miércoles, 16 de noviembre de 2005

El revitalizante sonido de la magia




Inspirado en el poder y éxtasis que me provoca toda música.


Para los citados e innombrados aquí, en cualquiera de las confluencias que se acerquen... les quiero.
Una narración de Juan Carlos Medrano.


Habrá que aprender a mirar de forma diferente, mirar como miramos nosotros, el equipo, los terrestres que alucino, los desafortunados por no tenernos todo el tiempo. Mirarnos sin tapujos como sólo el tiempo que ganamos juntos nos lo dicta. Mirarnos desnudos, a los ojos, al cabello, a las manos, mirarnos un día después, un mes entero, un año mirarnos, saborearnos, comernos vivos y escupirnos luego para renacer cual fénix post-agónico. Mirarnos bajo la óptica universal, bajo el hilo transparente y delgado que pende del foco, del foco cualquiera que hemos aprendido a apagar y a encender del mismo modo, con riñas, con recelos, con incógnitas perdidas que a veces se nos abalanzan para decirnos fuertemente que estamos equivocados. Esto nos gusta, considero siempre el “nos” y así sentirme acogido por todos aquellos bien queridos que a su vez cosechan mis querencias. Por ello les quiero tanto, por ello escriboles sin retortijones ni cólicos a los que me he hecho tan adicto.
Soy Juan Carlos, aficionado a pocas emociones físicas, amante de la música a la que considero medicina confiable en toda ocasión, aventurero de los bares, las botellas y las damas a las que no es necesario hablarles para lograr fortuna. Hablador, soñador, idealista, un poco loco, un tanto tonto, un sin razón, un visceral, un escritor mal pagado, mal formado, dueño de sus ritos y su higiene, príncipe eterno de aquellas que no existen, enamorado profundo del sol cuando cae por mi ventana, enemigo del calor, alternativo en pensamientos, con muchas dudas por venir, 14 canas mensuales, un trabajo fijo- momentáneo que me coloca en una larga lista de seres comunes, dos padres, tres hermanos, cuatro amigos, muchos conocidos afines, un puñado de violines, fotos viejas, nuevas, internacionales. Tres aeropuertos y algunas ciudades. Tengo mis diez dedos de las manos y mis uñas largas en los pies por puro gusto, por dejado, por intelectual frustrado, por filósofo frustrado, por músico roto, por mago sin magia, por descuido en la salud, por eso muchas veces cargo con mis uñas sin afeite, con mi barba negada, con mi bigote esquizofrénico que no haya camino parejo que seguir, con mis dientes chuecos, mi arcada pequeña, mis señuelos donde siempre caigo, con un siglo de debilidades y más de una veintena vivida a la salud propia. Lo tengo todo, no me quejo. Busco siempre una razón uniforme que me convenga y me ato a ella neciamente, sin sinceridad, con ahínco de querer tener siempre la razón. Dios dirá.

“ e imagino muchas veces que mi deber eterno es darle a mis padres un lujo, muchos más de ser posible, un título idiota que me saque de pobre y que nos llene el alma a todos. Canto para ocuparme de ello y termino preocupándome, hay ocasiones en las que, dentro de un baño con Talavera, mientras el shampoo más caro acaricia mi piel y el jabón neutro para los granos repasa mi carita menos redondeada, actualizo mis metas, recorro objetivos, los concluyo, creo nuevos retos, retos dignos, retos interiores”

