domingo, 31 de agosto de 2008

S.T. 2/n

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Hace mucho tiempo, quería saber lo que era el amor.
El amor está ahí, si quieres que esté.
Sólo tienes que ver que está envuelto en belleza
y oculto entre los segundos de tu vida.
Si no te detienes un momento,
tal vez te lo pierdas.

Sean Ellis, 2003.



Postal: Veronica Walters (Snowing City)

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miércoles, 27 de agosto de 2008

Déjame aquí

> Un escaparate.



Le dijo que sí.
Sacudió las telarañas en sus ojos.
La ubicó de entre la nieve.
Farfulló en un leve suspiro:
“déjame aquí, contigo”.
Tarareó sus danzas.
Atinó en robarle un beso.
Le quitó el abrazo
del brazo y al hombro quiso.
Blasfemó tiernamente;
dijo algo así como “te quiero”.
La envolvió en arrullos.
La durmió despacio.
Enterró sus miedos.
Se apalancó.
Quedóse muy quieto.
Le sonrió mientras soñaba.
Caminó cien pasos.
Fue astuto; no corrió.
Dio de sí.
Amarró las velas.
Tiritó por nervios.
Se esforzó en la última curva.
Aclaró la garganta,
el tiempo, los años.
Dividió cada estrella.
Planificó sus victorias.
Tuvo que rodearse de enemigos.
Tuvo que traer nuevos pesares.
Tuvo que alejarse de los otros.
Tuvo que comprarse más anillos.
Le dijo que sí.
Y salió a cantar.

Cuando canta, ríe.
Llora mientras sonríe.
Y viceversa.



Dibujante: Irlyan Cora (Acuarela 32 - Ocre)

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domingo, 24 de agosto de 2008

Entre todos los Deseos

> Para Tania, en su no cumpleaños.



Play it and read it!



Amor de distintos tenores, de garra y oído, de antiguos dolores. Amor locura, amor verano, tibio amor, antojadizo, dulce y salado. Amor humilde, sabio, sagaz, vociferado, lento amor, flor amor, amor vancuverita. Ríos de amor mordaz y risueño, calentado amor y enfriado al trote de la distancia. Amor a camas y sueños y besos y rutas y entrañas, amor pagano y servil, cantado amor, dolor, amor, pasión de amante amor a modo de amor amigo. Balbuceante, iridiscente, loco amor de vino tinto y calamares, amor paracaídas o lúgubre o estático o simplemente amor de lejos y de cerca, de tuyos y míos, de ajenos, de vientres, de dedos, de paz, lóbrego amor campirano, suspiro amor, reitero amor, casi presiento amor de amado, estantes de amor y amor de plásticos alambres, casas de amor o pasajes llenos de anturios, vida en amor o en amor sin vida de enamorada y linda luna lacustre, labia lúdica, loca y longeva, lumbre lacia le limita. Amor, amor, ¡carajo! amor. Por todos lados amor, en toda acción el amor: sobre patines, en avenidas, en autobuses, bajo la lluvia, entre la noche, por la vereda, hacia el sosiego, hasta el cansancio, desde la punta del cometa hasta su helada cola de destellos. Amor fraguado y sin anzuelo, amor. Pasos, estilos, martirios, memorias, cigarros, alturas, deseos (y entre todos los deseos, amor del más alto calibre y calentado a fuego lento). Vuela y camina, trota, conduce, sonríe, platica, corrige, seduce, descubre, sucumbe, marea, posterga, enajena, paraliza; vive. Amor que vive en Firenze, en Itaca, en Nueva York; que vive y se queja, que vive y se alumbra, que vive y se pierde, que vive y no llega. Amor que no llega. Amor pastilla, amor cristal, ápice, melodía. Tormenta distante, nube negra, cielo claro, cielo rojo, cielo azul. Amor azul y de estudiantes, amor de lujuria, fragante, postal. Amor por donde quieras: hasta en los marcos para fotos, hasta en la ceniza, hasta en el valle. Amor que inunda el valle, que destroza, que construye, amor doliente que huye y no huye, que quema y cura, que ata y desata, que come gladiolas, que bebe espejismos, que intuye fracasos, que quiere alegrías. Amor y antojo, sonrojo, volumen, valentía. Casi amor, todo amor, más allá, siempre aquí, por ahí, encima y debajo, desnudo y tapado, amor confesionario, voz de dios, empaquetado, torturado, rítmico, metódico, saludable, light. Amor a dieta de agua, a prueba de incendios, amor de alarma, de comercios, de estatutos, de sedientos. Hambre de amor. Gula, pecado, alas, flamingos, hojas, té, nuevos rincones, amor intruso y sosegado, libidinoso, entusiasta, malabarista y chueco que endereza la estatura de mis ansias. Huérfano amor, natural y primigenio, sensual y coqueto, altivo y casual, amor de elemento. Amor a la cuerda percutida, al sufrimiento, al regocijo, a los fandangos, a las romerías, a lápices y cartones, a cervezas, a empujones, a besos quietos, a caricias mustias, a almohadas de hielo, a carne y a acero. Carcajadas de amor, de luto y silencio, risa airosa demencial, que llena el corazón, que lo hace más necio. Amor que elude a reptiles, que porcelanas repara, que dibuja, que reta, que entretiene, que malentiende, que siempre atiende. Amor que da zarpazos, que degüella, que cuenta las horas, que evoca a los dioses, que equivoca, que resopla, que bebe el café que se le antoja, que antes seca flor, que hoy maravilla. Amor con polvo de hada enamorada, amor con cicatrices que no cierran, amor lombriz, amor de mirada, de labios, de cuellos, de gargantas, de atropellos. Amor y amor que entre más ama más se desarma, amor de dobles y de singles, de asuntos importantes, de pueriles. Amor insólito, indómito, infeliz y descarado, tonto amor a los muertos, amor que cuenta cuentos, que hace mutis, que se viste y desviste, que propone y altera, ¡qué estúpido amor de calaveras! Qué sinrazón, qué caderas, vaya cabellera: mira que oír y no erizarse, se lo perdono casi a cualquiera. Amor con tintes de eterno, de embrujo, de fugaz, de sorprendente, de vital, de diferente, de crimen pasional, de muy latente, de salud y enfermedad, de lecho ardiente, de futuros, de pasados, de presentes. Amor en dos vertientes: cara o cruz. Tengo la moneda que utilizan los magos y circenses...



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miércoles, 20 de agosto de 2008

Definitivamente Jueves

> Para mí, con cariño.



Mañana, muy de mañana, tendré un año menos de vida.
Habrá sorpresas en los que vienen.
Cánticos, lecturas, más estrellas.
Habrá caídas y suspiros, vítores y alegría.
Coros celestiales, verduras, consuelo.
Habrá más vida.

Ése será mi mejor regalo:



Pintura: Emil Nolde (Tarde de verano)

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martes, 19 de agosto de 2008

Scorers

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Recomendación:

Para disfrutar al máximo de esta entrega, súbele al volumen: lo cinemático es así.

Intro.



Una niña rubia que escribe obras de teatro, un lunar de carne, los campos de trigo en Inglaterra, el sol en su melena, tibios trinares, correría, enfado, berrinche. Una escena de "Atonement" que a mí no se me sale: un idilio con flores, una traición, una olivetti, varios secretos, fatal consecuencia:



El señor Marianelli cautivó a su audiencia. Iluminó lo iluminable dejándonos obscuros huecos en los ojos. Es un scorer de primera (no uno de handball, ni de rugby; un scorer para el cine). No hay época en él, no hay fantasía. Pura alegoría; bosques, dunas, mares, cielos. Músico paisajista, noble ruiseñor de las tramas vengativas, de los suspensos in crescendo.

Nombrarlo es nombrar a varios tantos. Como varios tantos nombrados y sin nombre, faenas invisibles de lo bello, montajes sonoros directos, palpitantes, truenos, remansos, maravilla. Una cosquilla, un funeral, la boda del siglo, la más negra tormenta, el despiadado crimen, ¡cientos de besos!, una cama destendida, un leit motif, lágrimas de porquería, sustos de antología. Vamos por partes que esto ya se vuelve orgía.

