jueves, 31 de octubre de 2013

Gustos terribles

Infusión 7/30




Aplasté la tierra que me daba camino. La tierra reblandeció. Lo blando me quitó las ganas de más. Y más andar me trajo hambre / Allí me ericé porque de erizarme, punzaba. Tanto latieron mis caldos, tanto mis entierros me nombraron que aprendí (por verde vereda de maleza intacta) que mis ojos, hasta hoy, ya no reflejan belleza / y quise quitármelos / Quise quitarme las ropas y los nudos en la garganta, gritar exótico buscando ayuda, o más cófrades y amigos que terminaran (luego) de asfixiarme, buscándote que no te hallaba / La última vez que te soñé me dabas dos besos y luego me los quitabas; me dabas tres encierros en tu habitación blanca y luego de allí me sacabas a tropiezos, y a regaños, mostrando las fieras que tan poco me atraen / La primera vez que me gritaste no fue de placer ni hundida; fue por olvido: se te olvidó que gritabas / De placer, de angustia, de libros compartidos, de alimentos congelados y leña nos nutrimos casi siempre; el resto de nosotros era una selva sin cumbre, sin cielo, sin jaguares y sin lianas / Tus silencios de mujer callada me ponían la piel sobre la nieve, me daba más frío, jamás te cobijaba; de ti mejor no hablar, tus manos siempre estaban calientes y tu cuerpo (ese cuerpo el cuerpo) se relamía la boca dándose a desear. A veces llegaban clientes / Así te fuiste una tarde (cualquiera) de mayo o de julio, o de marzo sin cambios de horario. O yo me fui. Quién sabe, pero nos fuimos / A ti se te miró sonriente en carnaval dos semanas tarde de tu último retraso; tú me viste avitrinado, cambiándole el saco a un maniquí, poniéndole una rosa tonta en la solapa. Gustos terribles, rumiamos, y echamos a andar a solas, cansados / Del cansancio pasamos al hambre, y del hambre a las andadas, de vario caminar las drogas blandas y por blandas, más y más ganas / Tú echaste tierra en el baúl con el niño / Yo aplasté la tierra que me daba camino.



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El óleo (Raimiel) es de Rubén de Luis

martes, 29 de octubre de 2013

La gente canta

Infusión 6/30


Pese a haber un mundo más chico, uno de plastilina, cartón mojado, redes sociales, un mundo-alcancía donde se siguen los preceptos del ahorro emocional por encima de los del goce; aunque a veces las líneas divisorias de lo irracional y lo legítimo se tuerzan, inolvidablemente hechas bucle, hacia la ficción, el error de sentido, la indiferencia; no obstante sea más larga la lista de enemigos y más corta la de corazones rotos; inquiriendo, incluso, bajo la razón como fuerza dominante, pese a tener más frío, más hambre, más ganas de matar, más intentos, logros pasajeros, más arritmia, más sed de venganza, más duro invierno, ciudad y más cemento, más calumnia, tortura, estupidez, más gobierno, más astucia; aunque el pájaro no vuele ni muerda la nueva estirpe de perros salvajes; aunque se caliente la cabeza, la tierra fértil, la entrepierna, la Coca-Cola, y se cuarteen las heridas de la infancia; no obstante se siga conspirando, pasando de frente sin mirar siquiera al suelo, retando a los amigos a alejarse, bebiendo lácteos caducos, tragando rastros de cucarachas en chocolates, balbuceando, trotando, limando asperezas, comiendo dos del mismo plato; no obstante el amor, pese al amor, aunque y por abajo del amor: la gente canta.

La gente sigue cantando porque está bien viva de venas y huesos con carne, porque adentro siente el retumbar sereno de la matriz que otrora fue su casa, porque consigue enfadar al vecino con sus gritos, o  adelanta un beso, le gustan las bofetadas, los llantos.

Cantamos y volvemos a cantar en los bosques y callejas, en elevadores, desnudos, con corbata, con dos copas de más y por lo mismo. Seguimos cantando en pie de lucha, la nuestra, la de todos, la de alguien más, la de ninguna otra gente.

La gente canta aunque le paguen, le pasen encima y le saquen las tripas; canta, cantamos, cantaremos quizá por siempre, incluso luego de existir, luego de sobrepoblar las almas de hongos nucleares, de visitas a los suegros, de funerales.

Lejos y fuera del sistema solar que nos educa, nuestras gargantas permearán el aire de otras tierras. Y otros nosotros cantaremos en otros idiomas que aún no se descubren.


La gente canta. Pese a no haber nacido y seguir orbitando el extinto Plutón: la gente canta.

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La foto (pentagram) es reservada de José Estevez

lunes, 21 de octubre de 2013

S / T

Infusión 5/30



Corren tiempos de tormenta. Tienen varios años corriendo pero yo he estado sentado y bajo la techumbre algodonada de los crepúsculos pardos. Me gusta estar allí aunque alrededor la tensa calma vuelva el cielo en grises.


También corren los tiempos de cosecha. Por ellos tengo las manos menos limpias y el alma poquitín más rota. Por la tormenta, cosecho; de la cosecha me atormento.



Is There a Ghost by Band of Horses on Grooveshark


La acuarela es de África de la Llave.

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