Le llaman Gerardo al mayor de mis hermanos y mi madre argumenta con sobrado uso de su razón sobrecogedora que debo ser paciente y tolerante con él. No lo soy, en lo absoluto, quizá chocamos por nuestro afán de llamar la atención en cada invitado a nuestras vidas, tal vez por leyes zodiacales, la más, por la bien habida música que aqueja el corazón de los dos, muy distintas, muy semejantes, muy músicas. Es ello. Ahora bien, vale la pena aclarar aquí, sin disturbios ni interrupciones que su gritería me afecta: intolerancia. Su siempre presente alegría en cada acto me ruboriza y paraliza, me hace más pasivo, característica que tengo de sobra, nadie me arrebata el premio, vaya premio. Luego entonces, grita y mi alter ego me apunta con una pistola a la sien dictándome que ría como idiota y sobrelleve el evento: amargura, nuevo “don” que día con día consigo hacer más palpable. Después sobreviene una cara larga por mi parte y empieza a funcionar el detonante. Sin embargo no hay por qué quedarse ahí, hay en él un intrépido sentido de adrenalina que me gusta, que refleja mis más profundas frustraciones. Y existe, por sobre todas las cosas, existe en su interior un duende pequeñito que le aconseja mirar para adentro de vez en cuando, recapitular y dar marcha (con un vapor inagotable) a todos sus sueños. Eso, señores del jurado, eso me reconforta, hace que le quiera con todas las palabras. No vive aquí, mas pertenece en corazón y piel a aquí, a Xico quiero decir, pueblo natal del que tanto hablo en mis pocas parábolas. Gerardo se despierta temprano, balbucea algunos sonidos de ronquera, blasfema siempre antes de que cante el gallo, entra al baño, se ve los ojos rojos, hinchados, adormecidos, merodea por las inmediaciones de una diminuta barba. Mientras se baña, y aún la calle duerme, piensa en los deberes del hombre cotidiano y repasa los quehaceres en fábrica (labora en Clarion, vive en San Juan del Río, Querétaro, pesa... algo normal para su edad y complexión). Sale de la regadera un poco más despierto, entra a su habitación, hay una mujer semidespierta debido al ruido que ocasiona al tropezarse con un zapato olvidado, obviamente vuelve a blasfemar, se dan un beso: Elsa es la mujer que casi duerme y es mi cuñada. Platican un poco de la nada, como si quisieran detener el tiempo. Él sale listo y complacido, de camino a las escaleras que lo conducirán al auto y al seco frío de la mañana, abre la puerta del cuarto de sus hijas Elsa y Cristina, sobrinas mías, les da un beso quedo, muy suave, muy sin sentido, muy con sabor. Nota que se le hace un poco tarde. Mientras maneja sigue viendo esa cuasi barba por el retrovisor, ése, donde los objetos son un poco más grandes de lo que parecen, a la vez que afirma en la mente, ilusionado, seguro y feliz que es un buen padre de familia. Hace algunos meses, tuve una riña con él (la más insigne de todos los tiempos) debido a un exceso de nervios por mi parte y una confusión de pensamientos de su lado. Todo fue un líquido venenoso que como entró, salió. Esa misma noche, los dos bebimos de más, comprendimos lo insignificantes que son nuestras “tragedias” familiares y nos dimos un abrazo donde casi muero asfixiado. No volvimos a hablar del intrascendente asunto, no hay por qué. Nos queremos, nos cuidamos, y a veces, cuando me dejo por cansancio, me gana en el ping pong.

“ tengo la impresión, y debo decir con seguridad que la simpleza en alma sobrelleva a la simpleza en cuerpo y en estado, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo que sueño y lo que hago, el mar y los bosques, la lluvia y el viento, el shakesperiano ser y no ser que atañe a muchos de nosotros, debo citar aquí, aunque nos pese por tener más líneas que leer, un fragmento exquisito de Niko Kazantzakis para introducirme al fantástico mundo celular de otro peculiar alienígena, hermano mío también. Kazantzakis, hacia el final de su novela “Alexis Zorba, el griego” señala benevolente su sentir hacia la vida: “sacó algunas castañas de las brasas, les quitó la cáscara, entrechocamos los vasos; durante largo rato permanecimos allí, bebiendo y masticando sin prisa, como dos grandes conejos, mientras oíamos a la distancia los bramidos del mar. Permanecimos silenciosos junto al brasero hasta muy entrada la noche. Comprendía yo nuevamente qué sencilla y frugal es la felicidad: un vaso de vino, una castaña, un mísero braserillo, el rumor del mar. Nada más”

