> Una fina advertencia, caballero
Fluí dentro de aquello de una manera que hasta los dioses del sexo se me pusieron celosos. Era invierno y también adviento. Ella me dijo (más o menos, por supuesto que me dijo) luego del penúltimo espasmo (pues aquello de las malas suertes es producto de augurar siempre el último) que le encantaba ser mujer. ¡Vaya piropo!, dije yo hacia mis adentros y me quedé feliz posando allí ante las cámaras de la memoria.
No la volví a ver jamás.
Quizá la falta de efectivo trajo tras de mí cierto encanto caído. Luego supe de ella por terceros ajenos al malsano placer sobre el cual aquí les escribo… malsano quiere decir, entre otras cosas: no correspondido; cómo diré, sacudidamente halagador, empujadamente vital y sobretodo, harto mañoso en gestos, ademanes y formas diversas de tragar saliva.
Y eso no es todo; que alguien te diga, de pronto: ¡me encanta ser mujer!, y lo pronuncie gozosa, quitada de manjares que adornan las palabras (o quejidos ligeros, fuertes, gritados, ¡qué se yo de esas cosas!) y absueltas, además, de pecados veniales es, caballero, un lujo casi igual que el de paladear apenas un buen jamón de jabugo que se alimenta de bellotas. (¡Uy, que hambre me ha dado!; de bellotas y de jamones, quiero decir de Pata Negras o… ¡no hablemos ya de piernas!).
Lo que intento aclarar es que la frase aquella; la de la mujer encantada que se decanta a favor de los sentires humanos (femeninos, dijo también… que por cierto, quién se creyó para elucubrar siquiera que la mujer disfruta más del hombre en los enseres del amor que viene y va por marejadas y llega a lo alto y se cae y se revuelve… pues eso, de los sentires humanos) no es tan usual en otros tiempos lunares; ¿me estaré metiendo ya en banalidades?
Hay algo cierto (y a mí me encanta ser hombre; pero la mujer es un portento y el hombre vil alimento), hay algo que se me escapa del cerebro y que esta tarde fría ni con chocolate amargo se me quita: y es que el amor, como me dijo hoy un colega, encuentra mejor respuesta en la antitesis del amor. O sea que, como ya se anda diciendo en tertulias de baja estofa y celebraciones corpóreas propias de animales en celo: “la mujer ha encontrado el camino para volver al hombre, irredento”; eso suena a Javier Marías, aquel al que tantos odian y en quien casi nadie confía; al fin y al cabo, qué va a saber del amor ese señor si nunca ha besado a un jumento (lo puedo escribir incluso, si así lo quiere, de modos mucho más violentos).
Y es que hay tiempos para dar y recibir…
Quiero decir, más bien, para dar.
¿En qué quedamos entonces?
Yo por eso mejor me voy al baño y ya no lo entretengo con tanto misterio // Debiera usted hacer lo mismo, caballero, antes de que se le apague su sutil instrumento y caiga, por fin, en la cuenta de que se le acabó el deseo.
Cruz y soledad de Antonio Zamudio.
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lunes, 24 de noviembre de 2008
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4 comentario(s):
Cada género defiende su propio placer, si hasta los animales. La gata arriba de mi azotea lo grita a alarido abierto, cada maullazo y azote no hace más que repetir, me encanta ser gata.
A mí me encanta ser mujer, claro que sí.
Me encanta la Mala
Hostia tio con ese negron que hasta a primer mandatario de los United llego. Pues yo en lugar de un chocolatito caliente me voy a tomar tesito verde de manzana para mi garganta que fatal por estos dias me acompaña.
Definitivamente me encanta ser hombre, y a las mujeres, mujeres. Para aquell@s que no, pues ya hay muchas maneras.
Un abrazo y que nunca se te aparezca el negro pa enseñar a tu mujer lo que dice que sabe enseñar.
¡Ay!
¡Me encanta ser mujer! (a mí también)
¡Hermoso post, caballero!
¡Enorme abrazo!
Aló caminantes:
Carmen saborífica: siempre es grato leerte y saberme visitado por tí. Qué decir de esa gata, en su pecado encuentra la dicha ¿no? / Yo creo que habría que ser más gatos (al menos por aquello de vagar por tejados, siempre me ha gustado la idea). Y sí, ¡viva La Mala!
Brother Pony: Esos tecitos déjaselos a la gente con frío, mejor échate un tequila con limón casero y verás cómo olvidas el dolor de garganta. En otras, tú qué comes que das en el clavo, bueno, seremos hermanos... un fuerte abrazo. (Gracias por los deseos, y si se me aparece algún día, me mandas a tus macuarros malandros que saben dar asustadas y algo más por dos caguamas y una de alitas, jeee, cof)
Celeste Tango.blue: Gracias por el piropaje. Grande también el abrazo.
Hasta entonces, entonces.
¡Qué rica la compañía!
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