viernes, 30 de marzo de 2012

Azúcar al café

< Para mis padres, sin su permiso, durante un aletargado brindis a su vida luego de una visita a su álbum de fotos, sonrisa en mano



I.

Cris ya trataba de andar al año de nacida; Carlos, su hermano mayor, vigilaba atento los asincrónicos pasos de su enana / A su madre, Josefina, siempre le gustó tener el jardín pletórico en rosas; su padre le contaba fábulas, mientras la mecía en sus brazos / Cristi se pronunciaba ensimismada, como tratando de llegar a una meta desconocida / Al crecer, gota a gota, discurrieron apacibles las tardes en La Marquesa / Llegó a la Facultad de Medicina y fue feliz, estuvo plena / Aparentaba estudiar en su jardín, o dando vueltas en el patio; el sol a la espalda, la libreta derramada en apuntes anatómicos / Jamás concursó para reina de belleza / No había espacio en su mente para pensar en otras cosas; ¿en qué "otras cosas"? / Luego de pisar Alemania volvió a México; se vistió de novia en la cabaña de Luis Arcaraz / Ha vivido gran parte de su vida cercana al mar...

A Pepe le gustaban los caballitos de cartón / Era un niño aplicado en los salones, el más / Daba la pinta incluso de llevar la medicina plasmada en sus ojos / Antes, fue marinero de agua dulce / Su gran pasión: el mar / Su caminar, el de Charles Atlas / Un dandy / Un doctor en pleno dominio de sus territorios / Tenía una "silla del tormento" en su consultorio donde, a la espera de pacientes, leía, impaciente / Amó la playa de Chachalacas; allí duerme eterno en su mar profundo / Cientos de loros verdes atravesaron veloces por su cabeza; ¿qué pensamientos le rondaban a Pepe? / Dicen los que le conocieron que uno recurrente era su cepillo de dientes: ¿lo habrá puesto Cris en el neceser? / "¡Cris!, ¿trajiste mi cepillo de dientes?", preguntaba en los aviones...

II.

Pepe, arrebatador, cortejó a Cris durante un año / La doctora no podía desaprovechar esa larga espera / Finalmente, los dos médicos sabían que "para pesarse e inyectarse, había que descalzarse" / Y el tiempo seguía su curso sin esperarlos / Así, ante testigos, José firmó su "sentencia de muerte" acompañado de la sonrisa precavida de Cristina / Fueron años de cuhi-cuchi a granel / Fueron años de Madrid y Paris y Lisboa y Londres y Bruselas / Años de playas mexicanas, conventos, museos y comilonas / ¡Quién dijo miedo, señores! / Fueron años de formar una familia / Años y cuatro hijos varones / Años sin negar el origen de sus parroquias / Años de tequilas, rones, corazones, vidas más sabrosas / Años de alegre construcción académica / Kilos de flores por doquier, siempre / Años que se acaban / y Cris escuchando ahora una canción que jamás hicieron suya.

Play!

azucar al cafe by Manuel Garcia on Grooveshark

I.























"...y pensé en tu rostro mientras me lavé / y te vi de nuevo en el agua que / se fue. / Lluvias van cayendo en torno a ti también / caen como cae azúcar al café"











"...y la tarde fue más clara aún / porque caminé sin rumbo hasta que me encontré / en el puerto. / Y al atardecer creí en el cielo ver / tus ojos"











II.



























"Antes de acostarme y soñar después / contigo, / escribo esta carta y tomo un café / y en su espuma gira lo que no alcancé / a decirte / muy bien"



Cursivas de Manuel García

///

(Fragmento de Si existe un placer, 2009)

Circundando el año 2000 entré a la radio por designio de magia y buena estrella. Casi de inmediato hicimos clic, y al contrario de otros medios, este tan vivo, tan humano, tan sencillo, tan demócrata, nunca me incomodó. En esos tiempos grabé mis pininos: unas cápsulas donde yo, por fortuna, no hablaba, y en las que una pareja, entrevistada de forma aislada y a la postre unida en edición análoga, comentaba brevemente algún concepto abstracto (odio, amor, rencor, frustración, euforia, qué se yo).

Acomodando discos me encontré con el piloto de esta serie. Le pedí entonces a mis padres que, como quien no quiere la cosa, charlaran sobre indiferencia. Por destino incierto, papá murió dos años después dejando este legado sonoro para que su voz, ya enferma y gastada, nos hiciera reir/llorar de cuando en vez. Por desgracia, y/o para efectos de presentación, les pedí, lo recuerdo, que cambiaran sus nombres y algunos datos importantes que hacia el final aparecen.

Será que así, de pronto, llega el pasado y te da dos palmaditas en la espalda dejándote aturdido y con ganas de vida y futuro.



>

8 comentario(s):

Juan Carlos Medrano dijo...

NOTA: La libre asociación de ideas que aparece al principio de esta entrada está basada en los pies de foto que Cristina Barrena propuso para esta selección.

¡Gracias má! ;-)

Yanitsa Buendía de Llaca dijo...

Me encantan estos recuerdos tuyos. Enternecen, conmueven, nos recuerdan que estamos vivos, que no hay que tener indiferencia.
El audio del final es impresionante.

PAto dijo...

Lástima que no sé cuál es el simbolito de carita llorando, pero ya lloré carajo!!!!!

Señorones, grandes entre los grandes. Orgullo del bueno tenerlos como guías, dejan el listón muy alto.

Fenomenal la selección fotográfica aderezada con el tipito refunfuñón ese de fondo.

Eres grande pibe!!!

Juan Carlos Medrano dijo...

¡Gracias por leer caminantes!

Estamos vivos, seguimos vivos :-) / El audio final se torna cada año más llegador; me alegra haberlo hecho a tiempo / ¡Les quiero!

PS. ¿Cuál tipito refunfuñón, Pato?

Gerardo dijo...

Definitivamente estupendos, increíbles, geniales nuestros padres. Comparto las opiniones del Pony y por supuesto todo el texto y narrativa tuya Rumbios.

Gran fortuna la nuestra haber tenido al increíble padre que tuvimos y por poder disfrutar aún de mamá. A la salud de ellos y todos nosotros.

PD. carajo, también lloré y me tuve que echar un sol y sombra.

Juan Carlos Medrano dijo...

¡Un sol y sombra! / Pff, esos cocteles del demonio que preparaba José :-) / Pues eso, a su salú. Un abrazo, hermano.

Celeste Laviani dijo...

Me uno a los llorones de esta ventanita.
Lloré.
Mar infinito de corazones, a uno le mueve siempre todas las fibras.
Qué joya, Peatón, qué joya.
Abrazo fresco.
Tangómana

Juan Carlos Medrano dijo...

¡Gracias por el comentario Tangó! / Yo, la verdá sea dicha (fuera de egos, jujujú), no lloré con esta entrada... otras me han llegado a calar profundo pero ésta me deja el corazón contento y libre la vista. Finalmente, luego de muchos años en El Peatón, publico algo para ellos, para mi, para todos nosotros; los que de alguna forma u otra, queremos entender así la vida, el amor, la confianza, el destino, la entrega (tan compleja de cosechar en nuestros días).

Salud por ellos, caminantes; qué gusto me dejan le dejan a mi persona.

Les abrazo :-)