¿Qué es el cine sin la música?

Habrá maestros… de hecho, los hay (bastantes y muy creativos): A mí me gustan los Coen; me gustan sus silencios. Me gusta… me gusta Gondry; me gustan sus excesos. Quiero escribir como Scorsese; tan grotesco y de bostezos. Me gustan más, cientos que no centenas: hadas de la luz, de lo somero, amigos del buen rato, compinches duraderos. Pero hoy no hablaré de directores, hoy no, que estoy tan juglarero.

Sin embargo te diré seis cosas. Que aunque no se digan se toman, y si se toman, se olvidan. Por eso escribiré de seis nigromantes, seis escores, seis soundtraques, seis be(e)seos, seis instantes; los que me pueden, los que me orillan, los que conmigo se asustan, los que de mí se burlan, los que hasta entonces recuerdo.

Ni me abarco ni me extiendo. Busco el camino y en el camino me pierdo. Soy el que más, soy lo de menos. Quiero tan sólo un oído, una palabra de aliento, una imagen que se quede adentro, que rompa, que entienda, que luzca de portento…

Descartes.

Como te digo; reduje a seis. O a cinco, no lo sé. Voy a intentar volcarme, y así devolverte otros favores. Quizá me exceda o hasta excluya. Puede que la crítica destruya. Hoy es de mí y para mí. Mañana tú dices, tú opinas los que faltaron: yo le subiré al volumen.

¿Quién se va de este listado?, ¿quién me ha otorgado menos y sin embargo tanto?, ¿quiénes se quedan atrás; en el llanto, en el olvido, en el asfalto?, ¿quiénes merecen mi nombramiento?, ¿a quién se lo lleva el viento?, ¿dónde empiezo?, ¿con cuál termino?

Ascendente o descendente, el orden no es mi destino. El orden es para tontos. El orden es del sigilo. Quiero darte a seis, o a cinco, no lo sé. Y quitarte otros algunos, y llenarte otros jamases. Voy a decirte los que a mí me imperan, los que me obnubilan, los que en verdad componen, todos los que descomponen.

Hoy no salen ni Preisner, ni Howard Shore, ni Thomas Newman; hoy se castiga a Alberto Iglesias, a Hans Zimmer, a Mark Isham. Hoy les niego el voto a Desplat y a Danna, a Twiker, a Marianelli, a Patrick Doyle. No habrá postre para Horner, para Barry, para Maurice Jarre. ¡Maldíceme, Zhivago!, ¡quédate con tu anillo, Frodo!, ¡sigue danzando con lobos, mi fiel Tatanka!, ¡aprende a bailar los tangos, Pacino!, ¡húndete en los jardines secretos, bella Mary!, ¡vete a luchar con gatos, gladiador!, ¡corre mohicano, corre a otro lado!, ¡y corre tú también, Lola mía!, antes que pase de moda el techno...

Hoy no salen: los castigo, niego su voto, me como el postre que les toca. Se quedarán allí; sentados, cabizbajos, humildes y sabios. Y a todos ellos, mi admiración y respeto.

Gabriel Yared.



Quizá “The English Patient” me robó un poco de infancia. Mirar tanto desierto me hizo más seco; quise creer en el amor que cruza fronteras, probé a ser aviador, baja insólita de guerra ajena, todos los adjetivos del mundo. Pero fue “The talented mr. Ripley” la que, gracias a su música, me otorgó un bello reencuentro con el clásico personaje de Patricia Highsmith: Tom, el amigo americano. Antihéroe, ambivalente, zurdo, inteligente y matón. / “Crazy Tom” y sus sincopadas cuerdas, hicieron de este peatón, una muñeca asustada:



Michael Nyman.



Moría el verano, se hizo tan largo el otoño. No hubo mucho en cartelera: “Schindler’s List” arrasó con Cannes, con la Academia, con los BAFTA. Y luego se animó Jane Campion, logró lo que nadie: un filme multipremiado, perfecto en guión, en imagen, en sonido, en actuación. Se hizo la primera directora famosa, la más adorada, la más envidiada. Nunca el rosa fue tan negro, nunca el humor tan de dama. Y vaya beldad.

“The Piano” inicia con una secuencia de Anna Paquin en patines, con alitas de algodón casi de pastorela, con mucamas encerando un piso de duela, persiguiendo al angelito que raya y raspa todo rincón; entre risas y gruñidos… con el mar y una mujer de negro, tocando un piano sobre la arena, en islas remotas neozelandesas.



Ennio Morricone.



Iba a ser descarte y se coló hasta el cuarto sitio. Iban a enojarse muchas voces. Iban a maldecir los cuervos. El italiano me pagó un dinero; para qué miento. Ennio se encargó de recordarme, casi al cierre, de “The Good, the bad and the ugly”, de “Once upon a time in America”, de “1900”, de “The Untouchable”, de la pared carcomida en el Paradiso. Y dudé; dudé bastante (todo eso encima, ¡y a mí que Sergio Leone no me gusta!). ¿Y qué me dices de Uruguay, de Paraguay, de los salvajes, de los misioneros? / ¿Qué con ellos?, contesté. / ¿No te parecen temas? / Me agradan, los oigo mucho, caro amico. Pero algo le falta, ¿qué quiere que le diga? / ¿Algo me falta? / ¡A usted no! al recuerdo. / Manda a volar los recuerdos y ponme en tu lista. / Bueno, me convenció.

Y es que la música sin conductismo pavloviano a mí no me viene. Pero esta sí; con ésta vuelo a mitad de Iguazú; casi cóndor, casi extinto, pero tan vivo:



Goran Bregovic.



Escucharle me recuerda a Kusturica, a los Balcanes, a Zacatecas, a Oaxaca. Debo admitir que la "música narrativa" (aquella que cuenta un suceso que alimenta la imagen y no es meramente circunstancial) siempre, o casi siempre, me parece efectiva. El caso de Goran es el más significativo de otros que ahora me inundan. Especialmente, el de “Underground”. Y mira que no es fácil decidirse cuando compite consigo mismo en “Train of life”, “Le temps des gitans” o la apabullante “Toxic affair” con Iggy Pop al comando vocal. No es sencillo.

Comparto aquí la “Mesecina”, la sabrosa luz de luna que, llámame vicioso, siempre me ha parecido la canción ideal para emborracharse con vodka barato hasta terminar dormido en establos. Qué ejemplos estoy dando.



Yann Tiersen.



La Francia se lleva la plata. Y en cine, a mi parecer, se queda en tercero, luego de Estados Unidos y el Brasil. Pero hubo un tiempo en que “el gigante del piano-toy” se alzó con la victoria. No fue con Amelie; lo de la Poulan es digno del aplauso, propio de la risa y la vibra retro. Lo cautivante, aquello que movió mi tapete de amargado caballero y crítico sin coronas fue la magistral (y a la vez simplista) partitura creada para “Un long dimanche de fiançailles”. Pinon y Jeunet que estremecen. Tiersen que levanta el polvo de las alfombras.



Y aunque habrá quien me grite: ¡favoritista!, no puedo ni queriendo dejar a un lado su milagro conceptual y melódico. Su más conocida creación, la que lo acercó a mi vera y con la que recordaré a mis hijos... cuando los tenga... y luego se vayan:



John Williams.



De pequeño, Spielberg me resultaba inquietante. Odiaba recordar todo el tiempo el maldito leit motif de “Shark” (turuuun…. Tuuuuurun… tun tun tun tun tun tun tun tun… tururú… tururú… TAN TAN ¡TAN TAN!). Luego crecí y miré por desgracia el behind; volví a meterme a las albercas.

...

Que alguien logre ese tamaño de conducta me eriza la piel. Que alguien musicalice mis recuerdos más vetustos en el cine no se paga de otra forma. Star Wars, Indy, ET, Jurassic Park. Pasen todos mis ayeres a divertirse. A fin de cuentas, el cine es para eso.