De voz avasallante y presencia interior, muy transparente en pensamientos, usualmente le llamamos Jorge al segundo de mis hermanos. Sueña todo el tiempo con ver ovnis, quizá espere que su raza no se haya olvidado de él y un buen día regrese a rescatarlo de esta tierra llena de microbios y demás artefactos más complejos que a veces causan recaídas y profundos cambios en su ánimo cotidiano. Sin embargo, cada día me convenzo más de que se adapta con facilidad a las situaciones que este laberinto vivencial le tiene diseñadas. Los cambios climáticos le aquejan a diario, sufre delirios de persecución, se encuentra bien en hábitats naturales y los conglomerados civilizados le provocan una irritación, casi tic, en toda su cara que se retuerce e hincha su piel. Se ha hecho de medicinas alternativas excepcionales pues ha podido cultivar, además de setas, una familia deliciosa y llena de matices con la que pasa mucho tiempo, es hogareño, un poco torpe con sus movimientos y, aunque suene un tanto contradictorio, posee unos reflejos envidiables. Le afecta todo lo que a mí no me afecta y viceversa. Vive con nobleza, aunque de cuando en cuando se de sus lujos y despliegue una muestra de maldad infantil que me atrae de sobremanera. Juega todo el tiempo, quizá su mente sea un juego donde todos somos protagónicos menos él, ahí se equivoca, se lo he dicho, es tan protagónico, que a veces cansa, pero el hace caso omiso al comentario y sigue pensando que el peor de todos los males, si no lo tiene ya, alguna tarde, cuando esté desprevenido entrará en su cuerpo y lo matará. De cualquier forma, esto no lo hace palidecer en ningún momento, ríe mucho, es su antibiótico preferido (y debiera ser el de la humanidad). Cuando se encuentra solo en el espejo y recorre una a una las partes de su cuerpo noto una vanidad de tremenda simpatía. Supongo que de alguien lo heredamos, yo paso, de 24 horas, restando las ocho de mi sueño obligatorio y uniendo los fragmentos, al menos unas dos en el espejo, me encanta verme y sentirme atractivo a la vista de los demás. No con esto digo que él sufre el mismo mal, a lo mejor se trate de una escapatoria al perfeccionismo que debe tener cualquier cuerpo. Sus impulsos tienen la ventaja de ser compatibles en todo momento, hemos aprendido de ellos y nos gusta verle en todo su esplendor, cualesquiera que sean los significados de la frase. Así pues, Jorge va pisando territorios que no imagina, compartiendo siempre su alegría, su molestia o su indiferencia por las referencias que nos unen. Es, y auguro será siempre, motivo de recuerdos infalibles a la humedad en que habitamos todos, recuerdos que conducen siempre a reuniones en alguna ventana frontal de su casa con algo de country para asesinar vasos con cerveza. Leticia es su contraparte amorosa, su amada esposa y compañera de mil batallas libradas y ganadas con la salud de su angelita, hija de algunos años, sobrina inquieta que las más de las veces, saca a relucir y contagia con su risa y comentario. Jorge entonces, juega el rol de devolvernos espontaneidad que muchas veces perdemos por tratar de apegarnos a falsos protocolos de camaradería y hermandad, es una pieza única de secretos mitológicos que noche a noche mata a miles de dragones habitantes de su entorno. Es una Ambrosía de experiencias que aprendo y fijo en mi memoria, un terremoto sin punto medular, sin falla, sin fecha de caducidad, ésa, que busca tanto en los yogures y otro derivados lácteos.

“ una cicatriz no es un disturbio eterno en nuestros cuerpos, ni el lugar al que todos miramos primero cuando conocemos a una persona que la tiene, es sólo una experiencia digna de contarse, incluso de presumirse. Por ello afirmo que con continuidad me ando complicando en banalidades. Sufro ante la oportunidad de saber que sólo yo me saco de ésta, que es la última vez, que qué van a decir cuando se enteren de mis debilidades. Complicado, ése soy yo, un tipo que se interna en querer probar que la gota que derramó el vaso no fue por culpa suya y que avisa que es mejor que estén armados porque para allá van todos sus disparos”

