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viernes, 22 de abril de 2016

Cruce de caminos 18 / n





a) Callejoncillo sin salida


Allí andábamos los dos; anidándonos, un brazo bajo el otro brazo, comprometido secuestro del tiempo y el espacio. Nos dábamos las pausas que predican los que fundan su amor en la libertad y luego nos las quitábamos, sabrosamente, debajo de almohadas y con la piel del otro como edredón ajeno, tratando de engullir el amor. ¡Que no se escape! Que se renueve.

Pero el amor (diseño universal, concepto en diccionarios) sigue su curso. No se escapa ni se renueva pues nunca huye ni envejece. Ahí está: vive como alfombra flotante, esponja que revienta y se torna jabón sobre otros pechos, agua al interior de otros sexos. Tan tigre el amor que defiende y ataca, que lame heridas y roe los huesos.

"Con sabrosura", dije; sí / con ilusiones puestas en volver a olernos, con salpullido de tanto no tocarnos, inobjetados amantes cuando hincha el sol cada nube de las tardes, luciérnagas ardientes en lo eterno.

No pudimos. 
Lo eterno aparece también en diccionarios.


b) Ciclovía del Niño Envuelto


Empalmar de nuevo la vida en cajas. Mirar cómo decrece. Pareciera que antes necesitábamos de tantos artilugios para sobrevivir en las selvas, y yo les insisto que tras cada mudanza mi patrimonio es visiblemente menor. Sigo cargando mis discos, por si hay alguien preocupado; sigo creyendo en la enorme belleza que encierra el papel celofán cuando recubre a un álbum nuevo. Porque fuera de ello, he perdido tantos libros y he robado tantos otros que se me empiezan a escapar las letras que me comía de noche estas últimas largas estaciones en las que crecí a solas... en las que, ¡por fin!, crecí a solas... en las que estuve solo, pues, dicho sin matices; ya que crecer sigue pareciéndome un verbo que me acerca y confronta con la muerte, de la que ya nunca hablo, por cierto, por miedo a morir de pie, como lo hicieran tantos héroes.


c) Breve caminata del Ocaso


Le hacen falta aciertos a mi existencia.


d) Rincón del soliloquio


Me impongo la limpieza como un hábito, más que etéreo y que poco engloba, digamos: eficaz. Me considero pulcro. ¿Cómo eres, qué te define? Pulcritud, señor presidente. Bien. Sin embargo quisiera todo lo contrario; reafirmarme en el caos de la obsesa necesidad de insanidad y basura. Alguien me dijo que desconfiaba de mí por tener mi casa limpia. "Escondes algo", me dijo con los ojos apretados de sospecha. "Escondes algo" se volvió mi martirio y me persiguió en pesadillas de esas donde las lavadoras se comen cósmicamente cada calcetín derecho. 

Así que llegaba a casa, a veces caminaba media hora rondando unos jardines cercanos, y al volver tiraba, sí, con desfachatez y sin cordura, mi rompevientos sobre cualquier sillón; dejaba que existiera allí, un par de horas, quizá tres; le inventaba nombre y voz, postura política incluso; si algún andar me cruzaba con él, lo miraba fijo, notaba su sonrisa irritante, retadora: ¡Quítame de aquí, méteme a tu clóset, princesita! Debía salir huyendo, volver armado, insatisfecho, atacarlo de frente con un gancho de colgar la ropa y llevármelo a empujones de vuelta al armario. 

Después de todo, quizá sí escondo algo.


e) Caleta Desesperanza


Cuando la gente habla de "reconciliarse con su pasado", a menudo pienso en dos siluetas que se abrazan fundidas, lacrimales, suerte de larguras negras que se vuelven un solo espíritu. Quizá sea eso; la gran mayoría de las veces gana mi cinismo creyendo que no tengo nada que perdonarle al pasado y me escapo del autoanálisis. Perdonarme. No perdonar el contexto, no soy el Papa para pedir que besen mi mano los personajes que han moldeado mi pasado hasta convertirlo en sombra triste. Soy yo. Uno más de la fila. Solo perdonarme, dictan los libros de autoayuda. El cinismo vuelve y ataca de frente: no sé qué debo perdonarme. Y eso me apabulla. Llena mis poros de espanto y mi presente de cuando en vez se quiebra en llanto.

¡No sé qué debo perdonarme!, grita mi grandilocuencia, grita mi ego, gritan mis dramas cotidianos, mi cuerpo, reflejo pálido y graso de ese no-perdón, también lo grita. No sé qué debo perdonarme, ya no hablemos del cómo.

¿Debo perdonar a mi pereza y mi desidia?, o más bien dejar de escribir estas líneas panfletarias de autosabotaje y estorbar mi mente con otros árboles más grandes y de mayor fronda que se vislumbran en el futuro.

