>
Cierra esa imagen de lucha.
Abre una nueva de montaña.
Cierra los “detente”, los “no vuelvas”.
Ocúpate un poquito del alma.
Cierra el invierno, las bufandas.
Ármate de intereses nuevos.
Cierra el cielo de octubre.
Pinta un paisaje sonoro sin aves.
Cierra las marañas y los celos.
Unta de bálsamos a tus vientos.
Cierra el ciclo de la noche.
Ponte a correr sin consejos.
Cierra el telón de anfiteatro.
Canta y juzga con el coro griego.
Cierra las ofertas; cómprate algo.
Desamarra los anzuelos.
Cierra tus errores; respira.
Date a los momentos tibios.
Cierra enredaderas y ventanas.
Crece, grita, interrumpe, bosteza.
Mira cómo cierras tus agallas.
Planta bolitas de estambre.
Cierra el baúl de recuerdos.
Consíguete una ciénaga;
ponte a jugar con las ranas.
Cierra la aventura rutinaria.
Diseña un mejor aeroplano.
Cierra la herrumbre y la humedad.
Visita a los amigos; hazte suya.
Cierra el lamento y la otredad.
Apiádate sin censura.
Cierra las tachuelas, las espinas
(o aprende a vivir con amargura).
Cierra los catorces de febrero.
Come chocolates, degusta y cata.
Cierra las manecillas a las doce
(doce de doce del doce);
entonces me abrazas.
Cierra los zaguanes, las cloacas.
Comienza a nadar, come manzanas.
Cierra las fábricas, las calles, los andamios.
Destruye, por favor, esas ramas.
Cierra las muecas y regaña.
Teje tus telas de arena.
Cierra el marcapasos,
Muere conmigo, risueña.
Cierra las diatribas oficiales.
Redáctate un discurso sin debrayes.
Cierra el clamor de las voces inquietas.
Navega, en vez, por los desiertos
que agrandan el espíritu y lo aquietan.
Cierra los buenos modales.
Quiero ver tu desnudez en matorrales.
Cierra, despacio, la puerta.
Duerme a los reptiles; toma la siesta.
Cierra esa ingenua marea.
Pesca mejor cuatro bagres.
Cierra el silencio, los “en serio”.
Camina a tientas sin miedo.
Cierra el paraguas si llueve.
Declámale a la gente;
vuélvela, no objeto, sino remedio.
Cierra las recetas de doctores.
Propón artesanías contra dolores.
Cierra bien tus ojos y detente:
Afuera estoy rezando para que no llores...
(al menos nunca más de mal de amores)
<
miércoles, 29 de octubre de 2008
martes, 28 de octubre de 2008
Catecúmeno con Chistera
> Yo tomé esta foto:
Son, de entre los días y flores, de entre la física y química de los cantores y las melodías, mis dos grandes instantes de comunión musical. Son, dicho de otro modo, los infaltables en mi repertorio existencial.
Y los dos se conocen; los dos han compartido más de una vez la misma mesa y la mirada cómplice, los dos han posado con Castro y a los dos les encanta sentarse a conversar en el tío vivo (carrusel) que tiene Joaquín en su rellanito amarillo sobre Tirso y Libertad. Los dos son asiduos de don Dylan y a los dos les queda bien el sombrero. Los dos son lectores; los dos, cocineros; los dos, cantautores.
Y sin embargo a Silvio no le gusta Vallejo y Joaquín nunca se ha dejado llevar por la lírica asimétrica de Bretch. Y sin embargo a Joaquín lo matas con un buen ron cubano de cosecha veraniega y Silvio está prendado con el Jerez; el de Frontera, el de barril de pino. A Sabina le gustan las mujeres peruanas, Rodríguez prefiere las de San Antonio de los Baños. Joaquín traza sus canciones en primera persona y Silvio… Silvio simplemente, no las traza.
El aprendiz es un irredento de los arreglos cautos y honestos, al idiota debajo del bombín le gustan más las pautas rumberas y olvidadas; lo que Varona y de Diego proclaman. Silvio es ermitaño en homenajes, Sabina asiste a todos los velorios. Don Silvio se ha hecho gordo en 62 años celebrados en noviembre y Joaquinito menos niño en 59 febreros bisiestos.
El cubano es misterioso cuando habla de amor, el de España, un canalla. El que vive en Lavapiés se mofa de las monarquías, el diputado se instala en ideologías. El uno canta al fusil como si flores echara, el otro canta a Madrid como si de damas hablara. Uno juega a los toros con Aute, el otro los ve desde la barrera con Serrat. Me han regalado, los dos (o dicho sea de paso, los cuatro), verdaderos momentos de arte.
...
Silvio encanta a las serpientes, Sabina las besa. Silvio sonríe muy poco, Sabina se la pasa de fiesta. Joaquín también confiesa, Silvio nunca aterriza. Joaquín también divierte, Silvio hace lo que puede. Joaquín también se equivoca, Silvio nunca. Y sin embargo, Joaquín es un maestro y Silvio, discípulo. Joaquín arremete, Silvio convence. Joaquín es disperso, Silvio, olvidadizo. Joaquín escribe sonetos, Silvio, paisajes. Joaquín intenta y se reinventa, Silvio posterga la edad, jugando con cometas. Joaquín es realidad, Silvio, una afrenta. Joaquín es despeinado, Silvio se nos ha quedado calvo.
