Es el puente lo que cae, no la gente.
Si cae la gente, el puente sale sobrando.
Así, por ejemplo, me llegó el sueño. Levitaba descalzo y escuchaba musiquita de Clayderman, ionizada en el aire, metida en los pulmones de lo invisible. Vi, a lo lejos y fuera de foco, la silueta amarillenta de una mujer con pecas, castaña de cabello, con reminiscencias innegables a la Venus de Boticelli. Claro, quizá sus manos no fuesen tan finas ni sus senos tan erguidos ni sus labios tan brillantes pero el sueño exagera; el sueño, sin necesidad de hablar, se vuelve digna representación de la mitomanía.
Reparé la mirada, la joven de 18 bailaba sonriente estropeando un campo de amapolas. Debe haber sido la noche intensa con Daniela intensa donde nos encharcamos en pláticas sobre pintores impresionistas. Y salió Monet y nos dimos dos besos chiquitos; me contó que la aturdía un pasaje onírico recurrente en el que sobrevolaba campos pletóricos de girasoles y donde había también, ajena a toda lógica espacial, una cascada cuya líquida caída semejaba caballos (con sus jinetes) en decidido ataque al agresor…
Es de pensar que Daniela atravesaba por guerras internas y los girasoles podrían ser fácilmente relacionados con aquella ansiada paz o felicidad, algo así. Pues no, en vez de ello, mi linda compañera pelirroja, ubicaba al torrente como el deseo expuesto de ser regada con semen de apuestos caballeros de la mesa redonda.
Digna representación de la mitomanía, perdón por la insistencia.
...
¡Y por qué bailaba sonriente Jimena sobre un campo de girasoles con música de Di Blassio!, era de locos: nunca he creído en la posibilidad de soñar con música de fondo. Tal vez duerme el cerebro y no el sentido, tal vez muere el oído en vez del iris. Ni Jimena se llama la Venus ni Daniela es castaña. ¿En qué momento se metió la Venus?, ¿dónde está su concha, dónde su primavera?.
Es probable que al ser incapaz de verme (cual gran angular de mantis religiosa cuya vista, opinan los científicos, es capaz de la reflexión óptica) dudara de mi propia existencia y saliera del sueño recordando la conversación que con Boticelli tuve sobre pintores renacentistas. Aunque…
La plática sobre pintores fue con una chica de 18 abriles; ingeniosa, guapa, muy pasional a mi gusto y con un padre celoso, ególatra y obsesionado con el sonido de los pianos Steinway -& Sons-, un papá músico cuya única cercanía con el amor es el sentir que le tiene a sus manos. Cuando le conocí, porque pensé que ya era tiempo y…en fin, el estaba en su estudio con las manos metidas en agua caliente con sal; vaya tipo, apenas hablamos: ese ritual tan suyo era casi mítico en casa. Mientras tanto, su esposa, una mujer joven bastante linda y con el cabello corto…
¡Ah, su esposa!, leía con delicado interés una nota sobre herbolaria; en su cara, apenas marcada por minúsculas pecas avivadas con el sol de la tarde, había luz y fuego y llanto encapsulado. Yo me presenté como gran amigo de su hija y, muy atenta al verme, me propinó enseguida un té de tomillo (yo estaba enfermo en realidad, mermado de ideas, acatarrado, con la nariz hinchada y roja), su esposo, luego del ritual de las manitas llegó pidiendo un paño húmedo con perfume y... ¡es cierto!, ahí estaba.
Por supuesto.
Sí.
La pintura del nacimiento de Venus, obra y gracia de Sandro Boticelli (con un carajo) colgaba ENORME en la pared del comedor.
Ahora es todo más claro.
La "niña" de las amapolas debe ser Daniela, que al interesarse en mi catarro fue reducida a un mísero esquema de mujer perfecta: pocas pecas, castaña, senos erguidos. Y Yanni, al menos su música, no puede ser otra cosa que la viva y barata presencia del esposo pianista. ¿Mi amiga?, de seguro representada por las amapolas, estropeadas, como en un principio aseguré, por su madre enamorada del yerno.
Dios.
Debe haber mitología escrita al respecto. Griega o Romana... Boticelli es italiano, puede ser romana entonces; mi hoy concubina tuvo un bisabuelo italiano que tocaba el piano, un día me enseñó una foto y él era parecido a un autorretrato de Sandro, no pudo haber sido Sandro; Sandro es de 1000 y pico, fue...
-----------------------------<...bueno.
No sé.
M e d i c e n n a d a l o s s u e ñ o s.
Creo (más bien) en los puentes temporales hechos por la gente: esos vibran, se caen, se oxidan en los anaqueles rotos de la memoria. No la gente, nunca la gente.
-
2 comentario(s):
¡Hey Bu!
Que barbaro yo no conocia tu lado de escritor,tu sí que tienes bien controlado al monstruo. Y todavía me falta mucho por leer.
Laura
Lo que se dice controlado (no).
Ni mi vida. Tú sabes.
...
(largo suspiro)
Pero bueno, no son estos los espacios para dialogar cuestiones profundas / quizá sí / etc.
Lo que quiero hacer ahora es darte la más calurosa de las bienvenidas a esta bitácora andante, cambiante y tunante. Y, por supuesto, agradecerte los comentarios.
Así que descálzate y pasea con lentitud por estos parajes simbólicos de mi persona.
Un beso. Muchos.
Y el gusto de tenerte por aquí.
Publicar un comentario