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lunes, 18 de agosto de 2008

Sobremesa 5/n

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Centenario Plata:

Vamos por mal camino; nuestros dirigentes son cada día más corruptos, la obra pública es escasa y la que hay, sólo decorativa, sólo de llamarada, muy de la elite escondida. Pero unidos podemos… unidos, quiero decir, organizados. Hay muchos ejemplos. No se trata de investigar malas costumbres en los partidos políticos, mañas seculares en el vecino, o sospechosos flujos económicos en el mundo. Todo es cuestión de accionar los engranajes sociales que hace tanto no se mueven y darles una buena aceitada a las poluciones culturales.

Pretzels:

Don Porfirio quedó muy mal parado en la historia oficial, Miguel Alemán (padre) es considerado el máximo exponente del escamoteo en México. No así con Benito Juárez, no así con Cárdenas, ¡ni con Zedillo! (tan gris el pobre). ¿Qué les pasó a esos dos? / ¿Cómo se agradece lo que no se nota? / ¿Dónde debemos apuntarnos?

Estofado de cordero con papas / Tinto Liria (Valencia):

Venecia se está hundiendo desde 1954. Alguien asegura que en aquel entonces, una compañía constructora instó al gobierno italiano a pagar miles de liras para iniciar con el rescate de la famosa “Ciudad del agua”; había que levantar, casi de la nada, enormes compresas que amortiguaran el peso de algunos edificios. Hoy Venecia luce intacta; durante algunos meses San Marcos se inunda, por algunos inviernos se llena de coreanos. Valdría la pena visitar su carnaval; dicen que el corazón se hincha y que la piel se enchina. Quiero evocar unas memorias sumergidas:



Cáscara de guayaba con crema de pistache:

Tengo la sensación de que no hay odios eternos. Debe ser cansado, agobiante. No está en mí la experiencia de sentir que la sangre me fluya y se detenga y hierva regurgitando todo el tiempo por la simple imagen de una persona a la que… a la que… ¡a la que odio! No sé de qué me hablan, soy ciego para las señas obscenas, y sordo para los malos deseos.

Café Negro:

Mi padre hubiera dicho lo siguiente: “me vas mandando al carajo los errores del pasado y a ver cómo le haces pa’ pensar en lo que viene”. Mi madre dijo: “no te preocupes, ocúpate”. Pepe argumentó: “aquí y en China esas son chingaderas”. Jorge reclamó: “¡’tás mal maistro!" Rodolfo lo habló muy quedo: “si te contara lo que hicimos esa vez…” Yo regresé riéndome, me senté en un banco alejado (para fumar y no molestar); todos opinaban, casi a gritos, de un tema que me perdí.

Cardenal de Mendoza:

Gozo del placer de los paisajes verdes. Agradezco la bendición del atardecer con lluvia. Soy devoto de la tierra mojada. Vuelvo a mis umbrales, doy fe de vivo, de fugaz, de impostergable. Me ubico, me pierdo, me río, me enojo, canto, hablo, siento, como, lucho, antes de bostezar me tapo la boca, antes de amar me aviento de los aviones sin paracaídas, trago saliva, respiro el calor de las miradas, me quejo del granizo, sacudo mi cabello, huyo de las arañas, aprendo, muerdo, me quemo, me invento, soy feliz resplandor del tiempo, soy barullo, soy himno, soy letal y sibarita, filántropo y degustador de uvas.

Torres 10:

“Yo estoy bien, pero llega mi esposa y se tapa toda, desbarata la cama, se encierra, casi me ahogo, se mueve de aquí para allá, hace ruidos extraños, se levanta al baño a las dos de la mañana”. “¿Y por qué no prueban con camas gemelas? Sé que es bueno”. “¿Y lo otro?”. “Ahora me vas a decir que eres todo un tigre de circo que da marometas y se avienta de armarios.” “Claro”. “Prueba con camas gemelas”.

+ Torres 10:

Tin Tán fue el mejor comediante en la historia de México. Los de hoy son expertos en el Ponch Laugh; si se pegan te ríes, si se caen te desbaratas, a más grotescos mejor, a más mal hablados, más rating. Don Germán fue el mejor; además tenía una voz privilegiada, ¡y un estilo y unas ganas!. Alguien (que mató al Cardenal) de pronto increpa: “¡Yo fui vecino de ese cabrón!; era a todo dar: un tipazo”. “Sí, me has contado”. “¿Y te dije cuando nos invitaba a sus posadas atracito de Río Mixcoac?”. “Sssss, también”. “Porque el Mario (Moreno) no era tan bueno, o sea sí era, pero no era… era… así, como oficialista ¿no?” “¿Quieres que te lo ponga?” “A poco tienes al Tin Tán”. “Con quién crees que estás hablando, mi tío”.

Atención:



Mucho + Torres 10:

"Un necio jamás saca conclusiones equivocadas."
Stanislaw Lee.



... tú tampoco.

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viernes, 15 de agosto de 2008

Cruce de Caminos 9/n

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1.

Y esto así comienza:



Eso que oíste fue la explicación científica más irreductible sobre la naturaleza humana. ¿Cómo desarrollamos el discurso?, ¿de quién lo tomamos? Quiero decir, toda conversación de primera mano, a viva voz y en directo, dista mucho de la belleza estructuralista que poseen las largas charlas telefónicas.

Es importante saber que a menor espacio en la interlocución, y sin fachadas que esconder (rostros, sonrisas, vestido, contexto), de nuestras bocas pueden escapar jugueteos de doble carácter y hasta relamidos juicios sin sentido. Y a mí me gusta hablar por teléfono, hacer llamadas de esas que uno recuerda con los años.

Me han pasado algunos detalles: un día una amiga me dijo que estaba enamorada de mi novia, una tarde le confesé a una señorita lo mucho que la amaba, una noche me dieron serenata en vivo (trío incluido), y una madrugada bostecé, más por instinto que por sueño, y me perdí de un “feliz” encuentro.

Todo telefonema es promesa de un buen rato… y luego yo no contesto.



2.

Invito por este medio, a petición de un amigo que se enteró de las trece mil visitas diarias que recibe el Peatón, a que nos sumemos ¡todos juntos Kamaradas! el próximo 30 de agosto a la Marcha Nacional en Contra de la Inseguridad (que alguien me explique eso… últimamente todo me parece de una forma laberíntica extraordinaria, en fin…). Si voy, prometo llevar viseras del PRI para todos y tres kilos de cacahuates para pelar. Si no voy, enviaré mi vibra a través del sendero luminoso que transporte la veladora que pondré afuera de casa; también te doy mi palabra para que sepas que pondré todos los acetatos de Oscar Chávez y Chava Flores que encuentre desperdigados. Dicen que “es lo de hoy”. Ah, si no te veo con blusa o camisa blanca de Zara, mejor ni me saludes. ¡Sí cierto!

3.

Llegamos abrazados, riéndonos. Habíamos comido “hasta tentárnosla” (dijera mi bisabuela) en el Restaurante La Bicicleta, de Tequisquiapan, en el bello estado queretano. A nuestra garganta le hacía falta un cafecito y algo dulce. “Vayamos a la Charamusca” sugirió mi hermano, “vayamos pues” asentí prendiéndome un cigarro. Al llegar pedimos expresos y postre para compartir. ¿Y tendrás anís? / Sólo el del Mono (arghhh) / Tráenos dos (borrachos desalmados). Se fue el caballero y regresó después con lo ordenado. Soltamos, casi con pena, una tímida risa que poco a poco fue transformándose en carcajada de lo absurdo. Anís en Pirex de flan… menos mal que no pedimos tequila. Vaya uno a saber con qué nos salen: ¿corcholatas?



4.

