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a) Hoy me enamoré de un escote, de unos dientes, de un cabello. Rondó en mi mente el escote todo el día, los dientes me mordieron las ganas y en su cabello me enredé como mosquito en espantosa telaraña de coqueterías.
b) Quizá sea falta de tiempo, o autoengaño del que se niega al vacío, lo que impide que todas las palabras precisas fluyan cuando yo lo quiero. Me encanta, por ejemplo, pasar muy despacio los topes y mirar a los ojos a las conductoras lindas, soltarles piropos de vez en cuando y saltar al asiento vacío de su copiloto para intercambiar un beso en la mejilla fresca, matinal… luego seguir mi camino.
c) Supe, no hace mucho, que Stallone hará un re-Rambo. Supongo que intrigado volveré a las salas de cine y disfrutaré de las 4 muertes por segundo que promete la crítica avisada. Sabré que la guerra es el estado natural del individuo y la paz un fallido accidente entre palomas blancas.
d) En aquel teiboldans mi saliva circuló llenando centímetros cúbicos del policromo salón de sombras y deseo. Mabel me besó de cuerpo entero, “todo menos los labios” y abrió mi apetito fugaz de privados a su lado. En una de mis andadas me detuvo camino al mingitorio y preguntó solemne si ya me iba…
e) Quedé yo solo en la barra de casa, deambulé por el pasado ajeno, sumergí mi garganta en feroz aguardiente y noté un escarabajo errante dando tumbos sobre la pared. Igual o más borracho que yo ni notó mi existencia, lo increpé: “Si eres mi padre reencarnado ven y choca conmigo”. Segundos después el hijo de puta se me estrelló con fuerza en la frente dejándome helado del alma. “Nomás me echo la última papá”. El miedo me venció, me fui a dormir tapado hasta el cráneo de licor y con ideas paranormales muy normales.
f) Por la tarde me deslizaba en el auto. Iba feliz; la junta de trabajo había salido tan bien que me permití festejar con dos alipuces la victoria. Manejaba realmente feliz, "pleno" diría un amigo. Para calmar mis paraísos terrenales, una llanta decidió caer en un hoyo que sobre el camino festejaba (como yo) las lluvias de julio y la perpetua estupidez de mi presidente municipal que hace nada por ponerle fin a los malos asfaltados. Así, aún feliz, recordé que hace algunos ayeres pude perder la vida a causa de otra cicatriz en carretera, cuando ésta interceptó a mi bicicleta que célere viajaba confiada de ganar la competencia; me despegué un metro de la tierra, tuve alas, golpeé fuerte mi cabeza contra el muro aquel y una linda peatona balbuceó muy quedo: ¡llamen a la Cruz, que se mató!.
g) Mañana tocará a mi puerta una mujer que conocí hace ya tiempo (es de una canción eso, creo, o será que me voy inspirando), vendrá “buscando pelea” y encontrará lamento. Luego se irá derrotada, con las rodillas raspadas y la autoestima baja. Se irá sometida por mi cuerpo y mis palabras, soñando con el macho perfecto y mi virilidad enhiesta en su memoria. A la noche siguiente seguro la tendré en mi cama, otra vez, y con menos ansias. Se irá derrotada, doliéndose del vientre y rasguñada. Volverá por más, sabrá de moretones, de pellizcos y mordidas en los pechos, de arañazos en el cuello y así comprenderá que si vuelve a tocar a mi puerta despertará, o muerta o muy contenta.
g') Olei. Carajo.
h) “Tan bien que me caías y ‘hora encima me dices vieja”, No, pero no te dije vieja, o sea, quise decir que si te sabes esa canción tienes unos poquitos años más que yo (ese diminutivo me encanta para con ellas). “Es que se entendió otra cosa”. No mujer, tú tienes de vieja lo que yo de guapo. “Eso me gustó”. Ahora soy feo, yo lo dije porque la gran mayoría opina lo contrario. “Ya te pusiste capcioso”. Fíjate, un piropo capcioso. “Sí” (silencio incómodo). “Sí” (risa falsa) Sí, pues… ¡je! (labios fruncidos). Salud Daniela.
“Salucita”…
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jueves, 21 de febrero de 2008
miércoles, 20 de febrero de 2008
Plenilunio
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Cuando repican campanas entristezco,
cuando doblan vitoreo.