A Rodríguez le he visto cuatro veces, a Sabina, más de siete (ocho). En los conciertos, el primero es un señor que habla muy poco y se enfada, el segundo también se enfada, no digo que no, ¡pero qué bien disimula… y cómo habla! Silvio me hace llorar con Mariposas cuando anuncia que la dedica al coyote hambriento (Netzahualcóyotl), Sabina hace lo propio cuando me habla de Comala en sus Peces de Ciudad.
Los dos han estado a mi lado muchos años; han dejado se ser simple moda para convertirse en los mejores situados (… y habrá que discutir luego sobre los egos, pero estar así, con lo que tengo, colecciono y conozco, me suena a tarea de labriegos. Sí; también he aprendido a ser honesto). Los dos me desafinan el alma y la garganta, los dos me vuelven vaso largo y con limón que se rompe y re-rompe y revienta cuando proclamo ¡Salud! a los amigos. Los amigos me conocen; sabrán distinguir lo que les digo.
Y estos dos, que no son mis amigos, tienen como testigo a sus discos que ya no me sirven de tanto oírlos. Oírlos y escucharlos; porque también me he dado a los tiempos de encontrar en cada canción, la farsa; en cada letra, el aliento; en sus maneras, mis inventos; en la ducha, el alivio; en el amor, la calma; en el canto, el espejo; en la resaca: ¡cómo ha pasado el tiempo!
///
Quiero corregir:
Sabina me cae muy mal.
A Silvio lo detesto.
///
Trivia: Mencione ejemplos de "una playa sin mar".
Trivia: Dónde es "debajo del cielo, encima del mundo".
PS. Yo no tomé aquella foto. :-(
<
Son, de entre los días y flores, de entre la física y química de los cantores y las melodías, mis dos grandes instantes de comunión musical. Son, dicho de otro modo, los infaltables en mi repertorio existencial.
Y los dos se conocen; los dos han compartido más de una vez la misma mesa y la mirada cómplice, los dos han posado con Castro y a los dos les encanta sentarse a conversar en el tío vivo (carrusel) que tiene Joaquín en su rellanito amarillo sobre Tirso y Libertad. Los dos son asiduos de don Dylan y a los dos les queda bien el sombrero. Los dos son lectores; los dos, cocineros; los dos, cantautores.
Y sin embargo a Silvio no le gusta Vallejo y Joaquín nunca se ha dejado llevar por la lírica asimétrica de Bretch. Y sin embargo a Joaquín lo matas con un buen ron cubano de cosecha veraniega y Silvio está prendado con el Jerez; el de Frontera, el de barril de pino. A Sabina le gustan las mujeres peruanas, Rodríguez prefiere las de San Antonio de los Baños. Joaquín traza sus canciones en primera persona y Silvio… Silvio simplemente, no las traza.
El aprendiz es un irredento de los arreglos cautos y honestos, al idiota debajo del bombín le gustan más las pautas rumberas y olvidadas; lo que Varona y de Diego proclaman. Silvio es ermitaño en homenajes, Sabina asiste a todos los velorios. Don Silvio se ha hecho gordo en 62 años celebrados en noviembre y Joaquinito menos niño en 59 febreros bisiestos.
El cubano es misterioso cuando habla de amor, el de España, un canalla. El que vive en Lavapiés se mofa de las monarquías, el diputado se instala en ideologías. El uno canta al fusil como si flores echara, el otro canta a Madrid como si de damas hablara. Uno juega a los toros con Aute, el otro los ve desde la barrera con Serrat. Me han regalado, los dos (o dicho sea de paso, los cuatro), verdaderos momentos de arte.
...
Silvio encanta a las serpientes, Sabina las besa. Silvio sonríe muy poco, Sabina se la pasa de fiesta. Joaquín también confiesa, Silvio nunca aterriza. Joaquín también divierte, Silvio hace lo que puede. Joaquín también se equivoca, Silvio nunca. Y sin embargo, Joaquín es un maestro y Silvio, discípulo. Joaquín arremete, Silvio convence. Joaquín es disperso, Silvio, olvidadizo. Joaquín escribe sonetos, Silvio, paisajes. Joaquín intenta y se reinventa, Silvio posterga la edad, jugando con cometas. Joaquín es realidad, Silvio, una afrenta. Joaquín es despeinado, Silvio se nos ha quedado calvo.
A Rodríguez le he visto cuatro veces, a Sabina, más de siete (ocho). En los conciertos, el primero es un señor que habla muy poco y se enfada, el segundo también se enfada, no digo que no, ¡pero qué bien disimula… y cómo habla! Silvio me hace llorar con Mariposas cuando anuncia que la dedica al coyote hambriento (Netzahualcóyotl), Sabina hace lo propio cuando me habla de Comala en sus Peces de Ciudad.