Se supone que en este apartado tendría que tratar someramente el tema olímpico, las naciones unidas, la China Socialista-Capitalista-“Acaparadorcista”, pero en realidad no me da la gana. Hay demasiadas reseñas, y mil veces mejores de lo que mi acalorado cerebro podría esta tarde convenir. Sólo decirles que lloré cuando vi cómo se apagaba la ciudad prohibida, al tiempo que grandes huellas rojas, pirotecnia lucida de ensoñaciones, recorrían el camino hasta "el nido".

Luego supe que era de a mentiritas, que habían contratado a un chino para que en Final Cut produjera la escena. Volví a llorar. Todo es relativo…. ¡fackin Einstein!

5.

Llegarán a Xico juntas, las indomables, las sabrosonas, las más prendidas del barrio. Saciarán mi sed de baile y erotismo, maltratarán mis pies, divulgarán por las calles mis pasos de fantasía, desprenderán caderas, me volverán un mito, sacudirán la tierra.

Llegarán las Sonoras; ya toca festejar a Santa Elena. Llegarán el domingo, convertirán la pista en agua y el cielo cantará de gozo. Llegarán juntas, Santanera y Dinamita, a probarnos, a repartir caramelos.

6.

Esperaba ansioso que alguien me atendiera; una caja abierta para 200 clientes. En el mostrador vendían peluches de índole diversa (casi todos de evitas y walicitos). Atrás mío, una familia. Papá mexicano, mamá gringa, hija mestiza de 6 abriles. Llevaban varias películas (quizá tuvieran video club). La pequeña, exaltada, pregunta casi grita casi ordena: "¡Mira papi, un wall-e!". Mh. "Ahora no lo podemos comprar" / "Ya le compraste su pijama, Ricardo" dijo la dama con acento extranjero. La enana atenta los mira. Ellos empiezan tímidamente a discutir en inglés. Bendita situación que aminoró mi espera y la volvió divertida. Lo mejor: "6 abriles" inquiere: Papá ¿tú me amas o me odias? / La pareja ríe, el padre se lo piensa: "pu's mita' y mita' chilpayate".

7.

Televisaron un comercial de esos que atentan contra los derechos del hombre (así, con minúsculas). En pantalla sale un tipo untándose crema, rasurando la barba, untándose más crema, exfoliando las carnes, sacudiendo melenas, untándose otra crema, poniéndose fragancias, clamando a gritos y a guiños que todos le compremos a Gillete su kit de machos alfa.

Hay un pormenor; el eslogan reza, con voz iracunda y profunda, con nena desvestida que te antoja quimeras: “Verse más joven es cosa de hombres”. ¡Ah jijo de su chingada madre! ¿y los que optamos por la ojera, la arruga y la cicatriz como recursos infalibles de flirteo? / La verdad sea dicha: somos dulces maricones.

Por eso me voy como vine. Con menos en la lengua y más en la entrepierna. Que todo el mundo hable, que toda niña opine. “Rascar es cosa de hombres”.

Y esto así se acaba:



Paz, brothas and sistas, paz.
Feliz fin de semana.

Viñeta: Tute

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jueves, 14 de agosto de 2008

Alicia y Lucía

> A Dashiell Hammett; donde quiera que esté.



Voy a darte una sorpresa (dijo). ¿Recuerdas a Antonio?, ayer se mató / (Hice con mis dedos dos chasquidos) ¿No te fijaste dónde dejé las llaves? / ¿Me oíste? / Sí, sí; Antonio, que... que se murió... / ¿...? / Alicia, ¿de cuál Antonio me hablas? / ¡Mi amor! / Es que... conozco a cinco o seis Antonios. ¿El que trabajaba contigo? / Antonio Orozco / Ah... ni idea / ¡El de la tlapalería! / Ah... / Ese Antonio / Ajá... y... y.... ¿y?, ¿cómo se mató? / El pobre iba manejando a su casa y se quedó dormido... es que esa carretera es bien peligrosa. / Sí... sí, sí / Y tú siempre la tomas muy rápido. / Bueno, no siempre... oye: ¿no las traes en tu bolsa? / ¡Qué cosa! / ¡Las llaves!, las llaves (lo refuerzo girando nerviosamente mi muñeca) / ¿Ya las perdiste? / Llevo diez minutos buscándolas... no... no podemos darlas por perdidas. ¿ya buscaste?, busca, por favor ¿no? / Siempre las pierdes Juan Carlos / No siempre... a ver, llegamos de la calle ¿y? / ... y te fuiste al baño. / ¿ajá? / ¿ya buscaste en el baño? / ¡No las pude haber dejado en el baño! / ¿ya buscaste? / ... no, ahí no están. / ¡Cómo sabes! / Porque... sé. Nomás. Pero luego qué hice... me vine para acá ¿no? / No sé / Cómo no sabes, pues sí ¿no? / No. Amor, las tienes atrás de tí. / Mh. ¿tú las tenías? / ¡no! / Ah... oye, ya me voy ¿vas a querer que pase a la farmacia? / Sí, por favor, no se te olvide / Por eso te estoy preguntando ... ¿me apuntaste cómo se llaman las tabletas? / Syncol, güey, ni que no sepas... / ah, sí... sí, sí, sí... je. Oye, pero me habías dicho que esas te hacían un hoyo en la panza ¿no? / Pues sí pero aquí no venden de otras. / ¿Quieres que vaya a Coatepec? / No, ya déjalo. / Si quieres voy (me le quedo mirando) / ¡No! / Por eso, yo decía que no. / (se ríe, resopla, me da un empujoncito) ¡Qué calor! / Ali, tú todo el tiempo tienes calor / ¿No hace? / Bueno sí, pero no tanto... digo, si te quitaras el suéter estaría super bien... / No, porque me da frío. / mh... (suspiro) bueno... ¿te traigo otra cosa? / Oye, vele a dar el pésame a la Lucy, no seas así / ¡Quién es la Luchi! / ¡Lucy! / y... ¿qué, quién es? / Pues quién va a ser... / la... ¿esposa de Toño? / ¡Su hermana!... Juan Carlos estuviste en la secundaria con ellos ¿y ya no te acuerdas? / ¿yo, estuve en la secundaria? ¿con ellos? ah... no pues la verdad no / Vinieron aquí cuando me mudé, bueno vino Toño a decirnos que si queríamos forrar el mueblecito de la entrada / Ah, sí es cierto... sí, sí, sí. Claro. Ya... y qué... dónde vive o cómo. / Ahí, en su negocio, llegas, se va a acordar de tí / ¿tú crees? / Sí... ándale, no seas así / ¡Pero yo ni la conozco! / y les compras flores... se las das a su mamá / Oye, tú realmente sí te sientes mal ¿verdad? / (vuelve a reírse) ¿por qué? / ¿y tú crees que yo sé quién es su mamá? / Se llama Lucía, como su hija / No, pues... excelente dato ¿eh? O sea, llego y pregunto por las Lucías que estén en la habitación y entrego flores ¿no? Así como: ¿alguien pidió rosas? / No se llevan rosas, vida / ¿ah no? a mí me llevaron rosas cuando se murió mi papá / (sonríe y se burla) ¿te llevaron rosas? / bueno, eran rojas y... había unas blanquitas / No puede ser / sí, yo me acuerdo: rosas / pues tú no vas a llevar rosas / o sea, ya diste por sentado que voy ¿no?, ¿y quieres que me eche el rosario? o que le cuente chistes a los viejitos de afuera, digo, para saber / (se ríe) mira muchacho, haz lo que te ronque la gana ¿de acuerdo? / pues eso mero haré / ... pero sería bueno que te vieran / y a todo esto ¿cómo te enteraste de lo de "toño"? / Me llamó Lucy / ¡y por qué tiene tu número Luchi! / Lucy / Lucy... ajá / porque... por lo de los muebles / cuáles muebles / el de la entrada, pues... (se aleja de mí, se sirve un vaso con agua, lo toma con mucha calma, respira dentro de él, se lo termina, lo lava... la miro) ¿sabías que eres una freak de los gérmenes? / sí, señor / ¿ya te enojaste? / no... pero me gustaría que fueras / ¿Por qué no vas tú mañana? Te acompaño, ahí sí, para que veas / para que vea qué / no, nada; es un decir... ya te enojaste / bueno es que, en realidad, yo fui novia de Toño hace muchos años / ah, oquei... / ... / pues con más razón deberías ir tú ¿no? / no quedé muy bien con su familia / ¿y eso? / otro día te lo cuento / ¿no puede ser ahora? / y por qué tanto interés / no, digo, para... no sé, por nada. 'Ta bien, luego me lo cuentas. / sí, mejor / oye, ya me voy, me van a cerrar la farmacia. Syncol ¿verdad?, ¿nada más así lo pido? (me mira con hartazgo) ...no sé, debe haber varias presentaciones ¿no? / ya vete / ¿me corres? ¡me corres! / ¡sí, te corro! (ríe) a ver ven acá (me acerco)... qué modos son esos. (me faja la camisa, por atrás... me da una nalgada, le guiño el ojo, nos damos un beso, camino hacia la puerta, la abro, la cierro) / ... /

