar los odios es también, hacer de lado a las pasiones. Quitarse kilos de encima es también, dejarle más espacio a los espejos. Comprar nuevos zapatos, vestirse con otros granos y dibujar más sonrisas es también (disculpa esa falla con los nexos que adicionan), es también, insisto, volverse a engañar con los detalles que nos guiña todo el tiempo el tiempo. Y mira nada más: ver amaneceres nos hace sentir más plenos. Qué detalle; cuánta generosidad la del tiempo.

No entendí.



Y si probamos, mejor, por ejemplo:



Reflejado amanecer: Celeste Laviani

<

jueves, 23 de octubre de 2008

S.T. 3/n

> ;-)









<

martes, 21 de octubre de 2008

Dame la Mano

>



Prefiero dejar la silla en su lugar que moverla y darme golpes por no tolerar su antigua ausencia. Prefiero plantar mandarinos, higueras, ramas de toronjil, abedules. Me ubico mejor en el estado quieto de las cosas que en la fiesta eterna de los cambios ramplones, indignados y antinaturales. Soy fuerte candidato para barrendero real de soles y de nubes. Alzo mis velas ante la incertidumbre de las tardes de octubre, me doy consejos malsanos, me atribuyo lumbres. Hago jirones con mis brazos tétricos. Le doy entusiasmo a la prensa que sólo habla de malhechores. Vivo subterráneo, ajeno a la tarde, a los colores. Muero solo y feliz, con alma de guerrero avejentado y con diez cinturones que me sobran en el armario. Deambulo cada noche por el mismo espacio, la misma esfera de tensiones y luego, en sueños, ¡cómo me doy vuelo con mis bajas pasiones!

Pero a quién que no sea a mí le interesa mi intrépido sentir de vida fugaz y acertijos. Probablemente a escarabajos con alas tornasoladas ¡qué sé yo de mayates!, quizá a dos mapaches; me dicen, incluso, que a veces preguntan por mí los fantasmas de antiguas cigarras que hace veintitantos marzos emergieron de la tierra y se llevaron sin vuelta, mis ganas de horizontes nuevos.

No tengo remedio; soy la elipsis de una vida condenada al crecimiento, el más temprano terremoto que únicamente advierte a las aves agoreras de infierno y a dos o tres compañeros batracios. Miro, con terror, que es tarde; que toda la nieve es alimento frugal para el frío, que cada condecoración de militar gastado, advenedizo de ilusiones ajenas, traidor a la patria so pecado, se me queda mirando cuando la dejo olvidada en el cajón más ordenado de mi prudencia y recato.

Quiero volver a hacer, con el miedo, buenos tratos. Una feliz mañana voy a saludar de mano a la pereza y desayunaré con ella: pan tostado, queso crema (sí señor), cuatro trozos de pera y un litro de agua simple endulzada con polietileno que se me atore en la garganta / … / Quiero decir: a sabiendas de que nunca ayuda, voy a plantarle cara al ocio: con todo y torturas; será mejor así (más de mártir pordiosero). ¡Por Dios, ayuda, que estoy perdiendo mi aliento!

Y que se sepa otra cosa: no dejaré que me toque ni el viento.

Me alegrarán cada noche todas las guerras que en vivo transmitan, masacraré costumbres con ojos brillantes y contentos, ensancharé las aldeas para que todas encuentren martirio y allí me uniré a alguna graciosa tragedia de esas que por sí solas hablan, cuando hablar les conviene más que callar. Seré, por vida propia y derecho ajeno, el quita suelos de los pobres y el roedor más exquisito de las puertas carcomidas, ya, por mis colegas de antaño. Será una orgía de sabores, lo juro aquí: aquel día, si queda tiempo (ya lo firmo en adjunto), no me voy a arrepentir ni voy a vestir el sudario.

Y luego que el mundo por fin quede a mis anchas, me curaré en salud; brindaré con cucarachas. Será bueno saberme ad-aeternis et infinitum, no vaga materia, no nada más madera, sino además gentil incendiario.

¿Lo que me sobreviva?, que se me quede mirando.
Seriamente pienso apagar cada brillo de los misterios humanos.

///

A ver, a ver:



< Roger Waters - What God Wants, Part 1 >

Criatura abisal: Mikel Nai

<

viernes, 17 de octubre de 2008

Cruce de Caminos 10/n

>



1.

