- El timbre sonó con insistencia nefasta, grité un doloroso: ¡voy!, abrí la puerta violentamente y ante mis ojos, tres carteros de diversa estatura y credo me informaban dignamente que era su día; el día internacional del cartero (12 de noviembre). ... aquí está su recibo telefónico. ... // ... - gracias; dije tratando de englobarlos con la mirada. - venimos pidiendo una cooperación, lo que usté guste. Recordé de inmediato las fallidas cartas a mi querida amiga jaliscience, las estropeadas entregas con una lejana novia egipcia, el tardado, infinitamente tardado, servicio que uno recibe en las oficinitas del correo postal. Saqué del bolsillo diez pesos y estuve a un paso de pedir cambio de a cinco. Ellos se fueron, adinerados y contentos, riendo y tocando timbres. Yo me quedé, siempre me quedo, endeudado y maldiciendo. ¿Cuándo hice una llamada a España de diecisiete minutos? -
- Luego de una larga y provechosa velada con prima y primo, de esos que viven lejos, me retiré ante el reproche de mis convidados. - Buenas noches señorita, caballero, se quedan en casa, apagan las luces. Me mentaron la madre y siguieron llenando caballitos de añoranzas y tequila. Instalado ya en mi lecho, con pijama fresca de lino azul y cigarrito moribundo en mano, puse en volumen 3 a mi somnífero infaltable: Michael Jones al Stenway, piano rudo y viejo con el que siempre me deleita tocando en sincompado su bellísima Mexican Memories, apagué el marlboro con filtro, apagué mi ajetreado día, apagué a mis musas, apagué mi cuerpo, apagué mis ojos, apagué la lámpara, culera lámpara que al instante ardió en llamas la estúpida, salté sobresaltado, tropezando con todo, alejando del fuego mis objetos más preciados, maldiciendo, ¡hija de la chingada!, ¡Pepe, cabrón, ven puto primo, Pepe, PEPE, Pepe cabrón!, - Pepe aún reía de un chascarrillo contado diestramente por Lupita - Entró en la habitación horrorizado por mis lamentos, soltó una carcajada de las que queman, y con presteza apagó el incendio, de esos que alcanzan alturas de 15 centímetros; - ya'stá guey... El cuarto siguió humeando media hora, media pinche hora. -
- Luego de comer almejas al ajillo, servíme un café con anís. Las costillas casi me revientan. Era un Chinchón seco con mucha gracia, era una tarde con Chavela Vargas cantándome bien fuerte "las ciudades". Escuché de pronto al campanillero de mi pueblo que los domingos ofrece ricas tostaditas con sabor a piloncillo y corrí a su encuentro. Hace 21 años que no me como como Dios manda una de esos acaramelados manjares. Corrí, y mientras lo hacía, noté cómo mis pasos se achicaban, mi estatura disminuía y mi respiración se hacía más pura. Corrí dos cuadras, nunca lo encontré. Regresé a casa desahuciado, con ropa diferente, con aguda voz, con cinco añitos nuevamente y casi chillando, me tomé de un trago otro anís... "¡Las distancias destruyen las costumbres!" me gritaba desde el cielo José Alfredo. -
- ¡Ni que lo diga, señora!. - ¡No joven, es que hacen falta modales!. - sí, realmente sí señora... pásele (suavicé el tono). - Porque ahora manejan como diablos. - sí (pensé en lo cierto de su frase), sí, pues... pues sí, pero no todos ¿eh señora?, ande pásele (mi mano nerviosa la inducía a caminar y quitárseme de enfrente). - Gracias muchacho, ya me voy, que tenga usted buen día. - igualmente (exclamé entre sonrisitas hipócritas de bien portado). CLAXON VARIO. - ¡Ya, ya!, ¿no le digo?!. Hablaba la mujer de unos 75 abriles tratando de retener con su mano a la fila de nueve autos atras mío que no dejaban de pitarme, desconcertados, descontrolados, hambrientos, durante aquella tarde, en aquel bonito paso de 1 x 1. La cortesía debiera ser derecho sólo de viejos. -
miércoles, 8 de noviembre de 2006
martes, 7 de noviembre de 2006
¡Chapó, Flaco!
INTRO. Me hacían falta seis tequilas, me hacía falta una linda dama que exhortara aún más mis disparatadas ideas y sobretodo, me hacía falta un México sin disturbios sociales, ni militantes radicales heridos, ni gas mostaza en Oaxaca, ni estudiantes jugando el papel de kamikazes. Y sin todo ello, quedé maravillado nuevamente ante la espontaneidad, el buen gusto y la sin razón que envuelven a la enigmática figura gris de un Sabina destartalado y ya casi sin complejos.
FLASHBACK. Cuando Joaquín llegó a mi vida se quedó, no pasó de largo ni fue uno de esos invitados que con la marcha del tiempo pierden su carisma. Alimentó a finales de los ochenta mi hambre de poesía con “Gulliver”, luego me intimidó e hizo sentir envidia con “Pongamos que hablo de Madrid” y finalmente echó sal en mis muy secretas heridas con “Más de cien mentiras”. Sólo mi adolescencia recuerda lo que hice con ellas y sólo a esa faceta de mi vida le debo el silencio.
Con el flaco de Úbeda, ese tío calavera, cínico y amigo de ladrones, padrino postizo de vida, he besado dos inolvidables bocas, sufrido resacas apoteósicas, capturado amaneceres a bordo de una barra, enamorado lindas gacelas que cantan a mi lado “amor se llama el juego”. He formado coros a capella con aquella coplita de Quintero, León y Quiroga de título resignado. A Joaquinito le debo más de siete escritos y más de cuatro polvos. Le debo el poroso sabor de las manzanas en la playa, debiera ofrendarle mis rústicos brindis en su honor y sacudirme el polvo en su presencia para que notara lo liviano que me vuelvo al escucharle.
Los años de bohemia, de aderezadas cenas, de rimbombantes fiestas, de falsos orgullos y de múltiples encuentros, han hallado su encrucijada al borde de todas sus canciones. Mi padre, por ejemplo, cantaba complacido “y nos dieron las diez” rodeado de minúsculos adolescentes; siempre cambiaba la letra. Mamá puede cubrir grandes distancias en el auto, llevando como único acompañante el disco entero de “mentiras piadosas”. Gerardo se reinventa “cuando aprieta el frío” y solloza a veces con “Rocío”, Jorge pone en quinta y dual su antiguo camión de los recuerdos al prenderse del mítico “pirata cojo”, Patricio cierra los ojos, despacio y frunce su nariz al reventar de su pecho algunos versos de la paradoja que duramente nos muestra “y sin embargo”, Arturo se las ve negras con “peor para el sol” y se autoproclama conquistador cuando oye de entre la niebla caer el sutil pianito que posa “a la orilla de la chimenea”, Bernardo se enfurece cuando canta “contigo” y reniega cada que puede contra los amores de aparador, Kéndiro se quita los lentes y canta muy quedo, a la par de la Varela, ese honorífico tanguito a Gardel, y yo, burdo señorito de silueta triste, le brindo a la muerte mis años de “tan joven y tan viejo”. Así deambulamos por el mundo, seguros al menos de poder interpretarle bien señor Sabina, porque qué es la canción sin sus cantores casuales.
I. No recordaba lo incómodo de los aposentos en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, mi mente había bloqueado los excesivos precios de un tequila en la barra, mi jodida garganta olvidó el repaso de los fríos resecos durante el octubre capitalino y mis ojos de bisutería provinciana lloraban al compás del aire insano que sigue despidiendo el, para mí, bien ponderado Distrito Federal. Vaya estorbo de adjetivos.
El boleto anunciaba una gira ultramarina del “idiota que va debajo del bombín”, como él mismo se nombra. Y eso fue; una gira, en toda la extensión de la palabra, de esas que quedan remolineando en el alma y que luego salen a escena, años más tarde, abrazadas por el fuego eterno de una charla familiar.
Con doce minutos de retraso, engalanado en traje gris y portando bastón de popular elegancia, Sabina se arrancó con la letanía sexual de sus “aves de paso”, le siguieron 27*, y al final, ya todos con los ojos hinchados y los pulmones en anormal desorden respiratorio, nos fuimos de luna de miel a pasar unas “noches de boda” desenfrenadas, asy nos dieron las diez y las mil y una noches se quedaron cortas para tan descomunal desfile de bellezas encaramadas en la siniestra mente del nostálgico . (Olé)
II. Luego de aquella experiencia y ya más rutinario en ánimos… … … no, que desastre, más bien sí, qué desastre; Luego de aquella experiencia y ya más rutinario en ánimos, volví lentamente a mi guarida, la habitada por insaciables insomnios. Desperté un día, a mitad de la noche, desprotegido y tambaleante, debido a un sueño donde Olga Román (la linda corista del idiota citado con anterioridad) me platicaba, con sobrada profundidad y acento de argentina sureña, válgame Satanás, los últimos arreglos de su disco como solista, comentaba, entre otras cosas, que habría una breve, pero significativa participación (con esas exactas palabras) de Pedro Guerra en una canción cuyo título me es ahora inpronunciable, algo así como, qué se yo, como… como el… como “sal de ahí”, “siéntate aquí”, no, no, no recuerdo bien pero era algo con a – í. Yo, como siempre, no me veía en el sueño, pero quería hablarle y tocarla y decirle muchas maravillas sobre su detallada figura mas las letras se me iban deteniendo en la lengua. Debo, como dato marginal, apuntar que estábamos sin ropa en su cama, afuera se oían algunos autos, la luz de la habitación era semejante a la de las seis de la tarde, un rico frío recorría la estancia y tomábamos café, desde ahí, sentados, acurrucados, con una sabanita rosa que nos tapaba y potenciaba la sensación de los cuerpos desnudos.
III. Lo mismo un domingo con toros, divino placer efímero del aficionado, a un extenuante jueves de agitada jornada laboral, me es difícil citar aquí, algún momento en el que la música, arte y técnica de las musas, no moldeen mi frágil estadía por la Tierra. En ella y con ella, vuelco alegres bailes y cocodrileras lágrimas que me instan a vivir con más deleite y menos intolerancia hacia el desequilibrado sistema social en el que cohabito al lado de tantos, tantísimos cantores casuales.
Sin ellos, sin nosotros, que defendemos a capa y espada toda manifestación artística y melódica creada por los de nuestra especie, ese inquilino que se sube al escenario en patria ajena y deja el corazón ante la clamorosa multitud, no pasaría de ser uno más en el largo tren de pasajeros. Sólo así se comprende, como Joaquín Sabina lo recita, que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
FLASHBACK. Cuando Joaquín llegó a mi vida se quedó, no pasó de largo ni fue uno de esos invitados que con la marcha del tiempo pierden su carisma. Alimentó a finales de los ochenta mi hambre de poesía con “Gulliver”, luego me intimidó e hizo sentir envidia con “Pongamos que hablo de Madrid” y finalmente echó sal en mis muy secretas heridas con “Más de cien mentiras”. Sólo mi adolescencia recuerda lo que hice con ellas y sólo a esa faceta de mi vida le debo el silencio.
Con el flaco de Úbeda, ese tío calavera, cínico y amigo de ladrones, padrino postizo de vida, he besado dos inolvidables bocas, sufrido resacas apoteósicas, capturado amaneceres a bordo de una barra, enamorado lindas gacelas que cantan a mi lado “amor se llama el juego”. He formado coros a capella con aquella coplita de Quintero, León y Quiroga de título resignado. A Joaquinito le debo más de siete escritos y más de cuatro polvos. Le debo el poroso sabor de las manzanas en la playa, debiera ofrendarle mis rústicos brindis en su honor y sacudirme el polvo en su presencia para que notara lo liviano que me vuelvo al escucharle.
Los años de bohemia, de aderezadas cenas, de rimbombantes fiestas, de falsos orgullos y de múltiples encuentros, han hallado su encrucijada al borde de todas sus canciones. Mi padre, por ejemplo, cantaba complacido “y nos dieron las diez” rodeado de minúsculos adolescentes; siempre cambiaba la letra. Mamá puede cubrir grandes distancias en el auto, llevando como único acompañante el disco entero de “mentiras piadosas”. Gerardo se reinventa “cuando aprieta el frío” y solloza a veces con “Rocío”, Jorge pone en quinta y dual su antiguo camión de los recuerdos al prenderse del mítico “pirata cojo”, Patricio cierra los ojos, despacio y frunce su nariz al reventar de su pecho algunos versos de la paradoja que duramente nos muestra “y sin embargo”, Arturo se las ve negras con “peor para el sol” y se autoproclama conquistador cuando oye de entre la niebla caer el sutil pianito que posa “a la orilla de la chimenea”, Bernardo se enfurece cuando canta “contigo” y reniega cada que puede contra los amores de aparador, Kéndiro se quita los lentes y canta muy quedo, a la par de la Varela, ese honorífico tanguito a Gardel, y yo, burdo señorito de silueta triste, le brindo a la muerte mis años de “tan joven y tan viejo”. Así deambulamos por el mundo, seguros al menos de poder interpretarle bien señor Sabina, porque qué es la canción sin sus cantores casuales.
I. No recordaba lo incómodo de los aposentos en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, mi mente había bloqueado los excesivos precios de un tequila en la barra, mi jodida garganta olvidó el repaso de los fríos resecos durante el octubre capitalino y mis ojos de bisutería provinciana lloraban al compás del aire insano que sigue despidiendo el, para mí, bien ponderado Distrito Federal. Vaya estorbo de adjetivos.
El boleto anunciaba una gira ultramarina del “idiota que va debajo del bombín”, como él mismo se nombra. Y eso fue; una gira, en toda la extensión de la palabra, de esas que quedan remolineando en el alma y que luego salen a escena, años más tarde, abrazadas por el fuego eterno de una charla familiar.
Con doce minutos de retraso, engalanado en traje gris y portando bastón de popular elegancia, Sabina se arrancó con la letanía sexual de sus “aves de paso”, le siguieron 27*, y al final, ya todos con los ojos hinchados y los pulmones en anormal desorden respiratorio, nos fuimos de luna de miel a pasar unas “noches de boda” desenfrenadas, asy nos dieron las diez y las mil y una noches se quedaron cortas para tan descomunal desfile de bellezas encaramadas en la siniestra mente del nostálgico . (Olé)
II. Luego de aquella experiencia y ya más rutinario en ánimos… … … no, que desastre, más bien sí, qué desastre; Luego de aquella experiencia y ya más rutinario en ánimos, volví lentamente a mi guarida, la habitada por insaciables insomnios. Desperté un día, a mitad de la noche, desprotegido y tambaleante, debido a un sueño donde Olga Román (la linda corista del idiota citado con anterioridad) me platicaba, con sobrada profundidad y acento de argentina sureña, válgame Satanás, los últimos arreglos de su disco como solista, comentaba, entre otras cosas, que habría una breve, pero significativa participación (con esas exactas palabras) de Pedro Guerra en una canción cuyo título me es ahora inpronunciable, algo así como, qué se yo, como… como el… como “sal de ahí”, “siéntate aquí”, no, no, no recuerdo bien pero era algo con a – í. Yo, como siempre, no me veía en el sueño, pero quería hablarle y tocarla y decirle muchas maravillas sobre su detallada figura mas las letras se me iban deteniendo en la lengua. Debo, como dato marginal, apuntar que estábamos sin ropa en su cama, afuera se oían algunos autos, la luz de la habitación era semejante a la de las seis de la tarde, un rico frío recorría la estancia y tomábamos café, desde ahí, sentados, acurrucados, con una sabanita rosa que nos tapaba y potenciaba la sensación de los cuerpos desnudos.
III. Lo mismo un domingo con toros, divino placer efímero del aficionado, a un extenuante jueves de agitada jornada laboral, me es difícil citar aquí, algún momento en el que la música, arte y técnica de las musas, no moldeen mi frágil estadía por la Tierra. En ella y con ella, vuelco alegres bailes y cocodrileras lágrimas que me instan a vivir con más deleite y menos intolerancia hacia el desequilibrado sistema social en el que cohabito al lado de tantos, tantísimos cantores casuales.
Sin ellos, sin nosotros, que defendemos a capa y espada toda manifestación artística y melódica creada por los de nuestra especie, ese inquilino que se sube al escenario en patria ajena y deja el corazón ante la clamorosa multitud, no pasaría de ser uno más en el largo tren de pasajeros. Sólo así se comprende, como Joaquín Sabina lo recita, que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
* “pa’ qué te cuento cómo estuvo; si te lo perdiste fue por pendejo, porque ahorrar, podías”.
Usuario anónimo de celular en desahogada conversación con familiar o amigo luego del concierto.
miércoles, 18 de octubre de 2006
Distintas Catársis del Sí.
No encajo en el dilema que me creas.
De hacerlo, te llenaría de flores la casa.
De hacerlo, cortejaría sin instintos ni restricciones.
De hacerlo, cambiaría mi día por tus noches, mi felicidad por tus tristezas, mi despiadado cinismo por toda tu ternura.
No encajo en el esquema.
De hacerlo, te cuidaría de los fantasmas.
Propondría a diario razones para quererte y valorar tu esencia.
Oleríate a kilómetros. Dibujaría mis miedos con vapor. Haría de los tuyos, fantasía.
Saciaría mi hambre con tiernos besos de adiós y despedida.
No encajo en tus problemas.
De hacerlo, tendría tiempo de mirarte a los ojos y soltar un: “todo irá bien”.
Caminaría sobre las aguas, tratando de emular divinidades; traeríate peces sin escamas.
No encajo en tus planes.
De hacerlo, me valdría de artimañas sucias para despedazarlos y así raptarte a diario, vestido de charro, montando a caballo, galopando contigo hacia la incertidumbre.
No me río con tu risa.
De hacerlo, inventaría los chistes más graciosos, derretería a los serios, combatiría las guerras, las hambrunas, los suicidios, la contaminación y el racismo.
De sacudirme con tu sonrisa haría eso y más.
No celebro tus cumpleaños.
De hacerlo, brindaría por tus logros, te colmaría de abrazos, te sacaría a bailar con las grandes orquestas de antaño y luego, ya sentados, te daría un beso suave, quedo y sin final, que nos viera amanecer sosegados ante el mismo cuerpo.
No conozco a tus amigos.
De hacerlo, moriría de celos a diario, sería un cañón imparable, lleno de sarcasmo. Y a veces, me haría también amigo de ellos, compañero de viaje, consejero y padrino de bodas. Quizá, llegado el momento, hasta vitorearían mi suerte y yo mostraría mi orgullo, siempre presente, siempre cálido, siempre al lado tuyo.
No me fío de tus palabras.
De hacerlo, azotaría por bares y avenidas solitarias. Sería tu mejor enfermero; vestido de blanco, solícito y ágil a tus pedidos; cada bocado en la boca, cada minuto tu temperatura, cada lágrima un pañuelo. De fiarme sería un ciego sin remedio, un bravucón sin experiencia, un árbol con mil nidos: pachanguero, solidario, paternal.
No encuentro tus debilidades.
De hacerlo, lastimaría quizá sin notarlo.
De hacerlo, haría este mundo a tu medida.
De hacerlo, mi cama no sería tan grande.
De encontrar tus debilidades, jamás las nombraría.
No me gusta tu cuerpo.
De hacerlo, sometería mi prudencia al impulso, cazaríate sin cesar por la jungla de mis deseos, correríamos por camas de algodón persiguiendo estrellas.
De hacerlo, dilataría tus pupilas, encenderías mis mejillas, moriríamos mareados con el olor del placer y la lujuria, gritaría a cuatro vientos un ¡Te amo!; y el “te amo”sonaría con ecos de rubor y vergüenza, reventaría tímpanos de amantes, opacaría hasta al mismo ruido del cielo.
No tolero tu voz.
De hacerlo, dejaría de parpadear para no perderme ni un instante tus labios en sutil movimiento. De hacerlo, cantaría contigo las más bonitas canciones. De hacerlo, grabaría tus palabras en mi piel y jugaría con ellas a crear horizontes donde todos fuésemos mudos y bellos, como la noche.
No comparto tus frustraciones.