Este piano y un silbido son fieles testigos
del eclipse que hoy observo sin tu risa ni tus ojos.
Por eso obscurece la luna y la ranas, afuera, croan;
por tu risa y tus ojos viendo eclipses donde no.
Ya empezó mi última fase: me doblo, aúllo, mujo.
Mamá se quita los cordones rojos de su vientre:
vuelvo a ser nonato.
(atrás, lejano, Mike Oldfield - Hergest Ridge)
Cuando repican campanas entristezco,
cuando doblan vitoreo.
Este piano y un silbido son fieles testigos
del eclipse que hoy observo sin tu risa ni tus ojos.
Por eso obscurece la luna y la ranas, afuera, croan;
por tu risa y tus ojos viendo eclipses donde no.
Ya empezó mi última fase: me doblo, aúllo, mujo.
Mamá se quita los cordones rojos de su vientre:
vuelvo a ser nonato.
(atrás, lejano, Mike Oldfield - Hergest Ridge)
lunes, 18 de febrero de 2008
Ojo de Caza
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Carmen Izquierdo me dijo anoche, entre Portobellos asados y Rosé de Anjou, que su vida es un desastre. Que sepan todos su nombre y apellido pues el gesto es de admirarse. Sin caer en más detalles, me dijo que su vida es un desastre; que pide a gritos el suicidio, que qué difícil es arrepentirse y soltarlo todo, y dejar que se vaya a la mar.
La conocí durante un mayo de tormentas; jugábamos a la baraja española, bebíamos café… (y así) un relámpago cegó la partida dejándonos sin luz ni sombra. Me acerqué una vela roja, bromeamos sobre la impotencia que causa la oscuridad, se me ocurrió platicarle de mis miedos (los paranormales y siniestros que me aquejan), ella oyó paciente, interrumpía el delirio de cuando en cuando asintiendo con su dedo índice, tosiendo; noté, no sé, cierta incomodidad en el ambiente, algo que dije o dejé de hacer la perturbó.
La luz no volvió esa noche; a las dos de la mañana se fue de casa: feliz por haberme ganado, satisfecha con ese delicado escáner psicológico que me hizo, triunfal, vigorosa y algo nublada en vinos. Luego no dormí muy bien, cavilé cada palabra que ella pronunció. Daba vueltas en mi cama, y además, mis ojos me dolían.
Nos habremos vuelto a ver 12 o 15 veces más, y anoche de la nada (prendió un cigarro de clavo, caló profundo mirando al techo) me dijo que su vida es un desastre. Parece que Andrés ya no la toma en cuenta, siento su desgaste, me puede en el alma su tristeza… porque la conocí feliz y plena: me ganó todas las carreras, contó mejor los chistes y, con el tiempo, llegó a ser mejor persona que yo (“vaya reto de campeones”).
Luego verla ahí, anoche, tendida en el jardín, oírla cantar llorando a Lady Holliday, me perturbó bastante, aniquiló a mi ojo de caza. Su vida es un desastre dice y se llevó la calma con el verbo. Su cabello castaño, sus pecas de almendra y los labios de fuego, mordidos y brillantes, lo dijeron todo.
Entonces se paró de golpe, me estrechó las manos (frías por el viento y el sereno) y lo dejó muy claro: “me voy pa’ no venirme” dijo, reímos los dos haciendo muecas tristes… no intenté alejarla ni ofrecí llenar su copa. “Malentendí las cosas Juan Carlos”, fue puntual, certera y lamentable.
Allá me quedé sentado, en el borde de su abismo, en la calma sosegada de sus ojos. No pude pararme. Lamenté no poder pararme. Lejos, se oyó el cerrar de puertas, quedo, insomne. Cerca, mis latidos con pavor de arritmia lo notaron: era Andrés en mi memoria, reprochándome a gritos la estúpida manía de hablar mas nunca actuar.
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-¡puta madre!
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Les jodí la vida.
Les jodí su existencia.
Oriné en sus sueños.
Les jodí la vida.
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Carmen Izquierdo me dijo anoche, entre Portobellos asados y Rosé de Anjou, que su vida es un desastre. Que sepan todos su nombre y apellido pues el gesto es de admirarse. Sin caer en más detalles, me dijo que su vida es un desastre; que pide a gritos el suicidio, que qué difícil es arrepentirse y soltarlo todo, y dejar que se vaya a la mar.
