martes, 6 de diciembre de 2005

Lecturas Detestables 1/n

La diaria restauración del ser humano para convertirse en lobo de sí mismo. "El hombre lobo del hombre" marca la sentencia humanista. ¿Dónde se esconden los placeres de siempre?, ¿en qué desvencijadas mentes descansan los recuerdos intregrales de nuestra persona?. Los placeres son los que descansan, los recuerdos son los que se esconden.
Se acercan entonces vientos sigilosos de nostalgia, amotinados llegan los colores de la infancia, el brillo esférico empolvado, el azúcar de la risa de toda la casa llena, las nuevas generaciones que juguetean a ser mayores y el adulto que suaviza su mirar ante el mundo suyo.
Súbditos todos de las calles, vamos poblando encasillados, egoístas, la ciudad que se pinta en policromos paisajes de alegría. Unimos fuerzas. Jalamos parejo con ilusorios sentidos de humildad. Procuramos el cuerpo con café, con cigarrillo, con carnal compañía. Y juntos, así de juntos, más juntos, volvemos al hogar colmados de presentes que alegran al futuro. Nos abrigamos con pesadas cobijas de lujos pasajeros y prendemos fuego a los leños que esperan ya excitados en aquella vieja chimenea. Con pequeños pasos, abrazamos al pariente, al hermano, al prójimo desconocido, a nuestra perfecta compañía de seres queridos... nos ponemos tristes por la injusticia y brindamos exhaltados por la vida futura, por los éxitos incontables a los que estamos sometidos en años venideros. Cantamos en fraternal unión y dejamos que la cera ardiente de las velas carcoma por segundos la piel de nuestras manos. Lejanos se escuchan los trineos, miles de campanas que retocan de alegría insensata el corazón, nieve en los tejados y en la uñas, fanfarrias jubilosas. Ahora timbales de grandeza. Más tarde, diminutos tintineos de esperanza. Y al final, un grito que apaga algarabías. Entre la neblina se ven dos hombres, uno joven y cansado que carga un cabrito cuesta arriba, el otro, de mayor edad y relajado, fuma despacio y exhala un humo pegajoso. A su alrededor, árboles enmarañados, inmortales, árboles sin hijos... atrás quedamos todos, sólo se escuchan de vez en cuando algunas carcajadas que hacen eco en la montaña, el tronar de copas: estallido de una fiesta antigua, mesas colmadas de manjares y licores, guantes, abrigos, violines, amor...

música: Narada Christmas Collection Volume 2.

1 comentario(s):

Tangerine... dijo...

¿Te pusiste una actividad a ti mismo? Pusiste una canción y trataste de escribir lo que las notas dictaban más allá de la letra?... eso parece. Muy nostálgico y anaranjado, así lo vi.
Ahora me meteré al blog de un fulano (a) que te escribió un comentario en otro idioma que no es el nuestro, a ver que encuentro en estos momentos en los que tengo más trabajo que nunca y más flojera que nunca...
Sabía que escribías algo de navidad, adiviné!
Cos