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Quisiera, doctor, poder vaciarme aquí, ante usted, sin muchos tapujos ni esmeros. Las razones son múltiples, señor, para vaciarme, pero los hombres vacíos nunca han estado en los escaparates de las tiendas de moda. Lo vine a ver porque he estado tomando arenillas de veneno y no sé bien si me harán daño. Dice la etiqueta al reverso del envase que no, que no me va a pasar nada si sigo ingiriendo la dosis recomendada, pero aquí entre nos, estoy tomando más de lo que debo. Todo empezó hace un par de noches, cuando me di cuenta, al tratar de alcanzar la mermelada de ciruelas, que estaba allí, diminuto y escondido, un elegante frasquito azul, con la muerte como capa. Dentro, había polvo de colores, muy fino, y de olor sutil parecido al del hinojo. Lo aplané con el meñique, queriendo, sí, sentirlo, y se me ocurrió de pronto, así, sin mucho sentido, darle un lengüetazo al dedo. Nada ocurrió, esa noche dormí soñando con lobos disfrazados de corderos, y yo era uno más en el rebaño hambriento y maldito. No suelo recordar mis sueños, sin embargo, al día siguiente, con esas mañas que uno tiene, irreversibles, de mirarse en un espejo de cuerpo entero para ver si amanecimos completos, (al día siguiente) me di cuenta que dos uñas de mi mano derecha, sangraban. Y no era mi sangre, señor, era de una liebre muerta a la luz de la Luna. No me lavé las manos, así llegué a la cocina y tomé leche fría que escurrió por mis colmillos, y fíjese, fue el néctar más dulce que yo haya bebido antes. Vi el frasco allí, lindo y despreocupado, azul y con muerte, y le metí cuchara, no lo pensé dos veces, esta vez sí burbujeó en mi lengua, se adaptó a mis cuevas, doctor, empezó a moverse adentro, ¡me sacudió tan fuerte que quedé inconsciente!, sólo recuerdo haber volteado los ojos mirando a la buganvilia sonrojada que asomaba su piel por la ventana. Debí despertarme pronto porque la luz era la misma, intensa y poco sosegada luz de la primera mañana del verano. Ayer, luego de batirme a muerte con el polvo policromo, estuve acalorado. Copiosamente sudaba y respiraba de a poco, entrecortado y jadeante, minuciosamente inhalaba el aire que ya no era el mismo, era un cíclico espasmo lento de nitrógeno compacto. Anoche no quise cerrar los ojos por terror a la visión insana. No pude orinar ni comer, y aunque bostezaba con una lentitud pasmosa y sentía los ojos lubricados, no dormí, doctor / Habla usted muy bien, como orador / Doctor, no vine a eso / Perdone, no pude dejar de notarlo / ... / ¿Y hoy? / No sé / ¿Volvió a comer de esas harinas? / No son harinas, son polvos o… arena; parece más bien arena muy fina / Sí / … / ¿Cómo le llegó ese frasco? / Hace… algunos años lo trajo un niño que vendía enredijos de eucalipto… / … / y nada; se lo compré, me gustó. Lo guardé en la alacena, me había olvidado por completo que allí estaba / ¿eucalipto, dice? / Pues sí, creo / Qué más vendía el muchacho / No sé, hierbas, tal vez, frutas, no recuerdo, doctor / Es… me gustaría verlo, el producto, quiero hacerle algunas pruebas / Lo tiré. Vacié el polvo en la tarja y rompí el frasco / … / … / Hay… una… probabilidad, ¿verdad?, de que se trate de… hinojo; usted dice que olía a hinojo / No era hinojo, doctor / Podría ser; estos… niños de por aquí venden una tisana para el mal de amores / ¿Psicotrópica? / Ya le digo, podría ser, si tiene además floripondio y… esto (cómo se llama), y… y anís, floripondio y anís puede causarle algún daño / ¿Y de colores? / Colorante artificial, para que se vea bonito y usted lo adquiera / … / Véalo así, se tomó algo diseñado para remediar los males / De amores / De amores o de lo que sea que tenga / ¿Y la pesadilla? / Eso sí no sé, pruebe una terapia / Menuda ayuda, doc / No me meto en otros campos, usted… tendría que entender; es… celo profesional, supongo / ¿Celo profesional?, vengo aquí, envenenado, y usted me dice que me tomé algo para el mal de amores y que me vaya a una terapia / Así es / ¿Así es?, ¿y como por qué es así? / Yo qué sé, será la… el… libre albedrío para soñar lo que queramos y... eso debe ser/ … / … / Con razón no se mete en otros campos, doctor; con razón no viene nadie a verlo / No me hable así / Ya es tiempo de que alguien le dijera que no sirve usted para nada / Salga de mi consultorio, por favor / ¿Y mis uñas?; cómo me explica lo de la sangre / No sé, salga, por favor / ¿y las burbujas? / Por favor / ¡No sabe usted ni una puta madre! / Váyase. De verdad. Por favor / Tenga el pinche frasquito, aquí se lo dejo para que haga pruebas / ¿No lo había tirado? / Aquí se lo dejo, cabrón / ¿Tiene etiqueta su "remedio casero"?, ¡qué mentiroso! / No pone atención, ¡pendejo! / PORTAZO.
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¡Si el amor luce sus iris,
lanza rayos en la guerra!
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lunes, 13 de junio de 2011
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