La conocí durante un mayo de tormentas; jugábamos a la baraja española, bebíamos café… (y así) un relámpago cegó la partida dejándonos sin luz ni sombra. Me acerqué una vela roja, bromeamos sobre la impotencia que causa la oscuridad, se me ocurrió platicarle de mis miedos (los paranormales y siniestros que me aquejan), ella oyó paciente, interrumpía el delirio de cuando en cuando asintiendo con su dedo índice, tosiendo; noté, no sé, cierta incomodidad en el ambiente, algo que dije o dejé de hacer la perturbó.
La luz no volvió esa noche; a las dos de la mañana se fue de casa: feliz por haberme ganado, satisfecha con ese delicado escáner psicológico que me hizo, triunfal, vigorosa y algo nublada en vinos. Luego no dormí muy bien, cavilé cada palabra que ella pronunció. Daba vueltas en mi cama, y además, mis ojos me dolían.
Nos habremos vuelto a ver 12 o 15 veces más, y anoche de la nada (prendió un cigarro de clavo, caló profundo mirando al techo) me dijo que su vida es un desastre. Parece que Andrés ya no la toma en cuenta, siento su desgaste, me puede en el alma su tristeza… porque la conocí feliz y plena: me ganó todas las carreras, contó mejor los chistes y, con el tiempo, llegó a ser mejor persona que yo (“vaya reto de campeones”).
Luego verla ahí, anoche, tendida en el jardín, oírla cantar llorando a Lady Holliday, me perturbó bastante, aniquiló a mi ojo de caza. Su vida es un desastre dice y se llevó la calma con el verbo. Su cabello castaño, sus pecas de almendra y los labios de fuego, mordidos y brillantes, lo dijeron todo.
Entonces se paró de golpe, me estrechó las manos (frías por el viento y el sereno) y lo dejó muy claro: “me voy pa’ no venirme” dijo, reímos los dos haciendo muecas tristes… no intenté alejarla ni ofrecí llenar su copa. “Malentendí las cosas Juan Carlos”, fue puntual, certera y lamentable.
Allá me quedé sentado, en el borde de su abismo, en la calma sosegada de sus ojos. No pude pararme. Lamenté no poder pararme. Lejos, se oyó el cerrar de puertas, quedo, insomne. Cerca, mis latidos con pavor de arritmia lo notaron: era Andrés en mi memoria, reprochándome a gritos la estúpida manía de hablar mas nunca actuar.
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-¡puta madre!
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Les jodí la vida.
Les jodí su existencia.
Oriné en sus sueños.
Les jodí la vida.
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jueves, 14 de febrero de 2008
Radiografía del Niño Torpe
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Era pequeño. Medía tal vez un metro cuarenta y tantos. Tenía 9 años. En ese ayer; verano cargado de tardes con viento, truenos, lluvia y sol (todo al mismo tiempo), estudié francés con un método vanguardista que funcionaba mediante estímulos eléctricos transmitidos a un lapicero gris que al apoyar su punta sobre una respuesta correcta en el cuadernillo de ejercicios encendía milagrosamente. No pasé, por desgracia, del segundo módulo: quizá fue mi falta de tacto para con los útiles, mi poca paciencia al equivocarme o el haber conocido a una niña de Cuernavaca, con un par de ojos bellísimos, una sonrisa abierta, una voz de dulce y una carita estrechamente proporcionada, hija de la maestra, vecina mía y detonante inmediato de mi poder de amar.
Haber salido tantas veces a explorar mi entorno natural debió dejarme algo trastocado. Íbamos corriendo hacia cascadas, tomábamos finca, robábamos granos de café, comíamos guayabas verdes, tírabamos piedras a los ríos. Reímos mucho esas vacaciones... y hubo tantas vacaciones que aún me aquejan las memorias de acampadas desafiando a zorros en el bosque y quebrando con el miedo el filo del viento alisio.
Jugué también al tenis con gerentes de grandes fábricas, estropeé la arcilla de esa cancha, quemé cohetes con espantado asombro del fuego explosivo, maté alevosamente a un murciélago en Texolo con un rifle de diábolos, me aventé globos llenos de agua con las niñas de mi generación y me pinché las plantas de los pies con espinas del jardín de casa.