De hacerlo, cambiaría la conversación, inventaría laberintos para que nos enredáramos juntos. Sí, saldríamos arañados y felices de cada pelea, convencidos el uno de la otra. O ya sé, daría un consejo con mi cara seca y torpe, para que así me abrazaras y olvidaras los miedos para siempre; luego, te acompañaría a la Luna para que allí los arrojaras… y cosecharas otros. Esa es la vida.
>> No digo la verdad tan bien como tú, cuando mientes.
No me enfado tan bien como tú, cuando derrochas alegría.
No corro tan bien como tú, cuando descansas.
No soy tan valiente como tú, cuando angustia sientes.
No soy tan paciente como tú, cuando desesperas.
No soy tan yo a tu lado como tú lo eres en el mío.
No me camuflajo como tú, cuando te muestras.
No olvido tan bien como tú, cuando odias.
No me doy tan bien como tú, cuando te niegas.
No me espanto tan bien como tú, cuando peleas.
No escribo tan bien como tú, cuando cantas.
No viajo tanto como tú, cuando duermes.
No extraño tan bien como tú, cuando olvidas.
No tolero tan bien como tú, cuando concedes.
No imagino tan bien como tú, cuando realista eres.
No me interno tan bien como tú, cuando idealizas.
No estoy tan lleno de bondad como tú, cuando te vuelves egoísta.
No increpo tan bien como tú, cuando no lo sientes.
No bostezo como tú, cuando te entretienes.
No valoro lo que tú, cuando pisas.
No vuelo como tú, cuando caminas.
No beso como tú, cuando besas.
No beso como tú, cuando besas <<
No beso como tú... cuando besas.
De hacerlo, ganaría concursos de belleza, sería poeta, historiador o naturalista.
De besar como tú cuando besas, no habría fin del mundo, no habría apocalipsis, no habría maldad, ni catársis, ni quimeras.
El único consuelo, entonces, que me dejas, es el seguir deseando ser tú, no un espejo tuyo. Tú, no una idea. Tú, no vaho de cristal.
Querer ser tú, un SÍ rotundo al misterio, al amor... a la locura.
De hacerlo, te llenaría de flores la casa.
De hacerlo, cortejaría sin instintos ni restricciones.
De hacerlo, cambiaría mi día por tus noches, mi felicidad por tus tristezas, mi despiadado cinismo por toda tu ternura.
No encajo en el esquema.
De hacerlo, te cuidaría de los fantasmas.
Propondría a diario razones para quererte y valorar tu esencia.
Oleríate a kilómetros. Dibujaría mis miedos con vapor. Haría de los tuyos, fantasía.
Saciaría mi hambre con tiernos besos de adiós y despedida.
No encajo en tus problemas.
De hacerlo, tendría tiempo de mirarte a los ojos y soltar un: “todo irá bien”.
Caminaría sobre las aguas, tratando de emular divinidades; traeríate peces sin escamas.
No encajo en tus planes.
De hacerlo, me valdría de artimañas sucias para despedazarlos y así raptarte a diario, vestido de charro, montando a caballo, galopando contigo hacia la incertidumbre.
No me río con tu risa.
De hacerlo, inventaría los chistes más graciosos, derretería a los serios, combatiría las guerras, las hambrunas, los suicidios, la contaminación y el racismo.
De sacudirme con tu sonrisa haría eso y más.
No celebro tus cumpleaños.
De hacerlo, brindaría por tus logros, te colmaría de abrazos, te sacaría a bailar con las grandes orquestas de antaño y luego, ya sentados, te daría un beso suave, quedo y sin final, que nos viera amanecer sosegados ante el mismo cuerpo.
No conozco a tus amigos.
De hacerlo, moriría de celos a diario, sería un cañón imparable, lleno de sarcasmo. Y a veces, me haría también amigo de ellos, compañero de viaje, consejero y padrino de bodas. Quizá, llegado el momento, hasta vitorearían mi suerte y yo mostraría mi orgullo, siempre presente, siempre cálido, siempre al lado tuyo.
No me fío de tus palabras.
De hacerlo, azotaría por bares y avenidas solitarias. Sería tu mejor enfermero; vestido de blanco, solícito y ágil a tus pedidos; cada bocado en la boca, cada minuto tu temperatura, cada lágrima un pañuelo. De fiarme sería un ciego sin remedio, un bravucón sin experiencia, un árbol con mil nidos: pachanguero, solidario, paternal.
No encuentro tus debilidades.
De hacerlo, lastimaría quizá sin notarlo.
De hacerlo, haría este mundo a tu medida.
De hacerlo, mi cama no sería tan grande.
De encontrar tus debilidades, jamás las nombraría.
No me gusta tu cuerpo.
De hacerlo, sometería mi prudencia al impulso, cazaríate sin cesar por la jungla de mis deseos, correríamos por camas de algodón persiguiendo estrellas.
De hacerlo, dilataría tus pupilas, encenderías mis mejillas, moriríamos mareados con el olor del placer y la lujuria, gritaría a cuatro vientos un ¡Te amo!; y el “te amo”sonaría con ecos de rubor y vergüenza, reventaría tímpanos de amantes, opacaría hasta al mismo ruido del cielo.
No tolero tu voz.
De hacerlo, dejaría de parpadear para no perderme ni un instante tus labios en sutil movimiento. De hacerlo, cantaría contigo las más bonitas canciones. De hacerlo, grabaría tus palabras en mi piel y jugaría con ellas a crear horizontes donde todos fuésemos mudos y bellos, como la noche.
No comparto tus frustraciones.
De hacerlo, cambiaría la conversación, inventaría laberintos para que nos enredáramos juntos. Sí, saldríamos arañados y felices de cada pelea, convencidos el uno de la otra. O ya sé, daría un consejo con mi cara seca y torpe, para que así me abrazaras y olvidaras los miedos para siempre; luego, te acompañaría a la Luna para que allí los arrojaras… y cosecharas otros. Esa es la vida.
>> No digo la verdad tan bien como tú, cuando mientes.
No me enfado tan bien como tú, cuando derrochas alegría.
No corro tan bien como tú, cuando descansas.
No soy tan valiente como tú, cuando angustia sientes.
No soy tan paciente como tú, cuando desesperas.
No soy tan yo a tu lado como tú lo eres en el mío.
No me camuflajo como tú, cuando te muestras.
No olvido tan bien como tú, cuando odias.
No me doy tan bien como tú, cuando te niegas.
No me espanto tan bien como tú, cuando peleas.
No escribo tan bien como tú, cuando cantas.
No viajo tanto como tú, cuando duermes.
No extraño tan bien como tú, cuando olvidas.
No tolero tan bien como tú, cuando concedes.
No imagino tan bien como tú, cuando realista eres.
No me interno tan bien como tú, cuando idealizas.
No estoy tan lleno de bondad como tú, cuando te vuelves egoísta.
No increpo tan bien como tú, cuando no lo sientes.
No bostezo como tú, cuando te entretienes.
No valoro lo que tú, cuando pisas.
No vuelo como tú, cuando caminas.
No beso como tú, cuando besas.
No beso como tú, cuando besas <<
No beso como tú... cuando besas.
De hacerlo, ganaría concursos de belleza, sería poeta, historiador o naturalista.
De besar como tú cuando besas, no habría fin del mundo, no habría apocalipsis, no habría maldad, ni catársis, ni quimeras.
El único consuelo, entonces, que me dejas, es el seguir deseando ser tú, no un espejo tuyo. Tú, no una idea. Tú, no vaho de cristal.
Querer ser tú, un SÍ rotundo al misterio, al amor... a la locura.
julio. once. 2mil6.-martes-
Tras efectuar un escape al corazón de la naturaleza humana.
Tras efectuar un escape al corazón de la naturaleza humana.
lunes, 16 de octubre de 2006
Debut VI
Baudrillard escribió con resignación: "una mujer siempre sabrá acariciar mejor a otra mujer que cualquier hombre". Mientras leía esto, sonaba distante aunque dictador, el oboe de un virtuoso acompañando a una italiana guapísima que cantaba con desgana una canción llamada "Eva contra Eva". Fue repulsivo, debo admitirlo. Llámale misoginia o machismo o ambas cosas, o peor aún, llámale cerrazón y cuadratura ante los nuevos modelos que la retórica difumina lentamente en el pensamiento de las féminas. Mientras esto pasa, Guillermo Fadanelli, escritor y ensayista mexicano cuenta: "Tú eres mi carne, todo lo que tengo, no tienes derecho de lanzarte al vacío de otro cuerpo tan hermoso como el tuyo".
Prendí un cigarrito, con inusual calma y belleza, y telefoneé a una buena amiga para desquitarme a través de discursos sonoros llenos de adrenalina y venganza. Colgamos saciados y enojados, tímidos tics brotaron de mis manos delatoras. Había perdido todas las batallas... Jalé el escusado del exhibicionismo y el pudor. Luego me lavé las manos escribiendo esto y di la vuelta a la hoja, donde ya estaba esperándome, tendida en un lecho de hojas secas y frutos de la temporada, la señorita octubre, sonriendo enigmáticamente y sin bikini.
Prendí un cigarrito, con inusual calma y belleza, y telefoneé a una buena amiga para desquitarme a través de discursos sonoros llenos de adrenalina y venganza. Colgamos saciados y enojados, tímidos tics brotaron de mis manos delatoras. Había perdido todas las batallas... Jalé el escusado del exhibicionismo y el pudor. Luego me lavé las manos escribiendo esto y di la vuelta a la hoja, donde ya estaba esperándome, tendida en un lecho de hojas secas y frutos de la temporada, la señorita octubre, sonriendo enigmáticamente y sin bikini.
viernes, 13 de octubre de 2006
Debut V
> o Embotellamiento
El peatón estuvo ausente ocho meses.
Durante ellos recorrió distintos caminos; unos tangibles, otros etéreos, pero de igual forma caminos. Se sacudió el polvo acumulado y la enigmática pereza que siempre lo rodea al momento de sonreir. Agitó sus manos, suavizó sus dedos con cremas de mandarina y menta, abrazó a extraños, lloró y otorgó disculpas a los disculpados. Pensó en su padre, muerto, frío, lejano cual cielo de invierno... y lo trajo a "vivir" más cerca. Enumeró pasajes de su existencia en función de su productividad. Chantajeó. Renunció a antiguas dictaduras. Renació en el corazón de las calles, en los centros y plazas públicas, en los parques de enamorados besó y fue besado tiernamente por musas de delicado talante. Mató cientos de hormigas y revivió a un niño que se ahogaba. Aprendió a rezar de nuevo, desde cero, como si no entendiése los formularios religiosos y encontró no una, sino múltiples paces efímeras, hechas amigos, hechas mujeres, hechas familia... paces efímeras... hechas... eh... Mintió.
El peatón mintió a sus discípulos con sobrada alevosía y jamás pidió perdón. Así estuvo ausente, sin pedir perdón. Y hoy el peatón, robándole intelecto a la bella cantante Buika, está jodido pero contento, con miedo pero con fuerza, y así planea quedarse largo rato, caminando más despacio, disfrutando sus pisadas, sin interrumpir a la abuela que con inteligente parsimonia avanza sobre la acera. Sin prisa. ¿Cuál es la prisa?.
Así que este transeúnte imagina calles desiertas y pide a gritos, en su soledad, desde su ego, de entre las maltratadas vísceras cardiacas, que se pueblen nuevamente, que iluminen con sus rostros grises y rosados, que estorben, que hagan ruido y piten, pide a los contemporáneos que le cierren el paso, que taladren, que construyan, que destruyan las ciudades, que se vuelvan a dar la mano, que se atraquen sin misericordia, que se accidenten, se rompan y reinventen. Ya así, felices y embotellados, poblaremos otra vez de ordenado caos literario esta civilidad funesta que ahora me abruma...
Habrá que reestrenar la carpeta asfáltica, manos a la obra.
Un abrazo doy a los que estén y un suspiro lanzo a los que no.
Salud, dinero y amor. Buen provecho con ello y hasta pronto.
El peatón estuvo ausente ocho meses.
Durante ellos recorrió distintos caminos; unos tangibles, otros etéreos, pero de igual forma caminos. Se sacudió el polvo acumulado y la enigmática pereza que siempre lo rodea al momento de sonreir. Agitó sus manos, suavizó sus dedos con cremas de mandarina y menta, abrazó a extraños, lloró y otorgó disculpas a los disculpados. Pensó en su padre, muerto, frío, lejano cual cielo de invierno... y lo trajo a "vivir" más cerca. Enumeró pasajes de su existencia en función de su productividad. Chantajeó. Renunció a antiguas dictaduras. Renació en el corazón de las calles, en los centros y plazas públicas, en los parques de enamorados besó y fue besado tiernamente por musas de delicado talante. Mató cientos de hormigas y revivió a un niño que se ahogaba. Aprendió a rezar de nuevo, desde cero, como si no entendiése los formularios religiosos y encontró no una, sino múltiples paces efímeras, hechas amigos, hechas mujeres, hechas familia... paces efímeras... hechas... eh... Mintió.
El peatón mintió a sus discípulos con sobrada alevosía y jamás pidió perdón. Así estuvo ausente, sin pedir perdón. Y hoy el peatón, robándole intelecto a la bella cantante Buika, está jodido pero contento, con miedo pero con fuerza, y así planea quedarse largo rato, caminando más despacio, disfrutando sus pisadas, sin interrumpir a la abuela que con inteligente parsimonia avanza sobre la acera. Sin prisa. ¿Cuál es la prisa?.
Así que este transeúnte imagina calles desiertas y pide a gritos, en su soledad, desde su ego, de entre las maltratadas vísceras cardiacas, que se pueblen nuevamente, que iluminen con sus rostros grises y rosados, que estorben, que hagan ruido y piten, pide a los contemporáneos que le cierren el paso, que taladren, que construyan, que destruyan las ciudades, que se vuelvan a dar la mano, que se atraquen sin misericordia, que se accidenten, se rompan y reinventen. Ya así, felices y embotellados, poblaremos otra vez de ordenado caos literario esta civilidad funesta que ahora me abruma...
Habrá que reestrenar la carpeta asfáltica, manos a la obra.
Un abrazo doy a los que estén y un suspiro lanzo a los que no.
Salud, dinero y amor. Buen provecho con ello y hasta pronto.
lunes, 27 de febrero de 2006
Amistad (y Otras Desviaciones a Distancia)
¡Viene Joaquín!... sí, sí, ya pronto; será cosa de tres semanas... ¡claro que ya los compré!, así que déjate de excusas y nos vamos a verlo... el 12 de febrero... sábado sí, es su cumpleaños... te veo para darte el boleto...
Sucedió no hace tiempo; Arturo se había medido con la noticia: Sabina en México; luego de años, de discos cantados y rones, de tumultuosas voces mañaneras que acompasaban inquietas sus canciones. Quizá es momento de contarlo.
Un viaje discreto; sin mucho itinerario, sin maleta, sin amores olvidados, pero lleno de alegrías, entusiasmos, una que otra risa cómplice y dos raspados walkmans llenos de Joaquín, una tras otra, sin pausa, con “filin”, con tanto y tanto recuerdo provocado por una letra inmensa, canalla, sincera. Platicábamos los dos de encuentros anteriores, de conciertos que dejaron huella, del día aquel que abuela murió y nos apagó su última gira durante un interminable funeral con tíos desconocidos y plañideras llenas de dolor. Platicábamos de tanto en esos viajes de ida y vuelta, en esas rutas de artistas diversos, que ahora con certeza, digo conocerle bien. Arturo es el tipo aquél de imágenes gastadas, el gordo amable que vive en el pasado, es por ello quizá que con él comulgo fervorosamente.
Al bajar del autobús y atravesar la ciudad en metro, nos damos cuenta (tremenda analogía) del paradisíaco invento que son los pueblos. El nuestro es uno pequeñito, muy limpio en colores y paisaje, habitado por la gente de las altas montañas veracruzanas; Xico se llama, y en él se escucha, cada seis horas, el carrillón desafinado de parroquia, se vende nieve de fresco manantial, se obtiene anís de las praderas, se bebe caña por litro y se vota por el PRD.
Ya la gente en el Metropolitan está impaciente; primero, unos tacos de suadero con el güero de la esquina: la sazón impecable, la salsa muy salsa, los imecas necesarios. ¿Otra cervecita?. Que sean dos entonces. Son casi las siete; el cielo se oscurece, la cuenta de las chelas se dispara por los aires, es momento entonces de integrarse a la cola, que desordenada, encuentra la taza made in China, la camiseta de Malasia y el disco pirata manufacturado en el Japón. Mi sombra se hace gruesa y el vaso desechable vacío está ya de cerveza (vaya rima pintoresca). Arturo pide a gritos dos de las oficiales: ¡son las oficiales güey!, me grita, accedo a sacar un billete, no sin antes vigilar a la pareja de fulanos que se acerca demasiado. ¿180 pesos?... (%#$!!!!$#¡¡) ¡pero sí es una ganga!, ¡llévate otra!, le digo ya con la saliva propia que producen los etiles y el nulo balance económico que siempre ha cargado mi vida.
“Nunca es tarde para el brandy”, me habla la inconciencia. “primera llamada, ésta es primera llamada”; sala adentro, un bajo acústico ya resuena entonando los acordes vagos de una de las nuevas que viene a presentar. Entremos de una buena vez.
El concierto transcurre alegremente perfumado de algarabías, vivas y olés que poco a poco soltamos los interesados en el tema; detrás nuestro, una pareja se deshace a besos, se dicta el “hoy te amo y prolongo ese hoy al infinito, vida mía” que tanto nos gusta oír a los que gozamos de la cursilería. Vienen y van las cervezas (las trae de la barra un muchacho educado), uno a uno se sueltan los tonos de acordes distantes y hermosos que provocan jubilosas lágrimas. “Hasta pronto mi México; no se me mueran nunca, carajo” repica Joaquín con su voz amarga y de tabaco muy dentro del cuerpo y del alma.
Éxito rotundo el de la noche, redondo viaje que oscurece.
Fuimos los últimos en salir de aquel teatro; el portero, intrigado, ya golpeaba, como no queriendo, la diminuta puerta del disgusto, la que nos volvería otra vez seres mortales y efímeros. Afuera; la noche cae en pleno, y más allá, la paradoja: "tú dime compadre... ¿TAPO o barecito?"... y yo ya todo bendito, feliz, satisfecho, enorme, le contesto torpemente a Arturo: barecito carnal, barecito, que esperen los camiones.
Y esperaron. Miramar fue el tugurio, algo pequeño, de esos que no llaman mucho la atención, dos rondas y nos vamos... dos rondas más... dos más... nomás otras dos y ya... la penúltima ¿no?... Al salir, un taxi nos pita, nos ciega con los faros: ¿a dónde?, pregunta incipiente el conductor; al cielo, compadre; responde mi amigo con cautela. Camino a la terminal, conversamos de la seguridad en la ciudad, intercambiamos datos, incluso le dijimos, ya desafinados e ineptos, que por gente como él, el Distrito adquiría prestigio.
De no haber llevado un ángel con nosotros, probablemente y como buenos provincianos, hubiésemos terminado en la primera plana de algún diario amarillista: “caen jóvenes veracruzanos en manos de la mafia oculta del centro histórico”. De no haber llevado un ángel insisto, pero hubo uno bien grande, uno que jamás descuidó nuestros descuidos: el de la amistad, el del compañerismo, el ángel aquél que con alas grandes nos incita a aventurarnos en viajes como éste.
De vuelta en Xalapa, adormecidos y con la dura resaca a cuestas, nos espera aún la organización para la despedida de soltero de Patricio. Ninguno quiere saber algo del otro, incluso nos gritamos ya en el túnel y decidimos no hablarnos nunca más. Esa misma tarde suena el incómodo teléfono: ¿Juan Carlos?... ya brother, en serio, qué le vamos a organizar al Pato...
> vivido en febrero '01/escrito en noviembre '04/ publicado ahora.
miércoles, 15 de febrero de 2006
El Enredo de un Cordón Umbilical
Una narración de Juan Carlos Medrano.
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"...amigos míos: veo que los padres están complacidos y eso me complace a mí también, porque sé que si los padres están complacidos, ellos complacerán a los hijos (enorme aplauso, gran risa)."
