miércoles, 10 de junio de 2009

Olvido

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Estuve una hora en esa foto. Me quedé allá adentro casi palpando la nostalgia de ese pasado imperfecto y anhelante. Lo había vivido ya; sobre otra noche miré el retrato que le hicieron en una playa verde; ella encerrada en la escafandra de asombros, peces amarillos volando cerquita, lo traslúcido, lo indeleble, lo que se queda en los asientos oxidados de nuestras fibras sensibles (sensatas o sensoriales).

Me sumergí hasta el coral y, con tremendas ganas de seducirme al tacto, me arrojé a la idea de vivir bajo las aguas calmas del caribe mexicano: hice de mi esqueleto un polvo blanco y de los ojos, erizos marinos.

Prolongué entonces mis dudas sobre la vida en paralelo: los universos inmediatos que arrastra el recuerdo (un olor a fantasmas, unos pies diminutos y descalzos, un duelo en verano, su espalda, las hojas secas, lunares rojos sobre la farda de una gitana, conchas anacaradas, plumas de faisán aranjuezado, el “viene y va” de los momentos, el “ya se fue” de las imágenes). Tuve, a falsa perpetuidad, que quedarme callado al darme cuenta que allí no existía sino misterio acuático y visitas turísticas.

...

Y después una hora, y esa foto con el suéter de lana, y el frío, y el chocolate amargo, y Agatha Christie y su Death on the Nile. La mirada poderosa del que manda y el orgullo secreto de quien posa.

Allí, sobre lo que dura el instante, no la ubicaba en mi mente; era incapaz de discernir lo que bebieron sus ojos de lo que diestramente escucharon sus labios. Le grité mi nombre, prometí mil viajes, bebí de su taza de porcelana, la empujé propiciando el juego, le conté en secreto algo chusco, acaricié sus mejillas, moví la silla en la que leía, le pasé una mano por sus ojos y nada. Nada. Sólo se llevó un dedo a una de sus cejas, volteó a mirarme, no me vió. Quizá quiso decirme: después, años después, espérame y después, dale vuelta a esta hoja y después.

Atendí su petición, tomé una esquina de la hoja 134 y la pasé despacio. Apenas me sonrió en el momento que el flash se puso a parpadear. Estuve una hora en esa foto y no conseguí que saliera ni el más mínimo recuerdo de esa noche.



Casi es de Juliana Rodríguez Poussif.

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2 comentario(s):

ursula dijo...

;)

(en algunas partes casi se me detiene mi corazoncito coso)

Qué bonito redescubrir e imaginar el pasado propio a través de los ojos de otro. (Seguro que si hubieras estado ahí, te hubiera dado un beso de chocolate. ji)

Te amo!

Juan Carlos Medrano dijo...

Bueno, un "Volver al futuro" pero invertido proporcionalmente (¿?) podría funcionar. No hay peor lucha que la que no se hace.

Besos de "me acuerdo".
Abrazo "pasa-tiempo".

¡ti amo compañerita!