Durante un cumpleaños me arriesgué a la semana inglesa con Sarahí, una adolescente algo mayor que yo (gané miedo a la obscuridad y una bofetada por infiel). Acaricié el vientre de mi primer amor dentro de un sauna (y supe así del llanto por impotencia). Me besé a escondidas mientras hacíamos las escondidillas, me picaron el cuello y la garganta dos gusanos negros llenos de pelambre, supe que el barro caliente secaba la piel sanando así el acné, escribí su nombre y el mío en un árbol viejo, cicatrizó después la corteza y se borraron los delitos.
Luego regalé gerberas en febrero y me acostumbré a regar las plantas de su cuarto, aprendí a fingir mi voz para leer bonitos cuentos de hadas a su hermana, y dejé de beber leche por las noches. Fumé cigarros sin filtro internado en matorrales, escupí el tabaco, me quemé los labios, bebí mi primera cerveza y logré mi segunda resaca.
Caminé descalzo por la arena, comí elotes asados en Tierra Caliente y gané por vez primera a la pirinola. La quise tanto, a Elena (hija de Fanny y Federico, mis maestros de francés), que hoy que está bien lejos y tiene un niño regordete y rosado le devuelvo sus favores, me planto en el ruedo y le digo: ¡feliz catorce de febrero!
Haber salido tantas veces a explorar mi entorno natural debió dejarme algo trastocado. Íbamos corriendo hacia cascadas, tomábamos finca, robábamos granos de café, comíamos guayabas verdes, tírabamos piedras a los ríos. Reímos mucho esas vacaciones... y hubo tantas vacaciones que aún me aquejan las memorias de acampadas desafiando a zorros en el bosque y quebrando con el miedo el filo del viento alisio.
Jugué también al tenis con gerentes de grandes fábricas, estropeé la arcilla de esa cancha, quemé cohetes con espantado asombro del fuego explosivo, maté alevosamente a un murciélago en Texolo con un rifle de diábolos, me aventé globos llenos de agua con las niñas de mi generación y me pinché las plantas de los pies con espinas del jardín de casa.
Durante un cumpleaños me arriesgué a la semana inglesa con Sarahí, una adolescente algo mayor que yo (gané miedo a la obscuridad y una bofetada por infiel). Acaricié el vientre de mi primer amor dentro de un sauna (y supe así del llanto por impotencia). Me besé a escondidas mientras hacíamos las escondidillas, me picaron el cuello y la garganta dos gusanos negros llenos de pelambre, supe que el barro caliente secaba la piel sanando así el acné, escribí su nombre y el mío en un árbol viejo, cicatrizó después la corteza y se borraron los delitos.
Luego regalé gerberas en febrero y me acostumbré a regar las plantas de su cuarto, aprendí a fingir mi voz para leer bonitos cuentos de hadas a su hermana, y dejé de beber leche por las noches. Fumé cigarros sin filtro internado en matorrales, escupí el tabaco, me quemé los labios, bebí mi primera cerveza y logré mi segunda resaca.
Caminé descalzo por la arena, comí elotes asados en Tierra Caliente y gané por vez primera a la pirinola. La quise tanto, a Elena (hija de Fanny y Federico, mis maestros de francés), que hoy que está bien lejos y tiene un niño regordete y rosado le devuelvo sus favores, me planto en el ruedo y le digo: ¡feliz catorce de febrero!
miércoles, 13 de febrero de 2008
$2 / hora
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Tengo la necesidad imperativa de poseerte. EN TODO EL ESPLENDOR DEL VERBO. Chuparte el sudor, hundir las yemas de mis dedos en tus muslos. Quise hacerlo ayer y la ocasión no se prestó: llovía y me hizo falta diálogo. Pero tus piernas, así de torneadas y brillantes bajo la lluvia, me estremecieron, te lo digo entero, el cuerpo, el alma y el sexo.
Me confundiste, como suele hacerlo la tade, con golondrina de bajitos vuelos. Y yo tan gavilán con tu presencia, cuadrado ante tus ojos pispiretos, sonriente por tu sombra y tu cabello. Quedeme sentado en turbia desnudez esperando ansioso que volvieras, bajando ya tus labios por mi abdomen y acariciando con tus dientes mis costillas.
Supuse entonces que vendría como tormenta la fálica oralidad de los desencantos. Mil mareas de fuego, saliva y semen mezcladas con luna llena, miel y ambrosías...
