Infusión
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Ya no. Me
honras pero no. Hay modos, niña. Momentos, circunstancias por las que pasamos todos
los hombres, golpes bajos, así somos: ¡pum! y lo tiramos al suelo, ¿me
entiendes?, reflexiones alrededor de la mesa para el parkasé y los amigos.
Momentos, ya te digo. ¿Estoy de ti embarazada? Es como estallarme en la cara un
panal lleno de avispas. Es un crimen estar de mí embarazada porque el embarazo
debe hacerse, en estos tiempos, entre tres; ni más ni menos, óyelo bien. Y no
espero que lo entiendas. Estoy de ti embarazada y yo con tan poca ropa para el
invierno. Apenas y puedo sostenerme de martes a domingo y estoy de ti
embarazada. Apenas me bebo unas latas de atún, membrillos secos, vino agrio, ¡y
estoy de ti embarazada!, ¡qué modales! ¡Y qué hosquedad la tuya! Así le vas a
dar miedo al más valiente. Mira que llegar y plantarse en bragas a los pies de
mi ventana y gritar lo que has gritado sólo lo viven los corruptos, los que al
margen de la ley hacen riqueza, los sacerdotes, los matones, la gente que hace
el mal y lo compone con diamantes. Yo soy un don nadie para tan poca hembra, de
estatura corta y barriga ajustada; ni embarazarte podría. Estoy de ti
embarazada es la mentira más dulce y más podrida que habrá de salir de esos labios
carnosos que alimentan a serpientes y batracios. Dichosa la llama de tus labios,
jocosa, los de arriba y los de abajo. ¡En qué estabas pensando! Las seis de la
mañana y estás de mí embarazada. No ha habido ginebra en tres meses y estás de
mí embarazada. Estoy de ti embarazada, ¡fácil y lineal tu movimiento! Ayer
movías las piernas por el barrio negro y los mendigos grotescos te silbaban y
montaban tu fantasma de cara casquivana sobre el fuego de sus basureros. ¡De
sus basureros, guapa! Ayer te reías entre cantina y cantina con Jochepo,
Lampardio, Luis Alfonso, Caraenoble, alguien me falta... Arturete, Ramoncín,
Nuncadoy. ¡Rufianes, Beatriz! ¡Entre cantina y cantina con rufianes y estoy de
ti embarazada! (¡Ponle más clara a estos huevos, Imelda!) ¿Se te ocurre
siquiera pensar lo que va a decir de ti Imeldita cuando se entere de tu
bravuconada? Mídete un poco, niña. Tómate un té con Jacinto y vuelves aquí
repuestita a pedirme perdón y ofrecerme un cariño y un anís. Cuéntaselo al de
enfrente que tiene pinta de querendón que se dobla al llanto, o al que se fue
al Sur buscando más oro; sé dónde vive y dónde está ahora mismo, lo que le
gusta, lo que me debe y lo que no tiene. Pero Beatriz, tontita, estoy de ti
embarazada el día que inician las Patronales no me cabe ni en los sueños
matinales de los niños que ya tienen granos. Vete ya que el agua se me enfría.
Yo también estuve de ti embarazado un día, ¿te acuerdas?
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Manolito Osorio es un óleo portentoso de Goya
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