En la vida difícilmente he conocido a mi antítesis en esta clase de lujos, al que para terminar la discusión sólo le falta un empujón de serenidad y con ello todo queda muy claro. Su verdadero nombre es Patricio aunque poco lo usamos, no sé, quizá porque su femenino nos suene a una telefonista cuarentona de no mal ver, misma que no tiene el mínimo de parecido con su realidad en masculino: el tercero de mis hermanos. A Patricio le conocí quizá cuando yo deambulaba sin quehacer por el jardín de nuestro hogar, todo enloquecido por mi notoria falta de imaginación para divertirme, y el ya destinaba muchas horas a la construcción de algún maravilloso artefacto que lo llevaría de viaje por lugares insospechados a los que por supuesto yo quería añadirme como por arte de magia: nada es tan sencillo pequeñuelo, me decía, y sin más, buscaba otro rincón apartado donde no hubiese “insectos” que le molestaran. Pasaron los años, muchos; nuestro carácter se fue forjando por cada una de las rutinas que asimilábamos de pequeños, el mundo, por decir alguna frase hecha, era muy grande en ese entonces y nosotros, un dúo de párvulos parecidos a dos granitos de arena en una playa llena de secretos por compartir y descubrir (pónganle el orden deseado). Patricio así, se ganaba sus experiencias, sus cicatrices, mismas que provocaban envidia de mi parte debido a mi amargura ya sembrada por aquellos tiempos. Fue creciendo y redescubriéndose, encuadrado en un ilimitable universo creador, circunstancia que le llevó a ser un tanto frío y hagamos una pausa; frío, bajo el único sentido de considerar su postura de amante efervescente pro-aventuras con cara seca la mayoría del tiempo para no denotar su entusiasmo; esto quedó atrás y se volvió un mito, una mala fama de persona calculadora que acabará por tener la razón cuando se enraíza una de esas discusiones maravillosas dentro y fuera de la comuna. De pocas palabras, pero majestuoso pensar, ha ido ganando empatía por doquier, simulando males estomacales por su antiguo y vigente comer excesivo, demuestra una fijación espectacular por todo aquello que nos es desconocido: él ya lo vio en alguna otra parte, él ya lo vivió, él ya sabe la respuesta, él se las ingenia y nos gana a todos dejándonos perplejos a la vuelta de la esquina, pues debo aceptar que sabe jugar a las cartas de la vida; se pone un estándar de ganador y es una máquina imparable. Paradigmático, amigo de las causas nobles y el hermano que siempre es bueno tener cerca. Digámoslo con todas las letras, tiene focus, es inteligente y en algunas ocasiones chantajista, pero ello lo tenemos todos; pasamos de una situación a otra y buscamos el bien propio a toda costa, ante esto, no nos queda más que aceptar que somos algo maquiavélicos. Su figura inspira lentitud, su cerebro, rapidez dominante, sus acciones algo de entusiasmo, los hechos que le rodean, resultados. Novel casado con una colega mía por la carrera, de nombre continental y vida serena, América lo consiente y sé con certeza que el acto es mutuo pues Patricio sabe consentir, eso nos une mucho a él, eso y todo el trasfondo que por debajo se mueve al ritmo que desea. Hermano de mil vidas, de corazón abierto, de serenidad inmune a los cambios que nos depara la existencia, vierte siempre gusto especial por pasiones efímeras, hace trueques consigo cuando se aburre y le da la vuelta al mundo portando la bandera de oficios diferentes; constructor de escalas Lodella, tibio ciclista de montaña, pescador paciente en playas singulares, políglota, gastrónomo espectacular del buen gusto y la vida bien, taurófilo pudiente de conocimientos enciclopédicos, esposo amante, viajero incansable por sus sueños y su mundo, emprendedor de las actividades más cotizadas, coleccionista de objetos hogareños que cuenten con tecnología suprema o se destaquen por su rareza excepcional, cálido, malhumorado por la mañanas, mal humorado por las tardes, mal humorado por las noches, roncador de cuerda suelta, filósofo barato, filósofo caro, incomprendido, sabelotodo y en extrema preparación para saber aún más, buen dador de consejos infalibles, amigo de muy pocos, compañero de muchos, ejemplo de algunos, sentimental frustrado, obsesivo, buen anfitrión y lo mejor de todo, si le quitas las escamas y las vísceras antes de comértelo, es un manjar estupendo.

“ decir a veces que lo sientes sin ser sentido, percatarte del desastre y comunicarlo a tiempo, y volver, volver, volver, a cuidar las amistades, el fondo de las botellas, el colchón listo, el programa terminado, a cuidar, por decirlo de algún modo deshonesto, cada una de las cualidades que como humanoides tenemos, procurar al herido si el herido es conocido, sancionar de ser preciso, arcángel miguel, muchos cuentos de las damas venideras, muchos ritos sin ninguna conclusión, mucho amor, mucha patria, mucho incienso, mucha lucha interminable y sesgada, catástrofe, contrario a los límites y de seis amontonadas letras, vivencia infinita del amigo hermano o viceversa”