Los dos han estado a mi lado muchos años; han dejado se ser simple moda para convertirse en los mejores situados (… y habrá que discutir luego sobre los egos, pero estar así, con lo que tengo, colecciono y conozco, me suena a tarea de labriegos. Sí; también he aprendido a ser honesto). Los dos me desafinan el alma y la garganta, los dos me vuelven vaso largo y con limón que se rompe y re-rompe y revienta cuando proclamo ¡Salud! a los amigos. Los amigos me conocen; sabrán distinguir lo que les digo.
Y estos dos, que no son mis amigos, tienen como testigo a sus discos que ya no me sirven de tanto oírlos. Oírlos y escucharlos; porque también me he dado a los tiempos de encontrar en cada canción, la farsa; en cada letra, el aliento; en sus maneras, mis inventos; en la ducha, el alivio; en el amor, la calma; en el canto, el espejo; en la resaca: ¡cómo ha pasado el tiempo!
///
Quiero corregir:
Sabina me cae muy mal.
A Silvio lo detesto.
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Trivia: Mencione ejemplos de "una playa sin mar".
Trivia: Dónde es "debajo del cielo, encima del mundo".
PS. Yo no tomé aquella foto. :-(
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sábado, 25 de octubre de 2008
Fronda y Farfulleo
>
Cresta y piélago cruzando corduras.
Sal de potasio.
Sortilegio y sitiales.
Coplas de tierra, de chubascos y de miasmas.
Nicho que enclaustra la savia.
Cruz de temblor.
Tono magenta.
Cielo iracundo.
Roble, vainilla, lamento.
Piedra sobre piedra.
Anturio, mirasoles.
Holgada tela blanca al viento.
Rubor incontenible de temores.
Lazo entre los perros y los hombres.
Arde, lame, esculpe, palpa, mimetiza.
Caldo mineral: farfulladora y frondosa.
Enjuaga la tormenta, cosecha y genera.
Oro conferido a los dioses.
Grano de café que inmaculado progresa.
Silbido lejano que ensordece.
Armonía, tapias, artesano.
Ronda de sombra.
Alta pleamar.
Sueño de ovejas.
Luna, miel, terrón de almíbar, epístola, lisonja.
Primavera a caudal de las tonadas longevas.
Vientre taciturno, pies desnudos, dientes frescos.
Antes de siempre, mañana.
Horda madura de abrazos y centellas.
Mártir del tiempo, tirana ensombrecida.
Rauda mariposa negra y nocturna.
Viajera errática sobre sienes plegadas.
Tundra y pensamiento libre.
Agua de cien mil colores.
Viento a favor: ancla, vela, popa, polizón.
Orden de mando: sol y cometa, punta del norte.
Enérgico arbitrio.
Rol de castigado.
Carne al vacío: tronco, pedrada.
Paz azul, onda sonora, rica fortuna.
Grande la compaña, seria la comparsa.
Lacra de pecado.
Indómita, cardumen.
Monstruo meníngeo.
Alba de noche, adagio, heredera.
<
Cresta y piélago cruzando corduras.
Sal de potasio.
Sortilegio y sitiales.
Coplas de tierra, de chubascos y de miasmas.
Nicho que enclaustra la savia.
Cruz de temblor.
Tono magenta.
Cielo iracundo.
Roble, vainilla, lamento.
Piedra sobre piedra.
Anturio, mirasoles.
Holgada tela blanca al viento.
Rubor incontenible de temores.
Lazo entre los perros y los hombres.
Arde, lame, esculpe, palpa, mimetiza.
Caldo mineral: farfulladora y frondosa.
Enjuaga la tormenta, cosecha y genera.
Oro conferido a los dioses.
Grano de café que inmaculado progresa.
Silbido lejano que ensordece.
Armonía, tapias, artesano.
Ronda de sombra.
Alta pleamar.
Sueño de ovejas.
Luna, miel, terrón de almíbar, epístola, lisonja.
Primavera a caudal de las tonadas longevas.
Vientre taciturno, pies desnudos, dientes frescos.
Antes de siempre, mañana.
Horda madura de abrazos y centellas.
Mártir del tiempo, tirana ensombrecida.
Rauda mariposa negra y nocturna.
Viajera errática sobre sienes plegadas.
Tundra y pensamiento libre.
Agua de cien mil colores.
Viento a favor: ancla, vela, popa, polizón.
Orden de mando: sol y cometa, punta del norte.
Enérgico arbitrio.
Rol de castigado.
Carne al vacío: tronco, pedrada.
Paz azul, onda sonora, rica fortuna.
Grande la compaña, seria la comparsa.
Lacra de pecado.
Indómita, cardumen.
Monstruo meníngeo.
Alba de noche, adagio, heredera.
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viernes, 24 de octubre de 2008
La Culpa es del Sol
> Aparentemente...
