martes, 27 de mayo de 2008

De muy buen ver

> A Carmen Paris, Paul Gauguin y Marisol Ventura.



El domingo pasado hubo pelea con Marisol. Me ladró que nunca le chuleaba sus tetas; las nuevas. Dije yo, desconsolado, que el amor no se mide por volumen ni tiene sensores lácteos. Le dije, yo, desconsolado, que la vida no es mirar pa’bajo sino voltear pa’lante. Entonces ella con pudor, porque lo tiene, removió (vaya verbo) su blusa blanca, se quitó el sostén y sus ganas de enseñármelas: sus tetas, las nuevas; y es que damas y caballeros comprendan que somos amigos desde…

Hace cuatro años (más o menos) que le vengo ofreciendo mis encantos de chico tierno, enamorado de la vida, viajero incansable de las montañas, vividor de cuando en vez, alpinista de sueños terrenales, catador de toda cosecha Pinot, nariz de Channel, etcétera. Cosas así. Bien mentidas, bien fundamentadas. Y ni así; Marisol simplemente no se fija en mí, no tiene la menor intención de hacerlo; ni le parezco lo arriba mencionado ni mucho menos, casi por nada en el mundo (entrecomíllenme ese casi), cedería a mi sed de lujuria veraniega. Es… no es que yo sea un tipo lujurioso en el verano; entiéndase más bien como un…a especie de… piropo, que me hago.

Luego la vida nos ha puesto muchas trampas y hemos llegado a conocernos bien, supongo. Ella dice que sí y para qué contradecirla. El caso aquí no es ése. El caso aquí (señores, señoras o viceversa y al revés saroñes y seroñes) haya su hoyo negro en una fijación de antaño que Mari guarda por sus senos. No sé bien cómo está el asunto: parece que un ex novio que tuvo a mal conseguirse en la facultad de Economía la llenó de ego, infló sus pestañas y le convenció de operarse las mamas; un poquito, cosa de nada: quizá cuestión de alzarlas y revitalizar así los ejes de la mirada varonil. Es sencillo. Cuando ella lo platica sí que se enoja y despotrica contra el tipo – por cierto hoy lo vi con una chica bastante plana, de adelante y por atrás – y… no…. no, no, no, no, no, por favor, seguramente están pensando que (¡ya sé, lo que están pensando es que esta entrada debiera ser escrita, en principio, por una dama y no por un indecente y veraniego joven lujurioso de pueblo y, quizá tengan razón, tal vez no, pero, digo quizá porque una mujer sabría explicarse mejor en esto de los deseos por aumentar la copa)… no, y… tampoco soy sexista, o sea, sí, en ese aspecto que antes mencioné con desatino pero bueno, ya está, el… asunto de hablar genéricamente, miren, no, el…sí, miren mejor, vamos a discutirlo viéndonos las caras. Y no sería discusión, más bien, conversación, intercambio libre de conceptos; es más, pongámonos un buen día conceptuales, yo invito lo que tomen –n.r.d.a., as usual-, me gusta el concepto que encierra est…el…rollo conceptual ¿no?

Es… bastante interesante (eso del…del, del, del, del pleonasmo no es por dejadez de revisar el texto una vez terminado ¿oquei?). Oquei. OK, fíjense bien: viene de la segunda… segunda, primera… de la segunda guerra mundial (que se escribe con mayúscula inicial pero un escritor que no recuerdo dice que no es bueno poner a las guerras con mayúsculas, o a los dioses… Dios, Guerra, ¡ya está!; rota la maldición, seguimos), y sí, lo corroboré hace algún tiempo: son las claves, los códigos militares para informar en base que no hay bajas, que no hubo tiroteados pues: O Killed, Zero Killed. Algo así, no me crean mucho.

¿Y a Marisol dónde la puse? (cual, jaja, cual llavero). Odio escribir jajás; es oficial: Juan Carlos odia escribir jajás, pero era necesario, lleva el ritmo, rompe el ambiente, funciona en estas bitácoras. Creo que debiera empezar a redactar, y lo digo en serio, digo, como todo, a redactar sin pensar mucho en ustedes. Y me es difícil concentrarme pensando todo el tiempo en ustedes: pierdo a Marisol, pierdo a mis mujeres queridas, no sé dónde las dejo, no sé dónde dejé a Marisol, de hecho. Voy a releer.

Ya está.
Ya la encontré.

Y fue el estúpido ése, su ex: me acordé de la nueva niña de sus ojos, la plana, y me fui. Pido una disculpa. ¿O es ofrezco una disculpa?, mi educación no es tridimensional como muchos creen, es todo lo contrario, es como de criterio de vacas. Otro buen tema que discutiríamos viéndonos a los ojos mientras yo invito los tragos. Que no se olvide. ¡Que nunca se olviden las promesas!, alguien dijo eso cuando yo era un niño: mi papá o la monja que me enseñó higiene personal en primer grado. Espero, de verdad, que ya no sigan enseñando higiene personal las monjas.

Y, bueno, ya la encontré. El domingo hubo pelea, como saben, y no acabó muy bien. Ninguna pelea acaba bien: siempre está el rito de la reconciliación y el remordimiento y el rencor y los golpes y los intentos de asesinato. Ninguna acaba bien. Pero ésta, sin embargo, provocó en mi materia gris, cada día más escasa, ponerme a escuchar una canción olvidada de Carmen Paris (oleis y palmas para la aragonesa) que sintetiza mis deseos hacia la incauta Marisol.

Es un rap-chotis-jota-bolero-pop titulado: “de muy buen ver”. Aquí se lo dedico, y aquí lo dejo para que me lo rezongue. Al fin y al cabo, siempre hay reconciliaciones, y dicen, que son las mejores.



Vamos a ver: son bonitos tus senos Marisol.
No pasa nada. Nadie se muere.



< Carmen Paris y Santiago Auserón - 25 años >

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