viernes, 24 de octubre de 2008

La Culpa es del Sol

> Aparentemente...



Urge revisar las agendas: la noción del tiempo es pura denuncia, es… más bien… pretexto neto (natural instinto humano). Si sopesamos lo vivido, perdemos el tiempo y no le dejamos al futuro los justos elementos de incertidumbre y encanto. Si, por la contra, declinamos por “el pasado es pasado” difícilmente entonces vivimos un presente equilibrado y por tanto, carecemos de futuro, de visión, de sueños. Si soñamos (por cierto, si nos atrevemos al sueño) nos convertimos, casi de inmediato en seres idílicos que buscan fortunas sofistas basadas en paisajes de humo.

Sí: el tiempo es quimera de los espacios de existencia más inexplorados. Así, someramente visto, su medición es funcional, quiero decir, entonada en pos de lo correcto e incorrecto, de lo que quiero y proyecto. ¿O hay alguien aquí, en este planeta, que ha podido escarbar en su pasado con miras a alejarlo de su futuro?, ¿hay la sapiencia suficiente en un ser vivo como para depositar tal desmedido afecto en sí mismo?

Y sin embargo, somos tan adictos al pasado que sin discreción alguna, cada segundo de conciencia, es evaluada, incorregiblemente, por un alter-ego que regaña, reprende y malentiende. Lucha de equilibrios, despertar subjetivo de la más elemental presencia de juicio objetivo.

Con qué sentido, con qué tosquedad, le damos al futuro celular de nuestro cuerpo el agua y pan que nos mantiene a flote. Otra vez los inquilinos del alma se apoderan de lo preestablecido, de paradigmas, de dogmas que condenan, de estuches para lápices y producción en serie de pensamientos caducos. “No hay mas allá” (le dijo la tortillera al filósofo); hay más acá, más de adentro hacia afuera, más “déjame cambiarte los parámetros”, más locura transitoria, más dietas, más prejuicios, más medios, más miedos, más modos; modos, maneras, enlaces, cifras que por alguna antigua razón, siguen devolviéndonos al génesis culpable de la existencia misma.

Mejor no mirar. Mejor hacerse güaje; aunque, visto así, dejar pasar los odios es también, hacer de lado a las pasiones. Quitarse kilos de encima es también, dejarle más espacio a los espejos. Comprar nuevos zapatos, vestirse con otros granos y dibujar más sonrisas es también (disculpa esa falla con los nexos que adicionan), es también, insisto, volverse a engañar con los detalles que nos guiña todo el tiempo el tiempo. Y mira nada más: ver amaneceres nos hace sentir más plenos. Qué detalle; cuánta generosidad la del tiempo.

No entendí.



Y si probamos, mejor, por ejemplo:



Reflejado amanecer: Celeste Laviani

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2 comentario(s):

Celeste Laviani dijo...

Qué es el tiempo sin la oportunidad de reflexionar tantas situaciones gracias a su paso.
Dicen que el tiempo lo vuelve a uno más maduro. Y debe serlo.
Lo que me doy el placer de valorar de él es la oportunidad de poder toparme con personas como tú, Juan Carlos. De aquellas con las que sé, con un simple recorrido por sus letras, que mantendré una amistad lo necesariamente fuerte, duradera y leal.
Qué decir del texto. Me encantó. Y el postre, definitivamente, es la canción. Así que aprovechando la dulzura que me transmite el riquísimo pay de queso que ahora disfruto y la excelente letra de Serrano (que de verdad llena de optimismo), quiero recordarte que aquí tienes una amiga para toda la vida.
¡Mil gracias, Juan Carlos!
Un abrazo más que enorme...
[tangógrafa]

Juan Carlos Medrano dijo...

Gracias Celeste, claro.

El tiempo, insisto, tiene esos detalles. Yo también agradezco la coincidencia. Ya decídanse a venir con Brunoff por acá que yo los esperaré con los brazos abiertos.

Qué güeno que te gustó el joven Serrano, te recomiendo que te consigas (legal o ilegal) su último disco: sueños de un hombre despierto. ¡Es la hostia, tía!

Otro abrazo amiga, y gracias por ceder la foto a esta disertación expreso-chafa sobre las rutinas.

Hasta luego.
Salud.