Urge revisar las agendas: la noción del tiempo es pura denuncia, es… más bien… pretexto neto (natural instinto humano). Si sopesamos lo vivido, perdemos el tiempo y no le dejamos al futuro los justos elementos de incertidumbre y encanto. Si, por la contra, declinamos por “el pasado es pasado” difícilmente entonces vivimos un presente equilibrado y por tanto, carecemos de futuro, de visión, de sueños. Si soñamos (por cierto, si nos atrevemos al sueño) nos convertimos, casi de inmediato en seres idílicos que buscan fortunas sofistas basadas en paisajes de humo.
Sí: el tiempo es quimera de los espacios de existencia más inexplorados. Así, someramente visto, su medición es funcional, quiero decir, entonada en pos de lo correcto e incorrecto, de lo que quiero y proyecto. ¿O hay alguien aquí, en este planeta, que ha podido escarbar en su pasado con miras a alejarlo de su futuro?, ¿hay la sapiencia suficiente en un ser vivo como para depositar tal desmedido afecto en sí mismo?
Y sin embargo, somos tan adictos al pasado que sin discreción alguna, cada segundo de conciencia, es evaluada, incorregiblemente, por un alter-ego que regaña, reprende y malentiende. Lucha de equilibrios, despertar subjetivo de la más elemental presencia de juicio objetivo.
Con qué sentido, con qué tosquedad, le damos al futuro celular de nuestro cuerpo el agua y pan que nos mantiene a flote. Otra vez los inquilinos del alma se apoderan de lo preestablecido, de paradigmas, de dogmas que condenan, de estuches para lápices y producción en serie de pensamientos caducos. “No hay mas allá” (le dijo la tortillera al filósofo); hay más acá, más de adentro hacia afuera, más “déjame cambiarte los parámetros”, más locura transitoria, más dietas, más prejuicios, más medios, más miedos, más modos; modos, maneras, enlaces, cifras que por alguna antigua razón, siguen devolviéndonos al génesis culpable de la existencia misma.
Mejor no mirar. Mejor hacerse güaje; aunque, visto así, dejar pasar los odios es también, hacer de lado a las pasiones. Quitarse kilos de encima es también, dejarle más espacio a los espejos. Comprar nuevos zapatos, vestirse con otros granos y dibujar más sonrisas es también (disculpa esa falla con los nexos que adicionan), es también, insisto, volverse a engañar con los detalles que nos guiña todo el tiempo el tiempo. Y mira nada más: ver amaneceres nos hace sentir más plenos. Qué detalle; cuánta generosidad la del tiempo.
No entendí.
…
Y si probamos, mejor, por ejemplo:
Reflejado amanecer: Celeste Laviani
<
Urge revisar las agendas: la noción del tiempo es pura denuncia, es… más bien… pretexto neto (natural instinto humano). Si sopesamos lo vivido, perdemos el tiempo y no le dejamos al futuro los justos elementos de incertidumbre y encanto. Si, por la contra, declinamos por “el pasado es pasado” difícilmente entonces vivimos un presente equilibrado y por tanto, carecemos de futuro, de visión, de sueños. Si soñamos (por cierto, si nos atrevemos al sueño) nos convertimos, casi de inmediato en seres idílicos que buscan fortunas sofistas basadas en paisajes de humo.
Sí: el tiempo es quimera de los espacios de existencia más inexplorados. Así, someramente visto, su medición es funcional, quiero decir, entonada en pos de lo correcto e incorrecto, de lo que quiero y proyecto. ¿O hay alguien aquí, en este planeta, que ha podido escarbar en su pasado con miras a alejarlo de su futuro?, ¿hay la sapiencia suficiente en un ser vivo como para depositar tal desmedido afecto en sí mismo?
Y sin embargo, somos tan adictos al pasado que sin discreción alguna, cada segundo de conciencia, es evaluada, incorregiblemente, por un alter-ego que regaña, reprende y malentiende. Lucha de equilibrios, despertar subjetivo de la más elemental presencia de juicio objetivo.
Con qué sentido, con qué tosquedad, le damos al futuro celular de nuestro cuerpo el agua y pan que nos mantiene a flote. Otra vez los inquilinos del alma se apoderan de lo preestablecido, de paradigmas, de dogmas que condenan, de estuches para lápices y producción en serie de pensamientos caducos. “No hay mas allá” (le dijo la tortillera al filósofo); hay más acá, más de adentro hacia afuera, más “déjame cambiarte los parámetros”, más locura transitoria, más dietas, más prejuicios, más medios, más miedos, más modos; modos, maneras, enlaces, cifras que por alguna antigua razón, siguen devolviéndonos al génesis culpable de la existencia misma.
Mejor no mirar. Mejor hacerse güaje; aunque, visto así, dejar pasar los odios es también, hacer de lado a las pasiones. Quitarse kilos de encima es también, dejarle más espacio a los espejos. Comprar nuevos zapatos, vestirse con otros granos y dibujar más sonrisas es también (disculpa esa falla con los nexos que adicionan), es también, insisto, volverse a engañar con los detalles que nos guiña todo el tiempo el tiempo. Y mira nada más: ver amaneceres nos hace sentir más plenos. Qué detalle; cuánta generosidad la del tiempo.