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GEORGE CATLIN. Vida entre los indios.
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Raúl y Josefina son una pareja que ha nacido para amarse, para jurarse eternidad, para disimular su enojo cuando están en compañía, para reír y llorar con las películas, para comer del mismo plato y tomar del mismo vaso. Raúl y Josefina están satisfechos pues han crecido, tienen responsabilidades mutuas, ya no son pequeños, ya no huyen de los besos ni del sexo, tampoco se esconden ni se citan ciegamente en los cafés. Papás ya no se enojan.
Raúl y Josefina viven ahora juntos, son deseados por demás personas, ajenas a su magia, a su encanto y a toda melodía. Personas ajenas a su sangre; por eso son deseados. Raúl se envuelve siempre en misterios, en libros, en corazones olvidados, en cantos de tarde sin sol, en manzanas, en navajas de afeitar, en cortauñas, en metodologías usuales de todo desayuno; se especializa en omelettes y le gusta el agua simple. A Raúl le gusta mucho el agua simple. Josefina es delicada, amable con visitas que saben ser amables, fuerte con los tropiezos vitales y amante del té con crema; muy inglesita es Josefina. A ambos les fascina el sol y no la playa, se visten como niños, les gusta el lodo, el azúcar y la cáscara de naranja cristalizada, matarían por ella. De hecho cultivan las naranjas, las deshidratan, las empolvan con un chile pequeño que dicen es afrodisíaco y después se las comen, son capaces de pasarse toda una tarde viendo escurrir gotas raras de otoño; escurrir por el tejado, caer enseguida, destruirse. Son capaces de todo.
De pequeños, luego de cenar, jugaban largas horas a ser astrónomos, y a veces, cuando la cena era muy fuerte y la hora temprana, a ser estrellas. Y ardían, ambas estrellas ardían si en alguna casa no había padres. Muy precoces, muy 12 añitos, muy de su estatura. Sólo ardían, Josefina cerraba los ojos y tragaba saliva; jamás explotaban, a Raúl le daba miedo explotar. Sería el caos, la pérdida total de los sentidos y los ecos de un romance prohibido agitarían pañuelos en la catedral de aquella cabecera. Y los ecos, queridos míos, lo vuelven a uno vulnerable. Los ecos hacen que uno se escape, que uno viva huyendo por decreto universal, porque está prohibido ya lo dije, porque Dios castiga estos romances. Son de monstruos estos romances, y su prole son monstruos igualmente. Diosito los castiga, envenena por dentro a la mujer, y su nidito de venas y placenta se endurece, se deforma. Lo mismo pasa con los perros, sus cachorros mueren y nos quedamos todos sin vender siquiera " al prieto aquel, ese que se mueve como si estuviera borrachito". Ni eso nos dejan los perros, por eso los Hombres y los perros se están muriendo de hambre. Ni vender al borrachito podemos.
Por eso, por los castigos divinos que jamás se dieron y por los cachorros que Momo y Snoopy, la pareja de perros que los acompañaba a todas partes, jamás tuvieron, por los ecos y por las catedrales, Raúl y Josefina huyeron encolerizando al cielo, a los padres, al viento en arrozales, a la multitud entrometida. Huyeron de ellos mismos, pero juntos, sin trampas, sin juramentos eternos, sin pareja que ha nacido para amarse. Se asentaron en la ciudad cercana a su pasado. Incluso en los hospitales, si se les veía de la mano sonreír y luego detenerse a contraluz para besarse y amarrarse, eran tildados de obscenos, de malditos, de prófugos. Yo mismo, de tener las piedras, se las tiraba.
Detener las piedras, eso hacían Raúl y Josefina, y luego, te devolvían a cambio una sonrisa cómplice y era cuando te sentías sucio, o te ruborizabas o te descarabas e ibas con tu amante de la farmacia a decirle que tu esposa ya había aceptado el divorcio. No había por qué temerles. ¿O la envidia es tu conciencia?. No. Entonces no hay por qué, ni a ellos, ni a los raros, ni a los que se salen de tu esquema, el esquema universal. Eso te dicen los letrados, los intelectuales. ¿Pero si están mintiendo por ser ellos iguales?, ¿qué tal si se contagia?. Por eso tomamos medicinas, y nos sentimos más felices, por eso nos tapamos los ojos cuando vemos el terror muy de cerca, por miedo a que nos guste. Por eso tú tienes a tu pareja, que conociste en un bar, o en un kinder, con la que ahora vives alejado y sin saber que en la casa de enfrente mataron a un gatito por celos o hubo un accidente, uno pasional, de esos que nunca son accidentes.
A Raúl y a Josefina les pasó lo mismo, vivían en la casa de enfrente y un mal día, de esos en los que arrojamos objetos para defendernos de la persona con la que hacemos el amor, un día con trincheras, en un ratito, en un minuto, sucedió lo que no tenía que suceder jamás: tocaron el timbre los papás de Raúl, y a Josefina se les salían las lágrimas mientras abrazaba a ambos. Raúl no los quería, Josefina era suya, no de ellos, ni de nadie, suya sola, muy suya, muy de su agrado, muy cercana. No hay nada más cercano. Los papás se la llevaron entre empujones y gritos y las noches de Raúl se hicieron amargas y rudas. La cama había crecido y Raúl no era gordo. La cama era muy grande sin Josefina. Y Josefina muy pequeña sin Raúl.
El papá de Raúl se llama Raúl y la mamá de Josefina, Josefina. Personas comunes, que vemos en los bancos esperando turnos o en cocinas cocinando, personas que no entienden la otra dimensión de los espacios, personas comunes. A ambos les hubiese gustado que sus hijos fueran comunes también, que supieran leyes y encontraran caminos justos, equilibrados, sin cuestionamientos morales, sin algarabías. Y no es raro, la esposa del papá de Raúl es increíblemente adorable, una señora muy tierna, que borda en las tardes con otras tres amigas y que a diario llora cuando le recuerdan de su hijo, y del esposo de la mamá de Josefina nadie se puede quejar, es un hombre que trabaja duro en una firma de abogados y que quiere lo mejor para su hija. Historia sencilla, sin rodeos, hay miles de ellos, muchos quisieran ser como ellos de hecho. Los papás de Raúl y los de Josefina son personas de bien, que a veces pierden los estribos por que a sus hijos se les ha ocurrido quererse. Diario pasa y nadie dice algo.
Raúl hijo, protagónico, no el padre sino el hijo, esperó dos meses a Josefina, su amada, no la madre de su amada, pero Josefina no asistía al encuentro así que Raúl corrió a rescatarla de las conversaciones de siempre, de vino tinto y pan con queso que a él tanto miedo daban. No le fue difícil entrar en la casa donde ahora vivía su única ilusión pues a final de cuentas era bien recibido, era parte de la familia y aunque todos quisieran negarlo, siempre lo sería. Así que por qué no ir a reclamar lo suyo, lo que le otorgaba cariño y le servía de postre por las madrugadas. Por qué no ir a recuperar a Josefina de su claustro y demostrarle a todos que los monstruos no tenían más monstruos por hijitos. Podría ser, pero no era el caso. Así que decidido entró, habló con los padres de Josefina mientras ella escuchaba tras la puerta de su habitación la discusión que poco a poco iba creciendo, hasta que oyó el disparo, uno sólo, muy atinado y luego un llanto quedo, de soledad anticipada.
Raúl y Josefina viven ahora juntos, son deseados por demás personas, ajenas a su magia, a su encanto y a toda melodía. Personas ajenas a su sangre; por eso son deseados. Raúl se envuelve siempre en misterios, en libros, en corazones olvidados, en cantos de tarde sin sol, en manzanas, en navajas de afeitar, en cortauñas, en metodologías usuales de todo desayuno; se especializa en omelettes y le gusta el agua simple. A Raúl le gusta mucho el agua simple. Josefina es delicada, amable con visitas que saben ser amables, fuerte con los tropiezos vitales y amante del té con crema; muy inglesita es Josefina. A ambos les fascina el sol y no la playa, se visten como niños, les gusta el lodo, el azúcar y la cáscara de naranja cristalizada, matarían por ella. De hecho cultivan las naranjas, las deshidratan, las empolvan con un chile pequeño que dicen es afrodisíaco y después se las comen, son capaces de pasarse toda una tarde viendo escurrir gotas raras de otoño; escurrir por el tejado, caer enseguida, destruirse. Son capaces de todo.
De pequeños, luego de cenar, jugaban largas horas a ser astrónomos, y a veces, cuando la cena era muy fuerte y la hora temprana, a ser estrellas. Y ardían, ambas estrellas ardían si en alguna casa no había padres. Muy precoces, muy 12 añitos, muy de su estatura. Sólo ardían, Josefina cerraba los ojos y tragaba saliva; jamás explotaban, a Raúl le daba miedo explotar. Sería el caos, la pérdida total de los sentidos y los ecos de un romance prohibido agitarían pañuelos en la catedral de aquella cabecera. Y los ecos, queridos míos, lo vuelven a uno vulnerable. Los ecos hacen que uno se escape, que uno viva huyendo por decreto universal, porque está prohibido ya lo dije, porque Dios castiga estos romances. Son de monstruos estos romances, y su prole son monstruos igualmente. Diosito los castiga, envenena por dentro a la mujer, y su nidito de venas y placenta se endurece, se deforma. Lo mismo pasa con los perros, sus cachorros mueren y nos quedamos todos sin vender siquiera " al prieto aquel, ese que se mueve como si estuviera borrachito". Ni eso nos dejan los perros, por eso los Hombres y los perros se están muriendo de hambre. Ni vender al borrachito podemos.
Por eso, por los castigos divinos que jamás se dieron y por los cachorros que Momo y Snoopy, la pareja de perros que los acompañaba a todas partes, jamás tuvieron, por los ecos y por las catedrales, Raúl y Josefina huyeron encolerizando al cielo, a los padres, al viento en arrozales, a la multitud entrometida. Huyeron de ellos mismos, pero juntos, sin trampas, sin juramentos eternos, sin pareja que ha nacido para amarse. Se asentaron en la ciudad cercana a su pasado. Incluso en los hospitales, si se les veía de la mano sonreír y luego detenerse a contraluz para besarse y amarrarse, eran tildados de obscenos, de malditos, de prófugos. Yo mismo, de tener las piedras, se las tiraba.
Detener las piedras, eso hacían Raúl y Josefina, y luego, te devolvían a cambio una sonrisa cómplice y era cuando te sentías sucio, o te ruborizabas o te descarabas e ibas con tu amante de la farmacia a decirle que tu esposa ya había aceptado el divorcio. No había por qué temerles. ¿O la envidia es tu conciencia?. No. Entonces no hay por qué, ni a ellos, ni a los raros, ni a los que se salen de tu esquema, el esquema universal. Eso te dicen los letrados, los intelectuales. ¿Pero si están mintiendo por ser ellos iguales?, ¿qué tal si se contagia?. Por eso tomamos medicinas, y nos sentimos más felices, por eso nos tapamos los ojos cuando vemos el terror muy de cerca, por miedo a que nos guste. Por eso tú tienes a tu pareja, que conociste en un bar, o en un kinder, con la que ahora vives alejado y sin saber que en la casa de enfrente mataron a un gatito por celos o hubo un accidente, uno pasional, de esos que nunca son accidentes.
A Raúl y a Josefina les pasó lo mismo, vivían en la casa de enfrente y un mal día, de esos en los que arrojamos objetos para defendernos de la persona con la que hacemos el amor, un día con trincheras, en un ratito, en un minuto, sucedió lo que no tenía que suceder jamás: tocaron el timbre los papás de Raúl, y a Josefina se les salían las lágrimas mientras abrazaba a ambos. Raúl no los quería, Josefina era suya, no de ellos, ni de nadie, suya sola, muy suya, muy de su agrado, muy cercana. No hay nada más cercano. Los papás se la llevaron entre empujones y gritos y las noches de Raúl se hicieron amargas y rudas. La cama había crecido y Raúl no era gordo. La cama era muy grande sin Josefina. Y Josefina muy pequeña sin Raúl.
El papá de Raúl se llama Raúl y la mamá de Josefina, Josefina. Personas comunes, que vemos en los bancos esperando turnos o en cocinas cocinando, personas que no entienden la otra dimensión de los espacios, personas comunes. A ambos les hubiese gustado que sus hijos fueran comunes también, que supieran leyes y encontraran caminos justos, equilibrados, sin cuestionamientos morales, sin algarabías. Y no es raro, la esposa del papá de Raúl es increíblemente adorable, una señora muy tierna, que borda en las tardes con otras tres amigas y que a diario llora cuando le recuerdan de su hijo, y del esposo de la mamá de Josefina nadie se puede quejar, es un hombre que trabaja duro en una firma de abogados y que quiere lo mejor para su hija. Historia sencilla, sin rodeos, hay miles de ellos, muchos quisieran ser como ellos de hecho. Los papás de Raúl y los de Josefina son personas de bien, que a veces pierden los estribos por que a sus hijos se les ha ocurrido quererse. Diario pasa y nadie dice algo.
Raúl hijo, protagónico, no el padre sino el hijo, esperó dos meses a Josefina, su amada, no la madre de su amada, pero Josefina no asistía al encuentro así que Raúl corrió a rescatarla de las conversaciones de siempre, de vino tinto y pan con queso que a él tanto miedo daban. No le fue difícil entrar en la casa donde ahora vivía su única ilusión pues a final de cuentas era bien recibido, era parte de la familia y aunque todos quisieran negarlo, siempre lo sería. Así que por qué no ir a reclamar lo suyo, lo que le otorgaba cariño y le servía de postre por las madrugadas. Por qué no ir a recuperar a Josefina de su claustro y demostrarle a todos que los monstruos no tenían más monstruos por hijitos. Podría ser, pero no era el caso. Así que decidido entró, habló con los padres de Josefina mientras ella escuchaba tras la puerta de su habitación la discusión que poco a poco iba creciendo, hasta que oyó el disparo, uno sólo, muy atinado y luego un llanto quedo, de soledad anticipada.
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Luego Raúl fue por Josefina y salieron de ahí sin ser notados por antiguos vecinos o antiguos hospitales. Ya que nadie les querría después de lo sucedido, decidieron huir lejos, esta vez más lejos y más sin motivos que la primera. Raúl ahora se dedica a la abogacía y Josefina ha puesto sesiones de bordados en las tardes, en aquel ático que les alquilan barato en una ciudad muy grande y sin compromisos donde se ve seguido lo prohibido. Dicen que el talento pasa de generación en generación. ¿o es al revés?.
Dicen que ya nadie les molesta, tienen ahora una hija, es ciega, pero sus doctores de confianza han dicho que es debido a las malformaciones genéticas de las que todo mundo antes hablaba. Pero su hija no es un monstruo, sólo es ciega. Josefina ya está embarazada otra vez y su hijito, al que llamarán Raúl, honrando a su abuelo, nacerá en los primeros días de junio. La hija ya quiere tener un hermanito y habla con sus amigas de la escuela que cuando crezca se casará con él. Los papás, cuando escuchan eso se ríen discretamente. Raúl y Josefina comieron del mismo plato y bebieron del mismo vaso. Saben a lo que se refiere su pequeña. Raúl y Josefina son hermanos de sangre. Y ahora están viendo escurrir las gotas del tejado, eso que tanto les gusta.
Dicen que ya nadie les molesta, tienen ahora una hija, es ciega, pero sus doctores de confianza han dicho que es debido a las malformaciones genéticas de las que todo mundo antes hablaba. Pero su hija no es un monstruo, sólo es ciega. Josefina ya está embarazada otra vez y su hijito, al que llamarán Raúl, honrando a su abuelo, nacerá en los primeros días de junio. La hija ya quiere tener un hermanito y habla con sus amigas de la escuela que cuando crezca se casará con él. Los papás, cuando escuchan eso se ríen discretamente. Raúl y Josefina comieron del mismo plato y bebieron del mismo vaso. Saben a lo que se refiere su pequeña. Raúl y Josefina son hermanos de sangre. Y ahora están viendo escurrir las gotas del tejado, eso que tanto les gusta.
Dos Sonetos
[ de la serie: sonetos tristes / enero - marzo 2002 ]
Nostalgia del amigo no nostálgico.
Mi vida está sufriendo cambios bruscos,
No hay detalles que queramos conocer,
No hay tormentas, hay batallas por hacer
entre estudiantes jugando a ser toscos.
Así que empiezo, ligero, muy hosco.
Pintando: ¡buenos días amanecer!
Me doy por vencido, empiezo a oscurecer.
Qué más da, buenas cartas no conozco.
¿y qué les digo?, ¿que los quiero a todos?
Bien ya saben lo transparente que soy
Si engaño, me vendo de todos modos
No hay por qué venderse si gratis me doy
No pido separarme de estos mundos
Si por eso me distingo en cómo soy.
Lucifer en romance.
Espérame aquí, no tardo, mi vida
Sólo quiero distraerme de tu paz
Ya no quiero usar aquel anti-antifaz
No más máscaras sin recelos, vida
Lo sé, lo supe siempre, que eras viuda
Sin embargo no cambié en lo perspicaz
Soy muy tierno, nunca pico por detrás.
Alacrán, tengo una muerte medida
Vivo feliz sin los grandes venenos
Guerra, antrax, lobos, infiernos, derroche
Los cientos de perros muy mal enfermos
No hay luz, ni canto, sólo un yo fantoche
Que quiere vernos besarse sin frenos
¿qué pasa, le tienes miedo a la noche?
nota: ...... muy mal ¿eh?, muuuuy muy mal Juan Carlos. Y habría que leer los otros, ¡madre mía!, esto de desenterrar el pasado...
Nostalgia del amigo no nostálgico.
Mi vida está sufriendo cambios bruscos,
No hay detalles que queramos conocer,
No hay tormentas, hay batallas por hacer
entre estudiantes jugando a ser toscos.
Así que empiezo, ligero, muy hosco.
Pintando: ¡buenos días amanecer!
Me doy por vencido, empiezo a oscurecer.
Qué más da, buenas cartas no conozco.
¿y qué les digo?, ¿que los quiero a todos?
Bien ya saben lo transparente que soy
Si engaño, me vendo de todos modos
No hay por qué venderse si gratis me doy
No pido separarme de estos mundos
Si por eso me distingo en cómo soy.
Lucifer en romance.
Espérame aquí, no tardo, mi vida
Sólo quiero distraerme de tu paz
Ya no quiero usar aquel anti-antifaz
No más máscaras sin recelos, vida
Lo sé, lo supe siempre, que eras viuda
Sin embargo no cambié en lo perspicaz
Soy muy tierno, nunca pico por detrás.
Alacrán, tengo una muerte medida
Vivo feliz sin los grandes venenos
Guerra, antrax, lobos, infiernos, derroche
Los cientos de perros muy mal enfermos
No hay luz, ni canto, sólo un yo fantoche
Que quiere vernos besarse sin frenos
¿qué pasa, le tienes miedo a la noche?
nota: ...... muy mal ¿eh?, muuuuy muy mal Juan Carlos. Y habría que leer los otros, ¡madre mía!, esto de desenterrar el pasado...
martes, 14 de febrero de 2006
Yo Quiero, mi Amorcito
Yo quiero reírme.
Quiero hacerlo fuertemente.
Reírme con ganas de mí y poder, sin temor a ofenderte, reírme de tí.
Quiero decirte "no me importa", poder voltear a tus ojos sin asustarme.
Hacer lo que me de la gana cuando me venga en gana y no meterme en formalismos, ni en escritorios.
Quiero poder decirte un "no" a mis anchas; conciso, profundo, sin adornos, un "no" de aquellos que siempre recuerda uno.
Quiero repartirme sin dar explicación alguna.
Quiero, mi amorcito, un "te quiero" cuando me es preciso.
Un "te ayudo" cuando lo requiera.
Un "te callas" y me callo.
No quiero el derroche.
No quiero que me escuches ni que por eso me reproches.
Quiero hablarte de mis intereses y a los tuyos hacerles un casito.
Quiero escuchar mi música a MI volumen, no enterarme del vecino.
