Infusión 8/30
Ni siquiera
forzándome a no ver, no vi.
Cuando la
génesis de una idea está incrustada en la médula, (difícil, chica) difícil es
moverse sin que se encaje más, se meta bien profundo en las galaxias del espíritu
y te renueve como individuo. Sin
embargo, no siempre esas transformaciones son útiles para el cuerpo y el
pensar; estamos tentados todo el tiempo a los cambios anímicos que viran hacia
nuestros lados más foscos. Entonces empezamos a sentir comodidad en el andar, no antes, el ser, no antes, y el amar: siendo fuliginosas máscaras de la conciencia nuestra.
Esto, que
parece gestarse desde la entraña y el revoltijo (no en el cerebro congelado, el
temple y la razón), en realidad ha sido un parámetro en mis últimas vidas: la
medida exacta de hosquedad me blinda la voluntad de querer ser otro contigo.
Esto, que en
ideales, es soliloquio fugaz de una tarde calurosísima de otoño, me hunde en el
"cendal de la leve bruma" que imaginó de forma tan cortés don
Bécquer. Así que hay poco que decir de las acciones que a continuación serán
pauta diaria de mi persona, agüero de perversidad, de la tiniebla, tu lumbre, la
dura calma.
Ni siquiera
forzando mi vista no me vi tan lejos estando tú tan cerca. Astigmatismo del que
desea, miopía del que ejecuta.
<>
La foto (kokeln) es de René Fabro
°°
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