No entendí.
…
Y si probamos, mejor, por ejemplo:
Reflejado amanecer: Celeste Laviani
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jueves, 23 de octubre de 2008
martes, 21 de octubre de 2008
Dame la Mano
>
Prefiero dejar la silla en su lugar que moverla y darme golpes por no tolerar su antigua ausencia. Prefiero plantar mandarinos, higueras, ramas de toronjil, abedules. Me ubico mejor en el estado quieto de las cosas que en la fiesta eterna de los cambios ramplones, indignados y antinaturales. Soy fuerte candidato para barrendero real de soles y de nubes. Alzo mis velas ante la incertidumbre de las tardes de octubre, me doy consejos malsanos, me atribuyo lumbres. Hago jirones con mis brazos tétricos. Le doy entusiasmo a la prensa que sólo habla de malhechores. Vivo subterráneo, ajeno a la tarde, a los colores. Muero solo y feliz, con alma de guerrero avejentado y con diez cinturones que me sobran en el armario. Deambulo cada noche por el mismo espacio, la misma esfera de tensiones y luego, en sueños, ¡cómo me doy vuelo con mis bajas pasiones!
Pero a quién que no sea a mí le interesa mi intrépido sentir de vida fugaz y acertijos. Probablemente a escarabajos con alas tornasoladas ¡qué sé yo de mayates!, quizá a dos mapaches; me dicen, incluso, que a veces preguntan por mí los fantasmas de antiguas cigarras que hace veintitantos marzos emergieron de la tierra y se llevaron sin vuelta, mis ganas de horizontes nuevos.
No tengo remedio; soy la elipsis de una vida condenada al crecimiento, el más temprano terremoto que únicamente advierte a las aves agoreras de infierno y a dos o tres compañeros batracios. Miro, con terror, que es tarde; que toda la nieve es alimento frugal para el frío, que cada condecoración de militar gastado, advenedizo de ilusiones ajenas, traidor a la patria so pecado, se me queda mirando cuando la dejo olvidada en el cajón más ordenado de mi prudencia y recato.
Quiero volver a hacer, con el miedo, buenos tratos. Una feliz mañana voy a saludar de mano a la pereza y desayunaré con ella: pan tostado, queso crema (sí señor), cuatro trozos de pera y un litro de agua simple endulzada con polietileno que se me atore en la garganta / … / Quiero decir: a sabiendas de que nunca ayuda, voy a plantarle cara al ocio: con todo y torturas; será mejor así (más de mártir pordiosero). ¡Por Dios, ayuda, que estoy perdiendo mi aliento!
Y que se sepa otra cosa: no dejaré que me toque ni el viento.
Me alegrarán cada noche todas las guerras que en vivo transmitan, masacraré costumbres con ojos brillantes y contentos, ensancharé las aldeas para que todas encuentren martirio y allí me uniré a alguna graciosa tragedia de esas que por sí solas hablan, cuando hablar les conviene más que callar. Seré, por vida propia y derecho ajeno, el quita suelos de los pobres y el roedor más exquisito de las puertas carcomidas, ya, por mis colegas de antaño. Será una orgía de sabores, lo juro aquí: aquel día, si queda tiempo (ya lo firmo en adjunto), no me voy a arrepentir ni voy a vestir el sudario.
Y luego que el mundo por fin quede a mis anchas, me curaré en salud; brindaré con cucarachas. Será bueno saberme ad-aeternis et infinitum, no vaga materia, no nada más madera, sino además gentil incendiario.
¿Lo que me sobreviva?, que se me quede mirando.
Seriamente pienso apagar cada brillo de los misterios humanos.
///
A ver, a ver:
< Roger Waters - What God Wants, Part 1 >
Criatura abisal: Mikel Nai
<
Prefiero dejar la silla en su lugar que moverla y darme golpes por no tolerar su antigua ausencia. Prefiero plantar mandarinos, higueras, ramas de toronjil, abedules. Me ubico mejor en el estado quieto de las cosas que en la fiesta eterna de los cambios ramplones, indignados y antinaturales. Soy fuerte candidato para barrendero real de soles y de nubes. Alzo mis velas ante la incertidumbre de las tardes de octubre, me doy consejos malsanos, me atribuyo lumbres. Hago jirones con mis brazos tétricos. Le doy entusiasmo a la prensa que sólo habla de malhechores. Vivo subterráneo, ajeno a la tarde, a los colores. Muero solo y feliz, con alma de guerrero avejentado y con diez cinturones que me sobran en el armario. Deambulo cada noche por el mismo espacio, la misma esfera de tensiones y luego, en sueños, ¡cómo me doy vuelo con mis bajas pasiones!
Pero a quién que no sea a mí le interesa mi intrépido sentir de vida fugaz y acertijos. Probablemente a escarabajos con alas tornasoladas ¡qué sé yo de mayates!, quizá a dos mapaches; me dicen, incluso, que a veces preguntan por mí los fantasmas de antiguas cigarras que hace veintitantos marzos emergieron de la tierra y se llevaron sin vuelta, mis ganas de horizontes nuevos.
