sábado, 6 de marzo de 2010

Madrigalismo 3/n

<



Sin embargo, y para empezar a establecernos, urge hablar de no-misterios y concentrarse en la planitud del individuo como saco de carne y huesos. Yo me quedo aquí, si quiero defenderme de invasiones, si de verdad prefiero entusiasmarme hasta el hartazgo por encima de los subibaja emocionales, me quedo aquí: con el atropello casi elemental de las notas repartidas en pianos arrumbados en estudios con libros; todo viejo, todo humedad y guarida de humo torpe (como sin aire el humo, como sin esa ventilación que despotrica las neuronas hacia los espacios estrechos).

Esa es, sin mucho afán de divertirme, la galanura de Don Lichis y su Cabra; la que cada noche (al menos en aquellos años de desempleo y dinero fácil) escuchaba tumbado en un colchón sin colcha, en una habitación sin cuadros y en la penumbra absurda de la que me gusta rodearme cuando de poner atención se trata. Calor de adentro, de dientes para afuera.

Entonces mese surge el atropello de palabras y exquisitos fragmentos de pasado me envuelven; por ejemplo, me sacuden, pienso, las bohemias risueñas que apenas ayer, uno de mis padres convocaba en casa ante afanados jipis de la tercera edad y disimulados niños intelectuales que nos divertíamos con el canto, las nueces y las copas rotas. Claro, todos ellos, o casi, se han muerto ya; y así, quedadas las teclas frías, yo sigo cavilando ante la lamparita: quién tendrá mi chubasquero. Cómo será la espalda del ladrón.



>

0 comentario(s):