No llegó. Sólo vinieron apurando el paso nocturno todos tus desiertos de desidia.
Fracasé. No llegué a palpar siquiera tus tímidas mejillas rojas. No besé la comisura de tus labios ni caté el fragor de tu entrepierna. No metí mi lengua en tu garganta ni sacié tu pena con mis ganas.
Fracasé mas no desisto: quiero yo también otorgarte mi parte de veneno, humedecer tu cuello con agua de azahar, oler tus aureolas; que cada minúsculo atropello de tu piel sea mi descanso, encontrar en tus manos la tensión más añorada, entrelazar y estrujar mis dedos calientes de sexo con cada falange de los tuyos.
Y entonces penetrarte fuerte y tiernamente.
Posar mi nariz sobre tus pómulos.
Jalar tus cabellos.
Dormirme en tus ojos blancos y quietos.
Verte tragar las babas del diablo y la saliva adormecida de deseo.
Empujar tus pechos con constancia. Escuchar tu corazón.
Venirnnos juntos.
Quedarnos callados.
Y no encender ni velas, ni cigarros.
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(mañana es día del amor mercadológico; bares, restoranes, avenidas y hospitales, seguro estarán colmados de amantes. Habrá ruido... y tráfico, pronóstico de lluvia y dos grados menos que hoy > tú mandas oscura lectora, ¿te quieres venir conmigo?)
NRDA
Tengo la necesidad imperativa de poseerte. EN TODO EL ESPLENDOR DEL VERBO. Chuparte el sudor, hundir las yemas de mis dedos en tus muslos. Quise hacerlo ayer y la ocasión no se prestó: llovía y me hizo falta diálogo. Pero tus piernas, así de torneadas y brillantes bajo la lluvia, me estremecieron, te lo digo entero, el cuerpo, el alma y el sexo.
Me confundiste, como suele hacerlo la tade, con golondrina de bajitos vuelos. Y yo tan gavilán con tu presencia, cuadrado ante tus ojos pispiretos, sonriente por tu sombra y tu cabello. Quedeme sentado en turbia desnudez esperando ansioso que volvieras, bajando ya tus labios por mi abdomen y acariciando con tus dientes mis costillas.
Supuse entonces que vendría como tormenta la fálica oralidad de los desencantos. Mil mareas de fuego, saliva y semen mezcladas con luna llena, miel y ambrosías...
No llegó. Sólo vinieron apurando el paso nocturno todos tus desiertos de desidia.
Fracasé. No llegué a palpar siquiera tus tímidas mejillas rojas. No besé la comisura de tus labios ni caté el fragor de tu entrepierna. No metí mi lengua en tu garganta ni sacié tu pena con mis ganas.
Fracasé mas no desisto: quiero yo también otorgarte mi parte de veneno, humedecer tu cuello con agua de azahar, oler tus aureolas; que cada minúsculo atropello de tu piel sea mi descanso, encontrar en tus manos la tensión más añorada, entrelazar y estrujar mis dedos calientes de sexo con cada falange de los tuyos.
Y entonces penetrarte fuerte y tiernamente.
Posar mi nariz sobre tus pómulos.
Jalar tus cabellos.
Dormirme en tus ojos blancos y quietos.
Verte tragar las babas del diablo y la saliva adormecida de deseo.
Empujar tus pechos con constancia. Escuchar tu corazón.
Venirnnos juntos.
Quedarnos callados.
Y no encender ni velas, ni cigarros.
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(mañana es día del amor mercadológico; bares, restoranes, avenidas y hospitales, seguro estarán colmados de amantes. Habrá ruido... y tráfico, pronóstico de lluvia y dos grados menos que hoy > tú mandas oscura lectora, ¿te quieres venir conmigo?)
NRDA
martes, 12 de febrero de 2008
Enamorados de la misma
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V. Cuando te vayas, por favor cierra la puerta, (y por favor) que sea bien lejos. No diseñes tu regreso de héroe, pionero y traidor. ¿Lo que haya sido? que quede entre ustedes dos.
II. A tí te gustan las mujeres aventadas, a mí me asustan. Tú regalas rosas rojas en tus citas, yo discos de colección. Yo desmayo con perfumes, tú les quitas el olor a las señoras. Tú bostezas al hablar de Paganini, yo me enredo en los violines de su voz.