Quiero comer y beber contigo, y a veces sin tí.
Darme besos contigo.
Quiero saborearme como pocas veces lo hago.
Quiero tiempo a solas, un florero con tulipanes anaranjados y un vaso con agua del grifo.
No quiero encapsular mi felicidad a absurdos momentos con final.
Que nada se termine, que haya siempre de sobra, que qué me importan los demás.
Quiero no decirte mis angustias, y elegir los chistes y contarlos como me ronque la gana.
Quiero blasfemar a gritos y no arrepentirme luego, hacerle un altar al cinismo y convertirme en rey del desalmado.
Quiero que te burles y me lo digas de frente.
Que me aplaudas si te aplaudo.
Que me llores si me enfado.
Que cada lágrima me limpies con tus manos calientes, no con pañuelos, no con mentiras, no con "te entiendo"s.
Quiero que eso, que me entiendas y nunca me lo digas, que no me refrendes la verdad sólo por casualidad.
Quiero carne magra en mi plato de todos los días, jugo de naranja en las mañanas, viento en las tardes y que, de ser urgente, me bajes el mismo sol a mi ventana y me empujes y me obligues a verlo .../.../... y te quedes callada ... como yo me quedo.
Yo quiero, mi amorcito, quiero reírme.
Ya no volar en camas de agua; dormir mejor en colchón, como el resto de la gente.
Y hablar con un amigo y decirle: anda, ven, que ya te esperamos.
Quiero leerte un cuento de hadas, y vivirlo y actuarlo, no para que te duermas; para que lo vivas leértelo deseo.
Quiero emborracharme en tu mirar, saciar mi vista de belleza, cautivarte sin flores, sin sonrisas, sin regalos, sin pliegos petitorios que me saquen de quicio. .../... /... o que me saquen si quieren. Volverme loco y sin luna, eso quiero; no un señorito de estampa, catrín y presentable, no un recuerdo de foto, no un diagrama, no un paradigma ... /... /... no una escuadra no, eso no ... /... /... eso no quiero.
Eso no quiero.
Reírme de mí no quiero.
y a tí, mi amorcito, pensándomelo bien... /... /...
a tí mi amorcito tampoco te quiero otorgar.
Quiero hacerlo fuertemente.
Reírme con ganas de mí y poder, sin temor a ofenderte, reírme de tí.
Quiero decirte "no me importa", poder voltear a tus ojos sin asustarme.
Hacer lo que me de la gana cuando me venga en gana y no meterme en formalismos, ni en escritorios.
Quiero poder decirte un "no" a mis anchas; conciso, profundo, sin adornos, un "no" de aquellos que siempre recuerda uno.
Quiero repartirme sin dar explicación alguna.
Quiero, mi amorcito, un "te quiero" cuando me es preciso.
Un "te ayudo" cuando lo requiera.
Un "te callas" y me callo.
No quiero el derroche.
No quiero que me escuches ni que por eso me reproches.
Quiero hablarte de mis intereses y a los tuyos hacerles un casito.
Quiero escuchar mi música a MI volumen, no enterarme del vecino.
Quiero comer y beber contigo, y a veces sin tí.
Darme besos contigo.
Quiero saborearme como pocas veces lo hago.
Quiero tiempo a solas, un florero con tulipanes anaranjados y un vaso con agua del grifo.
No quiero encapsular mi felicidad a absurdos momentos con final.
Que nada se termine, que haya siempre de sobra, que qué me importan los demás.
Quiero no decirte mis angustias, y elegir los chistes y contarlos como me ronque la gana.
Quiero blasfemar a gritos y no arrepentirme luego, hacerle un altar al cinismo y convertirme en rey del desalmado.
Quiero que te burles y me lo digas de frente.
Que me aplaudas si te aplaudo.
Que me llores si me enfado.
Que cada lágrima me limpies con tus manos calientes, no con pañuelos, no con mentiras, no con "te entiendo"s.
Quiero que eso, que me entiendas y nunca me lo digas, que no me refrendes la verdad sólo por casualidad.
Quiero carne magra en mi plato de todos los días, jugo de naranja en las mañanas, viento en las tardes y que, de ser urgente, me bajes el mismo sol a mi ventana y me empujes y me obligues a verlo .../.../... y te quedes callada ... como yo me quedo.
Yo quiero, mi amorcito, quiero reírme.
Ya no volar en camas de agua; dormir mejor en colchón, como el resto de la gente.
Y hablar con un amigo y decirle: anda, ven, que ya te esperamos.
Quiero leerte un cuento de hadas, y vivirlo y actuarlo, no para que te duermas; para que lo vivas leértelo deseo.
Quiero emborracharme en tu mirar, saciar mi vista de belleza, cautivarte sin flores, sin sonrisas, sin regalos, sin pliegos petitorios que me saquen de quicio. .../... /... o que me saquen si quieren. Volverme loco y sin luna, eso quiero; no un señorito de estampa, catrín y presentable, no un recuerdo de foto, no un diagrama, no un paradigma ... /... /... no una escuadra no, eso no ... /... /... eso no quiero.
Eso no quiero.
Reírme de mí no quiero.
y a tí, mi amorcito, pensándomelo bien... /... /...
a tí mi amorcito tampoco te quiero otorgar.
¡Feliz día de San Valentín!
hermanos, amigas, amigos, familia: les quiero mucho.
Remedios Caseros
[ de la serie: escritos libres /textos inspirados en dibujos de Lalo Jácome / abril - agosto del 99 ]
Mi calma se aminora. Muchos días de igual padecimiento me acaloran y perturban mi organismo; abro la ventana que da al aire y menosprecio a las alturas, el sopor no varía, se vuelve interminable. Como si se tratase de una imposición divina, vuelve a mi mente la diarrea y me sofoca, me llena de asco, soluciona el antiguo problema de excederme en cuatro kilos.
Surge pues la idea de un invento, nada farmacéutico, que me proporcione la dicha de no asistir tanto al escusado, ya que empieza a convertirse en mi área de trabajo. No lo tolero.
Así pues, me voy al pueblo sin equipaje, es ahí donde me encuentro con los olores que hace mucho tiempo no veía, para entrar en sus casas debo vestirme con largas mantas desgarradas que me protegerán de los turistas y bañarme a media luz con hierbas que imaginen ser concebidas por mi mente hasta lograr que el color de mi piel se asemeje al de ellas, limpio, bruto, sincero.
Tomo después el empedrado que me conduce hasta el ingenuo manantial que juega con sus transparentes cabellos, los enchina, los adelgaza, los vuelve vigorosos. Cuando se entera de que existo se queda estático y me mira con temor a que me burle de él, tan inofensivo. "Haces mal en asustarte; he venido a reírme de nosotros, no de ti; siempre buscamos la forma de aparentar que lo sabemos todo, basamos nuestra teoría en fórmulas químicas y la vendemos bajo receta. Logramos que los medicamentos sean prohibidos por su elevado precio, creyendo así que seremos menos los que gocemos del total alivio. Nada es cierto."
El manantial, discretamente comienza a mofarse de la falsa integridad de mis enunciados, hasta que no puede contenerse y lanza un estruendo en carcajada. Altero mi creencia y también me río, pero mi mueca disminuye al darme cuenta de que sólo huyo de un mal terrenal bajo preceptos celestiales; algo muy vano pues se trata de diarrea. Me alejo triste escuchando las, ahora desorbitadas, risas de mi antiguo compañero, aquel que abandoné por dedicarme a todo lo somero, al que no di gracias por sentirme Hombre, al que poco a poco mato sin darme cuenta.
De regreso el viento es el mismo, siempre calmoso, monótono. Las torturas que le impongo a mi estómago obligándolo a tomar Pepto-Bismol que algún tipito me vende diciéndome gracias, me remuerden la conciencia; más aún, cuando veo en el embalaje la leyenda: "si persisten las molestias, consulte a su médico". ¡qué carajos!.
Surge pues la idea de un invento, nada farmacéutico, que me proporcione la dicha de no asistir tanto al escusado, ya que empieza a convertirse en mi área de trabajo. No lo tolero.
Así pues, me voy al pueblo sin equipaje, es ahí donde me encuentro con los olores que hace mucho tiempo no veía, para entrar en sus casas debo vestirme con largas mantas desgarradas que me protegerán de los turistas y bañarme a media luz con hierbas que imaginen ser concebidas por mi mente hasta lograr que el color de mi piel se asemeje al de ellas, limpio, bruto, sincero.
Tomo después el empedrado que me conduce hasta el ingenuo manantial que juega con sus transparentes cabellos, los enchina, los adelgaza, los vuelve vigorosos. Cuando se entera de que existo se queda estático y me mira con temor a que me burle de él, tan inofensivo. "Haces mal en asustarte; he venido a reírme de nosotros, no de ti; siempre buscamos la forma de aparentar que lo sabemos todo, basamos nuestra teoría en fórmulas químicas y la vendemos bajo receta. Logramos que los medicamentos sean prohibidos por su elevado precio, creyendo así que seremos menos los que gocemos del total alivio. Nada es cierto."
El manantial, discretamente comienza a mofarse de la falsa integridad de mis enunciados, hasta que no puede contenerse y lanza un estruendo en carcajada. Altero mi creencia y también me río, pero mi mueca disminuye al darme cuenta de que sólo huyo de un mal terrenal bajo preceptos celestiales; algo muy vano pues se trata de diarrea. Me alejo triste escuchando las, ahora desorbitadas, risas de mi antiguo compañero, aquel que abandoné por dedicarme a todo lo somero, al que no di gracias por sentirme Hombre, al que poco a poco mato sin darme cuenta.
De regreso el viento es el mismo, siempre calmoso, monótono. Las torturas que le impongo a mi estómago obligándolo a tomar Pepto-Bismol que algún tipito me vende diciéndome gracias, me remuerden la conciencia; más aún, cuando veo en el embalaje la leyenda: "si persisten las molestias, consulte a su médico". ¡qué carajos!.
Ingerir un Insomnio
[ de la serie: escritos libres /textos inspirados en dibujos de Lalo Jácome / abril - agosto del 99 ]
(O soldar un desconsuelo)
(O soldar un desconsuelo)
Las vendimias de falluca que ofrece Dios al por mayor, creyéndonos absurdos conformistas, han dado forma a algo indefinible e incontenible como lo suele ser la falta de sueño.
Revuelto en mis sábanas; indagando en mi pasado y resolviendo mi futuro, logro manosear siluetas imperfectas, divertidas, abruptas que buscan mi equilibrio; lo destrozan, juegan con él, distorsionan a mis líneas, hacen palidecer a mis inventos (a los grotescos, a los sanos, a los abstractos).
Testimonio de todo esto es mi obra, siempre continua, a la que me apego cuando el Helio dios desciende apocando su fiereza y la bella hermanastra de la Tierra, su satélite, me seduce hasta lograr la excitación total de mis vísceras y mis sentidos.
La noche, terca solitaria, es un espectro que me atrae a desconfiar de la luz solar. Es en la obscuridad azul grisácea que me brinda esta hermosura, cuando los contornos mal delimitados por mi mente cobran forma y textura, asemejándose a los dioses paganos que llevo dentro; las simples cosas, superfluas todas ellas, se visten de gala y asisten al festín de mi paleta gastada, están ahí mas no me invitan. Observo, intuyo, creo historias.
Aquí comienza mi patética abstracción, la distraída, a la que nada doy. Me toma por la cintura rodeándome, se estremece en mi abdomen, consigue marearme debido a su olor, me enfado: cuándo será el día en que ella se amolde a mi figura de normal y corriente; de esta manera me va haciendo conjuntar el número de experiencias que en el día han sido retenidas por mi incesante, siempre presente y mal nacida curiosidad.
No puedo dormir, o no quiero dormir - pues en mi caso la afirmación se vuelve monótona - y para esto me valgo de pastillas que me impidan el paso hacia el letargo. Mi aparente negación al sueño es necesaria; deslizándome por las sombras, acariciándolas y posteriormente engulléndolas las voy volviendo mías. Así noto que existe una relación muy ambigua entre desear hacerles el amor y tener miedo para ello; busco a ese pavor pero no lo encuentro, se me esconde a diario para que no lo asuste, rezo para que el valor me espere. ¿Tienes miedo de?.
Revuelto en mis sábanas; indagando en mi pasado y resolviendo mi futuro, logro manosear siluetas imperfectas, divertidas, abruptas que buscan mi equilibrio; lo destrozan, juegan con él, distorsionan a mis líneas, hacen palidecer a mis inventos (a los grotescos, a los sanos, a los abstractos).
Testimonio de todo esto es mi obra, siempre continua, a la que me apego cuando el Helio dios desciende apocando su fiereza y la bella hermanastra de la Tierra, su satélite, me seduce hasta lograr la excitación total de mis vísceras y mis sentidos.
La noche, terca solitaria, es un espectro que me atrae a desconfiar de la luz solar. Es en la obscuridad azul grisácea que me brinda esta hermosura, cuando los contornos mal delimitados por mi mente cobran forma y textura, asemejándose a los dioses paganos que llevo dentro; las simples cosas, superfluas todas ellas, se visten de gala y asisten al festín de mi paleta gastada, están ahí mas no me invitan. Observo, intuyo, creo historias.
Aquí comienza mi patética abstracción, la distraída, a la que nada doy. Me toma por la cintura rodeándome, se estremece en mi abdomen, consigue marearme debido a su olor, me enfado: cuándo será el día en que ella se amolde a mi figura de normal y corriente; de esta manera me va haciendo conjuntar el número de experiencias que en el día han sido retenidas por mi incesante, siempre presente y mal nacida curiosidad.
No puedo dormir, o no quiero dormir - pues en mi caso la afirmación se vuelve monótona - y para esto me valgo de pastillas que me impidan el paso hacia el letargo. Mi aparente negación al sueño es necesaria; deslizándome por las sombras, acariciándolas y posteriormente engulléndolas las voy volviendo mías. Así noto que existe una relación muy ambigua entre desear hacerles el amor y tener miedo para ello; busco a ese pavor pero no lo encuentro, se me esconde a diario para que no lo asuste, rezo para que el valor me espere. ¿Tienes miedo de?.
jueves, 2 de febrero de 2006
Cruce de Caminos 4/n
- Prendí con distracción uno de los cerillos donados por La Central S.A. de C.V para la Fundación de Apoyo Social (FAS), mismos que serían distribuidos en apoyo de las comunidades que patrocina esta institución. No sé la causa de hallarlos en mi cocina, pero el encender un cigarrillo con fósforos siempre me ha recordado algun detalle de romanticismo puntual. El muy miserable se apagó a medio viaje entre la caja y el cigarro. Enfadado tomé otro con brusquedad de sobra, lo raspé tres veces inutilmente, mi mano empezó a ponerseme nerviosa y yo, sin cautela alguna, dejé la caja entreabierta, intenté por cuarta ocasión, ya con resultados favorables, de pronto, el viviente cirio de papel encerado y fósforo escapó al destino y se metió de vuelta a su madriguera, provocando un susto y un maravilloso deleite de pirotecnia, calor y magia. 300 cerillos irregulares (ciérrese antes de encender) masacrados injustamente por un niño caprichoso. No sé si a la FAS le guste la idea; las noticias advierten del frío que azotará en las próximas semanas a la región montañosa del Estado de Veracruz. –
- En contraparte; me resulta de un ingenio digno el “café del tiempo”, creado en las playas de Valencia, en España, por aquello de los veranos con 50 grados encima. Un vaso jaibolero, tres o cuatro hielos, un poco de canela en raja, un twist de limón, miel de abeja al gusto y sobre ello, se vierte el café hirviente para beberse enseguida. Toda una ambrosía. –
- Hace tres noches me acerqué a una famosa panadería de mi pueblo; entré con la intención de comprar dos bolillos duros de hace algunas horas y sorpresivamente noto que se trata de pan fresco, crocante por fuera, calentito por dentro, listo para devorarse. Aún feliz por el hallazgo se lo comunico a la despachadora (encantadora palabra) quien, rebozante de orgullo, enfatiza su discurso: “joven, somos la única panadería que se precia de sacar una segunda tanda de pan a las siete de la noche… otras a las cuatro ya le paran pero aquí la patrona ya nos dijo, es más, tiene rato que nos dijo, de aquí no se van hasta las nueve y yo les pago estra, dice, y que agarra un cabrón… / ¿qué más va a querer? / nada más señora / …ah le digo joven, y que agarra un cabrón y se prende con la patrona y le dice, ambrón yo no me quedo hasta las nueve, son un chingo de horas, y que lo corre la seño / ¿de verdad señora? / pus nostá trabajando orita allá bajo con Los Huerta / (medio chasquido) ¡Nombreee! – pongo cara de aflicción por el “cabrón” ese - / si le digo… ai tiene, son 6 pesitos (salí de ahí con dos bolillos y una bolsa de galletas con rico sabor a zumo de naranja) / sale, gracias, ¡nasnoches! … / páselm’chacho”. –
- Al 53% de los autos xalapeños nos les funciona alguno de los stops traseros. El 5% no tiene las placas de reciente diseño. Un 13% tiene los espejos polarizados. Y un 0.8% tiene su placa enmarcada con neón azul Baby’Oh Discoteque Acapulco 1988. Por cierto, hace poco rebasé a la estaquita de nombre “me ves y sufres”, prima hermana de “vieja, pero no de todos II” y sobrina de “Dios quiera que regreses”. –
- Salieron del bar de Casa Bonilla, en Coatepec; estaban borrachos; uno lo retó poniendo los brazos en posición de ataque, el otro se aventó sin decoro ni buen gusto; de inmediato el semáforo en verde, pero el morbo me obligó a quedarme ahí, en neutro, hipnotizado. El conductor de atrás suelta el primer pitido; avancé despacio, sonriendo, mirando cómo se golpeaban, imaginando los motivos; los meseros ya no sabían que hacer y hasta el del guitarrón había salido como ayuda al percance. “¡Santa Sangre!, qué devotos somos tus vástagos”, diría Juana de Azbaje. –
- En contraparte; me resulta de un ingenio digno el “café del tiempo”, creado en las playas de Valencia, en España, por aquello de los veranos con 50 grados encima. Un vaso jaibolero, tres o cuatro hielos, un poco de canela en raja, un twist de limón, miel de abeja al gusto y sobre ello, se vierte el café hirviente para beberse enseguida. Toda una ambrosía. –
- Hace tres noches me acerqué a una famosa panadería de mi pueblo; entré con la intención de comprar dos bolillos duros de hace algunas horas y sorpresivamente noto que se trata de pan fresco, crocante por fuera, calentito por dentro, listo para devorarse. Aún feliz por el hallazgo se lo comunico a la despachadora (encantadora palabra) quien, rebozante de orgullo, enfatiza su discurso: “joven, somos la única panadería que se precia de sacar una segunda tanda de pan a las siete de la noche… otras a las cuatro ya le paran pero aquí la patrona ya nos dijo, es más, tiene rato que nos dijo, de aquí no se van hasta las nueve y yo les pago estra, dice, y que agarra un cabrón… / ¿qué más va a querer? / nada más señora / …ah le digo joven, y que agarra un cabrón y se prende con la patrona y le dice, ambrón yo no me quedo hasta las nueve, son un chingo de horas, y que lo corre la seño / ¿de verdad señora? / pus nostá trabajando orita allá bajo con Los Huerta / (medio chasquido) ¡Nombreee! – pongo cara de aflicción por el “cabrón” ese - / si le digo… ai tiene, son 6 pesitos (salí de ahí con dos bolillos y una bolsa de galletas con rico sabor a zumo de naranja) / sale, gracias, ¡nasnoches! … / páselm’chacho”. –
- Al 53% de los autos xalapeños nos les funciona alguno de los stops traseros. El 5% no tiene las placas de reciente diseño. Un 13% tiene los espejos polarizados. Y un 0.8% tiene su placa enmarcada con neón azul Baby’Oh Discoteque Acapulco 1988. Por cierto, hace poco rebasé a la estaquita de nombre “me ves y sufres”, prima hermana de “vieja, pero no de todos II” y sobrina de “Dios quiera que regreses”. –
- Salieron del bar de Casa Bonilla, en Coatepec; estaban borrachos; uno lo retó poniendo los brazos en posición de ataque, el otro se aventó sin decoro ni buen gusto; de inmediato el semáforo en verde, pero el morbo me obligó a quedarme ahí, en neutro, hipnotizado. El conductor de atrás suelta el primer pitido; avancé despacio, sonriendo, mirando cómo se golpeaban, imaginando los motivos; los meseros ya no sabían que hacer y hasta el del guitarrón había salido como ayuda al percance. “¡Santa Sangre!, qué devotos somos tus vástagos”, diría Juana de Azbaje. –
miércoles, 1 de febrero de 2006
Debut IV
Es Cierto; dice Oliver W. Holmes que "cuando la mente de una persona se estimula con una nueva idea, jamás vuelve a tomar su dimensión original". El tipo se fue a lo seguro. No hay necesidad de incitar a mi alma para que recuerde un suceso o para que sea creativa. Siempre hay dosis de talento acechándonos; canalizar cabalmente ese ingrediente, es deber humano. ¿Para qué tantos vasitos con agua?, sólo mencionar que la causa principal de los problemas, son sus soluciones.