¿Lucy? ...ya le dije a Juan lo de tu hermano / ¿que hiciste qué? / Le dije... lo de Toño / pero ¿por qué? ...y qué hizo / me quiso preguntar más pero le dije que luego... bueno, es que en realidad no le dije todo / ¿qué le dijiste? / que anduve con él hace años / Pinche Alicia ¡aguas, güey! en qué quedamos / ni se va a dar cuenta... él en lo suyo / ya no le digas nada / me va a preguntar / hazte la loca / me va a preguntar, no lo conoces / hazte la loca / ¿y si se entera por alguien más? / ¿quién te vio? / no sé... nadie / 'tons no le hagas al cuento. ¿Vas a venir al rosario? / No me siento muy bien / ¿vienes mañana? / mañana voy, un ratito / te espero Ali / ... / ¿te espero? / sí... / ... / sí, sí, mañana voy... mañana te veo (y cuelgan. Alicia saca una tabla, se sienta en un banco, empieza a cortar jitomates, llora un poco, va a hacerme una de sus salsas).



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miércoles, 13 de agosto de 2008

Disyuntiva

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"Si hablo como escribo, nadie me entenderá.
Si escribo como hablo, nadie me leerá."

T. S. Eliot, 1949.



Grabado: Martínez Treche (Nube Negra)

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martes, 12 de agosto de 2008

Betty Blue

> Un tortuoso homenaje a la escritura automática.



- Otra vez, para La Onda.
- ... ¿otra vez?
- ¡Otra vez qué, pendejo!

Tema:

La mejor defensa, es el ataque.

1.

¿Ya te cansaste?
O es la envidia la que te carcome.

¿No?

¿No?
¿Qué es entonces?
¿Mi optimismo?
Mi…
¿salud?
¿Los amigos?
¿La mosca que voló?
El…
¿vil hecho de que exista?

¿Qué te molesta tanto?
¿tu pudor?
¿tu buena estrella?
¿mi indiferencia?

¡El calvo del gimnasio!
¿No dio el ancho?
¿Te pega?
¿Ya no te gusta?
Eso es... ya no te gusta.

Vamos a ver...

2.

Todo es competencia.

Es mejor que te vayas enterando; que lo sopeses o lo superes, porque (y como dice la canción) “si mis sueños no te dejan dormir, cuenta ovejas, ¡no me jodas!”. Más pinche sencillo ni hervir el agua (por cierto: ¿sabes hacerlo? o se te quema…).

Porque hay quien dice además, que se te queman otras cosas igual de vitales. No me preguntes quién pero tienes cada amigo por ahí que, la verdad, es más mío que tuyo. No me preguntes quién, ya te lo dije.

El caso aquí te lo expongo: o hacemos tregua, o guerra sin trinchera. A mí no me vas a poner las reglas; aquí yo mando, y tú te subordinas. Nuevos soles, otros brillos; te hace falta bajar unos kilitos.

Qué dices entonces: ¿tregua?, ¿tan poca astucia?, ¿así de aprensiva?... yo creo que te andas guardando las cosas. Yo creo que te vas vistiendo de extinta. ¿O me regalas otro baile?, ¿un poquito más de acoso?, ¿caricias donde te gusta?, ¿me las regalas? Ya decía yo que eras cuentista.

Si ya no quieres discutir mejor me voy, que yo a eso vine. Si aspiras a algo te hago mi bruja o mi gata o la que tienda mi cama… ¿pero amiga? Pu’s ni que fuera kermés… ni que fuera febrero...

Te pareces a Betty Blue. ¿Viste la pel…? / ¡Qué madres vas a saber tú de cine francés si ni a Televisa llegas! / No, espera, pa’ que me entiendas: eres el pedacito de pastel que queda en el plato y que, por vergüenza o recato, nadie se quiere comer. Eres más (o menos); pero con eso basta.

Una vez te dije (con mejores palabras) que le fueras parando a tu trenecito. Que "se me quedó sin frenos", que "estaba chueca la vía", que "la Virgen María me dio consejos", eso a mí (grábalo bien), me vale madre. Yo ni ando en tren ¿te queda claro? Soy ciudadano común, de los que arrastran los zapatos y (no sé, quizá la costumbre) saben chiflar como arriero… de los que le hacen la parada al metro.

...

¡Ah! ¿guerra decías? Pu’s ni te hace falta gritarlo mujer, si cuando te pones descerrajada se me calientan los pantalones y… mírame ‘orita: listo pa’ tu comal, ¿y lo mejor?...

No tengo prisa.


///


3.

Una explicación tardía,
o una solución:



< Cousteau. Last Good Day of the Year >


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- Mh. Chingonas tus pinches disertaciones ¿eh?
- ¡De qué hablas!
- No te hagas güey; eso no se hace.
- ¡Qué!
- ... ya ni la chingas Juan Carlitos.
- Pero...
- ¿Que no entiendes?
- De qué me estás hablando, maestrín.
- No me digas maestrín. Sabes que me molesta que me digas maestrín.
- ¡Oh, pues!
- ... de veras, cabrón.
- Bueno, ya. ¿Nos damos la mano?
- Ahorita no...
- ¡A la madre! (río)

(¡whata a f... with this guy!)

Lo sé, y lo siento; eso es lo bello de la escritura automática.
Yo avisé.
Luego no se me ande quejando.

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lunes, 11 de agosto de 2008

S.T. 1/n

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Tengo miedo.
Eso es.
¿A qué? / No sé.

Lo bueno es sentirlo.



Foto: David R. Williams. (Gal Ice)

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domingo, 10 de agosto de 2008

Sobre el Humo Gris Azul...

> (... de los "contigo" perdidos).



Te mueves despacio y frunces el ceño. Acomodas la almohada buscando el frescor del otro lado. Te reconfortas por segundos. Notas que detrás de las cortinas se aviva un sol dichoso de domingo y algunos vencejos que aterrizan en el jardín, trinan de gusto. Sacudes tu modorra, te calzas pantuflas, bostezas sin miedo, gritando quizá, murmurando sueños:



Corres con desprecio las cortinas, y ajustando pupilas, alzas los brazos tratando de alcanzar el techo, haces tres ejercicios de flexión vertebral: ríes por el diminuto dolor que aparece en la espalda baja. Lavas tu cara sin usar jabón, más bien, te mojas la cara, quitas una legaña y ya con emoción, preparas un desayuno sencillo y frugal, lavas tus dientes, pasas la lengua por los dientes, sonríes ante el espejo enseñando los dientes, entonces te quedas serio, retador… cambias la pijama por las licras, bajas la bici de su arnés, la desempolvas, verificas las onzas en las llantas, te pones los lentes de sol y llenas de agua simple el cilindro que guarda el arco.

