domingo, 15 de mayo de 2011

Fin del principio

< Al Patio Colón y sus jazmines



Play it loud!



///



Entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.

Lo bello y lo triste, Yasunari Kawabata









Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas.

El alma disponible, Fabio Morábito





Dejo que los cambios
se disuelvan como fiebre,
como una costra que se cae;
no quiero hacer ruido.

El alma disponible, Fabio Morábito









Ayer mismo, dos semanas después,
dos albañiles encalaban el patio,
y pintaban de amarillo las paredes,
las vacías paredes del primero izquierda.

Primero izquierda, Francisco J. Segovia





Quiero aprender a mirar cómo pasa el tiempo.

Nieve, Maxence Fermine









Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?

Juan de Arguijo







Estaba agotado. Eran ya demasiados días. Sentado en el sofá contemplaba con languidez y desesperación cómo se iban llevando los muebles del comedor. Se mudaba a una casa adosada a las afueras de la ciudad y había querido llevárselo todo consigo, incluso aquellos artilugios que nunca había utilizado. Aquella misma mañana había llegado el camión de las mudanzas. Todo empezaba ser definitivo. El aire que respiraba era definitivo y su marcha era también definitiva. Ya no cabía vuelta atrás. Los hombres de la mudanza, enfundados en monos de color gris piedra, iban bajando todas sus cosas. Acababa de hablar con su madre por teléfono, pero ella no sabía nada de nada, ni tan solo recordaba algo así. Era como si su pasado se lo hubiera tragado aquella mudanza.

Tarde arriba, M. de Diostu



No volveremos a vernos, le dije, y él asintió. Nadia lo abrazó con cariño. Yo no lo abracé: yo salí y esperé a mi amiga afuera durante dos o diez minutos interminables.

Mudanza, Alejandro Zambra







De pronto, la quietud del barrio se ve alterada por un barullo infernal; vecinas chusmas no se resisten y, con disimulo, levantan los visillos para espiar a los recién llegados. El camión semidestruido está estacionado justo en la puerta de la casa, ya cargaron algunos trastos, y ahora el viejo cascarrabias grita: "¡cuidado con el espejo!; es recuerdo de mi mamá, se lo saqué enterito al ropero antes de desarmarlo para hacer el asado de despedida".

Los Barrientos, Teresita Cimera



///



>

2 comentario(s):

ursula dijo...

Qué bonito corazón! Qué bellas fotos, y qué bello recuento de la partida. Le contaba al David el otro día, que decía que sentía cierta tristeza y nostalgia porque se habían cambiado de casa, que para mí siguen existiendo los lugares que he habitado, tal y como yo los he habitado. Siempre existen en mi memoria como si nunca hubieran dejado de existir, y siempre tengo la sensación de que puedo volver a entrar a ellos cuando quiera. No importa lo que digan las fotos, importa más lo que dice el corazón.

Salud por la vida en Úrsulo! Y salud por todas las vite nuove que vengan!

Juan Carlos Medrano dijo...

Sí, también siento que conmigo pudiera ser así, justo ahora lo estoy experimentando, corazón.
Pensaba mientras lo iba formando que cada mudanza (y cada casa que queda atrás) te informa de muchos cambios en ti. Y esa noción de "proceso" (de lo que fuiste entonces y serás luego) me hace sentir vivo... y es quetambién, me conoces, me gusta de pronto sentirme vulnerado por aquello de "fin del principio": es allí donde como pareja nos miramos más de cerca. Ahora brindo contigo, también, porque en otros aires y bajo matices lumínicos distintos podremos notarnos otros lunares. Y eso me gusta.
¡Salud por la vida en Úrsulo / salud por lo que venga! Claro que sí. :-)
Gracias por el complemento, bonita cosa. Te amo.