--- Los narcotraficantes de hoy tienen título, algunos maestría, y hasta doctorado poseen los de más alto mando. Así, intrusos de la realidad, maleantes integrales, tienen apodos como "el doctor", "el abogado", "el ingeniero". Esto supone un cambio sustancial dentro de la escena política mexicana; pues a mayor preparación, mayor penetración en los diversos sectores desinformados de nuestra amplísima sociedad. Y así, con supuesto más "iq", las narcoredes expanden su dominio por todo territorio antes controlado. Por fin, drug dealers con sentido común, balaceras pensadas para herir a la menor cantidad de civiles, comercio exterior con teoría y fundamento de causa. ---
°°° Ayer, como mágico insumo invernal, la temporada de ponches fue estrenada en casa con bombo y platillo. Atardecía y enfriaba, de pronto, una tenue melodía sabórica fue impregnando el hogar; jamaica, canela, tejocote y manzana con jengibre iban llegando de a uno, y luego en brutal instinto, todos juntos, ya más fuerte, imperiosa necesidad de acercarse al fuego siempre eterno que emana de las cocinas, de las mujeres y del alcohol. Y ayer también, inauguré por frontal derecho, la doble cubierta de mis pies, calcetín de algodón, medias de lana. Otoño con tinte fuerte de invierno. "A la garganta le entra el frío por los pies", dicen las mujeres sabias de mi pueblo; así que con presteza yo me enfilo al deguste de bebidas calóricas y calentitas plantas. De esta manera lujosa, calmo mi continuo tiritar; mientras lo hago - y debo aclarar que ya el delicado sabor a melaza en mis labios me incita a cosas peores -, recuerdo la hilera aquella de gente sin techo, que un 31 de diciembre, mientras los manjares y las uvas eran deglutidas, se acomodaba dormitando bajo cartones en la plaza central queretana. Todos volteamos la mirada, agachamos un poco el rostro y simultaneamente agradecimos la fortuna. °°°
--- Tengo la costumbre de doblar mi pierna derecha y formar una figura budista de medio loto sobre la silla en la que como; lo hago sin pensar, y al rato llega el cosquilleo que me recuerda el ingrato pasatiempo. Un día lo comenté con mi madre, le dije lo molesto en lo que se estaba convirtiendo. Mi bisabuela, a la que nunca conocí, tenía el mismo impulso... y era una dama de alta sociedad, no crean que un volátil peatón que va sin rumbo fijo, no no, una de esas señoras que comía tostadas con cubiertos. Luego pensé: ¡Qué sinvergüenza es la genética!, mira nada más que saltar tres generaciones para que apareciera el numerito de la pierna no es cosa agraciada. Y ese mismo día con mamá concluimos: ¿y las cosas peores?, ¿y aquel bisabuelito asesino, ladrón, pateta?, ¿boicoteará nuestros sueños de grandeza y caeremos en el irremediable trecho poco amistoso de la vida paria?. De miedo. ---
°°° Un amigo en un bar, entrado en copas, nota la inusual presencia de una bella chica de 18 abriles casi atropellándole la espalda; el amigo pregunta con cautela y con aire etílico: ¿vienes sola? - no, con unos amigos, pero no tenemos mesa... -¿no tienes mesa? - increpa un tanto irreverente y luego exclama con sonrisa de ganador: ¡yo te pongo casa!. La niña dulce huyó con su bandada de pequeñas hormonas sueltas y nosotros reímos sin parar cerca de dos minutos, luego chocamos los vasos en triunfal desahogo. ¡Salud!, dijimos; y bebimos de hidalgo el ron amargo. °°°
martes, 22 de noviembre de 2005
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1 comentario(s):
sí, la historia es verídica y sucedió durante una temporada invernal, años atrás, en "la corte de los milagros" con quique, cynthia, lalo y otros amigos más.
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