miércoles, 18 de octubre de 2006

Distintas Catársis del Sí.

No encajo en el dilema que me creas.
De hacerlo, te llenaría de flores la casa.
De hacerlo, cortejaría sin instintos ni restricciones.
De hacerlo, cambiaría mi día por tus noches, mi felicidad por tus tristezas, mi despiadado cinismo por toda tu ternura.

No encajo en el esquema.
De hacerlo, te cuidaría de los fantasmas.
Propondría a diario razones para quererte y valorar tu esencia.
Oleríate a kilómetros. Dibujaría mis miedos con vapor. Haría de los tuyos, fantasía.
Saciaría mi hambre con tiernos besos de adiós y despedida.

No encajo en tus problemas.
De hacerlo, tendría tiempo de mirarte a los ojos y soltar un: “todo irá bien”.
Caminaría sobre las aguas, tratando de emular divinidades; traeríate peces sin escamas.

No encajo en tus planes.
De hacerlo, me valdría de artimañas sucias para despedazarlos y así raptarte a diario, vestido de charro, montando a caballo, galopando contigo hacia la incertidumbre.

No me río con tu risa.
De hacerlo, inventaría los chistes más graciosos, derretería a los serios, combatiría las guerras, las hambrunas, los suicidios, la contaminación y el racismo.
De sacudirme con tu sonrisa haría eso y más.

No celebro tus cumpleaños.
De hacerlo, brindaría por tus logros, te colmaría de abrazos, te sacaría a bailar con las grandes orquestas de antaño y luego, ya sentados, te daría un beso suave, quedo y sin final, que nos viera amanecer sosegados ante el mismo cuerpo.

No conozco a tus amigos.
De hacerlo, moriría de celos a diario, sería un cañón imparable, lleno de sarcasmo. Y a veces, me haría también amigo de ellos, compañero de viaje, consejero y padrino de bodas. Quizá, llegado el momento, hasta vitorearían mi suerte y yo mostraría mi orgullo, siempre presente, siempre cálido, siempre al lado tuyo.

No me fío de tus palabras.
De hacerlo, azotaría por bares y avenidas solitarias. Sería tu mejor enfermero; vestido de blanco, solícito y ágil a tus pedidos; cada bocado en la boca, cada minuto tu temperatura, cada lágrima un pañuelo. De fiarme sería un ciego sin remedio, un bravucón sin experiencia, un árbol con mil nidos: pachanguero, solidario, paternal.

No encuentro tus debilidades.
De hacerlo, lastimaría quizá sin notarlo.
De hacerlo, haría este mundo a tu medida.
De hacerlo, mi cama no sería tan grande.
De encontrar tus debilidades, jamás las nombraría.

No me gusta tu cuerpo.
De hacerlo, sometería mi prudencia al impulso, cazaríate sin cesar por la jungla de mis deseos, correríamos por camas de algodón persiguiendo estrellas.
De hacerlo, dilataría tus pupilas, encenderías mis mejillas, moriríamos mareados con el olor del placer y la lujuria, gritaría a cuatro vientos un ¡Te amo!; y el “te amo”sonaría con ecos de rubor y vergüenza, reventaría tímpanos de amantes, opacaría hasta al mismo ruido del cielo.

No tolero tu voz.
De hacerlo, dejaría de parpadear para no perderme ni un instante tus labios en sutil movimiento. De hacerlo, cantaría contigo las más bonitas canciones. De hacerlo, grabaría tus palabras en mi piel y jugaría con ellas a crear horizontes donde todos fuésemos mudos y bellos, como la noche.

No comparto tus frustraciones.
De hacerlo, cambiaría la conversación, inventaría laberintos para que nos enredáramos juntos. Sí, saldríamos arañados y felices de cada pelea, convencidos el uno de la otra. O ya sé, daría un consejo con mi cara seca y torpe, para que así me abrazaras y olvidaras los miedos para siempre; luego, te acompañaría a la Luna para que allí los arrojaras… y cosecharas otros. Esa es la vida.

>> No digo la verdad tan bien como tú, cuando mientes.
No me enfado tan bien como tú, cuando derrochas alegría.
No corro tan bien como tú, cuando descansas.
No soy tan valiente como tú, cuando angustia sientes.
No soy tan paciente como tú, cuando desesperas.
No soy tan yo a tu lado como tú lo eres en el mío.
No me camuflajo como tú, cuando te muestras.
No olvido tan bien como tú, cuando odias.
No me doy tan bien como tú, cuando te niegas.
No me espanto tan bien como tú, cuando peleas.
No escribo tan bien como tú, cuando cantas.
No viajo tanto como tú, cuando duermes.
No extraño tan bien como tú, cuando olvidas.
No tolero tan bien como tú, cuando concedes.
No imagino tan bien como tú, cuando realista eres.
No me interno tan bien como tú, cuando idealizas.
No estoy tan lleno de bondad como tú, cuando te vuelves egoísta.
No increpo tan bien como tú, cuando no lo sientes.
No bostezo como tú, cuando te entretienes.
No valoro lo que tú, cuando pisas.
No vuelo como tú, cuando caminas.
No beso como tú, cuando besas.
No beso como tú, cuando besas <<

No beso como tú... cuando besas.
De hacerlo, ganaría concursos de belleza, sería poeta, historiador o naturalista.
De besar como tú cuando besas, no habría fin del mundo, no habría apocalipsis, no habría maldad, ni catársis, ni quimeras.