Cada instante en el viento, un soplo, un ingenio, la verdad sin rodeos, el magnate imaginario que vive con lujos, el exquisito inquilino cinco de toda esta mezcla de pudores. Llamado constantemente Arturo, indicio de peligro al volante, conocedor de sueños, hermano incómodo, nunca agregado cultural, de gusto refinado y apetito ensordecedor, canta mucho, ríe al igual que sus iguales, pero lo hace con gracia, una gracia funesta que a veces nos deja boquiabiertos, de confianza inmediata, poco pelo, algunos granos, ligero de equipaje y rigurosas visitas al dentista, amiguero, compañero, milonguero y seductor seducido por la misma seducción de sus palabras para con ellas. Injustificado en ocasiones, en modales algo extraños, nostálgicos, agresivos, simples, inteligentes. A Arturo le encanta Dios, dice que Sabines boicoteó su pensar y piensa seriamente en revivirlo para amonestarle por su falta grave. De amores pocos y sueños muchos, con casa de soltero y sonido estereofónico, vivo, más vivo que el agua, lento al igual que su íntimo amigo del alma, lento al igual que Patricio. Universal, concluyente en materias inconstantes, blando, bonachón y de mano muy dura en ocasiones, amigo inseparable del brandy, chico que comparte, que enseña a vivir a su manera, que deja abierto el corazón y las ventanas de su casa en espera de la princesa rosa, rota, de la princesa diaria que lo comerá con argucias que sólo él entiende. Balbuceante, pensante, fregativo, imitador de costumbres opulentas, de mirada inquieta y boca astuta que alimenta al desprotegido en su momento y molesta al cínico por las noches, cálido en sus bienvenidas, fiel a sus fieles, voluntad que cambia de un día a otro con facilidad extrema, Arturo se divierte por el planeta como pidiendo a gritos que todos lo hagamos, que sólo se vive una vez, que el infinito no existe, que por qué demonios esperarse hasta mañana, algo impaciente en sus apariencias mas meditabundo por dentro, chiflado eterno de los bares, el pelón que todo mundo quiere y deja entrar a sus hogares, el amigo inigualable que ha sido para mí durante muchos años un hermano con quien jugar, con quien deletrearme paso a paso si alguna depresión me aflige, con quien charlar de la nada y así reinventar el mundo, la sociedad, los elementos, los protocolos, el cerrado a nuevos ritmos, el bohemio que derrama simpatía, el molesto que te irrita cuando menos lo deseas, el antiguo colega de esta casa con recuerdos, al único que mi madre llama por su apodo, y mira que tiene varios, al único que mi padre besaba como si fuese un hijo, al único en quien los cuatro hermanos encuentran como nexo, Arturo conjunción, Arturo de las despedidas y todas las tardes, de la danza, la música, el alcohol, la belleza en los ojos de una dama, la ternura en las muecas de una niña, la simpleza del que nada dice y mucho aprende, el diestro que enfada, la mano que abre el refrigerador ajeno y lo vacía sin excusa, porque así se le permite, porque así se le quiere, porque vierte en cada uno de nosotros una felicidad inmediata, palpable al abrazo del eterno camarada.

“ decidido a alejarme, volví a manosear las coincidencias. Vuelto más fuerte y sin menos estragos, le hablé, casi pude comunicarme, rompí en llanto, peleé, bailé por todo el corredor, soñé que estaba despierto, dije dos palabras, muy extrañas, en algún otro idioma y como poseído, salí a la calle a vender fantasías policromas, llenas de matices, con diferentes precios, con otra mirada, sin pensar en algo, pensando en nada, en la nada más bien, en aquella musa incompetente que terminó siendo mi mejor aliada y así conocí a la muerte, y así conocí el destino, y así, cuenta me di de lo inmediato que es romper las reglas, los modelos, las vigencias”