Sales de tu casa contento; con el sol cayendo a pleno y algunos perros ladrando cerca. Saludas a tres vecinos que se cruzan en la ruta; lentamente recorres el poblado y así de lento te le alejas, tomas el camino a la reserva, estás asombrado por el cuidado sendero (ahora que tanto ha llovido), pasas de largo a un compañero de ciclismo, le saludas, le sonríes, pedaleas más fuerte, prometes ¡allá nos vemos! y luego entras en repentino sprint de adolescente, te sabes sudando y con las piernas fuertes, te recreas en las esferas del deporte, rítmicamente resoplas, aflojas la marcha, debes detenerte (¡de tenerte aquí no estaría haciendo todo esto!). Sin los guantes, las manos sudan mucho… hay que comprar unos guantes.

Entonces sacas el cilindro de su base y lo destapas, te quitas el casco y mojas la cabeza, palmeándote la nuca. Qué sabroso sentir, qué lujo de estar tan vivo y vaya influjo enérgico con el cual se amanece por aquí. Decides, a bien, volver a tus terruños. Como el camino de regreso es de bajada, dejas de pedalear, normalizas el cardiograma.

Al llegar a tu hogar, abandonas el velocípedo en el garage. Te quitas el reloj y entras corriendo al baño, remueves de tu cuerpo -de un tirón- la escasa ropa y te duchas con más calma (tanta calma que apacigua, al final, agua fría en bruto, gritas, de tu boca escapan palabras prohibidas para niños). Ya los poros abrieron y será más fácil estrenar mejillas; rasurarse presto, empezar a oler bien, a hierbabuena, a tomillo, a verde artificial.

Te peinas haciendo gestos ante el espejo, hablas solo: ¡Juan Carlos Medrano, servidor, el gusto es mío!, ¡hola (ríes) qué tal estás!, ¡buenas tardes! / Eliges prendas de calor, “vestidos de domingo”: una rica guayabera de lino aperlado, un pantalón de mezclilla ligera, botas de ante (al tobillo), cítrico perfume. Vuelves al espejo y en un ejercicio narcisista (otro más), te sientes satisfecho. Pones musiquita:



Una vez alcanzado el límite patológico de la limpieza, te diriges al refrigerador más cercano y consigues un seis de “bellas” y una botella de agua mineral. Sales al jardín, te sientas en una mecedora, tienes el inalámbrico a la mano, abres una cerveza, bebes de la botella, le das un beso tronado al limón que antes fue partido en cuatro, hondamente respiras y vuelves a agradecer el gesto a dios (o al hombre, siniestras mitades de lo mismo), te levantas de ese cómodo estar para ir por el directorio donde se esconden los contactos, amigos y familiares.

Llamas al amigo distante, le sorprendes, escuchas cómo su voz es quebrada por un chiste que contaste, lo imaginas bien; feliz, con salud, enamorado, trabajando y ganando dinero, con ganas de estar tomándose la cerveza en este efímero instante. Te despides, mandas abrazos, saludos a la familia, “nos vemos en septiembre”. Cuelgas. Recuerdas que también estás enamorado, elaboras un gesto alegre a partir de tu memoria.

Pasan algunos minutos sin sombra, suena el teléfono: es uno de tus hermanos que se está comiendo un pescado zarandeado cerca de Ixtapa y quería compartírtelo (¡estúpida distancia!, empiezas a pensar seriamente en las teorías fracasadas de la tele-transportación). Te cuenta que ayer pasó una tarde divina con amigos viendo el crepúsculo (propio del Pacífico, quiero decir, tremendo) en Las Gatas y que se acordaron de tu noble persona porque el dueño del beach bar aquel les puso el concierto de Serrat y Sabina. “Te hubiera gustado” te dice, y tú te iluminas. "Mañana yo te llamo", le prometes, "mañana como a las cuatro". Y recuerdas que también estás enamorado.

Así que con su intangible “presencia” pones en la grabadora el último de Joe Barbieri, sigues paladeando la cerveza, se te acabó tu limón y tu tristeza, a dos metros está el árbol, te le acercas, (usando rituales hippies) le pides permiso para cortarle un fruto y éste agita sus ramas por el viento; lo entiendes como un “sí” y lo cortas, lo pones en un plato, lo llevas a la mesa, suena la 5 y tú le subes. Y recuerdas que estás enamorado… no sólo del sol, el bosque, los vencejos, las rutinas, tus amigos, tu familia; de alguien más, enamorado y a agigantados pasos de su espacio. / Y tú le subes; te quedas ahí, casi inmóvil la escuchas... "algo" te hace bajar la mirada:



Tienes otro hermano que vive cerca, que toca a tu puerta con su esposa e hija (a la que haces cosquillas y te diviertes viendo cómo se retuerce), le das un abrazo a tu cuñada y un empujón de cariño al de tu sangre. Les invitas un trago; has dejado enfriando más cervezas en la hielera y ya se ven suculentas, muertas y en su punto. Giras la tapa de dos, te gusta el sonido que esto provoca, las secas y preguntas: ¿en vaso o en botella?, tu cuñada pide un vaso.

Han traído una pizza de anchoas que consiguieron en un negocio nuevo, huele muy bien, sacas los calamares en lata que guardabas para otro domingo, y los ofreces con galletitas integrales que se negaban a ser encontradas. Vienes, vas, te mueves, te ofertas, te ríes (¡te has reído tanto este día y con eso basta!). Comen juntos mientras cae la tarde sobre el jardín, mientras los pájaros vuelven a sus nidos, mientras la sinrazón poco a poco te conquista…

Sobre el Cofre de Perote se está metiendo el sol (para que, como canta Joaquinito, le subas la falda a la luna). Sin embargo, es verano extendido, divertido, caótico verano, y la luz se entretiene mansamente en el horizonte. Entregas anís con anís en copa ancha y llevas tres chaisers. Sacas el agua mineral de la nevera, las burbujas hacen que tus ojos se inquieten de complacencia.

Brindas por la vida y los paraísos, ¡Salud por el amor y la comida!, y decides que es momento de plasmar, para siempre en tu memoria, todo el color azul (casi grisáceo) que tienen los momentos brillantes. Aunque ella no saldrá a cuadro, sacas la cámara y tomas una fotografía:



Tu hermano te pide un cambio musical, quiere al maestro, tú lo concientes… ambos notan la diferencia, y se ponen a jugar al air guitar para arrebatarle risas a la pequeña que se niega a salir de la alberca; hoy te has dado a la buena vida... ¿cuándo piensas empezar a compartirla?.



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sábado, 9 de agosto de 2008

Joannem Carolum

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Tenía que actualizar el currículum; sabotear algunos datos y echarme flores para que me acepten en una nueva aventura que estoy dispuesto a vivir. Había que escanear algunos documentos, verificar otros tantos, rematar el abstract con ciertos cursos, manosear las fechas, enderezar las hojas, certificar las actas…

Hundíme entonces en varios cajones, en muchos estantes, en todos los libreros, en todos los detalles y me encontré con la noticia de que había sido un buen niño: sacaba dieces en español e higiene… y creo que ya. Pero ése no es el punto.

Lo asombroso del encuentro fue mi Compostela, humillada en un fólder entre diplomas de concursos de cuento y declamación. Todo un documento: con él, según entiendo, ando libre de pecado, más aún, puedo pecar a mi antojo, a mis horas, cómo y con quien quiera. Bonito ¿no? / Además se me confiere nombre de santo para que absuelva a otros seres oscuros de su desfilar pagano. Arduo trabajo y penosas jornadas tuvieron feliz destino. Por eso se lo presumo y enseguida explico; sólo llámeme hoy, y con respeto, Joannem Carolum. / (¡Je!)

Hace muchos veranos recorrí el Camino de Santiago; no es que fuera pecador irredento o sumiso fiel de su santidad, pero no me quise morir sin hacerlo. La oportunidad se me brindó muy fácil y con agitación me decidí. Fue, de eso soy fehaciente, la caminata más larga (y también la más placentera) en la que he participado. Tomé, con algunos amigos, la "Vía de la Plata"; la que va de Huelva a Santiago, la que atraviesa la Rávida (donde uno se imagina a Colón tratando de convencer a Doña Isabel de probar nuevas rutas a Las Indias), recorrido de antiguo comercio romano, de moros, de cristianos, de treguas, de trincheras. Una belleza.

