lunes, 10 de febrero de 2014

¡Rufianes, Beatriz!


Infusión 
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Ya no. Me honras pero no. Hay modos, niña. Momentos, circunstancias por las que pasamos todos los hombres, golpes bajos, así somos: ¡pum! y lo tiramos al suelo, ¿me entiendes?, reflexiones alrededor de la mesa para el parkasé y los amigos. Momentos, ya te digo. ¿Estoy de ti embarazada? Es como estallarme en la cara un panal lleno de avispas. Es un crimen estar de mí embarazada porque el embarazo debe hacerse, en estos tiempos, entre tres; ni más ni menos, óyelo bien. Y no espero que lo entiendas. Estoy de ti embarazada y yo con tan poca ropa para el invierno. Apenas y puedo sostenerme de martes a domingo y estoy de ti embarazada. Apenas me bebo unas latas de atún, membrillos secos, vino agrio, ¡y estoy de ti embarazada!, ¡qué modales! ¡Y qué hosquedad la tuya! Así le vas a dar miedo al más valiente. Mira que llegar y plantarse en bragas a los pies de mi ventana y gritar lo que has gritado sólo lo viven los corruptos, los que al margen de la ley hacen riqueza, los sacerdotes, los matones, la gente que hace el mal y lo compone con diamantes. Yo soy un don nadie para tan poca hembra, de estatura corta y barriga ajustada; ni embarazarte podría. Estoy de ti embarazada es la mentira más dulce y más podrida que habrá de salir de esos labios carnosos que alimentan a serpientes y batracios. Dichosa la llama de tus labios, jocosa, los de arriba y los de abajo. ¡En qué estabas pensando! Las seis de la mañana y estás de mí embarazada. No ha habido ginebra en tres meses y estás de mí embarazada. Estoy de ti embarazada, ¡fácil y lineal tu movimiento! Ayer movías las piernas por el barrio negro y los mendigos grotescos te silbaban y montaban tu fantasma de cara casquivana sobre el fuego de sus basureros. ¡De sus basureros, guapa! Ayer te reías entre cantina y cantina con Jochepo, Lampardio, Luis Alfonso, Caraenoble, alguien me falta... Arturete, Ramoncín, Nuncadoy. ¡Rufianes, Beatriz! ¡Entre cantina y cantina con rufianes y estoy de ti embarazada! (¡Ponle más clara a estos huevos, Imelda!) ¿Se te ocurre siquiera pensar lo que va a decir de ti Imeldita cuando se entere de tu bravuconada? Mídete un poco, niña. Tómate un té con Jacinto y vuelves aquí repuestita a pedirme perdón y ofrecerme un cariño y un anís. Cuéntaselo al de enfrente que tiene pinta de querendón que se dobla al llanto, o al que se fue al Sur buscando más oro; sé dónde vive y dónde está ahora mismo, lo que le gusta, lo que me debe y lo que no tiene. Pero Beatriz, tontita, estoy de ti embarazada el día que inician las Patronales no me cabe ni en los sueños matinales de los niños que ya tienen granos. Vete ya que el agua se me enfría. Yo también estuve de ti embarazado un día, ¿te acuerdas?

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Manolito Osorio es un óleo portentoso de Goya

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