El gusto es mío, dije con acierto, y lo será para siempre. Él me enseñó que para sonreír sólo hace falta despreocuparse de lo inimaginable, desprenderse, ver los problemas propios como ajenos y después volver a ellos cargados de estrategias para derrotarlos, me enseñó y sigo aprendiendo, entre otras muchas cosas a valorar lo valuable y balancear los sueños tangibles con los que no lo son. Le conocemos por Eduardo y tiene mi edad, tiene la edad del cielo como alguna canción lo cantara, la edad con que se nace y que jamás se olvida, por ello siempre interfiere de buenos modos con su ancho panorama urbano, ilimitado creador, entrelazado en varias artes y en ninguna, logra acoplarse a lo que venga, sin miramientos ubica a su presa, la caza, cocina y degusta con la serenidad del tiempo. Hecho mayor a empujones y de vida nómada, calcina con miradas de piedra, entumece cada músculo para después integrarlo en cualquier ambiente, camuflado detrás de una red de secretos, deambula siempre con la cabeza en alto, es amable con quienes le son empáticos, siempre vigente en pensamiento se ha metido hasta los huesos en mi vida y lo agradezco, amigo de mil humores, de mil amores, con él conocimos el fuego, las damas, el dinero, lo ilegal, lo correcto, el río, las quemaduras, la rasuradora. Conciencia perfecta de los imperfectos, mi conciencia cuando así lo quiero. De pensamientos nobles y posturas que carecen en favores, a veces se le juzga mal, otras tantas se le admite como genio. Llega a la poesía como si de un catador de viejos vinos se tratara, devorador habitual de libros, de costumbres, de modos de hablar, de tornamesas, de lienzos, de objetos oxidados, alacránido con tintes de ave exótica, conocedor del buen café, la buena dama, la compañía sincera, la absoluta calma. Crítico despiadado de las religiones, las instituciones, los colegios, las travesuras. Síntesis idónea para los recuerdos hechos trozos con la cosecha, buscador exhaustivo de lo novedoso, hecho de plástico con burbujas, cantante electrónico de las avenidas, metropolitano, metal con sazón a viejo, enemigo de abaratar los costos por vender más, verdugo en las pesadillas, nadador por periodos, hermano incauto, serio bifocal que emprende la huída cuando es preciso. Eduardo es una pieza de alto valor adquisitivo que conseguí en un almacén de antigüedades pensando que sería el aperitivo perfecto para tan largo viaje. Alguna vez me comentó que hay un tren en nuestras vidas, uno interno que nunca vemos, atravesando vías desiertas y pobladas por miles de habitantes anónimos, en un vagón vamos sentados solos cada uno de nosotros, próxima parada, se sube un compañero, de esos que nos platican hasta el cansancio sobre sus vidas mientras vemos el paisaje por el cristal que recorre los campos floridos, en una hora me bajo, nos dice, y nosotros, inmutados, le ayudamos a recoger sus maletas, subirán muchos más, tantos como permitamos sentar a nuestro lado, pero habrá muy pocos que vayan al mismo destino, que se bajen cuando te bajes, que paguen el mismo boleto de ida y que recorran la vuelta en alguna otra vida. Eduardo es un buen compañero de viaje.

“ entonces le dije, con afán de molestarlo, que no era nadie para criticarme, que se metiera sus comentarios en el bolsillo y siguiera de frente, que me había quitado lo más valioso, mi individualidad, argumenté encolerizado que no le quería ver merodeando por aquí, que los tiempos de paz han terminado, que no era nadie para criticarme, repetí. Él se fijó en mí, caminó despacio, siempre viéndome de frente, meneó su cabeza de un lado a otro, balanceándose sobre el cuello, oyendo con eco mis insultos que no cesaban. ¿terminaste?, preguntó. Me alegra ¿podemos brindar entonces?”

