> Para Pony
Hace muchos años cantaba en tonos bajos a Cat Stevens. Yo tenía seis años o siete, y dormía en un refugio alejado de la casa junto a mi hermano Patricio del cual, para esos entonces, me había convertido en su fiel sombra. Teníamos una grabadora negra y vieja que sonaba como muchas ya quisieran oírse el día de hoy; era una Sony con doble deck. Luego, y para escuchar los pocos compactos que él y yo habíamos adquirido con esfuerzo, nuestro padre tuvo a bien regalarnos un modular con bandeja única que resultó ser una maravilla adaptable a todo tipo de aparatos.
Y la música sonaba siempre en ese cuarto de servicio.
Por las mañanas, la costumbre era bañarse escuchando a Peter Gabriel en vivo con su “I have the touch” o a Lennon alegre y dictatorial diciéndonos al oído que le diéramos una chance a la paz. Al regreso de la escuela, para hacer las tareas de matemática pura lo necesario era Rondó Veneziano o Mannheim Steamroller con su mágica serie Fresh Aire que a la larga crearía problemas y disputas. A media tarde, para enseres varios de índole diversa, nos dábamos el lujo de escuchar todo el “The Wall” en compacto de caja gruesa, el “Journeyman” con su preciosa “Old Love” y la larga pieza instrumental del “Islands”.
Pero la noche siempre llegaba temprano y ambos nos poníamos creativos. Mi hermano trataba de terminar un portaviones Lodela que tenía pendiente de varios siglos, sin percatarse aún de que a la larga se convertiría en ingeniero civil. Yo leía los Clásicos de Oro Ilustrados (ajeno a mi posterior comportamiento de literato frustrado); fue entonces que aprendí a temerle a Moby Dick, que me dieron ganas de escapar junto a Tom Sawyer, y que supe que no todos los espejos (particularmente aquellos en los que se miraba Alicia) nos decían la verdad. Entonces no había más, no existía tregua alguna: un casete de Cat Stevens se encargaba de permear el aire con poderes plenos sobre nuestras almas de niños inquietos.
La sutura existencial entre Patricio y yo hizo que poco a poco nuestros gustos se fueran fortaleciendo por otro tipo de alimentos sonoros. Surgió, casi de la nada, un pequeño idilio con Enya que nos susurraba el “Orinoco Flow” como si fuera dedicada a nosotros. También estuvieron Yes y Dire Straits. El “Surfin’ Safari” de los Beach Boys era un obligado para sábados soleados. A Mecano lo dejábamos para el “Descanso Dominical” y el “Headed for the Future” de Neil Diamond retumbaba en las noches de vigilia. “Heavy Horses” era, de entre las masas, lo que recuerdo como ideal para atardeceres y, por supuesto, el “Live Killers” de Queen que, con su inigualable “Don’t stop me now”, nos regalaba sonrisas teatrales.
Sí; aquellos eran tiempos eclécticos.
Hoy vivimos a algunos kilómetros de distancia pero, en cierta medida, el viento sigue evocando esos rústicos instantes de grandeza musical. Este domingo, mientras el mercado del pueblo que me habita se llena de cempoaxochitl y otras flores, yo me las gasto en el recuerdo de lo que ya no está. ¿Pero es que se recuerdan otras cosas?, ¿se recuerda, por ejemplo, lo que aún no se vive o lo que sigue vigente?, ¿se recuerda el universo paralelo de la vida que llevamos segundos antes de lo que ahora escribo?, ¿se recuerda el inicio de este texto?, ¿su forma de terminar se recuerda?, ¿mi esencia?
Será que el cielo está muy azul.
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domingo, 2 de noviembre de 2008
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2 comentario(s):
La tecnologia no estubo de mi lado, pues termine un largo comunicado de amplio y cumplido agradecimiento y cuando le di publicar me mando directo a la burguer.
En fin, el Magicat he de confesarte que algun dia me llevo hasta las lagrimas una noche en mi casa, y pues inevitablemente de nostalgia, de alegria, de gozo al recordar esos pasados-presentes-pluscuanperfectos.
Dias de gloria, tanto como hoy, posiblemente con un poco o mucho mas de inocencia, pero finalmente excelentes epocas aquellas del "cuarto de atras". ¿Porque desembocamos ahi con semejante casa?, yo creo que en parte fuimos embrujados por el glockenspiel de Mike, presos en el flujo del Orinoco, y quedamos encantados de jugar en el patio de la vieja escuela que hasta puedo asegurar que de vez en cuando procuro visitarlo.
Marcado favorablemente por esas epocas fui -parafraseando al master Yoda- y definitivamente esos dias son parte importante de mi presente, como bien dices ahora ya pasado.
Vaya pues un agradecimiento por tus lineas, eso de la "sutura existencial" esta poca madre.
Y salud por el presente aderezado con past times.
Mr. Pony:
Qué gusto que tus neuronas rebotaron fuertemente contra el pasado y fueron lanzadas (de ahí) hasta hoy con ganas fuertes de un mañana. Eso sí es "pensamiento uniforme" (y mira que te cuesta trabajo no ser divergente, jeje).
Pues chingón mi querido hermano.
Gracias por tu noble respuesta.
Habrá que armarse otro 1 x 1 como ése que tuvimos una noche de barra con el Montaña (y acá entre nos: qu el BB no esté invitado, jajaja, nocierto bb!!!)
Se te quiere.
Fuerte ese abrazo, que se sientaaaaa!!!!
Salú.
Dinero.
Amor.
Besos a Ame y los pingüinos.
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