viernes, 9 de marzo de 2012

Shame on you crazy diamond!

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Me siguen gustando las cajas de cartón. Encierran infinitas posibilidades de asombro; sobre todo las de Amazon; encierran infinitas posibilidades de asombro. No me han llegado muchas; diez quizá, quince si cuento los sobres con protección plástica de burbujas. Oh, burbujas: hadas tintineantes del anti-estrés, guardias de la maravilla encapsulada.

(Tengo un amigo que colecciona discos sin abrir. Lo envidio. Menos mal que no me paso la vida juntando superhéroes en sus cajas como el señor aquel de 48 junios que nunca jugó con ellos cuando era pequeño)

Anyway

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Tengo toda la discografía de Pink Floyd en su versión original, los tres conciertos grabados, siete ep's de dudosa calidad, y 10 dvd's de distintos recitales y behind's.

Todo recolectado con el paso de los años al lado de mi hermano Patricio. Fueron muchas noches, tardes con sol y mañanas de sábado las que escuchamos los acordes de cada infusión sonora que nos regalaban los de Northolt (Londres); The Final Cut me hizo una mejor persona. Creo.


Compré, llevado por la locura y arrastrado ciegamente por la conducta de masas, el Oh by the way (la re-edición de los 14 discos a escala CD de los viniles originales), preciosista, poco aparatosa pero magna en detalles.

La he escuchado completa, abriendo cada caja y extrayendo los discos de su esmerado celofán, dos veces. Tres, algunos; pocos, muy pocos. ¡Para qué, si cuento con la remezcla 2010 que iTunes puso en venta! / En una indigna borrachera derramé ron barato sobre la encantadora portada del Obscured by Clouds; no volví a tomar ron (barato).


La Discovery Edition debía ser mía, así que malvendí en 4000 pesos (12 cómodas mensualidades) una Virgen de la Dolorosa de 1762 (herencia de mis padres) pintada en lámina por un fraile michoacano muerto en manos de saqueadores de iglesias. Qué más da. El anuncio estaba increíble.

Ahora, incauto, depresivo, comprador compulsivo, me hice de la Immersion Box Set de The Wall, un lujo de los adinerados que sienten conocer al hilo cada paisaje sonoro de la máxima obra musical que se produjo el año en que nací. Incluye canicas / Shame on you crazy diamond! / Mi melomanía se reduce a esto:



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1 comentario(s):

Anónimo dijo...

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