No tengo remedio; soy la elipsis de una vida condenada al crecimiento, el más temprano terremoto que únicamente advierte a las aves agoreras de infierno y a dos o tres compañeros batracios. Miro, con terror, que es tarde; que toda la nieve es alimento frugal para el frío, que cada condecoración de militar gastado, advenedizo de ilusiones ajenas, traidor a la patria so pecado, se me queda mirando cuando la dejo olvidada en el cajón más ordenado de mi prudencia y recato.
Quiero volver a hacer, con el miedo, buenos tratos. Una feliz mañana voy a saludar de mano a la pereza y desayunaré con ella: pan tostado, queso crema (sí señor), cuatro trozos de pera y un litro de agua simple endulzada con polietileno que se me atore en la garganta / … / Quiero decir: a sabiendas de que nunca ayuda, voy a plantarle cara al ocio: con todo y torturas; será mejor así (más de mártir pordiosero). ¡Por Dios, ayuda, que estoy perdiendo mi aliento!
Y que se sepa otra cosa: no dejaré que me toque ni el viento.
Me alegrarán cada noche todas las guerras que en vivo transmitan, masacraré costumbres con ojos brillantes y contentos, ensancharé las aldeas para que todas encuentren martirio y allí me uniré a alguna graciosa tragedia de esas que por sí solas hablan, cuando hablar les conviene más que callar. Seré, por vida propia y derecho ajeno, el quita suelos de los pobres y el roedor más exquisito de las puertas carcomidas, ya, por mis colegas de antaño. Será una orgía de sabores, lo juro aquí: aquel día, si queda tiempo (ya lo firmo en adjunto), no me voy a arrepentir ni voy a vestir el sudario.
Y luego que el mundo por fin quede a mis anchas, me curaré en salud; brindaré con cucarachas. Será bueno saberme ad-aeternis et infinitum, no vaga materia, no nada más madera, sino además gentil incendiario.
¿Lo que me sobreviva?, que se me quede mirando.
Seriamente pienso apagar cada brillo de los misterios humanos.
///
A ver, a ver:
< Roger Waters - What God Wants, Part 1 >
Criatura abisal: Mikel Nai
<
viernes, 17 de octubre de 2008
Cruce de Caminos 10/n
>
1.
No lo sabía, pero siento afición por los museos que en la muerte encuentran concepto (según mis investigaciones, en el mundo sólo hay uno y está en este país). De alguna valiente manera he decidido, al fin, que sí; que un día moriré sin remedio, dejando tantas cosas en el tintero. Sin embargo, no será tan malo; pocos días antes, me convertiré en fiel seguidor de la Iglesia de la Luz del Mundo y aceptaré cabalmente los criterios sobrehumanos de la reencarnación.
Me intriga saberme materializado en algo más: ¿uva, lombriz, tigre albino, paracaidista, monja?
2.
Hace más de un mes ocurrió un asesinato en casa; el victimario dejó los rastros esparcidos por todo el corredor. Desde entonces no concilio el sueño a mi modo y veo sangre en todos los noticiarios.
3.
Una nube enfurecida se posó en la montaña más bonita de mis cercanas redundancias de escritor embrutecido.
4.
Qué detalle, qué gesto de urbanidad (como canta Joan Manuel); eso de entregar flores a un sínodo luego de exámenes profesionales está creando nuevas turbas fashionistas que, gozosas, asisten a esta clase de eventos académicos; sobretodo cuando el jurado está integrado por puros hombres…
Y desde cuándo las flores son patrimonio de algún género.
Pedazo de idiota.
5.
Éste (y no se engañe) es el único disfrute de levantarse todos los días a las cinco de la mañana:
6.
Creo firmemente en la existencia de un mundo donde los cínicos seamos favorecidos por los adictos a la comedia.
Caso de estudio: Felipe Ferra Gómez.
(Thx Pat!)
///
¡No hagan iris!
Paguen a sus muertos.
Buena tarde caminantes.
¡Y un saludo a Ursula Tania Estrada López,
alias "La Malandra"!
¡¡¡ Blaralabrabababrá !!!
<
1.
No lo sabía, pero siento afición por los museos que en la muerte encuentran concepto (según mis investigaciones, en el mundo sólo hay uno y está en este país). De alguna valiente manera he decidido, al fin, que sí; que un día moriré sin remedio, dejando tantas cosas en el tintero. Sin embargo, no será tan malo; pocos días antes, me convertiré en fiel seguidor de la Iglesia de la Luz del Mundo y aceptaré cabalmente los criterios sobrehumanos de la reencarnación.
Me intriga saberme materializado en algo más: ¿uva, lombriz, tigre albino, paracaidista, monja?
2.
Hace más de un mes ocurrió un asesinato en casa; el victimario dejó los rastros esparcidos por todo el corredor. Desde entonces no concilio el sueño a mi modo y veo sangre en todos los noticiarios.
3.
Una nube enfurecida se posó en la montaña más bonita de mis cercanas redundancias de escritor embrutecido.
4.