Luego, y a 80 kilómetros de la Catedral, se llega a Tuy, frontera natural entre Portugal y España, y desde allí se empiezan a cargar otras manzanas y destinos. Tanto caminar –sobre asfalto, sobre arena, sobre ríos, sobre piedras, sólo con zurrón, bastón y concha- nunca igualará el transitar pegadito a las "rías" de Galicia. Turismo extravagante, del que sangra y siente, del que conoce y no teme, del que se yaga los pies, del que no tiene otro remedio que reventar sus ampollas y tragar saliva amarga llorando de cuando en cuando por las inhóspitas veredas.

Se debe, eso sí, llegar el 25 de julio de año Xacobeo: puertas bien abiertas, miles de peregrinos; devotos, hermanos de caridad, prostitutas, ladrones, turistas, negros, blancos, amarillos, todos los colores, todas las banderas y en medio, el incensario más grande que el hombre haya fabricado; botafumeiro de absurdas dimensiones llenándonos a todos de absurdas conmociones. Se debe llorar, y lo digo en carne y experiencia, no importa si se cree en los ceniceros como dioses o en el poder transformador de uno mismo, poco valen los prejuicios, nuestras vergüenzas, el total cinismo y otras burlas. Algo (si así se quiere entender, el humo) hace que los lagrimales viertan sal… nos reconforten.



En fin. Quise deferirle a usted ese instante porque sé que le hace falta vivirlo; más allá de la embrollada soledad que le habite o la eterna desgracia de sus nuevas rutinas. / El próximo Xacobeo será en 2010 (25 de julio en domingo) y quiero, me encantaría, volver a caminar otros olvidos, dolerme por mis futuros, andar y desandar al lado suyo, por el puro y bruto placer de ayudarle a vendar las plantas de sus pies apolillados.



Ahora, si gusta, amplíe la imagen.
¡Practique su latín!


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viernes, 8 de agosto de 2008

La Bestia

> Para Fermis, Frisco & Serge.



Al final se resolvió; luego de juntas interminables con las empresas distribuidoras de cine en México y después de haberles hecho comprender el éxito rotundo que tuvo la cinta en otros festivales, ayer (¡qué otra nos queda!) permitieron proyectar el último trabajo de ChamCham Productions en más de 150 salas con la aclaración de su clasificación AA en vez de triple. Bueno... pero la batalla se venció.

Cuenta el director, en tremenda exclusiva para el Peatón, que la gesta de este ambicioso proyecto nació del desafortunado encuentro que un par de amigos suyos tuvieron con una criatura, desconocida en especie y con mal humor por la noche. La película, que guarda cercanías con el género documental, es la exposición más honesta sobre las relaciones humanas y el insondable poder de los tapones para oídos. De hecho, parte de las ganancias que La Bestia recaude en nuestro país serán donadas a la Fundación Blanco-Reynaud para débiles de audición.

Sin más, se trata de una experiencia sólo mejorada si algún espectador se aventura a dormir una noche en los desamparados terrenos de un tren couchette cualquiera, camino a Marrakesh...




Idea, dirección y producción:
Enrique Rodríguez Chamussy.

Fotografía:
Sergio García Reynaud.

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jueves, 7 de agosto de 2008

Benny... at home

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¿Qué destellos ciegan la razón para que uno elija o deje de elegir lo que consume? / Me refiero, tácitamente, a consumo musical. En otra aventura, querido lector, le contaré de estos pasajes con más detenimiento. Hoy sólo ocupo la pregunta como contexto y aviso: Me gusta el soul: me quiebro cuando lo escucho bien producido, con tintes funketos, con afro-alegría de fondo, con martinis.

En el camino he descubierto, desde voces matizadas con humo hasta verdaderas epopeyas de improvisación jazzística. Antier comprendí otra cláusula; más terrenal, con menos rigor de estilo y sin embargo, de una profundidad solemne y rica en tratados melódicos. Se trata de Benny Sings y su simpática orquesta de monos, así la llama; no es que algún privilegiado primate entienda de bajos y glockenspiel.

Algo que llamó mi atención de forma inmediata fue el sonido Bee Gee innegable en cada pista y (¡maldita la elegancia!) lo bien que se le escucha. Es como integrar una suerte de Marvin Gaye con cortes de compás llenos de ensueño.

Esta es la segunda gran sorpresa de agosto; la primera es de fisonomía más seria y ya la he comentado con quien debo. Así que a usted le prometo que si un buen viernes se topa con el disco (casi por error) y casi por error lo compra y luego decide escucharlo tumbado en el suelo cual animal acalorado, se acordará gratamente de mí y querrá brindarme a la distancia con un coctel bien frío… y si tiene Midori, mejor:



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miércoles, 6 de agosto de 2008

Rito de la Locura

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Es ya la noche; lugar del viento, el tiempo, el cierto invento del momento. Es momento de drogarnos; de inhalar humo real (no fantasías) a través del fresco sabor de la sandía, de tragarnos todas las pastillas del rencor y vivirlas y soñarlas y viajarlas con agua y en dancefloor.

Es el instante más sabio, el más definitivo, es el mejor. Vendrá otro año la calma y nos pegará secamente en la mejilla devolviéndonos aromas de adolescencia, libertad y buen karma. Ya es tiempo; tenemos que irnos. Zarpar, irnos, despedirnos.

Ya es hora de subyugar toda memoria y todo encuentro. Es ahora o nunca; ahora de decirnos cosas lindas o nunca de jamás oírlas. Hoy de inventarnos otros disfraces y mudar la piel seca por nuevas escamas. Tiempo de interesarnos, de zambullirnos en otros olvidos, de mitigar antiguos miedos, de sacrificar los gustos, de conocer otros nuevos, de volver a besar con parsimonia y delirio, de sacudir las nucas, de bostezar de compromiso, de atiborrarnos de regalos, de saludar a la misma gente, desear a la misma gente, cantarle a la misma gente.

Se nos hizo tarde para todo lo otro: el vino, las bohemias, los abrazos, el “hasta pronto”, las almendras. Por eso es tiempo de dejar de perder el tiempo; tiempo de amarrarlo y tocar cada segundo con firmeza y ternura. Ya es tiempo de enamorarnos de algo más peligroso que nuestra triste “figura”. Enamorarnos de vivir y ser vividos, amarnos por la añoranza y no bajo cualquier motivo, querernos hasta que duela, hasta el insomnio, hasta la náusea. Pero querernos bien, con gracia.

Ya es de noche,
ya te espero,
ya te vas,
ya te viniste.

Se nos pasó tan rápido el mito, el “yo te invito”, el más bonito de los ritos. Ése sin instante ni abreviatura. Rito de la locura. Una bella afirmación de lontananza y ganas de estar contigo.



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martes, 5 de agosto de 2008

Paraguas / Sombrilla

> o Lecturas Detestables 5/n



Se atrevió a perder primero. Deambuló por tantos recuerdos y tan vagos que su quebradizo espejo se quebró. Dolió. Jamás había dolido tanto (y dime si había perdido, pero esa vez perdió). Comenzó mintiendo: con falsas teorías de la relatividad hizo de su mundo un poderoso embrujo contra el ser honesto (un escarpado terreno para diversión de los mitómanos).

Calentó sus ansias; se quemó. Nos dijo a todos: “no te creo” y sólo yo me lo creí. Dicen que engañaba, que sus pupilas se quedaban quietas y se le arqueaba de pronto una de sus cejas. Yo pienso seriamente en su verdad como Verdad (aunque tolere la de los otros). Dicen que falseaba datos, que sus manos se entrelazaban con manteles largos de divinos pesares y cuasillantos; que por ello, se nos caía la baba. Que hasta por eso, la lástima en el aire vagaba, le rondaba. Y ella que tan bien se ríe, y yo que siempre he confiado en su sonrisa.