A Enrique le conocí muy niño, un dulce suculento para las garras de los desorientados en hormonas, madera perfecta para el fogón, alimento de todos, protegido por ninguno, con un ojo chueco y dos dientes saltones. No he tenido, ni creo tenerlo nunca más, aquel chispazo de emoción que brotó de nuestros ojos: seremos amigos nos dijimos sin palabras, seguimos siéndolo, hermanos añorados, los únicos en su especie, hermanitos del mismo juego, que pelean por cualquier estupidez, que se contentan si les abren la cerveza, que se entristecen tras la copa, que se apoyan en esencia aunque estén muy lejos, que sufren por los mismos males y que cada noche componen al mundo, lo moldean a su antojo, lo destruyen y reconstruyen en unas cuantas horas, anticapitalista, rojillo, de barba estrecha y mirada ingenua, soñador excesivo, corazón idealista, torpe, rudimentario, con algunos megas en RAM y poca memoria en disco duro, Enrique sabe satisfacer sus apetitos, trabajador insaciable y por ello, buen consejero de rutinas, amigo de los licores de mi pueblo, de los amores sinceros, en busca eterna de la mujer perfecta y biónica, se inmiscuye en los sentidos de los demás, calla si es preciso, habla por hablar, ríe a carcajadas aunque ha confesado sentir nostalgia por la vida, como si no se quisiera dar cuenta de que está muy vivo, conductor eficaz, el más pequeño de la manada. Su meta es enloquecer de riqueza y compartirla con sus más queridos allegados, panbolero aficionado a los equipos más mediocres, defensor de los derechos humanos, altruista, rezongón, mal cantante de rancheras, esquiador profesional. De familia lujosa en sentimientos y anfitrión insuperable, Enrique rodea cada caso perdido y lo vuelve oro puro, sabe dirigirse al horizonte sin perderse en coordenadas y alguna vez voló un papalote pensando que él estaba arriba del todo, liderando la nave de los sueños, hasta que una peligrosa navaja de afeitar cortó su hilo por el descuido. Noviero catastrófico, sadomasoquista en peligro de extinción, hace de su estancia no más que un lindo pasaje digno de recordar en el Cielo, siempre enfermo, claustrofóbico, ágora fóbico, clímaco fóbico, adrenalínico. Ha escalado todas las montañas y en ninguna ha puesto su bandera, de cambios anímicos momentáneos y rubores en las mejillas cuando trata de complacer con pláticas dignas la presencia de una dama-cama. Gigante con escrúpulos baratos, de firme pensar y blando actuar, con lentes rotos, con ojos renovados, con viajes tanto serenos como precipitados, quieto en ocasiones pocas, loco incomprendido en situaciones muchas. Su silueta se aleja, deja marcas imperecederas de coraje, de aventura, de amistad profunda a la que se apega cada que puede, a la que regresa en los inviernos. De mano santa en las cartas y crupier frustrado, Enrique voltea de cuando en cuando a su Dios, le habla con picardías, dice que él le responde de igual manera, le pide cada noche que mañana sea un buen día y así duerme relajado. Es, por escasa referencia, un Apolo de las playas y un Ratoncito Pérez de las grandes avenidas, asesino de insectos y comediante. Caja de Pandora con llaves de resguardo por aquello de los regalos. Libro abierto, somnoliento antifaz para las flores y de modales refinados. Un guardián de todas las puertas, un camino amarillo al que seguir, un aliado de carne y hueso, muy vivo, con todos los placeres y desventuras que aparecen en su vida. Un tipo agradable.

“ teníamos ocho manzanas en el huerto de la granja, no las comeríamos jamás, eran fruto prohibido, manzanas a fin de cuentas, manzana de Adán, de Eva, de la discordia, del desaliento, pero manzanas unidas y confiadas, frutos rojos, con sentimientos propios, con vagos recuerdos de su semilla. Producto infame de la madre naturaleza, sed de los necesitados, manzanas del subsuelo. Una alegre mañana de abril, un niño vecino comió del fruto, jamás se volvió a saber de él “

