martes, 13 de diciembre de 2005

Wynona y Juan Carlos

Los sueños nos lo facilitan todo;
tienen poderes misteriosos.
En ellos habitan las hadas
más hermosas
Y hay quien dice que es donde
menos solos estamos.
Allá, en esos aires soñolientos.

Anoche por la noche supe
que lo que hacemos sueño
usualmente nos defrauda,
nos da de volteretas,
juega con nosotros a sentirse
dios, rey o lacayo.

Estamos hechos de sueño
y negarlo, es decir que
jamás soñamos.

Febrero de 2miluno.

Dudaba, y por dudar pensaba, que quizá un día, probablemente en diez o quince años, sería famoso de Hollywood. Me pasearía, ya sé, en un auto rojo (ni manejar sabía) y pondría mi cara galante viendo a actrices bonitas caminar hacia mí. Les diría: ¿qué tal, me acompañan? e iríamos después a casa, donde, mediante un simple switch se abriría el portón blanco metalizado de mi linda mansión pintada de blanco con muebles negros. Para aquel entonces el dinero no sería problema: ¿c u á n t o q u i e r e n? preguntaría desinteresado a mis tres hijitas. Habría también albercas grandes, un helipuerto, mucamas de variada raza y cigarros de chocolate amargo - por aquello del enfado con mis padres-. En el living reiríamos todos y todas para congraciarnos de nuestras aventuras y alguien propondría un brindis: "a tu salud Juan Carlos, por ser el gran anfitrión". Yo sonrojado me levantaría de mi asiento de cuero para abrazar al adulador y con malicia dejaría caer la espesa ceniza de mi habano importado sobre su saquito blanco de satín. Luego, en la noche, reiría a solas y mi nana, Rosa, aztecachicanamexiana por aquello del qué dirán, seguramente alegaría: "si tan solito se ríe joven, de seguro alguna maldá habrá hecho". "Nada, Rosa, nada; anda, pon las sales en la tina que mis pies ya no aguantan"... dormiría doce horas diarias ... jugaría con mis dos perros labrador ... con horquetas de metal, reventaría faroles del jardín para puro enojo del gentil jardinero... "a tu salud Juan Carlos" repicaría cual campanada enferma en mi memoria. Una carcajada al aire soltaría para después desvanecerme y volver el tiempo al futuro, que ya me esperaba, paciente y con reloj en mano, para incrustarme aquel recuerdo de mi infancia en las dos mejillas que ahora escriben sonrojadas.

Nota: Para la Rider en aquella entrega de oscares de 1993 donde apareció con sonrisa diminuta y cabello corto en entallado traje sastre de colores beiges con estampados y florituras varias de policromos tintes verdes. Ella cerró la noche recibiendo la estatuilla de mejor actriz por su papel en "la edad de la inocencia" y yo lloré amargamente en mi cama, con mis trece ineptos años, pensando que jamás conocería a tan inigualable belleza. Después se hizo drogadicta y cleptómana y aquí está mi venganza Wynona; bien fría y sin caballero al lado que te alivie las penas y el sufrir. A que ninguno de ustedes, queridos lectores, recuerda la imagen. ¿lo ves Wynona?, ni eso te mereces... ni la posteridad.

1 comentario(s):

Juan Carlos Medrano dijo...

¡¡¡Y sigue la mata dando!!!, ¿eso crees? me has dejao sin un centavo en que caerme muerto tío, joder, matxo !!, pero bueno, ya estás más que depositado en tu cuenta de Suiza.
A mi salud, Sí cierto y hasta entonces.
Un abrazo, saludos.