Infusión
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Para Elsa, Cris, Marián, Paula y Pablo
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Inacabado,
inexpresado, limpio de aventuras poderosas, seco en detalles, el invierno se te
va de las manos. Ese punto allá distante es el Sol que tanta vida nos provoca. La
Tierra ha dado las vueltas necesarias y en su órbita han sido lavados tus malos
recuerdos.
Qué
difíciles los domingos invernales ¿verdad? Ya se acaban. Podrías tener un poco
de dicha al enterarte de eso. No desaparecerán ni tus manos regordetas, ni tus
codos aún rosados, ni esa mirada que brilla tanto que pareciera estar siempre
al borde del llanto. Nada de eso se irá con el invierno que acelerado vuelve ya
a sus cometas lejanos. Ya lo tendremos de vuelta.
Pasaste la
prueba del frío que sentimos cuando los árboles se secan y la niebla espesa se
manifiesta en cuerpo, alma, praderas cenizas y olvidados ríos. Pasaste la prueba
y mereces vivir la primavera.
Mereces la
primavera por bonita y por floral, por risueña y por coqueta; mereces cada miel
de las abejas, cada polen incrustado con ímpetu paciente en margaritas.
Ya verás los
abejorros en abril y escucharás con desenfado el canto de ciertas aves que
pueblan el jardín de tu abuela cuando llegan los primeros aguaceros del quinto
mes que nos trae el año. Agua y ruido sí, chiquilla de ojos pispiretos; agua a
raudales, en tormentas, con crecidas en los ríos y árboles gozosos de nuevo
alimento.
La primavera
es emocionante y conmovedora para todos los niños, y no serás la excepción. Tu
madre, entrados los primeros días soleados, te vestirá de blanco y acomodará (con
el pasar de las horas) moños en diversa tesitura y policromía. Y te sacarán
muchas fotos junto al perro que te asusta, pero ya no verás colmillos con
saliva en Yaqui sino ojitos juguetones donde se reflejan libélulas. Los perros
siempre están jugando pero en invierno se asustan. No se lo digas a nadie, que
quede entre tú y yo.
Tu transitar
por esta renovación del planeta que ahora habitas durará tres meses y yo dejaré
de ser tu "amiga secreta que vive en los eucaliptos" como bien le cuentas a tu hermana. En verano nadie
nos necesita, ¡verás con agrado cuántos compañeros te invitan a comer y reír y
nadar a sus casas! El verano es tan terrestre, y en otoño tus padres querrán que
empieces clases de piano.
Ya volverá
el invierno y con él las escondidillas en casa de tus primos, o los cuentos de
papá en la chimenea o las camas con esos molestos monstruos que viven debajo aterrados
por el frío. Pero no temas que allí voy a estar ayudándote a dormir mientras te
cuento de mis nuevos amigos al otro lado del mundo; los que viven el invierno
mientras tu vistes de blanco.
En nueve
meses regreso, saltarina, y el invierno volverá a ser nuestro. Las nubes ya avizoran
otro cielo más azul y los pastos crecidos de tu infancia te esperan calurosos
para que tiendas edredones sobre ellos y bañes tus muñecas al sol de la tarde
apacible.
Los minutos
gotean durante el invierno ¿sabías? Lo que parecen 91 días se convierten en
años de conversaciones, inventos y juegos donde sólo tú y yo mandamos. Así que
voy y vuelvo Sofía; la Tierra sigue girando muy aprisa.
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El bosque de eucaliptos es una foto de Teresa Schnokea
.26.
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