Jazmín Envuelta
Una narración de Juan Carlos Medrano.
‘Tiempo después’. Ella nunca supo a dónde mirar. Durante todos sus años mozos fue llevada ante cientos, y literalmente explico y reitero, cientos de admiradores y otros tantos pretendientes. Acabó con el peor. Pero a Jazmín se le terminaba el tiempo o al menos eso se decía cada mañana al verse cara a cara con el espejo maligno que le devolvía un rostro triste, de ángel, pero triste.
Tal vez era el momento de decidir si seguir con vida o traicionar a todo instinto moral y matarse enseguida, ahí, ante el espejo que la veía demacrada y vieja. Jazmín susurró unas cuantas palabras al oído místico del aire y mirose con maldad en su reflejo precavido. ¿Qué le recordaba ese vestido?, ¿qué era lo que tantos habían visto en ella que los tenía tan encantados?, ¿cómo era cuando pequeña?, ¿por qué nació? y ¿qué es ahora lo que la impulsa a querer morirse?. Hubiera querido hacer todas esas preguntas a tiempo. Pero era muy tarde: si sucumbía a los deleites de la muerte, en este justo instante, nadie vendría a reclamar su cabellera brillante o mal hallara al día en que el evento sucedió. Ningún hombre, con honra, patán o aventurero, se diría decaído por la ausencia de Jazmín. Esas cosechas ya no viven. Pasaron a formar parte del inventario de leyendas populares; la mujer más bella del mundo, el espacio sagrado de su alma, el embrujo de su cuerpo y su mirar, la rabia de sus dientes, el poder de su voz, ¡maldita voz aquella que reemplazó a Jazmín!.
Damián. Fue ella quien me mandó llamar, por los días de la derrota nacional, mientras litigaba un caso venenoso de asesinato en primer grado; el tipo era culpable y no había mucho que hacer por su pobre aliento, moriría electrocutado, pues así lo marcaban las leyes del estado donde fue enjuiciado y todos olvidaríamos el asunto muy pronto. Así fue, a Elías lo metieron en la silla, su muerte duró, clínicamente, un minuto y cuarenta y dos segundos; algo terrible si nos ponemos a suponer la cantidad de energía que es descargada en el cuerpo del acusado.
Nos conocimos por un meritorio accidente automovilístico donde ella iba algo alcoholizada y yo, afeitándome, pérdida total, ninguno salió herido de aquel suceso... quizá alguna cicatriz de memoria, o alguna contusión mínima en la frente, nos dimos la mano, sonreímos a la par; mujer muy bella, con sonrisa de querube, ojos miel, piel morena, unas piernas suculentas tornadas divinamente con medias de seda casi imperceptibles, unos labios, que juro ante mi madre, fueron hechos por el mismo lucifer. Y su voz; lo primero que oí decirle fue un descompuesto “gracias caballero” seguido de una carcajada de terror, producto de los vodkas ingeridos previamente. Entonces la tomé del brazo pues la dama se caía por el impacto. Carraspeé algo, quizá los nervios, algo como un “pero qué guapa”, no sé si me oyó y no me interesa, era la verdad y a ésta estoy destinado para siempre.
Así que, para no abrumar con historias que quizá no vengan adecuadas. Aclaramos conceptos, confió en mí cuando le comenté que era abogado y que me haría cargo de todo. La chica se veía una dama adinerada, quizá no le importó. “tómese un café conmigo”, volvió a reír (y yo siempre tomo las risas como un asentimiento), “ande entonces, deme su brazo, le ayudo”. Salimos del sitio algo maltratados en ropajes. Tardarían un poco en encontrarnos, no era una carretera transitada. Me sentí un hombre afortunado.
Eva. La señorita Mina llegó a la residencia poco antes de las once. Yo desperté aturdida, con miedo, miedo que siempre le da a una cuando escucha a horas fuera de lo común cualquier tipo de ruido y salí de la habitación donde dormía con el camisón, regalo de mi madre, a ver que ocurría.
Los señores tienen un pasillo amplio, alfombrado, con tapetes muy caros a los lados que diariamente limpio de los polvos que almacenan. Hay tres puertas sin contar la de mi espacio, el que me destinan. La primera es un bañito cómodo donde todos vamos antes de cualquier comida al lavado impecable de manos y rostro antes de sentarnos a la mesa. A mí sí me dejan comer con ellos, los pasados patrones eran terribles, gente mala y muy separatista, pero a ellos sí les gusta, y me dejan hablar y comentar algo al respecto, creo que por que les hago reír; la segunda puerta es la que pertenece al cuarto de la señorita Mina donde rara vez alguien entra, nos lo tiene terminantemente prohibido, es una puerta color crema muy linda que cada que puedo pulo con un aceite especial que me han comprado para las maderas pintadas, cosas raras; la tercera y última puerta... ¿si le dije que eran tres?, porque pensé que había dicho cuatro y no señor, son sólo tres puertas las que tiene ese pasillo; la puerta número tres es la de los señores y en ella entro y salgo todos los días, puedo ver la televisión mientras escombro, que en realidad no es difícil pues son personas ordenadas, yo creo que hasta el exceso, que usualmente dan poco trabajo.
Al final del pasillo, nada, una separación de esas invisibles que hacen ahora los que construyen casas para que se luzca el sitio y la sala, una salita muy roja, con dos lámparas que son la envidia de medio mundo cuando viene de visita; la señora Berta ordena prenderlas en ocasiones especiales. Aquel día, ellos viajaban celebrando un aniversario más de las nupcias y la casa quedó sola para esta madame... y la señorita Jazmín, por supuesto. Pues las lamparillas estaban prendidas, las dos y había, también en par, unas risitas minúsculas que luego se elevaban y bajaban de nuevo casi cediendo el paso a los gemidos y los saliveos tronados que proporciona uno de esos besos románticos de película actual.
Mina y un joven, de no tan mala soldadura, lucían despiertos y un poco ebrios en la salita apreciada. Mina se paró, creo que por la botella a la barra y el joven quedó sonriendo un tanto ido ante la copa, pero de pronto levantó la mirada y vi dos ojos llenos de maldad que me sonreían con alevosía, despacio, pero presta, recorrí de vuelta el pasillo y me metí en mi cama. Las risas cesaron un poco.
Arianna. La conozco, soy su mejor amiga, o la más íntima al menos, no quiero aclarar conceptos de amistad, por hoy, dejemos en paz ese tema. Aquí lo que interesa no es mi apego a las personas de mi mismo sexo, es Jazmín la que interesa ¿cierto?. Entonces hablaré de Jazmín y no de mí o de mis inclinaciones sexuales.
La niña era un bombón, ante cualquiera quiero decir, a nadie le negaba una sonrisa y a pocos, el acto, dejaba inadvertidos. Dulce, sencilla, siempre animada, bien vestida, bastante cuidada de su cuerpo, con siete lunares en la espalda en puntos que pueden dejar petrificados a los ojos del dios más poderoso e intangible. Estudiamos juntas, lo mismo, nos divertimos como toda chica de 24, fuimos a lugares preciosos, muy naturales, le gustaba la naturaleza, observar, era el único momento donde callaba... y lo hacía bien, callar es un arte en personas como ella. Hicimos de todo, pregunte... (usted pregunta).
De ese día. Nada, por la mañana le llamé a casa y contestó Evita, la sirvienta, una mujer maravillosa... nada, que no estaba, que salió muy temprano (acompañada de un joven apuesto, pero eso me lo callo)... sí nos vimos por la tarde del día anterior, en una fiesta de diseñadores... ¡y mucho!, el vodka no se siente cuando lo sirven bien frío con un poco de naranja... No, verá, ella estaba perfectamente cuerda cuando salimos de la reunión, me pidió las llaves de su auto que al llegar me dio a guardar y no dudé en regresarlas... Es fuerte, sí, nunca la he visto mal por tomarse unas copitas. Yo vomité en el baño de Joaquim, terrible, no volveré jamás a esa casa, su mujer se entera y me mata... es una expresión, por Dios.
Llamé para preguntar... claro que estaba preocupada, ya le digo, somos muy “juntitas” en esto de llamarnos después de fiestas... Evita me lo dijo “ya se fue señorita Ari, salió temprano, llevaba prisa, ni siquiera se desayunó”, textual... Jazmín nunca desayuna señor, no es tan grave, debería intentarlo un día... y después nada, no he sabido de ella... sí, pero no me gusta atosigar a la gente, usted comprenda, usted más que nadie comprenda que no es correcto fastidiar a las personas en horas de trabajo... bonito color, aquí está la mía, llámeme un día guapo (guiño el ojo para que piense que soy una zorra y una bruta)... pase caballero (¡puñal!).
Raúl. Raúl Soriante, apúntelo tal cual, es importante. Dentro de muy poco, cuando mi padre muera, heredo “Las Telas de Soriante”; y ya sabrá que el negocio marcha bien; quiero que sea mejor. Hagamos esto, yo le cuento de Jazz y usted me deja un rato a solas con Matilde... me está esperando (debe susurrarle y, por cierto, los billetes de doscientos están pasados de moda).
De Jazz nunca fui nada, no tuve ningún interés en ella como para declararle mi amor o sonreírle para ver qué pasaba, no, sólo me encanta su compañía, es la única chica guapa con la que puedo hablar sobre cosas no tan tangibles, ¿me sigue?. La mujer tiene una inteligencia asombrosa, ese tipo de agudeza que deja fríos a los sentidos y poco calmos. Eso me gusta en las mujeres, su madurez intelectual, su saber sobre la savia, sobre la lluvia, sobre el terreno que se pisa. Yo diría que es muy callada, que ese es uno de sus muchos y grandes inconvenientes. Si fuera más sociable sería una chica perfecta, pero nunca sale, ni siquiera a las reuniones que organiza la compañía ésta de diseño para la que trabaja. Es una chica rara. Jamás la verá bebiendo, ni fumando marihuana, ni siquiera tosiendo enfrente de otros por “modales” que aprende uno desde pequeño.
Quizá le guste saber que no hay hombre en la vida que la haya penetrado, la muy maldita es una virgen llena de ganas por ser desvirgada, pero no habla, pues así, cómo, dígame. Nunca le he conocido un novio, su vida sentimental es prácticamente inaccesible para cualquiera.
La última vez que le vi, yo estaba en un cafetín curándome el frío y sosteniendo una plática con (dedo pulgar apuntando hacia atrás y luego el biensabido susurro) Matilde, ya sabe, para descongelarnos e, iniciar, posiblemente una bonita relación. Soy un hombre que debe tener una chica formal: “te he estado viendo en la escuela, y me llaman la atención tus ojos, pero, no creo que seas mi tipo”, esas cosas que prenden a cualquier bollito... y luego, ¡exacto!, luego me llama un día para invitarme al cafetín que está sobre la federal a Calvarios, ¿le conoce?, maderita, banda de rock urbano muy queda, algo de café con brandy y las siempre usuales conversaciones juveniles a nuestro alrededor. La ligué, costó poco trabajo una vez que el primer beso, casi por descuido llegó. Y luego Jazz, con un vestidito de fantasía hace sonar las campanillis de la puerta acompañada de un tipo con diminutas gotas de sangre sobre la camisa blanca.
No me vio, o no quiso mirarme por miedo a las preguntas, se le podía saber contenta. No creo que estuviera borracha, de estarlo, un chico como yo se da cuenta, usted comprende, tantas noches, tantas farras, tantos encuentros en discos con niñas tomadas. No creo que estuviera borracha, de saberlo, quizá hubiera dejado en la mesita, sola y con su vida llena de estorbos a Matilde. Así es la gente como Jazz, precavida gran parte de su vida hasta que por accidente del azar llega a un lugar público donde están todos sus conocidos que ya hablan a espaldas suyas del acontecimiento.
Estuvo una hora, reía mucho, insistentemente, como pidiendo ayuda, pero el tipo, aunque seguro, carita, bien vestido y hablador, no parecía en lo absoluto un criminal ¿lo es?. Verá, debo dejar esto a un lado, después hablamos, le parece el... viernes. El viernes me queda perfecto para la tensión un güisqui, ¿usted lo toma?. El viernes entonces, aquí le espero.
Alfredo y la señora Luz.
La única posibilidad es que haya sido el muchacho que tanto la acompañaba. Rafael, Raúl... ¡Rafael!. No había día que no estuvieran juntos en la mesita de la ventana ésta que se ve desde aquí. Es un lugar especial pues por las tardes tiene la luz perfecta para conversaciones largas y por las noches es muy fresca por su cercanía con los ventiladores además de que el poblado se ilumina y proporciona una atmósfera cálida muy apropiada para jóvenes con clase como ellos dos.
Ahora que lo veo con más calma, y trato de visualizar el día aquel que se nos cuenta... no estaba Rafael con ella, era más bien, no es verdad, estaba con Rafael, sí, pero después salió unos minutos. Ari la acompañó y regresaron entonces con un joven muy alto, serio y elegante que reía poco a comparación de sus acompañantes.
Había sangre en la camisa del tipo.
Sí. Un poco, Luchi se agitó conmigo en la barra y le dije que se quedara tranquila y que se irían pronto. El joven no es del pueblo, nos asustamos por esa y por otras razones.
Su mirada Alfredo, su mirada era la de un chico siniestro que se aprovecharía de ambas tan pronto como le diéramos la cuenta. Quería llamar a la policía para que hicieran las preguntas pertinentes. No hay que confiar si de repente ves, en tu establecimiento, un forastero con sangre en la camisa y doliéndose un tanto de uno de los brazos.
No se dolía, era más bien un impulso nervioso que le obligaba a moverlo de forma extraña. Eso era todo Luchi, no cofundas más al hombre.
Pues como 30 años, quizá menos, bebieron vodka con naranja y salieron de ahí.
No, sólo jazmín y el tipo.
A Arianna le dejaron con un grupo de amigas con las que siempre se la pasa horas aquí. Se le veía borracha y aunque Jazmín también lo estaba, creo que más bien era algún tipo de treta para que los dejara solos.
A Jazmín le gustaba el tipo.
¿Cómo lo sabes? (se escuchó al unísono, sólo que la del interrogante fue sin la última ese de sabes –cuestiones de propiedad que deben ser respetadas cuando se realiza una entrevista-)
Cualquier hombre se puede enterar cuando una chica quiere algo más contigo. No te ofendas Luchi, pero hay muchas estudiantes aquí que por lograr descuentos en la cuenta me cierran el ojo, se alzan la falda, se mojan los labios...
Bueno, bueno Alfredo, (manoteo al aire, indicativo de un cambio de tema urgente, la pareja tiene problemas, como todos, pero quizá sus problemas pueden deberse a alguna infidelidad lograda por Alfredo con alguna estudiante por “problemas de cuenta”).
Estoy seguro que Jazmín se fue a algún lugar más (ademanes del entrecomillado) íntimo con él. Hay que entender la escena con las copas, la elegancia, la rebeldía que se despierta, la edad de estos muchachos y sabremos entonces que hay mucho de probabilidades de que Jazmín haya pasado toda la noche teniendo relaciones sexuales...
Alfredo...
Jazmín no es una chica a la que cualquiera pueda menospreciar. Teniendo esa oportunidad de hallarla con unos vodkas de más, pues...
Pues qué Alfredo.
Pues se ocupa Luchi. Mi amor, entiende lo que estoy diciendo y no hagas volar a tu imaginación con miles de preguntas sobre el matrimonio, “la seguridad de mi esposo” y las diarias y múltiples faldas que se le alzan en los ojos. No Luchi.
¡Múltiples! (ríe sarcásticamente), ¿Quiere un café, una cerveza, agua?, yo quiero agua, ¿tú quieres? (nerviosa). Me da pena lo de la chica. ¿y murió?
Joaquim. Sí la conozco, es Jazmín Praga, buena en su trabajo, la hija del diputado que perdió las elecciones nacionales. Vendrán tiempos oscuros ¿señor?... Medrano, tiempos muy oscuros, de políticas atrincheradas y sabios que salen en la tevé diciendo que nunca esperaban un cambio tan repentino. No vamos a creerles a ninguno de esos partidarios de lo siniestro, que nunca estuvieron de acuerdo e incluso que votaron por la izquierda. Por eso perdió el padre de la chica, por los traidores.
No tenía idea de lo sucedido señor Medrano. Es más, me inquieta que esto llegue a tener toques políticos. ¿Será posible?. Sí bueno, a Arianna, Arianna, también trabajó con nosotros. Es lesbiana. Nos lo ha dicho muchas veces, no sé bien por qué. Mi esposa le tiene un rencorcito pues vomitó sobre unas toallas muy preciadas para ella. Fue el catorce, así es. Ha investigado.
Para nada. Siempre bebemos en esas fiestas, usualmente no las organizo yo sino mi personal... presto la casa, es amplia, cómoda y con un genezy que deja estúpido a cualquier vecino. Es broma, no tengo vecinos señor. Tampoco tengo un genezy. Es una imitación pero de cualquier forma hace mucho ruido, más del necesario.
Sola, siempre llega sola a las reuniones con el coche de la madre, a quien no tengo el placer de conocerle, me han invitado en dos ocasiones a su casa, pero (desvía la mirada) no he podido. Casi siempre, sí. ¿por qué lo pregunta?, (es tiempo de cerrarle la puerta a este individuo y no hablar del asunto). Una vez, cuando no estaba, pero fue hace mucho. Nunca lo volvió a hacer. La gente habla. Vocifera más bien. Y eso a ninguna con tal apellido le puede gustar.
Muy enterado. Era una de mis contrataciones estrella. Soy un hombre casado, por favor, me ofende. ¡no!, sería tonto negarlo, a todos les gusta la chica, y cómo no, si es tan solidaria con los piropos que le avientan tierra adentro. ¡albañiles, por dios, y quién más!. Está buscando pistas sin un orden y eso es peligroso. Me podría poner a mí como máximo sospechoso solo porque una vez le di a probar vodka por primera ocasión para su paladar. No es un delito. ¡No sublimo a nadie señor!.
Disculpe, estoy cansado, y me molestan los gritos que me provoca. Hasta pronto, vuelva con una mejor excusa para molestar. Su jefe, en un estricto sentido laboral, eso soy, le repito, esa es la ú n i c a p i n c h e r e l a c i ó n que sostengo con Jazmín. Ahora váyase y quéjese de su incompetencia con otro menos pendejo. Sé que es su trabajo como el mío, y debiera saberlo de antemano detective, es tratar de mantener un ambiente sano en esta casa. ¡las reuniones no son de su incumbencia!. (portazo final, rabia injustificada >> nerviosismo ante la entrevista, apuntes pragmáticos en una libreta mojada con portada de conejito rascahuele, 75 hojas rayadas, papel bond, ¡apunta todas tus tareas!).