I. Me gustan altas y delgadas, tú con sal y sin limón las ves a todas saboreadas, sean con dieta o con jamón.
IV. Luego se pregunta (cosquilleante) mi memoria si has besado por amor o por deber. Por deberla qué descaro, por amor qué "corazón". El asunto no es que quiera abrigarte a la razón, bien lo sabes, "caro amico", no me doy por compasión. Si tú vuelves te la quedas, si te vas: "vaya con Dios".
III. No hagas revueltos de faldas... cabrón. No te arrastres por su amor. Ni mendigues sus migajas, ni te acerques a esta casa, ni le llames por el "fon". Hay que ver, ¡divina madre!, lo que hacemos por error.
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V. Cuando te vayas, por favor cierra la puerta, (y por favor) que sea bien lejos. No diseñes tu regreso de héroe, pionero y traidor. ¿Lo que haya sido? que quede entre ustedes dos.
II. A tí te gustan las mujeres aventadas, a mí me asustan. Tú regalas rosas rojas en tus citas, yo discos de colección. Yo desmayo con perfumes, tú les quitas el olor a las señoras. Tú bostezas al hablar de Paganini, yo me enredo en los violines de su voz.
I. Me gustan altas y delgadas, tú con sal y sin limón las ves a todas saboreadas, sean con dieta o con jamón.
IV. Luego se pregunta (cosquilleante) mi memoria si has besado por amor o por deber. Por deberla qué descaro, por amor qué "corazón". El asunto no es que quiera abrigarte a la razón, bien lo sabes, "caro amico", no me doy por compasión. Si tú vuelves te la quedas, si te vas: "vaya con Dios".
III. No hagas revueltos de faldas... cabrón. No te arrastres por su amor. Ni mendigues sus migajas, ni te acerques a esta casa, ni le llames por el "fon". Hay que ver, ¡divina madre!, lo que hacemos por error.
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viernes, 1 de febrero de 2008
Temple
Para toda la onda, como siempre y con cariño.
¡A ver si 'ora sí nos arrancamos Juan Carlitos!
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En… en aquella velada (…) me dijiste que… que… no… querías (o más bien sí, quizá sí)… andar… buscando problemas conmigo ¿no? (quién va a querer, buscar problemas digo, no conmigo, con…alguien) y… por tanto… supe que era ya tiempo de retirarme.
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Luego me arrepentí, digo, como… todo lo que… hago o…o…dejo de hacer es principio de incertidumbre ¿no?. Pero bueno, qué le va uno a hacer… así nos concibieron; NI SIQUIERA quería llegar uno aquí (o sea al mundo, al… mundo), no quería uno… pero aquí se está… se pasa la vida, dicen… y si se quiere, si se… como se dice… si se ansía, estar aquí… si se ansía… se la pasa uno bien.
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Con esto quiero decir que tú, que nada ansías, no mereces…mi…mi… compartir conmigo mi vida ¿no?. Es…sería tonto…una pérdida de tiempo. A qué jugamos. Si yo… ya ni… juego, hace mucho que no juego. Contigo no quería jugar; eso…ay…eso te lo firmo, vaya. Te lo firmo. ¿Qué tú dices que sí?...que…tú dices que sí ¿no?, concédeme el beneficio de la duda entonces, a ver… amárrate bien los pantalones… o… lo que tengas a la mano pues y dime: “jugaste conmigo, cabrón”… dímelo así… quiero… oírlo, vaya. No nomás estar… pensando que tú, que si por aquella vez, el…no…nel…no quiero. Digo ‘taría bien sentarnos ante un…cafecito (reiteración no verbal) ¿verdad? y sin rodeos…decir: mira yo creo que tú y la chingada ¿no?... ‘taría bien. Pero si ni a esas te dejas... allá tú. Yo vivo bien feliz fíjate… no hace falta que…te… que te cuente cómo me va ni dónde ni… ni porqué. Digo tú fuiste la del rollo ¿no?... yo no… y no me estoy excusando, digo… tú fuiste ¿no?
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La única salida que yo veo es que…platiquemos ¿no?, ya te dije, digo…la, esa es la…la opción…pues, tómala y me dices, osea si tú crees que yo la…este…la regué, pues asunto arreglado ¿no? y cada quién a sus… menesteres… perdón la palabrita, digo ¿sí?... cada quién se va con quien más le ronque la gana estar… punto.