Qué detalle, qué gesto de urbanidad (como canta Joan Manuel); eso de entregar flores a un sínodo luego de exámenes profesionales está creando nuevas turbas fashionistas que, gozosas, asisten a esta clase de eventos académicos; sobretodo cuando el jurado está integrado por puros hombres…
Y desde cuándo las flores son patrimonio de algún género.
Pedazo de idiota.
5.
Éste (y no se engañe) es el único disfrute de levantarse todos los días a las cinco de la mañana:
6.
Creo firmemente en la existencia de un mundo donde los cínicos seamos favorecidos por los adictos a la comedia.
Caso de estudio: Felipe Ferra Gómez.
(Thx Pat!)
///
¡No hagan iris!
Paguen a sus muertos.
Buena tarde caminantes.
¡Y un saludo a Ursula Tania Estrada López,
alias "La Malandra"!
¡¡¡ Blaralabrabababrá !!!
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martes, 14 de octubre de 2008
Que Tal y Cual...
> ¡Ése mero soy!
Para leer la nota aclaratoria,
amplíe la imagen que a continuación se muestra:
I.
Las cartas marcadas siempre me han parecido una suerte elegante de estafa. Escenario para posibles trifulcas, prejuicios contra el corrupto, obvias cicatrices en el as de corazones. Aunque por ellas ganemos la partida, quedará contra nosotros la batalla perdida.
Sin embargo, todos aprendemos a usarlas. Aquí no hay quien lo niegue; aprendemos de la herida, por nombrar algo, la razón; del proverbio, la balanza; de la vida, un carajo. A mí me gusta recurrir a los ases marcados cuando la tarde es calma y olvido, cuando mi silueta se pierde en esa estúpida noción del cambio errante de los seres humanos.
¿Ejemplo de cartas marcadas?, las preferencias, los insondables mecanismos de defensa contra el exceso de luz, contra la maldad a cuestas de la sociedad que enhiesta, se desbarata y recompone. Mis ases marcados ponderan el score de la existencia al nivel que se me antoje; a favor de lo bueno o lo malo, quizá; de lo bonito o lo feo; del “aquí estoy plantado”, del “no me olvides”, del “ése mero soy”.
Al fin y al cabo, es mi casa y la maraña que sólo yo habito. Es mi ropa sucia y mi jardín mejor cuidado. Es mi “sí pero no”, mi “mañana es domingo”, mi muladar particular, mi plato con cerezas. Ése mero soy, y a ése nunca olvido. ¿Ególatra?, eso es poco, mis queridos, yo más bien diría: universal.
Todo a cuento (y licuado) gracias a la bitácora de Carmen; mujer de caldos lentos y sabores bien cocidos que hace algunas tardes me instó, en masculino singular, a deambular por algunos de mis más obscuros recovecos.
(Aquí te lo dejo Carmen,
y aquí a los demás, me les ofrezco.)
II.
No tolero la falta de respeto.
Allí es donde englobo la gran parte de mis odios.
Pero no me gusta el odio.
Allí me contradigo.
No trato con el insensible;
Ni con el sociópata, ni con el frívolo.
Ni me gustan tantos días sin ella,
Ni la indiferencia, ni el olvido.
¡Sea usted más preciso, don Peatón!
Preciso decirle algo:
Tampoco me fío de las prisas,
Ni de los atajos.
¿Algún estándar del no?
La mentira.
La pornografía infantil.
La basura que se encima.
La pobreza en todos sus niveles.
La falta de vergüenza.
La pereza.
El ensimismamiento necio.
La cordura científica.
La cerrazón religiosa.
Los extremos.
La indiferencia.
El calor desmedido.
¡Las vísceras!
Los “si tan sólo hubiera…”
Los “gracias, no” con sonrisa.
Las pistolas.
El reguetón y Michael Jackson.
El populismo.
La estadística sesgada.
La pancita de las resacas.
Las pollas con esencia de vainilla.
El tráfico.
Lo inútil.
El dolor.
Que se me muera la gente que quiero.
La rutina sin sol.
Los finales sin final.
El “no se pudo”, el “ya merito”.
Las palabras mal empleadas.
La conjugación del subjuntivo.
Los ideales quebrantados.
Las promesas incumplidas.
AMLO, Chávez, Junior Bush.
Mancharme la ropa.
Perder al ping pong.
La absurda culpa.
La apatía a lo nuevo.
El desencanto.
No poder volar con alas propias.
La indecisión.
La ruina.
III.
Pero me gusta valorar lo vivido:
Las dimensiones justas
que me brinda la experiencia.
Me encanta ser hombre
y sentirme amado,
y así amar:
equilibrado, loco, desorganizado;
un total desastre de goces elevados.
¡Casi no pide nada, don Peatón!
Pido, por ejemplo,
que se quede callado
y recuerde lo del respeto.
¿Algún estándar del sí?
Mi optimismo.
Mi falta de rencores.
Mi fortuna en alma y pensamiento.
Mi seguridad.