No lo sabía, pero siento afición por los museos que en la muerte encuentran concepto (según mis investigaciones, en el mundo sólo hay uno y está en este país). De alguna valiente manera he decidido, al fin, que sí; que un día moriré sin remedio, dejando tantas cosas en el tintero. Sin embargo, no será tan malo; pocos días antes, me convertiré en fiel seguidor de la Iglesia de la Luz del Mundo y aceptaré cabalmente los criterios sobrehumanos de la reencarnación.

Me intriga saberme materializado en algo más: ¿uva, lombriz, tigre albino, paracaidista, monja?





2.

Hace más de un mes ocurrió un asesinato en casa; el victimario dejó los rastros esparcidos por todo el corredor. Desde entonces no concilio el sueño a mi modo y veo sangre en todos los noticiarios.





3.

Una nube enfurecida se posó en la montaña más bonita de mis cercanas redundancias de escritor embrutecido.



4.

Qué detalle, qué gesto de urbanidad (como canta Joan Manuel); eso de entregar flores a un sínodo luego de exámenes profesionales está creando nuevas turbas fashionistas que, gozosas, asisten a esta clase de eventos académicos; sobretodo cuando el jurado está integrado por puros hombres…

Y desde cuándo las flores son patrimonio de algún género.
Pedazo de idiota.



5.

Éste (y no se engañe) es el único disfrute de levantarse todos los días a las cinco de la mañana:





6.

Creo firmemente en la existencia de un mundo donde los cínicos seamos favorecidos por los adictos a la comedia.

Caso de estudio: Felipe Ferra Gómez.



(Thx Pat!)

///

¡No hagan iris!
Paguen a sus muertos.
Buena tarde caminantes.

¡Y un saludo a Ursula Tania Estrada López,
alias "La Malandra"!

¡¡¡ Blaralabrabababrá !!!



<

martes, 14 de octubre de 2008

Que Tal y Cual...

> ¡Ése mero soy!

Para leer la nota aclaratoria,
amplíe la imagen que a continuación se muestra:



I.

Las cartas marcadas siempre me han parecido una suerte elegante de estafa. Escenario para posibles trifulcas, prejuicios contra el corrupto, obvias cicatrices en el as de corazones. Aunque por ellas ganemos la partida, quedará contra nosotros la batalla perdida.

Sin embargo, todos aprendemos a usarlas. Aquí no hay quien lo niegue; aprendemos de la herida, por nombrar algo, la razón; del proverbio, la balanza; de la vida, un carajo. A mí me gusta recurrir a los ases marcados cuando la tarde es calma y olvido, cuando mi silueta se pierde en esa estúpida noción del cambio errante de los seres humanos.

¿Ejemplo de cartas marcadas?, las preferencias, los insondables mecanismos de defensa contra el exceso de luz, contra la maldad a cuestas de la sociedad que enhiesta, se desbarata y recompone. Mis ases marcados ponderan el score de la existencia al nivel que se me antoje; a favor de lo bueno o lo malo, quizá; de lo bonito o lo feo; del “aquí estoy plantado”, del “no me olvides”, del “ése mero soy”.

Al fin y al cabo, es mi casa y la maraña que sólo yo habito. Es mi ropa sucia y mi jardín mejor cuidado. Es mi “sí pero no”, mi “mañana es domingo”, mi muladar particular, mi plato con cerezas. Ése mero soy, y a ése nunca olvido. ¿Ególatra?, eso es poco, mis queridos, yo más bien diría: universal.

Todo a cuento (y licuado) gracias a la bitácora de Carmen; mujer de caldos lentos y sabores bien cocidos que hace algunas tardes me instó, en masculino singular, a deambular por algunos de mis más obscuros recovecos.

(Aquí te lo dejo Carmen,
y aquí a los demás, me les ofrezco.)

II.

No tolero la falta de respeto.
Allí es donde englobo la gran parte de mis odios.
Pero no me gusta el odio.
Allí me contradigo.

No trato con el insensible;
Ni con el sociópata, ni con el frívolo.
Ni me gustan tantos días sin ella,
Ni la indiferencia, ni el olvido.

¡Sea usted más preciso, don Peatón!
Preciso decirle algo:
Tampoco me fío de las prisas,
Ni de los atajos.

