> o Embotellamiento
El peatón estuvo ausente ocho meses.
Durante ellos recorrió distintos caminos; unos tangibles, otros etéreos, pero de igual forma caminos. Se sacudió el polvo acumulado y la enigmática pereza que siempre lo rodea al momento de sonreir. Agitó sus manos, suavizó sus dedos con cremas de mandarina y menta, abrazó a extraños, lloró y otorgó disculpas a los disculpados. Pensó en su padre, muerto, frío, lejano cual cielo de invierno... y lo trajo a "vivir" más cerca. Enumeró pasajes de su existencia en función de su productividad. Chantajeó. Renunció a antiguas dictaduras. Renació en el corazón de las calles, en los centros y plazas públicas, en los parques de enamorados besó y fue besado tiernamente por musas de delicado talante. Mató cientos de hormigas y revivió a un niño que se ahogaba. Aprendió a rezar de nuevo, desde cero, como si no entendiése los formularios religiosos y encontró no una, sino múltiples paces efímeras, hechas amigos, hechas mujeres, hechas familia... paces efímeras... hechas... eh... Mintió.
El peatón mintió a sus discípulos con sobrada alevosía y jamás pidió perdón. Así estuvo ausente, sin pedir perdón. Y hoy el peatón, robándole intelecto a la bella cantante Buika, está jodido pero contento, con miedo pero con fuerza, y así planea quedarse largo rato, caminando más despacio, disfrutando sus pisadas, sin interrumpir a la abuela que con inteligente parsimonia avanza sobre la acera. Sin prisa. ¿Cuál es la prisa?.
Así que este transeúnte imagina calles desiertas y pide a gritos, en su soledad, desde su ego, de entre las maltratadas vísceras cardiacas, que se pueblen nuevamente, que iluminen con sus rostros grises y rosados, que estorben, que hagan ruido y piten, pide a los contemporáneos que le cierren el paso, que taladren, que construyan, que destruyan las ciudades, que se vuelvan a dar la mano, que se atraquen sin misericordia, que se accidenten, se rompan y reinventen. Ya así, felices y embotellados, poblaremos otra vez de ordenado caos literario esta civilidad funesta que ahora me abruma...
Habrá que reestrenar la carpeta asfáltica, manos a la obra.
Un abrazo doy a los que estén y un suspiro lanzo a los que no.
Salud, dinero y amor. Buen provecho con ello y hasta pronto.
viernes, 13 de octubre de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentario(s):
Si bien es cierto que el peatón estuvo ausente, tal parece que todavía no pone manos a la obra en la carpeta asfáltica.
Así que déjate de pendejadas y escribe. Escribe para que sigamos vivos, escribe para que Patricio responda como sabe, escribe para que vuelva la sandunga a cantarse, escribe para que nos den las diez y las seis bajo el calor de la barra casera que tantas veces llora con nosotros, escribe para que pueda robarme frases que cambio por los besos de mis musas olvidadas y desconocidas.
Vienen otras cosas, dejamos atrás algunas más, lo de siempre quizá, pero es el momento de que el peatón se suba a los tejados y entonces la luna lo acompañe a vivir para siempre con la gente sencilla...
arturo
Un gusto enorme tener al peaton de regreso en los caminos de la escritura. Un abrazo fuerte hermano.
Enrique.
Órale "cabra de bolones", siempre será un placer, y lo digo saboreándome todas las letras, enterarme de su presencia en esta ciudad virtual.
Reciban un abrazo y un salud!!! bien prolongado y sabroso.
Hasta el amanecer mis queridos hermanos.
Publicar un comentario