miércoles, 16 de mayo de 2012

Certeza de distancia / Anhelo de memoria

< Para Y., luego de sueños suculentos y ambrosíacas visitas


I.

La distancia es esa indefinible huella que ara los campos de la memoria perpetuando, a su vez, cada insondable palabra pronunciada, ahora mismo, en lejanía. Sentir distancia, paladearla, es una práctica casera en la que (vestido de Merlín) enfrasco mis temores manifiestos, los echo por el borde de mis cejas irritadas y dejo a fuego lento apaciguar el caldo donde embebo la más triste soledad que es la de andar y desandar caminos fuera del alcance del ombligo, de la brisa, de cada planisferio de la amada mía.

II.

Arrástrame destino a la distancia so pena de muerte u olvido. Dime que he nacido ciego y hazme ver después lo que me viste y reviste, da forma, transforma, lleva a volar sin alas necesarias, anima, reanima, da frondas. Arrástrame sobre empinados riscos y dórame la piel con otras amalgamas hechas de acero y albahaca, prontas de buenos augurios, deseos, comedias, abrazos. Arrástrame a la impronta del viaje a través del sueño, del sueño a través del tiempo, del tiempo a través del mundo, del mundo a través del amor; el único e infatigable, somnoliento corazón: amor.

Siémbrame en un tiesto de azar o circunstancia y déjame allí dos minutos, libre de riego y marea, libre de luz de luna, de afrentas a la persona mía. Deja que solo salga: desraizado o herido, pleno de virtudes o ahogado en los yerros de tantos y diferentes pasados. Arrástrame destino de vuelta al jardín de los ciruelos y oblígame allí a escribir una carta donde al fin le cuente a mi nostalgia todas las instancias de placer que desde el recuerdo inmediato emergen.

III.

La certeza es esa indefinible huella que siembra los montes con anhelo perpetuando, a su vez, cada insondable caricia presta a pronunciarse, ahora mismo, en lejanía. Sentir certeza, paladearla, es un ritual en el que (vestido de desnudo) enfrasco mis dudas sonoras, las echo por el borde de mi boca sangrienta y dejo que Merlín se encargue del caldo donde embebo la más dichosa ironía que es la de andar y desandar caminos tan cerca de los dientes, de la risa, de cada mapa trazado a lado de la amada mía.

IV.



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La mecedora es Mahersol
Polipiel roja con estructura cromada

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