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Porque ya me estoy…eh…así como hartándome ¿no?, de la…de la…de esta sin razón. Y hay que ver hasta dónde quieres llegar. ¿Quién se cansó primero?... tú… ahí empezaste de… a ch… a…este… pues… a cagarme, digo, a… sí, a cagarme, o sea, nunca fui yo… el asunto tú lo detonaste y aquí estamos, ahorita, aquí… después de intis… de insistirte un chingo: “vamos a tomar un café, vamos a poner las cartas sobre la mesa, ni yo quiero quedar así ni…no sé tú, pero… no creo…este… no creo que quieras tampoco estar así. Digo, está de la chingada ¿no?.
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Entonces qué… le vas a…¿a atorar?...o namás te gusta que se arme por… por así. ¿Verdad que no?... si tú solita eres la que debe ponerse límites… yo que chingao te voy a estar espiando a ver si…me eres fiel o no. Yo confío, o quise confiar… quiero confiar más bien… sí… el “pedo” por…llamarlo de alguna manera… es tuyo. Yo ni tenía que estar ahí, tú fuiste la que me dijo: ven, que la chingada y… bailamos y tal. No yo. Y eso que quede… claro ¿no?. Porque… pu’s pa’ que le voy estar haciendo al wey… digo… digo, si a esas vamos, entonces me marcas, sabes mi número, me inventas cualquier chingadera, yo me quedo en casa… yo me quedo en la casa bien a toda madre y ni quien te diga algo ¿no?, pero no me vengas ‘orita con que yo fui el que… el que promovió esa madre… pues nunca wey… perdón pero… pero nunca. Pu’s ya parece ¿no?, digo, me cuesta trabajo darme a explicar porque no quiero que además, me vea yo… me vea yo débil ¿no?... eso estaría cabrón para mi persona… o para mi ego o… o lo que tú quieras.
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Por eso si se trata, encima de todo, de joderme… pues conmigo ya te chingaste, digo es… bien fácil hacerlo…. eh… hacer… lo que tú hiciste… (...) bien puta fácil… ¿no? pero las… pero pu’s hay que saber las consecuencias ¿no?, digo… es… tá bien que pruebes otras madres, pero… no lo haces cuando un… cuando alguien está contigo ¿no?, porque entonces TODO sería una pinche anarquía y "viva la libertad" y la madre ¿no?... digo si por tí así está bien pues… que chingón… te felicito… y no estoy de… mamón ni de… sarcástico, ni nada. Pero te felicito wey… ¿no?...vaya…
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(Entreacto)
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….es que no mames… (mirada fija en sus ojos huidizos)… no mames Julia…así no era (voz quebrada en llanto falso)… qué más te digo… ni te va a importar luego ni nada… pues así qué…qué chingao ¿te lloro? O qué…no…o sí…¿verda’ que no?...
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…
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… ¿’ntonces así va a ser?, ¿así de plano?, ¿no vas a decir ni madre?... (silencio de 7 segundos; atrás, despreocupada, suena una risa)… chale… pues qué poca madre tienes.
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...
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(Ruidos de cafeteras, cubiertos, carcajada y humo… mucho humo en constante progresión hasta alcanzar el escándalo)
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¡A ver si 'ora sí nos arrancamos Juan Carlitos!
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En… en aquella velada (…) me dijiste que… que… no… querías (o más bien sí, quizá sí)… andar… buscando problemas conmigo ¿no? (quién va a querer, buscar problemas digo, no conmigo, con…alguien) y… por tanto… supe que era ya tiempo de retirarme.
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Luego me arrepentí, digo, como… todo lo que… hago o…o…dejo de hacer es principio de incertidumbre ¿no?. Pero bueno, qué le va uno a hacer… así nos concibieron; NI SIQUIERA quería llegar uno aquí (o sea al mundo, al… mundo), no quería uno… pero aquí se está… se pasa la vida, dicen… y si se quiere, si se… como se dice… si se ansía, estar aquí… si se ansía… se la pasa uno bien.
