Infusión
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FIN DE SERIE
La niñez es la etapa en que todos los hombres son creadores
Juana de Ibarbourou, 1947
°
Julio vació las calles. Una a una las despobló de asfalto,
liquidámbares cerúleos, bancas y hojas secas, pintura, tropeles, proclamas de
neón, chalinas, gozques, autos, felinos, cellisca, tamo, olores, lamentos,
despedidas, primeros besos, boletos de lotería, divorcios, tabaquerías, independencias,
desalojos, relojes, semáforos, esquinas, cruces peatonales, casas de té,
banquetas, vidrios y estructuras, estatuas, ruidos, fuentes, estertores,
cantinelas. Las despobló de domingos y se fue a vivir para siempre a la calle
en que creció, intacta a pesar de su memoria asesina.
Ansiaba la muerte como el agricultor que espera la primera
llovizna del año. Ilusionada, Mariana revolvió sus recuerdos con café y se los
bebió de un solo trago. Enfermó de tristeza y se fue andando bajo el repaso de
sus años mozos, paso lento y con vestido a flores, sobre las protuberantes raíces
de los árboles ancianos que no pudo digerir.
La más gozosa de las damas afligidas. Inés sonreía a pesar de
sus múltiples tragedias domésticas. Así lo dijo al palpitar de la noche fresca
de un verano insospechado: soy la más alegre de las personas tristes. La rodeé
con fuego y ternura, llevado quizá por los rones blancos y los trozos de sandía
que gustamos en el vergel de su amigo alfarero. A veces sólo hace falta abrazar
a quienes gustan del llanto incontrolado y libre: guardar silencio, mimar
espaldas, sobar las entreveras del cabello, acercar pañuelos, echar un vistazo a
las luciérnagas.
Esta mar tanto blanca es betún insoportable para Eugenio que
aprecia el mundo al envés de los colores. Amarillo el cielo, cian la carne, pestañas
de pitiminí. La gnosis, que es tan plena en sinsentido, nunca arbitra el prisma
negativo de los niños. De noche, todos los gatos son leones.
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Apnea estática en playas de Cadiz
sin referencia
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