Qué debo perdonarme. Me gusto, no lo suficiente para hacerme un monumento pero a momentos me gusto. Claro, también me duelo, me sobo, me aplaudo, me regaño, me entristezco o sacudo. Golpes de pecho y de pecado, golpes de conciencia, golpes de cansancio. ¿Debo encumbrarme en estatuas con todos estos colores?, ¿con estos diversos pasados?, ¿con el atormentado presente por no saber perdonarse?, ¿por no saber andar sin un abrazo?


f) Banqueta del reojo


Sólo hace falta llorar un poco para notarle al cobarde la mayor de las antipatías.


g) Avenida Reconciliación


(El) peatón cumplió diez años y dos largos intermedios sabáticos caminando tímidamente en la blogósfera. En 2004 la gente producía contenidos muy específicos para las incipientes redes sociales. Muchos nos hicimos bloggers creyendo que las bitácoras electrónicas durarían toda la vida y nos terminamos mudando a otros espacios donde el ego y la necesidad de acrecentar a la clientela se colocaban por encima de la calidad. Y si no de la calidad, al menos de la honestidad.
                
Me propuse no cerrar el sitio hace ya varios abriles; mantenerlo como un rincón cálido donde darle desemboque a mis fiebres y espantos. Pero era inútil: me gusta que otros caminantes lean y perciban sobre estas fiebres y estos espantos. Desde entonces me he censurado para que no me dejen de hablar en los bares, o... visto lo visto, para no dejar de ser un ciudadano de a pie que va cabizbajo hablando de lo cotidiano. Volví a escribir para mí, y hoy es el mayor de mis disfrutes.

Así que muchas gracias por la compañía, la paciencia y la negociación entre ustedes y Juan Carlos (esa suerte de alterego) en cada una de mis caminatas y descansos. A los otrora escuchas en la radio y a los lectores vigentes del blog: tenquiu. Al caminante novel y al peregrino viejo: gracias. 

Habrá que volver a redimirse. 
Tendremos, otra vez, que desnudarnos.


h) ¡Parma y jaleo, jopúz!


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La foto de los campos de trigo en Tlaxcala es de (el) peatón.


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domingo, 20 de enero de 2013

Cruce de caminos 17/n




Play & read!


1.

Llevo en mis ojos la hinchazón del monte: grillos que despiertan en la madrugada; halcones en picada franca tras el roedor; soles y lunas que arañan por encima de los bancos de cantera; almas aradas con dinero del patrón; rocío congelando los lomos de hombres, caballos, parcelas, desiertos; socavones sin hueco, sin aire ni alacranes.













2.

Hallé, bajo la ínfula del despiste, una instantánea de Magritte sin bombines, ni paraguas, ni homínidos en traje obscuro. Digamos entonces: una estampa escondida en los cajones siniestros del olvido con ciertas remembranzas del arte en los discos de Pink Floyd. Y detrás de esa ventana me encontré feliz por casualidad, con esa luz de cinco de la tarde: como se debe ser feliz (momentáneo, redondo, perfecto).


3.

Diariamente me doy a la búsqueda del mar anclado en tierra; mojo mi sombra en la savia precavida de los cactus y me adentro en las claras de este universo renovado que me envuelve. Busco el verde y la humedad de mis pasos infantiles, muerdo el polvo que levantan mis escarpines. Tomo y protesto, clavo banderas: ¡esta flor es mi flor, y éste de acá, mi espanto! Se cierran las fronteras.











4.

Quizá he pecado de frío e insensible y por eso ahora me atormentan los monstruos de carne y garras con sus dientes en sonrisa directa del no-entendimiento / Quizá merezco el peor destino por haber gozado tantas frutas mágicas en la infancia sin haber tenido las vergüenzas divinas del destierro, mientras esta gente (inquieta de escalones) nacía entre la tierra infértil, entre estertores de la no-opulencia, entre mentiras de cartón y de sangre / Por ello me falta el odio de los comunes y hoy obedezco / pero odio y obedezco / y odio y obedezco sin aparentes razones ni poderes ni mandatos /



llevo el estigma de ser afortunado siempre /


Quiero entonces (debo-quiero-debo-tengo que-debo-podría hacerlo-debo) revisar las inquietudes de la gente, ponerle menos sal al mal tiempo y sanar sus heridas más profundas / Seguro que para eso vine, y sin eso quiero irme. 






5.

Qué manía por perder los pies del pavimento: 
ni Dumbo pudo hacerlo, 
ni ET sin bicicleta.



6.

Conocí un lugar de paz donde el Dalai Lama jugó a sentirse libre.




7.

De nuevo la estrategia, el europeísmo, la tarde a secas que aquí se desmorona cargada de títulos nobiliarios... y yo con mis ojos irritados: con mi "hinchazón del monte". Menudo miope.






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Todas las fotos entre noviembre y diciembre de 2012
Los aires rodean Guanajuato y Querétaro

(Para una mejor visualización, 
dé un clic sobre cualquier fotografía 
y desplácese sobre la barra de imágenes)

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lunes, 28 de mayo de 2012

Cruce de caminos 16/n

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Play!

Ariles by Chéjere on Grooveshark


1.

