A Cris, Pepe, Yayo, Yoyo y Pato
por las tardes en la cocina
Es cierto:
lo vimos estando juntos; entallado en elegante traje obscuro con una fiera rosa
en el ojal. Declamó para mi padre y, por sombras gentiles, para mí. O hubiera
escrito también, "para aquella entonces volátil figurita diminuta que era
yo". Parió la poesía con su voz de intenso aspecto y un par de buenas manos
batiéndose en el aire espeso de la taberna. Era Madrid, finales de un invierno.
Manuel Benítez postróse entero sobre el tablao que habían montado dos
estudiantes amigos de papá en los años mozos de la tuna y la estudiantina (casi lo mismo, venido a ver, en términos cuajados).
Sí: lo vimos
estando juntos; tras la montaña un arcoíris doble bajo el ala protectora de los
aires frescos que trae la lluvia por consecuencia, cuando abre la tarde en mi
pueblo y entona la resolana sus cantos para deleite nuestro. O hubiera escrito
también: "para bien de nuestros rostros fríos, nuestras mejillas enjutas,
cada calandria en abril aligerada por ese viento". Era Xico, albores de
primavera; y mi madre intentaba alzar al vuelo un papalote para gracia de su
pequeño. Habíamos comido berros con requesón por la mañana junto a un riachuelo
cascajo.
Juntos lo
vimos estando: dejándose ser, toreando, a Curro Rivera en una plaza de antaño
con gotas de lluvia que enviaba el cielo y que triunfaban en las corolas de los
hombres calvos.
Los vimos
juntos también: desde una palapa desierta, nadando entre la tormenta, a trece delfines
salpicando el mar abierto, mareándonos las pupilas envueltas en el Pacífico. Un
cadáver de pez vela, dos orcas remotas, cientos de peces voladores vimos también y tan juntos.
Estábamos
juntos y vimos: al granizo romper la cosecha de eneldo, a las hojas rotas del
eneldo perfumando el aire con su olor anisado y de limón, al viejo limonero
chino tirándole sus frutos a los niños, a los niños de mi cuadra crecer y dejar
de reírse por cualquier andanza.
///
Vimos cada
caminar en cada instante de cada fiel mirada; vimos lo que ofrecemos hoy al
mundo, lo que el mundo nos devuelve, lo que el reino del tiempo va dejando, lo
que la muerte reconstruye, lo que la vida nos propone, lo que labran las
familias, lo que los pájaros hablan, lo que en la noche estrellada sucede y, de
sucesos hablando, lo que quedó de los árboles de hule cuando cayeron con
estruendo tras la surada caliente y feroz que cada junio azotaba las quintaesencias
veracruzanas.
Nos enseñaron
a usar los ojos, a ponernos los pantalones y amarrarnos bien las agujetas. Nos
mostraron cómo nacen los pollos si dejas que un foco alumbre un huevo fértil durante
algunos días. Dieron lección para alimentar a un gallo que resultó ser
peleonero. Nos explicaron de qué estaba hecho el caldo esa tarde en la que el ave
bravucona maltrató bastante al perro.
Pusieron
atención a los detalles: nos mostraron cómo conectar la vista y el olfato, cómo
paladear castañas sin quemarnos, cómo cortar toronjas sin enterrarnos espinas,
cómo palpar los higos sin magullarlos.
Nos
enseñaron a usar los ojos, a caminar a través de lo que vimos juntos, a
quererse por lo que hicimos juntos y a dar en el hoyo de los errores, juntos.
Nos
enseñaron a usar los ojos, el viento a favor, las herramientas domésticas. Nos
dijeron cómo caminar en los museos, cómo sentarse a la mesa y ser amables, cómo
aguantar la respiración debajo del agua, "dórico, jónico y corintio"
repitieron, "barroco y churrigueresco", "Van der
Weyden y Velázquez" se pelearon, Japón y el "no me interesa",
"Ama y haz lo que quieras", "Siempre hay una ventanita
abierta", "Poco a poco, Paco Peco, poco pico", "Sol, seca
el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar el palo, que no quiere
pegarle al perro, que no quiere morder a la oveja, que no quiere comerse la
yerba, que no quiere limpiarme el pico para ir a la boda de mi tío Perico"...
///
"Yo
tuve una vida y no me acuerdo" cantó de repente esta tarde Campello; y
quise vivirla de nuevo.
¡Jo'er, matxo!
°
Las cursivas finales son un breve
fragmento del cuento "El gallo de boda", de Ruth Robés Masses y
Herminio Almendros / La foto es de... bueno, yo... yo quisiera decir a mi favor... yo tenía un diente en aquellos entonces...
1 comentario(s):
Chido.
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