Mis amores:
Cristina, Gerardo, Jorge, Patricio,
Enrique, Eduardo, Cynthia, Arturo,
Elsa, América, Leticia, Rodolfo,
Teté y la bruja, Pet, Pingüino y Totopo.
Y por arriba del sol,
Ursula Tania, a quien amo con arrojo.
¡Sí, señor!, con estos nombres, mucho ojo.
¿Algo más?
Cómo no, con tanto gusto:
Revise, por favor, mi perfil.
Póngase a leer al sibarita.
Si le quedan dudas, me llama.
...
Viñeta: Tute
<
Para leer la nota aclaratoria,
amplíe la imagen que a continuación se muestra:
I.
Las cartas marcadas siempre me han parecido una suerte elegante de estafa. Escenario para posibles trifulcas, prejuicios contra el corrupto, obvias cicatrices en el as de corazones. Aunque por ellas ganemos la partida, quedará contra nosotros la batalla perdida.
Sin embargo, todos aprendemos a usarlas. Aquí no hay quien lo niegue; aprendemos de la herida, por nombrar algo, la razón; del proverbio, la balanza; de la vida, un carajo. A mí me gusta recurrir a los ases marcados cuando la tarde es calma y olvido, cuando mi silueta se pierde en esa estúpida noción del cambio errante de los seres humanos.
¿Ejemplo de cartas marcadas?, las preferencias, los insondables mecanismos de defensa contra el exceso de luz, contra la maldad a cuestas de la sociedad que enhiesta, se desbarata y recompone. Mis ases marcados ponderan el score de la existencia al nivel que se me antoje; a favor de lo bueno o lo malo, quizá; de lo bonito o lo feo; del “aquí estoy plantado”, del “no me olvides”, del “ése mero soy”.
Al fin y al cabo, es mi casa y la maraña que sólo yo habito. Es mi ropa sucia y mi jardín mejor cuidado. Es mi “sí pero no”, mi “mañana es domingo”, mi muladar particular, mi plato con cerezas. Ése mero soy, y a ése nunca olvido. ¿Ególatra?, eso es poco, mis queridos, yo más bien diría: universal.
Todo a cuento (y licuado) gracias a la bitácora de Carmen; mujer de caldos lentos y sabores bien cocidos que hace algunas tardes me instó, en masculino singular, a deambular por algunos de mis más obscuros recovecos.
(Aquí te lo dejo Carmen,
y aquí a los demás, me les ofrezco.)
II.
No tolero la falta de respeto.
Allí es donde englobo la gran parte de mis odios.
Pero no me gusta el odio.
Allí me contradigo.
No trato con el insensible;
Ni con el sociópata, ni con el frívolo.
Ni me gustan tantos días sin ella,
Ni la indiferencia, ni el olvido.
¡Sea usted más preciso, don Peatón!
Preciso decirle algo:
Tampoco me fío de las prisas,
Ni de los atajos.
¿Algún estándar del no?
La mentira.
La pornografía infantil.
La basura que se encima.
La pobreza en todos sus niveles.
La falta de vergüenza.
La pereza.
El ensimismamiento necio.
La cordura científica.
La cerrazón religiosa.
Los extremos.
La indiferencia.
El calor desmedido.
¡Las vísceras!
Los “si tan sólo hubiera…”
Los “gracias, no” con sonrisa.
Las pistolas.
El reguetón y Michael Jackson.
El populismo.
La estadística sesgada.
La pancita de las resacas.
Las pollas con esencia de vainilla.
El tráfico.
Lo inútil.
El dolor.
Que se me muera la gente que quiero.
La rutina sin sol.
Los finales sin final.
El “no se pudo”, el “ya merito”.
Las palabras mal empleadas.
La conjugación del subjuntivo.
Los ideales quebrantados.
Las promesas incumplidas.
AMLO, Chávez, Junior Bush.
Mancharme la ropa.
Perder al ping pong.
La absurda culpa.
La apatía a lo nuevo.
El desencanto.
No poder volar con alas propias.
La indecisión.
La ruina.
III.
Pero me gusta valorar lo vivido:
Las dimensiones justas
que me brinda la experiencia.
Me encanta ser hombre
y sentirme amado,
y así amar:
equilibrado, loco, desorganizado;
un total desastre de goces elevados.
¡Casi no pide nada, don Peatón!
Pido, por ejemplo,
que se quede callado
y recuerde lo del respeto.
¿Algún estándar del sí?
Mi optimismo.
Mi falta de rencores.
Mi fortuna en alma y pensamiento.
Mi seguridad.
Mis amores:
Cristina, Gerardo, Jorge, Patricio,
Enrique, Eduardo, Cynthia, Arturo,
Elsa, América, Leticia, Rodolfo,
Teté y la bruja, Pet, Pingüino y Totopo.
Y por arriba del sol,
Ursula Tania, a quien amo con arrojo.
¡Sí, señor!, con estos nombres, mucho ojo.
¿Algo más?
Cómo no, con tanto gusto:
Revise, por favor, mi perfil.
Póngase a leer al sibarita.
Si le quedan dudas, me llama.
...
Viñeta: Tute
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