jueves, 7 de agosto de 2008

Benny... at home

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¿Qué destellos ciegan la razón para que uno elija o deje de elegir lo que consume? / Me refiero, tácitamente, a consumo musical. En otra aventura, querido lector, le contaré de estos pasajes con más detenimiento. Hoy sólo ocupo la pregunta como contexto y aviso: Me gusta el soul: me quiebro cuando lo escucho bien producido, con tintes funketos, con afro-alegría de fondo, con martinis.

En el camino he descubierto, desde voces matizadas con humo hasta verdaderas epopeyas de improvisación jazzística. Antier comprendí otra cláusula; más terrenal, con menos rigor de estilo y sin embargo, de una profundidad solemne y rica en tratados melódicos. Se trata de Benny Sings y su simpática orquesta de monos, así la llama; no es que algún privilegiado primate entienda de bajos y glockenspiel.

Algo que llamó mi atención de forma inmediata fue el sonido Bee Gee innegable en cada pista y (¡maldita la elegancia!) lo bien que se le escucha. Es como integrar una suerte de Marvin Gaye con cortes de compás llenos de ensueño.

Esta es la segunda gran sorpresa de agosto; la primera es de fisonomía más seria y ya la he comentado con quien debo. Así que a usted le prometo que si un buen viernes se topa con el disco (casi por error) y casi por error lo compra y luego decide escucharlo tumbado en el suelo cual animal acalorado, se acordará gratamente de mí y querrá brindarme a la distancia con un coctel bien frío… y si tiene Midori, mejor:



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