> Para Arturo
Caía la noche y era tiempo de acomodarse en la cabeza tantos paisajes de frontera, de aire y mar y polvo. De Marruecos ya lejano, de sus albercas abultadas con gente de dinero sucio, de sus plazas y sus callejas, de todas las motocicletas maniobradas por ovejas y cabras. Había que acomodarse todo eso muy bien. Entonces caminamos, ¡dichosa medicina!, lentamente y por ratos caminamos las calles del centro; absortos observamos la noche, el fuego, la sangría, los ritos madrileños, las minifaldas de Ciudad Real, los gestos del cómplice emigrante; miramos con desdén a los tristes y nos bebimos luego, de un trago largo y fijo -que apenas dejaba caer cerveza por nuestras barbas- todas las Cruzcampo del olvido, la Mahou calentita, el mosto de la primera temporada y el recuerdo de una sidrinha con sardinas anteriormente degustada. ¿Recuerdas los Llagares?, ¡y la niña aquella que me bailó ensombrecida en el Círculo del Arte!, dime que has olvidado el aire ligero de los Picos y la rígida aduana en los Nuevos Ministerios.
He encontrado nuevas maneras de envenenarme. No necesito volar ni estar dormido.
Caía la noche y era tiempo de acomodarse en la cabeza tantos kilómetros. Habíamos vuelto preñados de regalos y bisutería. Éramos seres livianos que con ojeras se reían de su destino. ¡Tó ‘stá mu’ caro caballero!, decíamos, ¡como pa’ volverse locus!, gritábamos. No era cierto: lo único tangible y verdaderamente real (REAL con mayúsculas, caballero) era el humo que tibio emergía de la puerta de cristal: guardiana incorrupta del Café Central.
Y allá, casi obligado, me llevaste a ver a Krahe… (tú dices que casi obligado, yo digo que a tomar por culo tus dichos). Don Javier Krahe y toda su Banda se presentaban otro invierno en el mismo sitio, con la misma gente y con nuevo disco bajo el brazo… /// Corte de electricidad /// (¿Por qué no mejor me pongo a contarte lo que fue y dejo para otro día los destellos baratos de literatura?, ¿estamos?, ¿todos de acuerdo? Allá voy entonces.)
El cartel sin muchas pretensiones anunciaba con plumón y gala de trasnochados al mítico y poliadjetivado Krahe. Tus ojos brillaron, lo noté sin necesidad de encender cigarros. Así que a rastras me llevaste de vuelta al hostal, tuve -¡maldita la noche!- que ducharme con agua helada, tuve -¡catxo ‘e maricón!- que aplicar un recorte a las mejillas, cortarme todas las uñas y pedir prestado de tu perfume, abrocharme ¡tu penúltima camisa limpia! y abrigar mi alma con el mismo suéter negro que hoy ya goza de pensión y jardines.
Céleres volvimos a la calle, andamos el corredor de las esmeraldas y boquiabiertos por su belleza no pudimos sonreírles a las guiris que coquetas se abrazaban en la fachada del Joy Eslava. De nueva cuenta subimos la pendiente paralela a Sol y casi sin aire llegamos por fin a la plazuela de Tirso; iluminada con adornos navideños y niños felices por la inminente llegada de Papá Noel. Era 19 y también diciembre, era que el azar se nos puso guapo y brindó con el destino por nuestra efímera dicha. Era vivir como maños y reír a la xiqueña. Era más, eran pasadas las diez y caía la noche, y era tiempo también de acomodarse en la cabeza tantas montañas y desiertos.
< Jorge Cari Jazz Quartet desde el Café Central >
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martes, 13 de mayo de 2008
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3 comentario(s):
Ok... esto pretende ser un colectivo... varios comentarios en uno:
* Que lindo esto de tener buenos amigos... que mejor... que chulo es tener hermanos... que retechulo es quereles tanto...
*Saldremos a la Lluvia... muy bien... Excelentes líneas... que buena 'reseña' del Cd...
*Futuro Perfecto Simple del Verbo Olvidar... esto mijito... esto te quedó simplemente bello!!...
Gracias por los comentarios...
Aneh!!
Que dicha vivirlo, que momentos, y me imagino, sin lugar a equivocarme un "pinche estupido, ya vas a empezar con tus chingaderas, voy a ver a Krahe te interese o no, contigo o sin ti" abrumando el cerebro del buen regordete con cara de gruñon a quien estan dedicadas estas lineas.
De paso un abrazo para ambos, uno porque no para de escribir y el otro porque ya paró... las aguas siempre vuelven a su curso, por mas escabroso y serpenteante que este sea. Ni yo entendí, en fin, los espero por el puerto para ir a comernos unos chipirones y un lechal, que mas allá de que no sea como el de las europas, si compite de buena manera. El lugar precisamente se llama el Llagar.
Saludos, abrazos, besos.
Acepto. Eso de los chipirones y lechal en el llagar del puerto que dice el puertos.
Pues si mi querido bucixi, que noche esa del Krahe, de los chupes, del gastón, del cigala, de la frase esa: ¡Juan Carlos, pero que jodido estás¡
Enormes recuerdos se asoman al balcón de mi memoria en ese Madrid nocturno, en ese café central y con esa banda de desconocidos, que ya nunca lo serán.
Organizate un próximo viaje... esta vez prometo ser más cuidadoso en el metro, no dormirme en la paella, no subirme a los juegos infantiles y ceder el paso a las señoras de cincuenta años.
arturo
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