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Con esto quiero decir que tú, que nada ansías, no mereces…mi…mi… compartir conmigo mi vida ¿no?. Es…sería tonto…una pérdida de tiempo. A qué jugamos. Si yo… ya ni… juego, hace mucho que no juego. Contigo no quería jugar; eso…ay…eso te lo firmo, vaya. Te lo firmo. ¿Qué tú dices que sí?...que…tú dices que sí ¿no?, concédeme el beneficio de la duda entonces, a ver… amárrate bien los pantalones… o… lo que tengas a la mano pues y dime: “jugaste conmigo, cabrón”… dímelo así… quiero… oírlo, vaya. No nomás estar… pensando que tú, que si por aquella vez, el…no…nel…no quiero. Digo ‘taría bien sentarnos ante un…cafecito (reiteración no verbal) ¿verdad? y sin rodeos…decir: mira yo creo que tú y la chingada ¿no?... ‘taría bien. Pero si ni a esas te dejas... allá tú. Yo vivo bien feliz fíjate… no hace falta que…te… que te cuente cómo me va ni dónde ni
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La única salida que yo veo es que…platiquemos ¿no?, ya te dije, digo…la, esa es la…la opción…pues, tómala y me dices, osea si tú crees que yo la…este…la regué, pues asunto arreglado ¿no? y cada quién a sus… menesteres… perdón la palabrita, digo ¿sí?... cada quién se va con quien más le ronque la gana estar… punto.
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Porque ya me estoy…eh…así como hartándome ¿no?, de la…de la…de esta sin razón. Y hay que ver hasta dónde quieres llegar. ¿Quién se cansó primero?... tú… ahí empezaste de… a ch… a…este… pues… a cagarme, digo, a… sí, a cagarme, o sea, nunca fui yo… el asunto tú lo detonaste y aquí estamos, ahorita, aquí… después de intis… de insistirte un chingo: “vamos a tomar un café, vamos a poner las cartas sobre la mesa, ni yo quiero quedar así ni…no sé tú, pero… no creo…este… no creo que quieras tampoco estar así. Digo, está de la chingada ¿no?.
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Entonces qué… le vas a…¿a atorar?...o namás te gusta que se arme por… por así. ¿Verdad que no?... si tú solita eres la que debe ponerse límites… yo que chingao te voy a estar espiando a ver si…me eres fiel o no. Yo confío, o quise confiar… quiero confiar más bien… sí… el “pedo” por…llamarlo de alguna manera… es tuyo. Yo ni tenía que estar ahí, tú fuiste la que me dijo: ven, que la chingada y… bailamos y tal. No yo. Y eso que quede… claro ¿no?. Porque… pu’s pa’ que le voy estar haciendo al wey… digo… digo, si a esas vamos, entonces me marcas, sabes mi número, me inventas cualquier chingadera, yo me quedo en casa… yo me quedo en la casa bien a toda madre y ni quien te diga algo ¿no?, pero no me vengas ‘orita con que yo fui el que… el que promovió esa madre… pues nunca wey… perdón pero… pero nunca. Pu’s ya parece ¿no?, digo, me cuesta trabajo darme a explicar porque no quiero que además, me vea yo… me vea yo débil ¿no?... eso estaría cabrón para mi persona… o para mi ego o… o lo que tú quieras.
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Por eso si se trata, encima de todo, de joderme… pues conmigo ya te chingaste, digo es… bien fácil hacerlo…. eh… hacer… lo que tú hiciste… (...) bien puta fácil… ¿no? pero las… pero pu’s hay que saber las consecuencias ¿no?, digo… es… tá bien que pruebes otras madres, pero… no lo haces cuando un… cuando alguien está contigo ¿no?, porque entonces TODO sería una pinche anarquía y "viva la libertad" y la madre ¿no?... digo si por tí así está bien pues… que chingón… te felicito… y no estoy de… mamón ni de… sarcástico, ni nada. Pero te felicito wey… ¿no?...vaya…
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(Entreacto)
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….es que no mames… (mirada fija en sus ojos huidizos)… no mames Julia…así no era (voz quebrada en llanto falso)… qué más te digo… ni te va a importar luego ni nada… pues así qué…qué chingao ¿te lloro? O qué…no…o sí…¿verda’ que no?...
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…
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… ¿’ntonces así va a ser?, ¿así de plano?, ¿no vas a decir ni madre?... (silencio de 7 segundos; atrás, despreocupada, suena una risa)… chale… pues qué poca madre tienes.
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...
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(Ruidos de cafeteras, cubiertos, carcajada y humo… mucho humo en constante progresión hasta alcanzar el escándalo)
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¡Volví mamá, volví!
Salud
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