El único consuelo, entonces, que me dejas, es el seguir deseando ser tú, no un espejo tuyo. Tú, no una idea. Tú, no vaho de cristal.
Querer ser tú, un SÍ rotundo al misterio, al amor... a la locura.


julio. once. 2mil6.-martes-
Tras efectuar un escape al corazón de la naturaleza humana.

lunes, 16 de octubre de 2006

Debut VI

Baudrillard escribió con resignación: "una mujer siempre sabrá acariciar mejor a otra mujer que cualquier hombre". Mientras leía esto, sonaba distante aunque dictador, el oboe de un virtuoso acompañando a una italiana guapísima que cantaba con desgana una canción llamada "Eva contra Eva". Fue repulsivo, debo admitirlo. Llámale misoginia o machismo o ambas cosas, o peor aún, llámale cerrazón y cuadratura ante los nuevos modelos que la retórica difumina lentamente en el pensamiento de las féminas. Mientras esto pasa, Guillermo Fadanelli, escritor y ensayista mexicano cuenta: "Tú eres mi carne, todo lo que tengo, no tienes derecho de lanzarte al vacío de otro cuerpo tan hermoso como el tuyo".
Prendí un cigarrito, con inusual calma y belleza, y telefoneé a una buena amiga para desquitarme a través de discursos sonoros llenos de adrenalina y venganza. Colgamos saciados y enojados, tímidos tics brotaron de mis manos delatoras. Había perdido todas las batallas... Jalé el escusado del exhibicionismo y el pudor. Luego me lavé las manos escribiendo esto y di la vuelta a la hoja, donde ya estaba esperándome, tendida en un lecho de hojas secas y frutos de la temporada, la señorita octubre, sonriendo enigmáticamente y sin bikini.

viernes, 13 de octubre de 2006

Debut V

> o Embotellamiento

El peatón estuvo ausente ocho meses.
Durante ellos recorrió distintos caminos; unos tangibles, otros etéreos, pero de igual forma caminos. Se sacudió el polvo acumulado y la enigmática pereza que siempre lo rodea al momento de sonreir. Agitó sus manos, suavizó sus dedos con cremas de mandarina y menta, abrazó a extraños, lloró y otorgó disculpas a los disculpados. Pensó en su padre, muerto, frío, lejano cual cielo de invierno... y lo trajo a "vivir" más cerca. Enumeró pasajes de su existencia en función de su productividad. Chantajeó. Renunció a antiguas dictaduras. Renació en el corazón de las calles, en los centros y plazas públicas, en los parques de enamorados besó y fue besado tiernamente por musas de delicado talante. Mató cientos de hormigas y revivió a un niño que se ahogaba. Aprendió a rezar de nuevo, desde cero, como si no entendiése los formularios religiosos y encontró no una, sino múltiples paces efímeras, hechas amigos, hechas mujeres, hechas familia... paces efímeras... hechas... eh... Mintió.
El peatón mintió a sus discípulos con sobrada alevosía y jamás pidió perdón. Así estuvo ausente, sin pedir perdón. Y hoy el peatón, robándole intelecto a la bella cantante Buika, está jodido pero contento, con miedo pero con fuerza, y así planea quedarse largo rato, caminando más despacio, disfrutando sus pisadas, sin interrumpir a la abuela que con inteligente parsimonia avanza sobre la acera. Sin prisa. ¿Cuál es la prisa?.
Así que este transeúnte imagina calles desiertas y pide a gritos, en su soledad, desde su ego, de entre las maltratadas vísceras cardiacas, que se pueblen nuevamente, que iluminen con sus rostros grises y rosados, que estorben, que hagan ruido y piten, pide a los contemporáneos que le cierren el paso, que taladren, que construyan, que destruyan las ciudades, que se vuelvan a dar la mano, que se atraquen sin misericordia, que se accidenten, se rompan y reinventen. Ya así, felices y embotellados, poblaremos otra vez de ordenado caos literario esta civilidad funesta que ahora me abruma...
Habrá que reestrenar la carpeta asfáltica, manos a la obra.

Un abrazo doy a los que estén y un suspiro lanzo a los que no.
Salud, dinero y amor. Buen provecho con ello y hasta pronto.