Son las dos del viernes. Apoyamos la idea de un posible homicidio en la habitación de Jazmín por un individuo fuerte que utilizo sólo sus manos para estrangular a la víctima. Las investigaciones prosiguen con cautela pues la importancia pública de nuestros entrevistados hace de este caso uno de los renombrados en la esfera de la opinión que poco a poco se va generalizando en pro de una situación de amenaza política luego de la caída de los de derecha. Suposiciones banales de momento pues el diputado Praga ha declarado que esto no tiene que ser visto como una cuestión politizada y que es de mal gusto utilizar a su hija como el emblema de la derrota nacional. Jazmín Praga está muerta y eso es lo que nos importa, aunque algunos aseguran que la tienen escondida en otro país hasta que todo esté en paz por este México insurgente.
Jazmín. La madre. Así es, 54. No. ¿y usted lo cree?, ¿ha visto el cuerpo?, ¿las marcas en el cuello?, ¿y su cicatriz?. No, no puede ser. Están inventado todo esto. Por puro gusto de joderse a mi marido. Es un títere, lo mandaron a investigar los rastros de un ficticio acontecimiento señor. Es mejor que las cosas se queden como están. Nuestro abogado dice que no tengo por qué contestar a las preguntas que me hagan tipos como usted. Sólo datos irrelevantes supongo. El caso se cerró hace tiempo. ¿Elías?, fue el culpable de todo esto, drogadicto que irrumpió en la casa, vagabundo, cero familia y asociados, pobre, sin buen abogado defensor; nuestro Damián lo vendió a la fiscalía y caso cerrado. El joven merecía morir. Y a usted esto no le incomoda en lo absoluto pues depende en parte de nosotros si quiere seguir en la policía, llene los papeles y la ficha de la investigación, el pago está donde debe y su cuenta se transfiere en el momento en que firme aceptando el cese de sus preguntas. Anda alborotando a nuestros allegados Medrano. No hay de qué. Hizo lo suyo. Yo le digo... no debe importarle pero soy una mujer de clase. Está en Londres. Así es. Ellos dos se casan en cuatro días. (felicidades señora). No sabemos si regresan, aquí a la chica la reconocen fácil y a su Damián no le alcanzaría para la vida de lujos que llevan. Se gastan todo. Pero se ven tan lindos juntos. Y a ella le pinta bien el blanco. Hace poco lo escogimos, sí. Fue usted muy amable. Mi esposo y yo quisiéramos saber más seguido de su paradero, así que no se nos descuide o pierda por ahí.
‘Tiempo después’. Jazmín ha vivido escondida y su luz se asfixia con la calma de los ventanales grises y con nubes. Damián ya no le quiere, se convirtió en un gordo de putas inglesas. Jazmín se mira en el espejo esperando encontrar la causa que la debilita tanto. Se niega a morir pues dejaría una fortuna imperial en manos del patán marido. Atrás, en el espejo, un par de guantes, un encargado sigiloso aprieta su cuello vigorosamente hasta que una de sus venas principales estalla. Jazmín muere al instante y no hay nadie que esté ahí para reclamar su cabellera brillante. Jazmín nunca supo a dónde mirar, de haberlo sabido quizá esquivaba al asesino para seguir escondiéndose el resto de sus días. Y así morir y morir y morir y volver a hacerlo eternamente dentro de una solución simple, calculada, rutinaria.
‘Tiempo después’. Ella nunca supo a dónde mirar. Durante todos sus años mozos fue llevada ante cientos, y literalmente explico y reitero, cientos de admiradores y otros tantos pretendientes. Acabó con el peor. Pero a Jazmín se le terminaba el tiempo o al menos eso se decía cada mañana al verse cara a cara con el espejo maligno que le devolvía un rostro triste, de ángel, pero triste.
Tal vez era el momento de decidir si seguir con vida o traicionar a todo instinto moral y matarse enseguida, ahí, ante el espejo que la veía demacrada y vieja. Jazmín susurró unas cuantas palabras al oído místico del aire y mirose con maldad en su reflejo precavido. ¿Qué le recordaba ese vestido?, ¿qué era lo que tantos habían visto en ella que los tenía tan encantados?, ¿cómo era cuando pequeña?, ¿por qué nació? y ¿qué es ahora lo que la impulsa a querer morirse?. Hubiera querido hacer todas esas preguntas a tiempo. Pero era muy tarde: si sucumbía a los deleites de la muerte, en este justo instante, nadie vendría a reclamar su cabellera brillante o mal hallara al día en que el evento sucedió. Ningún hombre, con honra, patán o aventurero, se diría decaído por la ausencia de Jazmín. Esas cosechas ya no viven. Pasaron a formar parte del inventario de leyendas populares; la mujer más bella del mundo, el espacio sagrado de su alma, el embrujo de su cuerpo y su mirar, la rabia de sus dientes, el poder de su voz, ¡maldita voz aquella que reemplazó a Jazmín!.
Damián. Fue ella quien me mandó llamar, por los días de la derrota nacional, mientras litigaba un caso venenoso de asesinato en primer grado; el tipo era culpable y no había mucho que hacer por su pobre aliento, moriría electrocutado, pues así lo marcaban las leyes del estado donde fue enjuiciado y todos olvidaríamos el asunto muy pronto. Así fue, a Elías lo metieron en la silla, su muerte duró, clínicamente, un minuto y cuarenta y dos segundos; algo terrible si nos ponemos a suponer la cantidad de energía que es descargada en el cuerpo del acusado.
Nos conocimos por un meritorio accidente automovilístico donde ella iba algo alcoholizada y yo, afeitándome, pérdida total, ninguno salió herido de aquel suceso... quizá alguna cicatriz de memoria, o alguna contusión mínima en la frente, nos dimos la mano, sonreímos a la par; mujer muy bella, con sonrisa de querube, ojos miel, piel morena, unas piernas suculentas tornadas divinamente con medias de seda casi imperceptibles, unos labios, que juro ante mi madre, fueron hechos por el mismo lucifer. Y su voz; lo primero que oí decirle fue un descompuesto “gracias caballero” seguido de una carcajada de terror, producto de los vodkas ingeridos previamente. Entonces la tomé del brazo pues la dama se caía por el impacto. Carraspeé algo, quizá los nervios, algo como un “pero qué guapa”, no sé si me oyó y no me interesa, era la verdad y a ésta estoy destinado para siempre.
Así que, para no abrumar con historias que quizá no vengan adecuadas. Aclaramos conceptos, confió en mí cuando le comenté que era abogado y que me haría cargo de todo. La chica se veía una dama adinerada, quizá no le importó. “tómese un café conmigo”, volvió a reír (y yo siempre tomo las risas como un asentimiento), “ande entonces, deme su brazo, le ayudo”. Salimos del sitio algo maltratados en ropajes. Tardarían un poco en encontrarnos, no era una carretera transitada. Me sentí un hombre afortunado.
Eva. La señorita Mina llegó a la residencia poco antes de las once. Yo desperté aturdida, con miedo, miedo que siempre le da a una cuando escucha a horas fuera de lo común cualquier tipo de ruido y salí de la habitación donde dormía con el camisón, regalo de mi madre, a ver que ocurría.
Los señores tienen un pasillo amplio, alfombrado, con tapetes muy caros a los lados que diariamente limpio de los polvos que almacenan. Hay tres puertas sin contar la de mi espacio, el que me destinan. La primera es un bañito cómodo donde todos vamos antes de cualquier comida al lavado impecable de manos y rostro antes de sentarnos a la mesa. A mí sí me dejan comer con ellos, los pasados patrones eran terribles, gente mala y muy separatista, pero a ellos sí les gusta, y me dejan hablar y comentar algo al respecto, creo que por que les hago reír; la segunda puerta es la que pertenece al cuarto de la señorita Mina donde rara vez alguien entra, nos lo tiene terminantemente prohibido, es una puerta color crema muy linda que cada que puedo pulo con un aceite especial que me han comprado para las maderas pintadas, cosas raras; la tercera y última puerta... ¿si le dije que eran tres?, porque pensé que había dicho cuatro y no señor, son sólo tres puertas las que tiene ese pasillo; la puerta número tres es la de los señores y en ella entro y salgo todos los días, puedo ver la televisión mientras escombro, que en realidad no es difícil pues son personas ordenadas, yo creo que hasta el exceso, que usualmente dan poco trabajo.
Al final del pasillo, nada, una separación de esas invisibles que hacen ahora los que construyen casas para que se luzca el sitio y la sala, una salita muy roja, con dos lámparas que son la envidia de medio mundo cuando viene de visita; la señora Berta ordena prenderlas en ocasiones especiales. Aquel día, ellos viajaban celebrando un aniversario más de las nupcias y la casa quedó sola para esta madame... y la señorita Jazmín, por supuesto. Pues las lamparillas estaban prendidas, las dos y había, también en par, unas risitas minúsculas que luego se elevaban y bajaban de nuevo casi cediendo el paso a los gemidos y los saliveos tronados que proporciona uno de esos besos románticos de película actual.
Mina y un joven, de no tan mala soldadura, lucían despiertos y un poco ebrios en la salita apreciada. Mina se paró, creo que por la botella a la barra y el joven quedó sonriendo un tanto ido ante la copa, pero de pronto levantó la mirada y vi dos ojos llenos de maldad que me sonreían con alevosía, despacio, pero presta, recorrí de vuelta el pasillo y me metí en mi cama. Las risas cesaron un poco.
Arianna. La conozco, soy su mejor amiga, o la más íntima al menos, no quiero aclarar conceptos de amistad, por hoy, dejemos en paz ese tema. Aquí lo que interesa no es mi apego a las personas de mi mismo sexo, es Jazmín la que interesa ¿cierto?. Entonces hablaré de Jazmín y no de mí o de mis inclinaciones sexuales.
La niña era un bombón, ante cualquiera quiero decir, a nadie le negaba una sonrisa y a pocos, el acto, dejaba inadvertidos. Dulce, sencilla, siempre animada, bien vestida, bastante cuidada de su cuerpo, con siete lunares en la espalda en puntos que pueden dejar petrificados a los ojos del dios más poderoso e intangible. Estudiamos juntas, lo mismo, nos divertimos como toda chica de 24, fuimos a lugares preciosos, muy naturales, le gustaba la naturaleza, observar, era el único momento donde callaba... y lo hacía bien, callar es un arte en personas como ella. Hicimos de todo, pregunte... (usted pregunta).
De ese día. Nada, por la mañana le llamé a casa y contestó Evita, la sirvienta, una mujer maravillosa... nada, que no estaba, que salió muy temprano (acompañada de un joven apuesto, pero eso me lo callo)... sí nos vimos por la tarde del día anterior, en una fiesta de diseñadores... ¡y mucho!, el vodka no se siente cuando lo sirven bien frío con un poco de naranja... No, verá, ella estaba perfectamente cuerda cuando salimos de la reunión, me pidió las llaves de su auto que al llegar me dio a guardar y no dudé en regresarlas... Es fuerte, sí, nunca la he visto mal por tomarse unas copitas. Yo vomité en el baño de Joaquim, terrible, no volveré jamás a esa casa, su mujer se entera y me mata... es una expresión, por Dios.
Llamé para preguntar... claro que estaba preocupada, ya le digo, somos muy “juntitas” en esto de llamarnos después de fiestas... Evita me lo dijo “ya se fue señorita Ari, salió temprano, llevaba prisa, ni siquiera se desayunó”, textual... Jazmín nunca desayuna señor, no es tan grave, debería intentarlo un día... y después nada, no he sabido de ella... sí, pero no me gusta atosigar a la gente, usted comprenda, usted más que nadie comprenda que no es correcto fastidiar a las personas en horas de trabajo... bonito color, aquí está la mía, llámeme un día guapo (guiño el ojo para que piense que soy una zorra y una bruta)... pase caballero (¡puñal!).
Raúl. Raúl Soriante, apúntelo tal cual, es importante. Dentro de muy poco, cuando mi padre muera, heredo “Las Telas de Soriante”; y ya sabrá que el negocio marcha bien; quiero que sea mejor. Hagamos esto, yo le cuento de Jazz y usted me deja un rato a solas con Matilde... me está esperando (debe susurrarle y, por cierto, los billetes de doscientos están pasados de moda).
De Jazz nunca fui nada, no tuve ningún interés en ella como para declararle mi amor o sonreírle para ver qué pasaba, no, sólo me encanta su compañía, es la única chica guapa con la que puedo hablar sobre cosas no tan tangibles, ¿me sigue?. La mujer tiene una inteligencia asombrosa, ese tipo de agudeza que deja fríos a los sentidos y poco calmos. Eso me gusta en las mujeres, su madurez intelectual, su saber sobre la savia, sobre la lluvia, sobre el terreno que se pisa. Yo diría que es muy callada, que ese es uno de sus muchos y grandes inconvenientes. Si fuera más sociable sería una chica perfecta, pero nunca sale, ni siquiera a las reuniones que organiza la compañía ésta de diseño para la que trabaja. Es una chica rara. Jamás la verá bebiendo, ni fumando marihuana, ni siquiera tosiendo enfrente de otros por “modales” que aprende uno desde pequeño.
Quizá le guste saber que no hay hombre en la vida que la haya penetrado, la muy maldita es una virgen llena de ganas por ser desvirgada, pero no habla, pues así, cómo, dígame. Nunca le he conocido un novio, su vida sentimental es prácticamente inaccesible para cualquiera.
La última vez que le vi, yo estaba en un cafetín curándome el frío y sosteniendo una plática con (dedo pulgar apuntando hacia atrás y luego el biensabido susurro) Matilde, ya sabe, para descongelarnos e, iniciar, posiblemente una bonita relación. Soy un hombre que debe tener una chica formal: “te he estado viendo en la escuela, y me llaman la atención tus ojos, pero, no creo que seas mi tipo”, esas cosas que prenden a cualquier bollito... y luego, ¡exacto!, luego me llama un día para invitarme al cafetín que está sobre la federal a Calvarios, ¿le conoce?, maderita, banda de rock urbano muy queda, algo de café con brandy y las siempre usuales conversaciones juveniles a nuestro alrededor. La ligué, costó poco trabajo una vez que el primer beso, casi por descuido llegó. Y luego Jazz, con un vestidito de fantasía hace sonar las campanillis de la puerta acompañada de un tipo con diminutas gotas de sangre sobre la camisa blanca.
No me vio, o no quiso mirarme por miedo a las preguntas, se le podía saber contenta. No creo que estuviera borracha, de estarlo, un chico como yo se da cuenta, usted comprende, tantas noches, tantas farras, tantos encuentros en discos con niñas tomadas. No creo que estuviera borracha, de saberlo, quizá hubiera dejado en la mesita, sola y con su vida llena de estorbos a Matilde. Así es la gente como Jazz, precavida gran parte de su vida hasta que por accidente del azar llega a un lugar público donde están todos sus conocidos que ya hablan a espaldas suyas del acontecimiento.
Estuvo una hora, reía mucho, insistentemente, como pidiendo ayuda, pero el tipo, aunque seguro, carita, bien vestido y hablador, no parecía en lo absoluto un criminal ¿lo es?. Verá, debo dejar esto a un lado, después hablamos, le parece el... viernes. El viernes me queda perfecto para la tensión un güisqui, ¿usted lo toma?. El viernes entonces, aquí le espero.
Alfredo y la señora Luz.
La única posibilidad es que haya sido el muchacho que tanto la acompañaba. Rafael, Raúl... ¡Rafael!. No había día que no estuvieran juntos en la mesita de la ventana ésta que se ve desde aquí. Es un lugar especial pues por las tardes tiene la luz perfecta para conversaciones largas y por las noches es muy fresca por su cercanía con los ventiladores además de que el poblado se ilumina y proporciona una atmósfera cálida muy apropiada para jóvenes con clase como ellos dos.
Ahora que lo veo con más calma, y trato de visualizar el día aquel que se nos cuenta... no estaba Rafael con ella, era más bien, no es verdad, estaba con Rafael, sí, pero después salió unos minutos. Ari la acompañó y regresaron entonces con un joven muy alto, serio y elegante que reía poco a comparación de sus acompañantes.
Había sangre en la camisa del tipo.
Sí. Un poco, Luchi se agitó conmigo en la barra y le dije que se quedara tranquila y que se irían pronto. El joven no es del pueblo, nos asustamos por esa y por otras razones.
Su mirada Alfredo, su mirada era la de un chico siniestro que se aprovecharía de ambas tan pronto como le diéramos la cuenta. Quería llamar a la policía para que hicieran las preguntas pertinentes. No hay que confiar si de repente ves, en tu establecimiento, un forastero con sangre en la camisa y doliéndose un tanto de uno de los brazos.
No se dolía, era más bien un impulso nervioso que le obligaba a moverlo de forma extraña. Eso era todo Luchi, no cofundas más al hombre.
Pues como 30 años, quizá menos, bebieron vodka con naranja y salieron de ahí.
No, sólo jazmín y el tipo.
A Arianna le dejaron con un grupo de amigas con las que siempre se la pasa horas aquí. Se le veía borracha y aunque Jazmín también lo estaba, creo que más bien era algún tipo de treta para que los dejara solos.
A Jazmín le gustaba el tipo.
¿Cómo lo sabes? (se escuchó al unísono, sólo que la del interrogante fue sin la última ese de sabes –cuestiones de propiedad que deben ser respetadas cuando se realiza una entrevista-)
Cualquier hombre se puede enterar cuando una chica quiere algo más contigo. No te ofendas Luchi, pero hay muchas estudiantes aquí que por lograr descuentos en la cuenta me cierran el ojo, se alzan la falda, se mojan los labios...
Bueno, bueno Alfredo, (manoteo al aire, indicativo de un cambio de tema urgente, la pareja tiene problemas, como todos, pero quizá sus problemas pueden deberse a alguna infidelidad lograda por Alfredo con alguna estudiante por “problemas de cuenta”).
Estoy seguro que Jazmín se fue a algún lugar más (ademanes del entrecomillado) íntimo con él. Hay que entender la escena con las copas, la elegancia, la rebeldía que se despierta, la edad de estos muchachos y sabremos entonces que hay mucho de probabilidades de que Jazmín haya pasado toda la noche teniendo relaciones sexuales...
Alfredo...
Jazmín no es una chica a la que cualquiera pueda menospreciar. Teniendo esa oportunidad de hallarla con unos vodkas de más, pues...
Pues qué Alfredo.
Pues se ocupa Luchi. Mi amor, entiende lo que estoy diciendo y no hagas volar a tu imaginación con miles de preguntas sobre el matrimonio, “la seguridad de mi esposo” y las diarias y múltiples faldas que se le alzan en los ojos. No Luchi.
¡Múltiples! (ríe sarcásticamente), ¿Quiere un café, una cerveza, agua?, yo quiero agua, ¿tú quieres? (nerviosa). Me da pena lo de la chica. ¿y murió?
Joaquim. Sí la conozco, es Jazmín Praga, buena en su trabajo, la hija del diputado que perdió las elecciones nacionales. Vendrán tiempos oscuros ¿señor?... Medrano, tiempos muy oscuros, de políticas atrincheradas y sabios que salen en la tevé diciendo que nunca esperaban un cambio tan repentino. No vamos a creerles a ninguno de esos partidarios de lo siniestro, que nunca estuvieron de acuerdo e incluso que votaron por la izquierda. Por eso perdió el padre de la chica, por los traidores.
No tenía idea de lo sucedido señor Medrano. Es más, me inquieta que esto llegue a tener toques políticos. ¿Será posible?. Sí bueno, a Arianna, Arianna, también trabajó con nosotros. Es lesbiana. Nos lo ha dicho muchas veces, no sé bien por qué. Mi esposa le tiene un rencorcito pues vomitó sobre unas toallas muy preciadas para ella. Fue el catorce, así es. Ha investigado.
Para nada. Siempre bebemos en esas fiestas, usualmente no las organizo yo sino mi personal... presto la casa, es amplia, cómoda y con un genezy que deja estúpido a cualquier vecino. Es broma, no tengo vecinos señor. Tampoco tengo un genezy. Es una imitación pero de cualquier forma hace mucho ruido, más del necesario.
Sola, siempre llega sola a las reuniones con el coche de la madre, a quien no tengo el placer de conocerle, me han invitado en dos ocasiones a su casa, pero (desvía la mirada) no he podido. Casi siempre, sí. ¿por qué lo pregunta?, (es tiempo de cerrarle la puerta a este individuo y no hablar del asunto). Una vez, cuando no estaba, pero fue hace mucho. Nunca lo volvió a hacer. La gente habla. Vocifera más bien. Y eso a ninguna con tal apellido le puede gustar.