Intento (y las manchas en el cuerpo son notable resultado de los vientos a favor) sumergirme en atardeceres pardos; respirar el agua voluptuosa de las nubes que acarician las sierras o los mares o los valles o ninguna y todas las vastedades.











2.




...(y los pies gastados se me rompen por las venas de vidrio) por eso intento sobrevolar sin alas, bajito, agolondrinado, cada camino que escudriño; previa revisión del mapa de mi espalda, de mis manos, de mi mente, del encuentro.












3.




... (y las orejas resecas ensordecen contra los muros infinitos) pero intento imitar ciertas florituras en el lenguaje cadencioso de la piedra cuando siente la brisa ultramarina de las plantas.








4.




... (y el sudor se estampa en la garganta cual diminutas púas almidonadas) luego intento colorear inquietantes manías.







 Y al final me reduzco a mis intentos, y enfurezco y entristezco, me acobardo, dígome mediocre (y salen al quite las ganas terribles de seguir tan vivo).


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  _____ B O N U S _____


Espere paciente y descalzo a que concluya la magistral interpretación de "Ariles" a cargo de Chéjere, dele un sorbo a lo que sorba, sonría o defina no sonreír, siéntase pleno de estirarse, incluso tararear le vendrá muy bien. 


Luego mire:

(Pantalla completa)









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Fotografías: Querétaro - Xico (y puntos circunvecinos) Mayo de 2012


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viernes, 4 de mayo de 2012

Cruce de caminos 15/n

< Escrito en territorios insomniacos


Play & read!

Prelude to Cello Suite No. 1 in G Major by Michael Hedges on Grooveshark

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Callejón del futuro incierto

Son de mi propiedad 22 tazas; cinco de ellas con el asa partida. En siete años de absurdo coleccionismo he roto cinco tazas. Si la estadística no miente, como dictan por doquier los medios y los gobiernos, en 30 años no me quedará ninguna. Habrá que empezar de cero. Ir a otros conciertos. Amar otros inventos.

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Rincón del poeta bendito

La otra noche miraba postales pensando que quizá no vuelva a oler esos sitios. Allí divinicé los momentos. Acá los exorcizo.

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Avenida de la Onda

En algún libro yacido en algún estante de algún librero de algún otro estudiante con el cual durante algún tiempo compartí algún discurso que nos llevó a pensar algún proyecto fracasado, queda indeleble el subrayado de alguna frase de George Steiner que algunas veces me sigue dictando mi incaduca memoria: "El arte verdadero viene sin prisa". De ser obsesivo, aplíquese a cualquier ensoñación, cualquier procedimiento; toda la calma, todo momento. Es así como "algún" "cualquier" se convierte en "todo": sin prisa pero sin pausa (como reza el dicho en Castilla la vieja).

Años más tarde de aquel descubrimiento, bajo la lluviosa conversación de esas que arden al lado de compañeros que saben más de lo que beben, salió sobre la mesa la figura perfecta de un guitarrista admirado: Mark Knopfler, el frontman de Dire Straits, quien había comentado en una entrevista que su técnica le parecía ridícula luego de escuchar el trabajo de Paco de Lucía. Hoy me entero, en Twitter, que el mismo Paco anda con miedos de su status de flamenco inquebrantable por el surgimiento de Amos Lora, un niño genio...

Inciso a: "El arte verdadero viene sin prisa", y a los niños genio les urge leche, reconocimiento, refinamiento, adaptación y poca fama. Inciso b: Nunca entenderé las comparaciones. Por mí que muera el verbo.

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Boulevard España


Pasados diez meses reviso mi libro de El Bosco (método, que no estrategia). Diez meses: El Bosco. Me remonta al Museo del Prado, allí vi "El jardín de las delicias" largas horas, tantos días, como queriendo mover algunos súcubos hacia el Edén soñado. No lo logré; en vez: aprendí a imprimir en color, a batirme de pegamento, a usar tijeras, a no quedarme conforme con la disposición espacial de mis eventos.

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Paseo peatonal

Siento, en el silencio agotador, la ausencia total de tus luciérnagas. Debo irme a celajes más claros en los que alegres cohabiten mis fantasmas musicales; y quedarme allá de ser preciso. Al menos esta noche, lo siento, necesito. Tengo una canción especial para estas horas de insomnio por calor: basta abrir las ventanas y respirar el viento de la madrugada, aparcar los ojos en las luces titilantes de horizontes cercanos y pasaportar el alma hacia terrenos que ardan más allá de mi física posible. Seducir a la aurora y sentar cabeza en el verano que empieza a mostrar los dientes, que fuerza (siempre aletargando mayo) mis caprichos de vino frío y fresca compaña. Pero no quiero ningún vino; quiero tu almohada...

Tengo una canción especial que silbo sólo cuando duermen mis añoranzas:

10000 Miles by Mary Chapin Carpenter on Grooveshark

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La fotografía es de Rosa María León Salas
Madrugada en Luque; 2011

El óleo es de Hieronimus Bosch "El Bosco"
Tercera tabla (Infierno) de El jardín de las delicias; 1507

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