¿Algún estándar del no?
La mentira.
La pornografía infantil.
La basura que se encima.
La pobreza en todos sus niveles.
La falta de vergüenza.
La pereza.
El ensimismamiento necio.
La cordura científica.
La cerrazón religiosa.
Los extremos.
La indiferencia.
El calor desmedido.
¡Las vísceras!
Los “si tan sólo hubiera…”
Los “gracias, no” con sonrisa.
Las pistolas.
El reguetón y Michael Jackson.
El populismo.
La estadística sesgada.
La pancita de las resacas.
Las pollas con esencia de vainilla.
El tráfico.
Lo inútil.
El dolor.
Que se me muera la gente que quiero.
La rutina sin sol.
Los finales sin final.
El “no se pudo”, el “ya merito”.
Las palabras mal empleadas.
La conjugación del subjuntivo.
Los ideales quebrantados.
Las promesas incumplidas.
AMLO, Chávez, Junior Bush.
Mancharme la ropa.
Perder al ping pong.
La absurda culpa.
La apatía a lo nuevo.
El desencanto.
No poder volar con alas propias.
La indecisión.
La ruina.

III.

Pero me gusta valorar lo vivido:
Las dimensiones justas
que me brinda la experiencia.

Me encanta ser hombre
y sentirme amado,
y así amar:
equilibrado, loco, desorganizado;
un total desastre de goces elevados.

¡Casi no pide nada, don Peatón!
Pido, por ejemplo,
que se quede callado
y recuerde lo del respeto.

¿Algún estándar del ?
Mi optimismo.
Mi falta de rencores.
Mi fortuna en alma y pensamiento.
Mi seguridad.
Mis amores:
Cristina, Gerardo, Jorge, Patricio,
Enrique, Eduardo, Cynthia, Arturo,
Elsa, América, Leticia, Rodolfo,
Teté y la bruja, Pet, Pingüino y Totopo.
Y por arriba del sol,
Ursula Tania, a quien amo con arrojo.
¡Sí, señor!, con estos nombres, mucho ojo.

¿Algo más?
Cómo no, con tanto gusto:
Revise, por favor, mi perfil.
Póngase a leer al sibarita.
Si le quedan dudas, me llama.

...



Viñeta: Tute

<

lunes, 29 de septiembre de 2008

Escuchar mi Nombre en tu Voz

> Dilecciones 29/29



En la vaguedad, la certidumbre. De entre los tedios diversos, la luz que opaque pupilas y añeje los cuerpos. Si de estos bosques salen lobos, tu nombre. En estos días, tu nombre, tu prosa y poesía, tu nombre. Cada trivial segundo que este mundo nos regale deberá cuidadosamente ser llenado por tu nombre. Sólo tu nombre bastará para entender de cosechas. Tu nombre, tu esencia, tu imagen, tus besos, tu sexo, caricias, alimentos de la mente, de los vientres, de los párpados caídos, de las columnas hinchadas de estupor y regocijo / Allí estará colgado tu nombre: femenino singular de cualquier apellido.

Sólo así, una tarde y muy lejos de aquí, sintiéndote y tomando té, pasaremos lista para legar inventarios a los nuevos amantes. No habrá más métodos, rutinas o calendarios. Sólo nombres estatuarios:

- Lirios: mirados.
- Señorito tiempo, ¡maldito tiempo!: bebido.
- Habitaciones, memorias, ombligos: celadas y cancelado.
- ¿Aliento?: agitado, bien mareado por pitahayas.
- Pasado: enterrado; hemos mudado de nido.
- Sospechas: ya se atacaron, vencimos, “lo siento”.
- Negativos: todos velados; no hubo fotos.
- Mapa celeste: trazado y en ruta.
- ¿Y los vientres?: fueron acalorados; dieron dos hijos.
- Humor: todo el tiempo; hasta nos hicimos de una buhardilla.
- Silencios: escuchados, disfrutados y sin eco.
- Otoño: con una hora y media de menos.
- Y los terrestres ¿resultaron buena gente?: de sobra; sí.
- Ausencia: atesorada, ¡prueba superada!
- Capullos de mariposas: todos recogidos en agosto.
- Noche y vergeles: caminados con perrito.
- Ritmos: aprendidos, peleados sin comas, ¡puro tango!
- Luz: convertida en miel; ganamos la guerra con las abejas.
- Bellas Artes: aprehendidas; incluimos al sexo como la novena.
- ¿Siestas?, ¿eso está de moda?: olvidemos las siestas.
- Templos sagrados: remodelados, limpios; ¡qué más!
- Voz: queda pendiente; sólo se habló de la muerte.
- Palabras sencillas: paz, pan, tú, fin.
- Olfato: arado entre amapolas, se nos volvió adicto el perro.
- Negocios: bien, quizá pudo ser, no sé… no nos quejamos.
- Olores: bien reconocidos, cada detalle, cada especia, cada poro.
- Equipaje: declarado en 277 aduanas.
- Almas de viajeros: afinadas; dispuestas a cosechar la tierra.
- Nombres: conocidos.