Muy enterado. Era una de mis contrataciones estrella. Soy un hombre casado, por favor, me ofende. ¡no!, sería tonto negarlo, a todos les gusta la chica, y cómo no, si es tan solidaria con los piropos que le avientan tierra adentro. ¡albañiles, por dios, y quién más!. Está buscando pistas sin un orden y eso es peligroso. Me podría poner a mí como máximo sospechoso solo porque una vez le di a probar vodka por primera ocasión para su paladar. No es un delito. ¡No sublimo a nadie señor!.
Disculpe, estoy cansado, y me molestan los gritos que me provoca. Hasta pronto, vuelva con una mejor excusa para molestar. Su jefe, en un estricto sentido laboral, eso soy, le repito, esa es la ú n i c a p i n c h e r e l a c i ó n que sostengo con Jazmín. Ahora váyase y quéjese de su incompetencia con otro menos pendejo. Sé que es su trabajo como el mío, y debiera saberlo de antemano detective, es tratar de mantener un ambiente sano en esta casa. ¡las reuniones no son de su incumbencia!. (portazo final, rabia injustificada >> nerviosismo ante la entrevista, apuntes pragmáticos en una libreta mojada con portada de conejito rascahuele, 75 hojas rayadas, papel bond, ¡apunta todas tus tareas!).
Son las dos del viernes. Apoyamos la idea de un posible homicidio en la habitación de Jazmín por un individuo fuerte que utilizo sólo sus manos para estrangular a la víctima. Las investigaciones prosiguen con cautela pues la importancia pública de nuestros entrevistados hace de este caso uno de los renombrados en la esfera de la opinión que poco a poco se va generalizando en pro de una situación de amenaza política luego de la caída de los de derecha. Suposiciones banales de momento pues el diputado Praga ha declarado que esto no tiene que ser visto como una cuestión politizada y que es de mal gusto utilizar a su hija como el emblema de la derrota nacional. Jazmín Praga está muerta y eso es lo que nos importa, aunque algunos aseguran que la tienen escondida en otro país hasta que todo esté en paz por este México insurgente.
Jazmín. La madre. Así es, 54. No. ¿y usted lo cree?, ¿ha visto el cuerpo?, ¿las marcas en el cuello?, ¿y su cicatriz?. No, no puede ser. Están inventado todo esto. Por puro gusto de joderse a mi marido. Es un títere, lo mandaron a investigar los rastros de un ficticio acontecimiento señor. Es mejor que las cosas se queden como están. Nuestro abogado dice que no tengo por qué contestar a las preguntas que me hagan tipos como usted. Sólo datos irrelevantes supongo. El caso se cerró hace tiempo. ¿Elías?, fue el culpable de todo esto, drogadicto que irrumpió en la casa, vagabundo, cero familia y asociados, pobre, sin buen abogado defensor; nuestro Damián lo vendió a la fiscalía y caso cerrado. El joven merecía morir. Y a usted esto no le incomoda en lo absoluto pues depende en parte de nosotros si quiere seguir en la policía, llene los papeles y la ficha de la investigación, el pago está donde debe y su cuenta se transfiere en el momento en que firme aceptando el cese de sus preguntas. Anda alborotando a nuestros allegados Medrano. No hay de qué. Hizo lo suyo. Yo le digo... no debe importarle pero soy una mujer de clase. Está en Londres. Así es. Ellos dos se casan en cuatro días. (felicidades señora). No sabemos si regresan, aquí a la chica la reconocen fácil y a su Damián no le alcanzaría para la vida de lujos que llevan. Se gastan todo. Pero se ven tan lindos juntos. Y a ella le pinta bien el blanco. Hace poco lo escogimos, sí. Fue usted muy amable. Mi esposo y yo quisiéramos saber más seguido de su paradero, así que no se nos descuide o pierda por ahí.
‘Tiempo después’. Jazmín ha vivido escondida y su luz se asfixia con la calma de los ventanales grises y con nubes. Damián ya no le quiere, se convirtió en un gordo de putas inglesas. Jazmín se mira en el espejo esperando encontrar la causa que la debilita tanto. Se niega a morir pues dejaría una fortuna imperial en manos del patán marido. Atrás, en el espejo, un par de guantes, un encargado sigiloso aprieta su cuello vigorosamente hasta que una de sus venas principales estalla. Jazmín muere al instante y no hay nadie que esté ahí para reclamar su cabellera brillante. Jazmín nunca supo a dónde mirar, de haberlo sabido quizá esquivaba al asesino para seguir escondiéndose el resto de sus días. Y así morir y morir y morir y volver a hacerlo eternamente dentro de una solución simple, calculada, rutinaria.
para toda “la onda”, de nuevo.
Noviembre. 2002.
Noviembre. 2002.
correcciones y nueva trama: enero 27/28. 2006.
martes, 24 de enero de 2006
Control de Imaginario
omega) Me gusta decir que fue algo impúdico, sin restricciones de personalidad. - Ésta, clandestinamente se interna en la mente, tan limpio o natural como cualquier encuentro con cupidos inmediatos -. Había un febril destino, uno extravagante y otro ligero; pero el pensamiento demuestra lo capaces de los tres en darnos resultados deseados. Algunos amores con fiebres aderezados por fuegos fatuos, raros, suaves. Es sumamente importante desglosar aquí estos términos citados. Procedo.
a) Cariño fogoso. Enmarcado cual visitante ajeno instalado forever and ever in home, después será centro familiar, mesita antesala comedor, lazo espiritual and carnal entre dos. Esa benevolencia sacapuntas of metales, violador du intimidades, querencia símil con fotografía, viejos bares, fugaces hoteles, cine, teatro, música, afición a escritos sin pasar algo serio, pasión por golondrinas with Sol before rain, veneración ante ropas utilizadas in verano, colores excesivos, ese querer loquitos cruzando calles, inclinación for veladas between padres e hijos, sensibilidad to luz emitida by lámparas acalorantes, afecto, taste toward limones secos. Is that worm love as adoración ou estelas avionaceas tras tardes doradas. Ternura pour lapiceros baratos eu billetes rotos, idolatría bajo camiones caros u amores sencillos. Devoción without llantos puestos at boca peregrina, casas murales pintadas cuando amigos; hacen ruido los pájaros who never duermen, amor egoísta, ¡atención!, apego alas cascadas invisibles, nubes jijas desparramadas, dilección amistades plus migas decadentes, kioskos oscuros ¿lo recuerdas?.
b) Segunda definición about miel rara: (versión telegrama) Tanto curiosa. Déjame contarte; hace días miraba empedernido cielo mediodía, alcancé percibir punto pequeño, poco brillante, avión nunca era porque dijo: ¡soy estrella!, cáigome al agua, ¿será posible ver estrellitas plena luz del día?, todo cuento because, asáltaseme idea debí pensar tu figura momento vi singular aparición ¿crees?, bien, yo tampoco; sólo era juego para pensaras seria: tonto alucinado. Ya jamás niña, menos... menos. perdón repetir palabra, caso inevitable. Atentamente, tu exmedianaranja, hija madre. ¿did you remember our relation girl?. Fin.
c) Tercera, última cercanía ligera: decir soft, refiere inmediatamente algo rápido, intenso, ágil, convence almas, cuerpos, mentes. Recomendación: siempre actuar prudentemente, hules, condones, ¿chicles, televisores?, hay donde menos imaginas, romance light significa pronto, vivaz, acelerado, tremenda e injustamente activo, apresurado, raudo, trata correr sobre cabezas inclementes, célere, listo, sin presiones, grácil, delgado, mutuo, liviano, ingrávido, vaporoso, feble, suave, sutil, etéreo, impalpable, portátil, mudable. Vámonos amando cuidadosamente entonces ¿contenta, infeliz?. ¡Feliz!, congratulaciones, happy cumpleaños .
a) Cariño fogoso. Enmarcado cual visitante ajeno instalado forever and ever in home, después será centro familiar, mesita antesala comedor, lazo espiritual and carnal entre dos. Esa benevolencia sacapuntas of metales, violador du intimidades, querencia símil con fotografía, viejos bares, fugaces hoteles, cine, teatro, música, afición a escritos sin pasar algo serio, pasión por golondrinas with Sol before rain, veneración ante ropas utilizadas in verano, colores excesivos, ese querer loquitos cruzando calles, inclinación for veladas between padres e hijos, sensibilidad to luz emitida by lámparas acalorantes, afecto, taste toward limones secos. Is that worm love as adoración ou estelas avionaceas tras tardes doradas. Ternura pour lapiceros baratos eu billetes rotos, idolatría bajo camiones caros u amores sencillos. Devoción without llantos puestos at boca peregrina, casas murales pintadas cuando amigos; hacen ruido los pájaros who never duermen, amor egoísta, ¡atención!, apego alas cascadas invisibles, nubes jijas desparramadas, dilección amistades plus migas decadentes, kioskos oscuros ¿lo recuerdas?.
b) Segunda definición about miel rara: (versión telegrama) Tanto curiosa. Déjame contarte; hace días miraba empedernido cielo mediodía, alcancé percibir punto pequeño, poco brillante, avión nunca era porque dijo: ¡soy estrella!, cáigome al agua, ¿será posible ver estrellitas plena luz del día?, todo cuento because, asáltaseme idea debí pensar tu figura momento vi singular aparición ¿crees?, bien, yo tampoco; sólo era juego para pensaras seria: tonto alucinado. Ya jamás niña, menos... menos. perdón repetir palabra, caso inevitable. Atentamente, tu exmedianaranja, hija madre. ¿did you remember our relation girl?. Fin.
c) Tercera, última cercanía ligera: decir soft, refiere inmediatamente algo rápido, intenso, ágil, convence almas, cuerpos, mentes. Recomendación: siempre actuar prudentemente, hules, condones, ¿chicles, televisores?, hay donde menos imaginas, romance light significa pronto, vivaz, acelerado, tremenda e injustamente activo, apresurado, raudo, trata correr sobre cabezas inclementes, célere, listo, sin presiones, grácil, delgado, mutuo, liviano, ingrávido, vaporoso, feble, suave, sutil, etéreo, impalpable, portátil, mudable. Vámonos amando cuidadosamente entonces ¿contenta, infeliz?. ¡Feliz!, congratulaciones, happy cumpleaños .
lunes, 23 de enero de 2006
Sobremesa 3/n
Tomar la siesta y soñar por soñar, para no olvidarse, soñar eternamente (como todo lo aparecido aquí en este mes de letargos literarios). Soñar que jugamos a soñar desde nuestra cama, sin efectos especiales, sin technicolor, sin visuales propios de una mente atormentada, sin matar a nadie de la familia, sin angustiarse por toros que persiguen en estrechos callejones sin salida; pero soñar con sonoridad inquieta, oyendo nuestra voz sin distorciones, percibiendo ruidos de madera crujiendo, soñar que comemos y nuestro paladar recibe noticias gratas, soñar con borregos saltando cercas blancas. Y luego despertar con sutil modorra para tomar agua fresca, con hielo, insabora. Lavarse la cara y notar con esmero las gotas que resbalan por la piel, seducirnos ante el incesante sonido provocado por el grifo y secarnos todo el rostro con inusual esmero; lentamente, mover el cuello de un lado al otro, hacia atrás, hacia adelante... ahí quedarnos y volverlo a hacer de un lado a otro, ahora hacia atrás jalando los hombros, reestableciendo la realidad, sin dualidades, quedarse ante el espejo y mirarse a los ojos sin miedo, analizar la pupila, cerrar, abrir los ojos, cerrarlos con fuerza, mover las muñecas y sentir a los tendones vivos y firmes, notar un escalofrío liviano y preguntar a algun despistado que pase en ese instante si hace frío, alegrarse al saber que no, más agua ingerida (ahora utilizando la mano como receptáculo del líquido), masaje intermitente en el cuello, mirarse las uñas y sentirse ofendido por el foco, apagar entonces el foco y divertirse a oscuras un momento, ser necios con respecto al clima y abrigarnos ya con un suéter ligero, caminar despacio, en calcetines y mirar sin esfuerzo a los zapatos -como pensando si ponérselos-, dudar de pie ante nuestro lecho y mirándolo con recelo, como el causante de todos nuestros miedos. Salir de nuevo a la vida, alejarse de la habitación enmohecida y la cama arrugada, destendida. Notar de pronto un ruido de madera crujiendo y voltear al techo que se desprende, blanco y negro, encima nuestro. Despertar de tajo, con la cara marcada por la almohada y la saliva seca en las comisuras de mi boca, mover el cuello de un lado a otro, con lentitud, con desgano, con frío, con lluvia escurriendo por la ventana, sin calcetines y con una sed de antología.
jueves, 19 de enero de 2006
Cómo Cocinar un Pavo al Tequila
El siguiente texto cuelga de la pared de una de las barras más hermosas en la que yo he bebido y aprendido algo de la vida. Ubicada dentro de una hacienda cerca de Nanacamilpa, Tlaxcala, el bar antoja para muchas horas, no por ser uno amigo del etil sino por el generoso ambiente provocado dentro de esas cuatro frías y altas paredes. Por supuesto, comparto este anónimo digno y lo dedico a Othón y a Lucía, dueños del lugar, amigos entrañables de la familia.
Cómo cocinar un pavo al tequila
Compre un pavo
Tómese un trago de tequila
Ponga el pavo en el horno
Tómese otros dos tragos de tequila
Ponga la temperatura del horno a 180 hornos
Tómese ahora tres tequilas más de trago
Horna el prendo
Tómese cuatro tequilos más de traguila
Peva el mato
Tequila otra botella de traer
Inserte el pavo en el termómetro
Tequílese otra sirva de copa
Hornee el tequila durante cuatro horas
Saque el horno del pavo…
¡Saque el horno del pavo!
Pave el piso del levante
Repave el relleno
Consígase otra tequella de botila
Monga la pesa y tómese una copa de pavila
Bendiga la dición, cómase y sírvase
¡ Lisssssto !
Compre un pavo
Tómese un trago de tequila
Ponga el pavo en el horno
Tómese otros dos tragos de tequila
Ponga la temperatura del horno a 180 hornos
Tómese ahora tres tequilas más de trago
Horna el prendo
Tómese cuatro tequilos más de traguila
Peva el mato
Tequila otra botella de traer
Inserte el pavo en el termómetro
Tequílese otra sirva de copa
Hornee el tequila durante cuatro horas
Saque el horno del pavo…
¡Saque el horno del pavo!
Pave el piso del levante
Repave el relleno
Consígase otra tequella de botila
Monga la pesa y tómese una copa de pavila
Bendiga la dición, cómase y sírvase
¡ Lisssssto !
miércoles, 18 de enero de 2006
Lecturas Detestables 2/n
- Se salieron con la suya. Los dogmáticos del tiempo, del espacio y de la vida, se salieron con la suya. Hicieron que descubriera por méritos propios que el fuego quema. Se desquitaron por no saber acomodar más horas en un día, y así nació la noche; aquella triste dama en luto eterno que propaga los deseos más siniestros del hombre común, hombre que trabaja de 9 a 5 por un "miserable salario que no alcanza a fin de mes"*, casado con una mujer sociópata que lo atosiga con pagos, caprichos, negados besos, efímeros placeres carnales y que, encima de la ya dramática existencia del miserable, lo espía. Sospecha que mantiene un secreto romance con la de caja. Así entonces, el hombre sale a la noche y divulga sus torturas a desconocidos en barras viles que abundan en la ciudad, misma que no cesa de refrendarnos nuestra insignificante labor humanitaria. Llega luego, borracho y pleno, al hogar que le asemeja de inmediato una mazmorra, sonríe; sabe lo que tiene. -
> "El día es un desgraciado que le roba horas a la noche" dice Chavela Vargas. Y es ahí, durante las obscuras estadías de nuestra existencia diaria, donde por fin nos liberamos del terremoto interno que amedrenta todas las virtudes. Como bien preciado, la noche invita a los excesos; no más bailes de disfraces... sin máscaras ya, recordamos nuestro génesis. Pareciera que es, durante aquellos negros instantes, un volver a verme sin historia clínica o social, un deambular desnudo por las grandes avenidas. O mejor aún, un cigarrillo fumado despaciosamente sin el ruido de motores que hacen de cualquier momento, un fatídico y banal resultado. Una noche conmigo me deseo, conmigo a solas... y decirme todo lo que siento, sopesar errores, suspirar amores imaginarios, cantarme desafinado y valorarme sin ataduras de estatus. Después vendrá lo establecido y mandará mi futil romanticismo directito al caño urbano donde me encontraré con otros hombres grises, donde checaré crueles tarjetas bajo un inquisidor reloj, donde tomaré café con el enemigo, donde saldré por fin a la bella luz del día, a la que le pediré, por favor, que desarrugue mi corazón con la ternura de sus besos. <
* frase extraída de la canción "Princesa" - J.M. Serrat
> "El día es un desgraciado que le roba horas a la noche" dice Chavela Vargas. Y es ahí, durante las obscuras estadías de nuestra existencia diaria, donde por fin nos liberamos del terremoto interno que amedrenta todas las virtudes. Como bien preciado, la noche invita a los excesos; no más bailes de disfraces... sin máscaras ya, recordamos nuestro génesis. Pareciera que es, durante aquellos negros instantes, un volver a verme sin historia clínica o social, un deambular desnudo por las grandes avenidas. O mejor aún, un cigarrillo fumado despaciosamente sin el ruido de motores que hacen de cualquier momento, un fatídico y banal resultado. Una noche conmigo me deseo, conmigo a solas... y decirme todo lo que siento, sopesar errores, suspirar amores imaginarios, cantarme desafinado y valorarme sin ataduras de estatus. Después vendrá lo establecido y mandará mi futil romanticismo directito al caño urbano donde me encontraré con otros hombres grises, donde checaré crueles tarjetas bajo un inquisidor reloj, donde tomaré café con el enemigo, donde saldré por fin a la bella luz del día, a la que le pediré, por favor, que desarrugue mi corazón con la ternura de sus besos. <
* frase extraída de la canción "Princesa" - J.M. Serrat
martes, 17 de enero de 2006
Volutas de Humo
- el siguiente poema es de autoría exclusiva de Salvador Ángel Molinari (alias Tito); reproducido aquí sin permiso alguno del autor y listo para leerse con nostálgico bandoneón de fondo -
Volutas de humo que flotan
alrededor de mi cuerpo
con qué simpleza se desintegran
en cuanto las toca el viento
conversar, conversar con vos quisiera
decirte, decirte lo que yo siento...
¿por qué siempre te necesito
cuánto más solo me encuentro?
éste, éste tu encanto fatal
es lo único que no entiendo
sabiendo que, poco a poco
mi vida estás consumiendo...
cigarrillo forrado de blanco
el color de la pureza y,
¿qué llevás en el alma? lo negro...
¡cuántos somos los que nos aferramos
a tus pitadas profundas y exhalamos de una vez!
(mientras tragamos tu veneno...).
Apartarte, apartarte yo quisiera
pero sé que no puedo
porque en cada devenir de esta vida que padecemos
en mi propia cobardía más me aferro
a tu maldito veneno...
te tomé como juguete de purrete
y hoy, que sos parte mía
no sabés cuánto me arrepiento
ya sin vos, ya sin vós no sé vivir
porque sos mi compañero
ese amigo que busqué en la noche solitaria
mientras contemplaba los cielos
y que hablaba de mis sueños, mis tristezas y alegrías
mientras vos, poco a poco
en mis dedos te consumías
y así, me quitaste el aliento
no me dejás respirar
manchaste todos mis dedos
y por dentro devoraste gran parte de mi cuerpo...
pero, ¿qué te puedo reprochar?
si fuiste mi compañero...
y otra vez, otra vez te vuelvo a encender
y mientras miro tus volutas de humo
que envuelven todo mi cuerpo
te tengo que decir, a mi pesar
que seguís siendo mi mejor compañero.
