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Callejón del futuro incierto
Son de mi propiedad 22 tazas; cinco de ellas con el asa partida. En siete años de absurdo coleccionismo he roto cinco tazas. Si la estadística no miente, como dictan por doquier los medios y los gobiernos, en 30 años no me quedará ninguna. Habrá que empezar de cero. Ir a otros conciertos. Amar otros inventos.
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Rincón del poeta bendito
La otra noche miraba postales pensando que quizá no vuelva a oler esos sitios. Allí divinicé los momentos. Acá los exorcizo.
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Avenida de la Onda
En algún libro yacido en algún estante de algún librero de algún otro estudiante con el cual durante algún tiempo compartí algún discurso que nos llevó a pensar algún proyecto fracasado, queda indeleble el subrayado de alguna frase de George Steiner que algunas veces me sigue dictando mi incaduca memoria: "El arte verdadero viene sin prisa". De ser obsesivo, aplíquese a cualquier ensoñación, cualquier procedimiento; toda la calma, todo momento. Es así como "algún" "cualquier" se convierte en "todo": sin prisa pero sin pausa (como reza el dicho en Castilla la vieja).
Años más tarde de aquel descubrimiento, bajo la lluviosa conversación de esas que arden al lado de compañeros que saben más de lo que beben, salió sobre la mesa la figura perfecta de un guitarrista admirado: Mark Knopfler, el frontman de Dire Straits, quien había comentado en una entrevista que su técnica le parecía ridícula luego de escuchar el trabajo de Paco de Lucía. Hoy me entero, en Twitter, que el mismo Paco anda con miedos de su status de flamenco inquebrantable por el surgimiento de Amos Lora, un niño genio...
Inciso a: "El arte verdadero viene sin prisa", y a los niños genio les urge leche, reconocimiento, refinamiento, adaptación y poca fama. Inciso b: Nunca entenderé las comparaciones. Por mí que muera el verbo.
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Boulevard España
Pasados diez meses reviso mi libro de El Bosco (método, que no estrategia). Diez meses: El Bosco. Me remonta al Museo del Prado, allí vi "El jardín de las delicias" largas horas, tantos días, como queriendo mover algunos súcubos hacia el Edén soñado. No lo logré; en vez: aprendí a imprimir en color, a batirme de pegamento, a usar tijeras, a no quedarme conforme con la disposición espacial de mis eventos.
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Paseo peatonal
Siento, en el silencio agotador, la ausencia total de tus luciérnagas. Debo irme a celajes más claros en los que alegres cohabiten mis fantasmas musicales; y quedarme allá de ser preciso. Al menos esta noche, lo siento, necesito. Tengo una canción especial para estas horas de insomnio por calor: basta abrir las ventanas y respirar el viento de la madrugada, aparcar los ojos en las luces titilantes de horizontes cercanos y pasaportar el alma hacia terrenos que ardan más allá de mi física posible. Seducir a la aurora y sentar cabeza en el verano que empieza a mostrar los dientes, que fuerza (siempre aletargando mayo) mis caprichos de vino frío y fresca compaña. Pero no quiero ningún vino; quiero tu almohada...
Tengo una canción especial que silbo sólo cuando duermen mis añoranzas:
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La fotografía es de Rosa María León Salas
Madrugada en Luque; 2011
El óleo es de Hieronimus Bosch "El Bosco"
Tercera tabla (Infierno) de El jardín de las delicias; 1507
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2 comentario(s):
El arte verdadero viene sin prisa, pero qué ganas de comerse el tiempo a bocanadas grandes y sin chile piquín.
¡Sin chile piquín no, por favor; sólo un poco amora... al menos Miguelito! / ¿Sí, verdad? ante los futuros redondos se antoja mucho :-*
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