Amazona, mujer indomable, de peso ligero, algo vanidosa, con tintes de locura esporádica, chica que conciente, que se enfada, que se mofa, chica de aquí y de allá, de los barrios bajos, de las altas esferas, Cynthia es nuestra última invitada. Primera dama, no cree en los amores eternos. Sale siempre a divertirse con amigas guapas que jamás nos presenta, siempre nos trae hombres malignos y misteriosos que algo quieren con la niña, y eso nos molesta, es nuestro estandarte de belleza y a la que nos apegamos todos cuando de mujeres se trata. A veces nos defiende, luego nos acaba, siempre sonríe como despreocupada por su futuro, es noble en la causa y linda de estampa. A Cynthia las cosas como son, no le interesan los protocolos y con constancia sublime habla bien de todos. Le quiero mucho, es mi lado femenino y me conforta si es preciso. Nunca la vemos con morbo, habría que ser sinceros pero... nunca la vemos con morbo, es nuestra eterna virgen, nuestro cuidado excesivo, nuestros celos, nuestros sueños, es la futura inquilina de algunos corazones descorazonados. Hay días que la notamos insegura, como perdida en otro espacio, como no a gusto, pero luego se nos pasa el capricho y ya estamos dándole besos para que note cuánto la queremos. Colega y compañera de Eduardo, Enrique y un servidor, ha sido la amalgama perfecta y el balance deseado para nuestra relación fastuosa, sin ella, probablemente nos despedazaríamos unos contra otros. Cynthia tiene un sueño, tiene muchos, pero uno en particular interesante: quiere ser saxofonista, encuentra en su sonido la magia sensual a la que es tan apegada, quizá lo consiga si empieza ahora, me encantaría algún día ir a sus conciertos, mirar para atrás y ver que estamos hechos de fantasías loables. Sería maravilloso, toda una anécdota para los nietos. Vive en el presente y supera obstáculos muy altos, desea ser pez, o al menos sirena. De amores varios e incógnitas resueltas con el paso de los años, de sentimientos cálidos, con algunos prejuicios y pocas filias, detallista en el mejor de los modos, insondable en cuerpo y alma. Cynthia es una de esas groserías que me alegran la vida, ¿puede una mujer cambiar la mentalidad de un batallón que se encadena para no ser aniquilado?, serenidad entonces. Me gusta verle comer, considero que su metabolismo es mejor que el de cualquier faquir de por aquí, de hecho me gusta ver comer a las personas pero ahora no puedo porque me metí en una conversación mínima acerca de los cadáveres exquisitos, cuánta cosa agradable. Es mi amiga, podemos darnos cuenta, la mejor de pocas. Sutil, sencilla, ya. ¿quién desea ser añadida a la larga lista de damas venideras?. Cuestión de tiempo y espacio, de aceptar otros líderes. De sobresalir menos.

Sucede entonces que los actos más insignificantes son los que me llenan, sucede que soy muy transparente. Quería contarlo todo, quitarme trabas, alucinarlos, para qué más pretextos o conclusiones. Aquí no hablo de vigencia, no la tenemos, somos incaducos, la fiebre de un mundo desquiciado que se ordena bajo otros ideales, el revitalizante sonido de la magia que nos une. Somos familia de encantos, con todos sus errores y benevolencias. Así lo veo yo. Tómenla, les regalo mi mirada. Sólo así trascendemos, sin llevarnos nada a la tumba.

25. abril. 2003.
En memoria de los que ya no están.







6 comentario(s):

Pau dijo...

Sumblime descripción de lo que es tu vida, espero aprender a expresar todas mis ideas y sentimientos en la manera en la que tu lo haces.

Juan Carlos Medrano dijo...

Bienvenido a mi habitación llena de monstruos. "Peatón" pretende sensibilizarme ante el avasallante momento diario de existir... y de pasada, divertirlos con banales anécdotas que den un poquito de calor al alma.
Enhorabuena Raúl, y gracias por leer.
Vuelve cuando gustes.

JC

Tangerine... dijo...

No he leído la tremenda historia que hiciste... pues es muy larga y no tengo tiempo, apenas entré a ver tu blog, pro lo leeré. Sólo quiero decir que esa foto es preciosa... no por tí, si no por la señora de avanzada edad que tiene un gran parecido a tí... por lo cual supongo es algo de tu familia, aparte todos se parecen y eso es muy chistoso. Ya lo sabré cuando la lea...
Cos.

Juan Carlos Medrano dijo...

Cosette: me da gusto que hayas visitado este panteoncito de recuerdos; me dio mucha risa tu comentario sobre la foto, de izquierda a derecha somos la familia medrano barrena a excepción del jefe de la banda pues para cuando se tomó ya había fallecido: izq-der >> gerardo, patricio, mamá (cristina), jorge y juan carlos.
Y sobra decirlo, la foto es bella por mí, eso ni se discute.
Gracias por el comentario y eres bien recibida cuando gustes.

Anónimo dijo...

BUCI!!!
ME ADMIRA DE TU NARRATIVA LOCA, ESO YA TE LO HABIA DICHO, MAS ABRIR TU CORAZON 'AL PUBLICO' ES AUN MAS DIFICIL. SALUDOS A LOS QUE ESTAN ENVUELTOS EN ESTAS LINEAS AMOROSAS Y AFORTUNADOS SEAS POR HABER YA PUESTO SU NOMBRE EN TU CORAZON POETA.

BESOS

VERO VELAZQUEZ

Juan Carlos Medrano dijo...

Jelou Vero: Qué gusto tenerte de visita por estas latitudes virtuales. Espero servir de distractor y bienvenida siempre!!!
Saludos a la familia.