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... pero la primavera es savia nueva, es calma que me circunda y alegre bostezo de la semilla que vuela. También la espero, ansioso, con los pétalos abiertos y bebiéndome despacio la brisa que me otorga la luna en las noches frías. En ella, desposeído de los bienes materiales y afectivos, clamo además, mi paz y descanso. Y casi por ella es que nuevamente dibujo en el aire la esperanza rica en fragancias.
Es en el gozo (casi ciego) de la contemplación sobre lo efímero que reviso, en bestiarios insurgentes, en sobres, en miradas, en gestos, en sonoridades, cada pequeño espacio que me habita.
La idea no es mía: antes han sido los niños jugando al futbol durante chaparrones que nunca inundan, los relámpagos lejanos en las tardes soleadas de marzo, el casete con el que anuncian la venta de helados los conductores de combis azules, el mal de ojo con el que apuestan las ancianas los pequeños accidentes de los adolescentes que patinan, el lento caminar de un vendedor de frutas, los solsticios de invierno que cada año me pierdo, las diapositivas de hace casi treinta años donde aparezco feliz, desnudo, nadando, riéndome ante un árbol caído, el paso errático de los que aprenden rápido a caminar, las nubes por donde asoma el sol, las noches con cigarras que maldicen al que duerme, los pants de nylon, rojos e inflamables, con los que salgo en cada foto, la ruina de una partida de poker mal jugada, los árboles-escalera, las álgidas caídas, todos los raspones, el sueño a mediodía, la apesadumbrada mirada de la abuela sobre el Selecciones al hacer cajeta, los días de campo con sombrillas y pastes ingleses, la añoranza de lo que aún no vivo, el recuerdo de mis planes a futuro, el alivio de un beso por teléfono, la mancha de mole en las guayaberas blancas, las lágrimas tiradas en los conciertos, el nuevo espejo donde me veo más viejo, la caducidad de los yogures, las calificaciones apuntadas en rojo, el ruido de todo ese agua contenida y pura en las presas, las guitarras de mis vicios, el olor a mojado de la tierra virgen luego de una caminata nocturna, la plastilina de colores, el miedo a los monstruos debajo de las camas, el sollozo (animal y salvaje) de las despedidas, el último verano con los primos, la ducha luego del nado, el nado después de podar el césped, el césped antes de ser tocado por navajas largas, las navajas Gillete de doble filo con las que alguna vez lejana rasuré mi barba, mi barba que nunca ha sabido crecer, mi crecimiento incesante, la incesante gana de volver a besar y volver a besar y quedarme allí dormido, largo rato, ante la primavera emergente...
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Paisaje de pre-primavera de Ma Wan (Dinastía Yuan).
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lunes, 23 de marzo de 2009
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4 comentario(s):
Che barril,
Escogiste una musica excelente que acompania de maravilla a tus palabras. Da gusto leerte en este debut de primavera que ya nos llego tan rapido! Te mande esta maniana un email, ojala lo hayas recibido, respondeme cuando puedas.
Un abrazo hermano.
Enrique.
¡Buci!
Como siempre un placer leerte. La música y las palabras quedan perfectamente. Me gustaron los detalles que describes y el olor a primavera que se respira aquí.
Envidio de buena forma la facilidad que tienes para plasmar en palabras todo lo que está en tu cabeza.
¡Muchos abrazos!
I think, that you are mistaken. I suggest it to discuss. Write to me in PM, we will talk.
Jé, chistocillos mis queridos spamers ;-)
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