Volutas de humo que flotan
alrededor de mi cuerpo
con qué simpleza se desintegran
en cuanto las toca el viento
conversar, conversar con vos quisiera
decirte, decirte lo que yo siento...
¿por qué siempre te necesito
cuánto más solo me encuentro?
éste, éste tu encanto fatal
es lo único que no entiendo
sabiendo que, poco a poco
mi vida estás consumiendo...
cigarrillo forrado de blanco
el color de la pureza y,
¿qué llevás en el alma? lo negro...
¡cuántos somos los que nos aferramos
a tus pitadas profundas y exhalamos de una vez!
(mientras tragamos tu veneno...).
Apartarte, apartarte yo quisiera
pero sé que no puedo
porque en cada devenir de esta vida que padecemos
en mi propia cobardía más me aferro
a tu maldito veneno...
te tomé como juguete de purrete
y hoy, que sos parte mía
no sabés cuánto me arrepiento
ya sin vos, ya sin vós no sé vivir
porque sos mi compañero
ese amigo que busqué en la noche solitaria
mientras contemplaba los cielos
y que hablaba de mis sueños, mis tristezas y alegrías
mientras vos, poco a poco
en mis dedos te consumías
y así, me quitaste el aliento
no me dejás respirar
manchaste todos mis dedos
y por dentro devoraste gran parte de mi cuerpo...
pero, ¿qué te puedo reprochar?
si fuiste mi compañero...
y otra vez, otra vez te vuelvo a encender
y mientras miro tus volutas de humo
que envuelven todo mi cuerpo
te tengo que decir, a mi pesar
que seguís siendo mi mejor compañero.
lunes, 16 de enero de 2006
La Inercia del Sueño
Caer en profundo sueño y no despertar jamás. Period. Ésa bien podría ser la tesis del autocompasivo, del mediocre, del autista.
Científicos demostraron que los momentos posteriores al despertar son neurológicamente inactivos; quiero decir, nos vuelven accionistas de la pax, de lo vegetal. Me refiero aquí a los ocho primeros minutos de buenos días al nuevo día, importantes segundos que determinarán nuestra actitud el resto de la jornada. Ocho minutos, según datos fundamentados en la técnica y el problema, que pueden ser incluso más nocivos que seis horas de resaca.
Ahora; no es legítimo ni creíble, no es tangible pues, no es experimentado dada nuestra nula chamba cerebral, ¿cómo percatarnos entonces del asunto?, "la inercia del sueño", nombre que recibe el fenómeno, radica en el aletargamiento energético provocado por ocho horas de sueño continuo: nuestro cuerpo reciente más ese descanso de lo que experimenta cuando se le priva de sueño durante 24 horas. Los que somos adictos a desvelos, con seguridad, sin cientificidad, podemos opinar que el desarrollo laboral será mejor cuando nos mantenemos recesivos sólo cinco horas. De dormir diariamente ocho, alimentamos esta inercia y por momentos enmarcamos nuestra actividad a la depresión.
Sean estos, datos con base en método o pura habladuría, lo rescatable del tema es la incongruente cantidad que le dedicamos al sueño a sabiendas de una vida que nadie tiene comprada y que en cualquier instante termina, dejando atrás a viudas, huérfanos, deudas e intrascendencia en nuestra persona moral.
Si son lo suficientemente astutos, daranse cuenta, en forma y fondo, del imaginario colectivo que hacemos a un lado. Privamos al alma de experiencias que seguramente serán irrepetibles; nunca sabrá igual una misma comida, nunca sabrá igual una jodida (me cago en la patria, dirían los hermanos españoles) hamburguesa de McDonalds, hecha en serie, insana, desnaturalizada, clonada a partir de radiaciones a las reses, pollos y puercos, por una razón universal y con circunstancia: el humor y el ambiente bajo el que nos la comemos. Insisto y blasfemo, estamos descuidando el alimento más preciado de la existencia humana y que yo llamo experiencia, y que yo nombro carácter, y que le pongo la etiqueta de temperamento, y que le grito ¡Personalidad!. Sólo por dormir ocho horas, siete, por dormir siete horas de estúpido pecado, de manía social, de cánon corporal. Seis son lo sano. Seis kilométricas horas de sueños delirantes. Sumen entonces, al año, más de 700 horas extra que nuestro cuerpo y alma demandan de inventiva, de creatividad, de socialité, de ingenio, de abrazos, de besos, de sonrisas. S e t e c i e n t a s t r e i n t a h o r a s e x t r a de estar vivos.
Para mí, son un productivo regalo de Dios, una oportunidad más a la vida; no sólo mía, sino la de los míos.
- favor de no enviar mensajes ofensivos (risas)-
Uso y Estilo de lo Inalienable
No pude eliminar los papeles. No servían de nada pero los guardé por pecaminosa moralidad ambivalente. Quise conservar algunas ropas que utilizo escasamente, me dio lo mismo que siguieran guardando el olor a humedad, que las necesitara con mayor urgencia algun otro cristiano; son mías (aunque no quepan en mi abdomen desmedido, aunque con adecuación no cierren los botones, aunque los colores desgastados me pidan a gritos que no los muestre). Lo mismo pasó con algunas libretas universitarias, siete o seis fotografías y varios tesoros de la niñez. La habitación ahora está más limpia y en ella siguen habitando los mismos fantasmas que me otorgan licencia de humano con pasado amontonado en cajones, folders, cicatrices.
miércoles, 11 de enero de 2006
Cruce de Caminos 3/n
- El presidente mexicano le pide al similar boliviano que le venda un poco de gas natural; Bolivia es el país sudamericano con más reservas del preciado componente. El alto mandatario, ante la petición, responde que aún no toma posesión de su gobierno, que espere un poco por favor, que "no es que no quiera sino que sencillamente por el momento poco puedo hacer". El mexicano con infantil acento le tira la piedra: "Yo no sé qué quiere hacer Bolivia con tanto gas, si no nos lo quieren vender pues entonces que se lo coman". Enfadado el otro, al enterarse, decide la responsiva: "le pido al líder mexicano que tenga más respeto por nuestro pueblo". Después sus asesores comentan que esto no es bueno para las relaciones diplomáticas entre los dos países. Así que el boliviano se retracta e invita al nuestro a su toma de posesión. "No voy" nos informa por la tele... "a ver si así se le quita". -
- "Déjeme estacionar aquí". "No puedo joven". "Ándele, nomás tantito, voy, pago y me regreso". y ya sin mirarme a los ojos puntualiza: "no puedo joven". Frustrado avanzo cuatro metros, donde ya es permitido: "ahí mero joven". "no le costaba nada dejarme aquí un minuto". "es sitio". "¿y ése que está parado?". "orita se va". "¿a ver?". "ya no hagas problemas". "si namás quiero ver que se vaya... 'ta bien ser del ayuntamiento ¿no?". Me da la espalda y se pone a soplar su silbato y a manotear al aire en el cruce donde pasan dos coches, se me aleja. -
- En la rudimentaria tienda de abarrotes sale a atenderme un chico de 12 primaveras. Le pido un encendedor, ¿de los buenos? - susurra - río. Sí, de... de los buenos. -
- Existe en la ciudad una boutique de variado mercado. Encontré candados, lámparas, grabadoras, bocinas de segunda mano para tardeadas, discos de vinil de Locomía, mascadas de desgastados colores, crucifijos de mimbre para espejos retrovisores, camisetas del América y del León, calendarios del Cruz Azul, chamarritas para bebés, una dotación de limpiapisos Fabuloso en cuatro presentaciones, calcomanías de bala para los cofres de los autos, cocacolas y boings, lapiceros Bic y lápices Mirado, de los duros, centro de fotocopiado, chicharrones con mayonesa, lechuga, queso y chilito picoso Tajín, cochinos - alcancía de porcelana china con chapitas, paletas Coronado, discos vírgnes de a $3, bolsitas para regalo con motivos del Jálogüin pasado, una reja que sostiene quince cedes piratas con los más disímiles cantantes, chicles Traiden, dos copias del Kin Kón - la nueva (las he vendido bien), siete veladoras medianas; se terminó la grande, Montana sueltos, 17 Colgates de dudosa caducidad, mochilitas Jelouquiti de color amarillo, dos, (Sanrio para el asombro del incrédulo) y una sección escondida del aparador principal donde hay quitaesmalte para las uñas y grasa líquida café de marca Colorfiel. Entré yo por 500 mililitros de agua simple. No la trabajan me dijeron. No la trabajan y me compré un Boing de tamarindo (¿le debo el popote?). Así salí feliz, de nuevo al mundo plano, de aquella Yenny's Boutique. -
- "Déjeme estacionar aquí". "No puedo joven". "Ándele, nomás tantito, voy, pago y me regreso". y ya sin mirarme a los ojos puntualiza: "no puedo joven". Frustrado avanzo cuatro metros, donde ya es permitido: "ahí mero joven". "no le costaba nada dejarme aquí un minuto". "es sitio". "¿y ése que está parado?". "orita se va". "¿a ver?". "ya no hagas problemas". "si namás quiero ver que se vaya... 'ta bien ser del ayuntamiento ¿no?". Me da la espalda y se pone a soplar su silbato y a manotear al aire en el cruce donde pasan dos coches, se me aleja. -
- En la rudimentaria tienda de abarrotes sale a atenderme un chico de 12 primaveras. Le pido un encendedor, ¿de los buenos? - susurra - río. Sí, de... de los buenos. -
- Existe en la ciudad una boutique de variado mercado. Encontré candados, lámparas, grabadoras, bocinas de segunda mano para tardeadas, discos de vinil de Locomía, mascadas de desgastados colores, crucifijos de mimbre para espejos retrovisores, camisetas del América y del León, calendarios del Cruz Azul, chamarritas para bebés, una dotación de limpiapisos Fabuloso en cuatro presentaciones, calcomanías de bala para los cofres de los autos, cocacolas y boings, lapiceros Bic y lápices Mirado, de los duros, centro de fotocopiado, chicharrones con mayonesa, lechuga, queso y chilito picoso Tajín, cochinos - alcancía de porcelana china con chapitas, paletas Coronado, discos vírgnes de a $3, bolsitas para regalo con motivos del Jálogüin pasado, una reja que sostiene quince cedes piratas con los más disímiles cantantes, chicles Traiden, dos copias del Kin Kón - la nueva (las he vendido bien), siete veladoras medianas; se terminó la grande, Montana sueltos, 17 Colgates de dudosa caducidad, mochilitas Jelouquiti de color amarillo, dos, (Sanrio para el asombro del incrédulo) y una sección escondida del aparador principal donde hay quitaesmalte para las uñas y grasa líquida café de marca Colorfiel. Entré yo por 500 mililitros de agua simple. No la trabajan me dijeron. No la trabajan y me compré un Boing de tamarindo (¿le debo el popote?). Así salí feliz, de nuevo al mundo plano, de aquella Yenny's Boutique. -
martes, 10 de enero de 2006
Historia Cubista*
Un ambrosaico sabor a cacahuate dulce derritió la frialdad de los comensales. Prestos, nos apoyamos en saborear el de cosecha 2003 traído de la Francia. Un sorbete al de mayor edad para la aprobación general, me guiñó el ojo y me anunció que procediera a servirle a los demás. Luego el pollo ligero, la ensalada con eneldo en forma y orégano desmedido: una belleza, y el arroz indomable, incivilizado y salvaje que trajo la vecina. Plato de reyes y en punto. Después galletas de chocolate blanco al jerez y jaleos de fondo por cortesía del Cigala y Casa Limón: ¡cerca del río hay un sendero donde la tarde es caramelo, cerca del río yo me pierdo, me encontraré cuando me encuentre con tu' besoOOOOOoooo'! y olei.
Así, entre risas y lagrimones, entre diretes de gozada insuperable, entre la hermandad fallida de una familia no trunca que pareciera serlo, divertimos a la barriga y dimos rienda suelta al desbozado caballo de la felicidad felicitada. Nos fuimos yendo, de a dos en dos, de a uno, de tres en diez hasta que quedaron ellos solos, ellos dos con su flamenco, con su dry sack, ellos dos a solas, con su lampara de tiffanys y sus muebles rococó, ellos dos, así de hermanos, así de sangre hermanos, hermano él, hermana la madre mía, y luego, entre confesiones y pocos susurros, se dijeron sus mentiras, se mintieron sus verdades. Me quedé alejado pero atento, fumando afuera, tomando gas y agua, imaginando su plática fluída y necesaria, visceral. Salió primero la carta que mi madre le diera al tío en aquel funeral de su cuñada: "a la carta que me mandaste dale su tiempo". "Al tiempo escríbele cartas". "Las cartas quémalas a su debido tiempo".
Después salieron al jardín, a paso lento de la sala; sus ojos denotaban alguna especie de pacto invisible, innombrable. Intercambiamos direcciones cibernautas, me dio un abrazo fuerte, de esos suyos, muy sentidos, y con carraspeos me apretó fuerte la mano: ha sido un gusto 'mano. Ha sido un gusto 'mano, dijo con parsimonia y se alejó de la escena, cabizbajo, sonriente, más tranquilo.
* lamentablemente informada de un sólo lado. Favor de inventarse el resto. Que ría el que se lo sepa.
Así, entre risas y lagrimones, entre diretes de gozada insuperable, entre la hermandad fallida de una familia no trunca que pareciera serlo, divertimos a la barriga y dimos rienda suelta al desbozado caballo de la felicidad felicitada. Nos fuimos yendo, de a dos en dos, de a uno, de tres en diez hasta que quedaron ellos solos, ellos dos con su flamenco, con su dry sack, ellos dos a solas, con su lampara de tiffanys y sus muebles rococó, ellos dos, así de hermanos, así de sangre hermanos, hermano él, hermana la madre mía, y luego, entre confesiones y pocos susurros, se dijeron sus mentiras, se mintieron sus verdades. Me quedé alejado pero atento, fumando afuera, tomando gas y agua, imaginando su plática fluída y necesaria, visceral. Salió primero la carta que mi madre le diera al tío en aquel funeral de su cuñada: "a la carta que me mandaste dale su tiempo". "Al tiempo escríbele cartas". "Las cartas quémalas a su debido tiempo".
Después salieron al jardín, a paso lento de la sala; sus ojos denotaban alguna especie de pacto invisible, innombrable. Intercambiamos direcciones cibernautas, me dio un abrazo fuerte, de esos suyos, muy sentidos, y con carraspeos me apretó fuerte la mano: ha sido un gusto 'mano. Ha sido un gusto 'mano, dijo con parsimonia y se alejó de la escena, cabizbajo, sonriente, más tranquilo.
* lamentablemente informada de un sólo lado. Favor de inventarse el resto. Que ría el que se lo sepa.
lunes, 9 de enero de 2006
¡Maldito el día!
>> Vitoreó mis ánimos de brindar temprano y salimos así del letargo fatídico que provoca el ocio. Nos fuimos de a poco, con una cerveza alemana, con dos mexicanas, con tres tintos chilenos, cuatro blancos italianos malísimos, cinco brandies, seis ronecitos para el mal gusto y siete carcajadas apagadas al saber que ambos buscábamos el amor de la misma dama. Luego nos dimos ocho minutos de silencio y nueve reflexiones calladas que obligaban a una misma conclusión: no medir los momentos de placer a su lado. Por supuesto, jamás supimos quien salió vencedor de aquel reto fortuito. <<
>> Antes habíamos estado en mundos paralelos; ella maldecía lo que, a su parecer, no concordaba con la bondad, yo insistía receloso que no fuera tan egoísta, que cada persona tiene derecho de vivir a su manera y con su tiempo. Las discusiones eran realmente parte de nuestra encrucijada de amor y golpes. Un buen día me dejó sin notas ni explicación. Me quedé perplejo y volvíme un observador misántropo de mi mundito lleno de razones ciegas; como ella, ahora entiendo la complejidad de mi pensar hacia los demás, y como ella, me muerdo las uñas por no poder decirle cuánto la extraño. <<
>> Una tarde de cenizas sin filtro, con dos libritos de bolsillo, café barato descafeinado y jazz de Carmen McRae, me confesó como quien pide sin gana un vaso con agua que ya no me quería, cerré al perseguidor de Cortázar, la miré con queda tristeza y lejanía, fumé anhelante y de tajo dos golpes al macabro cigarrillo que pintaba de amarillo los dedos en pugna, tardé en sacar el humo, noté cómo quemaba mis pulmones, cómo retorcía mi tráquea. Quise alejarme de ahí, o golpear la pared y hacerme daño y sangre. Ella seguía leyendo a su Saramaguito mientras jugaba con la cuchara de su taza. No es cierto amor, me dijo sin mirarme... no dormí muy bien, fue por estar a su lado. <<
>> Me dijo mientras caminábamos a espaldas del sol de invierno: "ayer habló Ramón" ... "dijo que no te dijera pero que se moría de ganas por invitarme una cena en su departamento" ... "¿Ramón? ... ¿y qué más te dijo? - apreté la mandíbula, lleno de impotencia - "nada más, otras cosas, nada más, le dije que te lo iba a platicar y le colgué" ... (...) ... y qué ... nada Juan Carlos, nada, cómo que y qué, pues que no voy ... ¿o quieres que vaya? ... ya ni sé ... pues que actitud la tuya cabrón ... ¿actitud de qué? ... (...) ... (...) ... ¿de q'... (...) actitud de qué Jimena ... <<
>> Camino entonces unos pasos, voy a la dulcería a comprarle sus mentados dulcecitos con anis adentro y me encuentro a Ramón, pidiendo lo mismo. Cortesmente le saludo y le invito un trago. Enseguida alaba mis ánimos de brindar temprano. Vamos a un barecito olvidado de la ciudad que hace años frecuentábamos, y ahí, con algunas risas de anécdota, nos pedimos una chela alemana bien fría. <<
>> Antes habíamos estado en mundos paralelos; ella maldecía lo que, a su parecer, no concordaba con la bondad, yo insistía receloso que no fuera tan egoísta, que cada persona tiene derecho de vivir a su manera y con su tiempo. Las discusiones eran realmente parte de nuestra encrucijada de amor y golpes. Un buen día me dejó sin notas ni explicación. Me quedé perplejo y volvíme un observador misántropo de mi mundito lleno de razones ciegas; como ella, ahora entiendo la complejidad de mi pensar hacia los demás, y como ella, me muerdo las uñas por no poder decirle cuánto la extraño. <<
>> Una tarde de cenizas sin filtro, con dos libritos de bolsillo, café barato descafeinado y jazz de Carmen McRae, me confesó como quien pide sin gana un vaso con agua que ya no me quería, cerré al perseguidor de Cortázar, la miré con queda tristeza y lejanía, fumé anhelante y de tajo dos golpes al macabro cigarrillo que pintaba de amarillo los dedos en pugna, tardé en sacar el humo, noté cómo quemaba mis pulmones, cómo retorcía mi tráquea. Quise alejarme de ahí, o golpear la pared y hacerme daño y sangre. Ella seguía leyendo a su Saramaguito mientras jugaba con la cuchara de su taza. No es cierto amor, me dijo sin mirarme... no dormí muy bien, fue por estar a su lado. <<
>> Me dijo mientras caminábamos a espaldas del sol de invierno: "ayer habló Ramón" ... "dijo que no te dijera pero que se moría de ganas por invitarme una cena en su departamento" ... "¿Ramón? ... ¿y qué más te dijo? - apreté la mandíbula, lleno de impotencia - "nada más, otras cosas, nada más, le dije que te lo iba a platicar y le colgué" ... (...) ... y qué ... nada Juan Carlos, nada, cómo que y qué, pues que no voy ... ¿o quieres que vaya? ... ya ni sé ... pues que actitud la tuya cabrón ... ¿actitud de qué? ... (...) ... (...) ... ¿de q'... (...) actitud de qué Jimena ... <<
>> Camino entonces unos pasos, voy a la dulcería a comprarle sus mentados dulcecitos con anis adentro y me encuentro a Ramón, pidiendo lo mismo. Cortesmente le saludo y le invito un trago. Enseguida alaba mis ánimos de brindar temprano. Vamos a un barecito olvidado de la ciudad que hace años frecuentábamos, y ahí, con algunas risas de anécdota, nos pedimos una chela alemana bien fría. <<
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