...

- Revisa, corazón; qué nos está faltando...
- Vos.
- Cómo que voz.
- ¡Vos!

...

- ¡Hágase entonces la voz!



Wings 11: Rebecca Horn

<

domingo, 28 de septiembre de 2008

Afinar las Almas de los Viajeros

> Dilecciones 28/29



Adecua sus oídos, abre un poco su boca perfecta y su mirada se escapa a través de aquella lejana inexistencia… entonces sonríe ligeramente; es ella y sus monocordios, arpegios y sostenidos; ella y sus andanzas musicales de verano que se vuelven sutiles estampas de escarcha en el invierno. Sin duda alguna, escuchar cualquier canción a su lado redimensiona el margen espacial de todos los “contigo”. Es mi dilección predilecta; la que guardo con honradez y limpieza, en mis ojos y en mi lengua. La que le otorgo diariamente y por la que soy sometido a cada una de sus más ocultas benignidades.

Así discurren nuestros meses; yendo y viniendo acompasados bajo pistas enormes donde parejas invisibles bailan valses. Así se adelgazan los segundos; entre licores de ausencia y portentosos ritmos que con do, mi, sol, la, síes nos llenan de fuerza y vigencia. Así se inutilizan las horas empeñosas en los malos sentires y así todos nuestros años se van llenando de abriles. Es de estos modos febriles que la alcanzo, me alimenta, doyle abrazos, me sostiene. No hay mejor manera, así se destruyen las trincheras.

Allá lejos, entonces, la música era ciega: llena, quizá, de valores per sé y primaveras. Antes de conocerla, la música era ciega; tímidos trinos, suaves notas, viejas gestas, conductas reformadas. La música era sorda: se le encontraba en las calles, en las aceras, dando vueltas, mendigando monedas que devolvieran sonidos de metal a su presencia. Era la música, incluso, muda: voz de viento acicalado que en terciopelos moría, tonta letanía que delataba a todas las auroras, pretexto incivil del posmoderno, vacuo ejercicio romántico, producto insensato del destierro.

Hoy cada nota mayor es popular y magnífica; hoy que la conozco, la música es la sustancia: prueba oxigenada del que se desahucia, cúmulo entrometido de la multitud más personal, hallazgo, vida, paz compartida y bienestar. La música es también nostalgia; promesa futurista para mares y marinos, contradicción, elemento, causa y efecto. Ahora es tiempo de gitanos y violines; abran paso a las darbukas y narguiles; dejen que los beats más recatados hallen su armonía por fin en los mambos; ofrézcanle coñac a cada tango y mímense, por amor a su dios, con un poquitín de sabios ariles.

Ya llegó la noche oscura, desde atrás y para siempre, a quedarse rondando mis albas entre cuerdas y flautines. Los espejos me han devuelto la gracia, me han dicho: “canta aunque desafines”. En cada semáforo encuentro el sustento de la musica universalis. Cierro los ojos, alzo la cara al cielo y me aparecen números gigantes que, de guapas formas, se van convirtiendo en diamantes. Cada esfera de mis jornadas y mis tardes y mis treguas es antojo violento de ver estrellas.

Ábrase el telón;
que empiecen a sonar las grandes epopeyas.
Al menos de aquí al 2062,
si acaso alguna vez usted viniera,
sepa de antemano, (apártenos arroz):
la música es más bonita
si la escucho con ella.



Allá: Salva Salom Climent

<