sábado, 9 de agosto de 2008

Joannem Carolum

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Tenía que actualizar el currículum; sabotear algunos datos y echarme flores para que me acepten en una nueva aventura que estoy dispuesto a vivir. Había que escanear algunos documentos, verificar otros tantos, rematar el abstract con ciertos cursos, manosear las fechas, enderezar las hojas, certificar las actas…

Hundíme entonces en varios cajones, en muchos estantes, en todos los libreros, en todos los detalles y me encontré con la noticia de que había sido un buen niño: sacaba dieces en español e higiene… y creo que ya. Pero ése no es el punto.

Lo asombroso del encuentro fue mi Compostela, humillada en un fólder entre diplomas de concursos de cuento y declamación. Todo un documento: con él, según entiendo, ando libre de pecado, más aún, puedo pecar a mi antojo, a mis horas, cómo y con quien quiera. Bonito ¿no? / Además se me confiere nombre de santo para que absuelva a otros seres oscuros de su desfilar pagano. Arduo trabajo y penosas jornadas tuvieron feliz destino. Por eso se lo presumo y enseguida explico; sólo llámeme hoy, y con respeto, Joannem Carolum. / (¡Je!)

Hace muchos veranos recorrí el Camino de Santiago; no es que fuera pecador irredento o sumiso fiel de su santidad, pero no me quise morir sin hacerlo. La oportunidad se me brindó muy fácil y con agitación me decidí. Fue, de eso soy fehaciente, la caminata más larga (y también la más placentera) en la que he participado. Tomé, con algunos amigos, la "Vía de la Plata"; la que va de Huelva a Santiago, la que atraviesa la Rávida (donde uno se imagina a Colón tratando de convencer a Doña Isabel de probar nuevas rutas a Las Indias), recorrido de antiguo comercio romano, de moros, de cristianos, de treguas, de trincheras. Una belleza.

Luego, y a 80 kilómetros de la Catedral, se llega a Tuy, frontera natural entre Portugal y España, y desde allí se empiezan a cargar otras manzanas y destinos. Tanto caminar –sobre asfalto, sobre arena, sobre ríos, sobre piedras, sólo con zurrón, bastón y concha- nunca igualará el transitar pegadito a las "rías" de Galicia. Turismo extravagante, del que sangra y siente, del que conoce y no teme, del que se yaga los pies, del que no tiene otro remedio que reventar sus ampollas y tragar saliva amarga llorando de cuando en cuando por las inhóspitas veredas.

Se debe, eso sí, llegar el 25 de julio de año Xacobeo: puertas bien abiertas, miles de peregrinos; devotos, hermanos de caridad, prostitutas, ladrones, turistas, negros, blancos, amarillos, todos los colores, todas las banderas y en medio, el incensario más grande que el hombre haya fabricado; botafumeiro de absurdas dimensiones llenándonos a todos de absurdas conmociones. Se debe llorar, y lo digo en carne y experiencia, no importa si se cree en los ceniceros como dioses o en el poder transformador de uno mismo, poco valen los prejuicios, nuestras vergüenzas, el total cinismo y otras burlas. Algo (si así se quiere entender, el humo) hace que los lagrimales viertan sal… nos reconforten.



En fin. Quise deferirle a usted ese instante porque sé que le hace falta vivirlo; más allá de la embrollada soledad que le habite o la eterna desgracia de sus nuevas rutinas. / El próximo Xacobeo será en 2010 (25 de julio en domingo) y quiero, me encantaría, volver a caminar otros olvidos, dolerme por mis futuros, andar y desandar al lado suyo, por el puro y bruto placer de ayudarle a vendar las plantas de sus pies apolillados.



Ahora, si gusta, amplíe la imagen.
¡Practique su latín!


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6 comentario(s):

lola dijo...

Hola Juan Carlos, me gustó el relato tanto que dan ganas de pasear por allí.

Espero que puedas en un algún momento visitarme y dejar algún comentario, lo voy a apreciar mucho.

Un saludo desde Morelia.

Juan Carlos Medrano dijo...

Hola Lola, y bienvenida a mis callejuelas mojadas. Gracias por la visita y el comentario. Ya hice lo propio en tu espacio.

Va de vuelta el saludo, pero ahora desde el edo. de Veracruz. / Vuelva usted cuando se le antoje... nomás no me haga destrozos (jeje).

Salud Lola.
Mucho gusto.

Domi.Tea.La dijo...

Creo que en fechas relativamente cercanas a esas en las que andaba usté por allá, experimenté algo similar, aunque seguramente mucho más modesto, pero todavía lo recuerdo con claridad: fue en la plaza de San Pedro, en Roma, junto con un amigo con el que la noche anterior había tenido una disputa sobre religión. Era la canonización de una beata, y la plaza estaba llena, con el Papa ahi y toda la onda. Francamente no sabíamos que tal suceso acontecería, nos encontramos a la muchedumbre por casualidad, preguntamos qué era, fuimos a comprar un desayuno y luego encontramos un par de sillas dónde sentarnos. Yo tampoco sé qué pueda ser, y tampoco comulgo con el catolicismo, tal vez haya sido la conjunción de la luz de la mañana y la música del coro, que creo podría describirse como angelical: mi amigo volteó a verme, con las lágrimas escurriéndole por las mejillas, y me preguntó por qué estaba llorando.

Juan Carlos Medrano dijo...

A ver, a ver, a ver. Despacio
(oque, oque, oque).

¿Estuviste(s) en Roma en el 99? / Ah, chingao... pu's creo que me acuerdo de tí entre la multitud (ji) / no cierto. Yo ni estaba por allá, andaba de sandunguero en Santiago como puedes verificarlo.

Lo que me intriga (y me gusta) es ese paralelismo (símbolo de unidad y respeto, dirían en Civismo I) que atravesamos tantos años atrás sin siquiera notar nuestras mutuas existencias.

Al menos así me gustó sentirlo.
Qué más te puedo decir...
¡Ah sí, últimamente quiero ser agua todo el tiempo... (nomás de acordarme).

Un beso.
Gracias.
-De nada.

Anónimo dijo...

me suena a plan de viaje para 2010, igual no hacemos toda la caminata por que está cabron pero podríamos hacer un maratón veraniego que incluya los San fermines + camino de santiago. Jeje, que te parece barril

Anónimo dijo...

En realidad es largo, y cansado, yo por eso a la mitad del viaje tome mi bus y me fui se choping a Madri, eso si, me quede sin mi compostela compostelarum perdon por siempre y para siempre, pero por eso mande a mi querido hermano a que la consiguiera y no regresara sin ella para que pudiera otorgarme el perdon eterno, asi tubiera que llorar, quejarse de las ampollas y subirse a la camioneta que resguardaba el contingente.
Me lateria eso de ir al San Fermin, pecar hasta el artasgo y despues llegar triunfante a Santiago via tren, colarse entre la multitud, sobornar si es preciso y finalmente conseguir la compostela, o por lo menos conseguir una conchita pirata pal recuerdo.
Ademas con eso del paso tun-tun, ni el furbie querra caminar la via de la plata ni el camino frances.
Un abrazo, y hay que irse a conocer la Ciudad del Rock en Arganda, se ve que esta padre.
Pasenla bien.