jueves, 24 de marzo de 2011

Oro laminado de 18 K.

<



¡Kitschy time! - Click on Play



No crea usted que demoro en pensarme los títulos beatnik que uso en estas andanzas peatonales. Desde esta mampara atiborrada en ripios textuales, vivo despreocupado de que el mundo, en fa, se enfríe sigilosamente y nos deje colgados ad aeternum de un malnacido hoyo negro de los que abundan y acechan al planeta en el History Channel. O dicho de otro modo: ¡no somos nada! (tal y como falsamente los hipsters lloriquean luego de cualquier canción de José Alfredo).

No somos nada. Aunque mi mano izquierda torpemente insista que sí, que algo debemos ser (paisanos, no se me ofendan): no somos nada.

Entradita recién la noche bochornosa de Xalapa, paseábame con hambre de tabaco en calles sin banquetas. Iba yo, supongamos, cabizbajo (no por tristuras o poses, no por “algo” la gente camina precavida), llevaba mis manos en los bolsillos del pantalón que utilizo los jueves. Quise mirarme los zapatos para ver si andaban faltos de jabón de calabaza y noté, con disimulado enfado, que transito gordo por el globo terráqueo, imaginemos mejor: gordito (redondo y feliz).

Así que pensé (porque para eso llena la gente las plazas, para pensar) que no me vendrían mal unas dos que tres ensaladitas por semana y algo de bici fija, y dejar el auto más lejos del trabajo, y recorrer despacio largas distancias y zambullirme en albercas cristalinas para ensanchar espalda y piernas con mis glúteos. Pensé.

Deme usté unos Marlboro, de favor / ¿Ya a descansar, jovenazo? / Ya / … / … / (en la tele del tendejón de ultramarinos sonaba estúpida – luego de la huelga aquella del Sindicato Único de la Gente que Dobla Voces en el Duopolio Televisivo de México – la nueva voz de Homero Simpson quejándose con cierta amargura de Ayudante de Santa y su poca paciencia para pasearse por los parques sin hacer pipí) / Aquí tiene, jovenazo / (Me dices "jovenazo" por gordo, ¿verdad, cabrón?) Sale, gracias "don" / ¡Ándele; buenas noches, jovenazo!

Entonces ya no ocupaba el 2% de mi cerebro amaestrado para desarrollar otras tácticas metrosexuales, no señor; era, luego de abrir mis cigarritos, un gordo poco sano y muy feliz con mi persona. Satisfecho el gordito. Saciado de humo que intoxica. Gordito vicioso y con ganas de 5 tacos gigantes de chicharrón en salsa verde y un pilón ("con copia, seño") de, vamos a ver, cochinita pibil. Así sería el gordo que come su cochinita.

Reí en silencio y, camina que te camina, llegué a casa donde ya me esperaba paciente un vaso amarillo bien cargado en leche fría que in questo preciso momento degusto emocionado con galletas de nuez acomodadas finamente en un plato de cerámica marroquí apto para tagines.

Sólo como apunte: Oro laminado de 18 K. fue un letrero que llamó mi atención provocando que me dieran ganas de teclear un rato sobre títulos hermosos que yo me conozco bien. Será otro día; acá mis ojos llegó con empanadas de queso con su rajita de chile jalapeño y una delgada rama de epazote. ¿Títulos beatnik?, ¡me aburro!



>

0 comentario(s):