Se aventuró a partir primero. Conoció los límites psíquicos del quehacer humano y corrió tan aprisa que su aletargado pensar se cansó de pensar (y le ganaron todas las tortugas). Yo que a tantas liebres he cazado y que de los anfibios paso, perdí aquel día toda la pierna y no hubo prótesis alguna que fuera capaz de salvarme. De tanto caminar, partí camino y la perdí; me atreví a perder(la) primero.

Puse a hervir mis ansias y ofrecí de beber a sus amigos; sus amigos no bebían, mis ansias, como las suyas, se calentaron, pudiendo al fin, arquear una ceja. Ella (nada en serio) creyó en mi Verdad como "verdad" (y dejó de confiar en sus aliados). Cuentan que a ratos reía, inventando esquemas y falseando manos para después curarlas; bordaba manteles que acompañaron muchos años sus penares largos, que hicieron brotar dos llantos que salpicaban el aire y que por lástima, llenaron la vaguedad de rondas.

(¡Pero en qué conjugaciones andas!)

Fue la primera en atreverse. Dibujó paisajes con espejos sobre espejos sobre espejos y se vio y se vio y se vio forzada a romperlos todos, dejando en las aristas mentiras regadas, mundos relativos y embrujos terrenales. Pudo más la tortuga, que miró a la liebre ser comida por el zorro, a la nube asustarlo y al aguacero detenerla; sólo entonces cruzó la vereda de la verdad, de canto y sin ansias. Con pausas, sin fuego. Y yo tan clima invernal... ella tan lloviznita.

Señalan los que se mojan, que su vientre escapó del riego y su mirada hizo labor de costurera, teje que te desteje todo lo blanco de los manteles, dejando a solas lo negro. Apuntan al cielo cuando llueve y dicen que es ella llorando. Anuncian tormenta… siguen guardándole lástima. Y ella que tan bien se ríe... yo que siempre he confiado en el verano.



< U.N.K.L.E. Rabbit in your headlights. >

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"El hombre está siempre dispuesto a negar
todo lo que no comprende".

Blas Pascal.

Sí cierto.

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lunes, 4 de agosto de 2008

Frágil Fernanda y el Hombre sin Talento

> Dos miniaturas al precio de una.



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I. El hombre sin talento.

Quité la flor de esa maceta. La mudé despacio, de espacio, de especie y allí, en su nuevo hogar, la abandoné. Dijo Fernanda que jamás lo hiciera; que si un mal día me intrigaba saber por qué ya nunca abría, sin temor al error, la mataría.

Sin embargo aquel tulipán, que resultó ser flor roja de ornamentados pétalos y delicada faz, (ese individuo solitario que nunca me mostró su cara elegante) no optó por morirse, sólo cambió de dueño. Creo que a veces a la flor le hace falta un buen cambio de dueño: otro misterio más de abono, tierra y soles.

Soy un jardinero incapaz de demostrar talento. Una desgracia para las matas, químico eficaz contra las plagas. Penumbra en la fotosíntesis, carbono catorce que trae reducidos vestigios de vida. Fernanda bien lo sabe; cuenta en su libro sobre musgos y verdor, que “hay maldad en los hombres, pero hay más indiferencia”. Y eso mata a las bromelias: les quita el agua azucarada, las serpientes. / Soy un hombre sin talento. Un jardinero indiferente.

La noche que paseé con ella hubo más flores de azahar que otra ninguna. Le arranqué dos docenas al naranjo (me quité la gracia del jugo mañanero una semana). Desinfecté la higuera con orina (tuve, por imbécil, que hacérmelos en almíbar). Y luego le di dos besos por error a mi ex-Fernanda (le supo a amoniaco el rostro). Me aventó una bofetada que detuvo el platanar con savia que manchó su blusa. Discreto me reí, a sabiendas del futuro seco, erosionado de mi mente. Pero me oyó, se enfureció: arrancó con sus manos blancas un pedazo de pasto (eso que magistralmente logran los iracundos) y lo arrojó a mi cara roja de tulipán abandonado...

No volví a plantar semillas.



///

II. Frágil Fernanda.

-¿De dónde me llamas?
- De casa, ya te dije…
- ¿Y?
- …
- …
- Bueno, quería saber si ya te acostumbraste a la… a la… a la estufa… ésta…
- ¿Por qué me sigues llamando?
- Han sido dos veces Fernanda; no hay por qué alarmarse.
- Ya no hace falta hablarnos.
- Sí, pero… el… esto… es… bueno, no es/tan bueno estar tan solo ¿no?
- …
- Es que en realidad fu… siento que fui un poco… grosero… contigo.
- …
- Es… lo que yo creo.
- Ya no importa.
- No, sí importa, a mí me importa.
- …
- …
- Pues a mí no.
- …
- Me gusta este cambio. Es… lo que buscaba y… si todo esto resultó mal fue porque a los dos nos…
- ¿Sabes qué? Ya párale Fer. Ni quien te pida explicaciones… / ¿Fernanda? / Puta madre.

Marqué otra vez; con coraje, aplastando cada pinche digitito que memoricé tres años atrás. Tenía el ceño fruncido y esa famosa opresión pectoral que tanto gusta a los poetas recordar. Tres 18 veintidós catorce. “Ora me contestas cabrona” (le gritaba mi conciencia a la interfecta).

- Ya no le marques güey – dijo Nacho comiendo palomitas desde el sofá.
- Y a ti que chingaos te importa (puto Nacho, gordo de mierda)
- (Chasquido) ¡Guevos!
- ¡Lo que me sobra, pendejo!
- ¡Pu’s qué pedo!
- ¡Pu’s qué pedo tú pinche Nacho! //
- ¿Sí?
- ¿Fernanda?
- ¡Cuélgale a la puta!
- ¡Cállate chingao!.. ¿Fernan…?, ‘pérame, ‘pér… espérame un segundito…. no me cuelgues…
- ¿Raúl?, ¿sabes qué hora es?
- No, no, de verdad, tengo que hablar contigo…
- ¡Saludos putita!
- … (Alzo la mano, detengo cada molécula de aire) … aguanta Nacho, ya… (junto índice y pulgar, entrecierro los ojos).
- ¿Fer?
- No, Lucía
- (¡Hhh!) / ¡Quihubo Luchi, cómo estás!, perdona.
- Yo bien ¿y tú?, ¿bien pedito, verdad?
- No, no, no… cómo crees, mañana… mañana chambeo.
- Ni que eso te quitara las ganas…
- Sí ¿verdad? oye y…
- Buscas a Fer.
- Sí… ¿me la pasas?
- … Ya dale chance…
- Pero de qué… anda, pásamela.
- Se durmió hace ratito, ya apagó la luz de su cuarto.
- Acaba de hablar conmigo hace un minuto.
- Ya te tengo que colgar.
- … (...)
- ¿Raúl?
- Sí, sí… aquí estoy... pues qué te digo…
- Bueno, luego nos llamamos ¿no?
- … Sale Lú.
//
- ¿Qué te dijo güey?
- …Y tú, puto Nacho, la cagas güey…
- Ah ya; ni que fuera para tanto… ya te mandó al queso mi Rulo.
- …
- ¿Quieres palomas?
- A ver…
- Pu’s ya te chingaste, porque ya me las acabé.
- ¡Puto gordo sin fondo!, ¿dónde tienes más?
- En el cajón amarillo de la cocina güey.
- Mh.
- Ponte unas de mantequilla extra ¿no?

...

- ¡¿Ya no sirve el micro o qué pedo?!



III. Soliloquio.

- Esto me va a costar lectores.
- Te lo dije Juan Carlos.
- Bueno, quería... "experimentar".
- ¿Orinando a ex-novias?
- ... No entendiste la metáfora...

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viernes, 1 de agosto de 2008

Ya me querrás volver a ver

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Acotación: Ayer me dejó Jennifer Connelly, y yo sin más, le compuse una canción con Los Amigos Invisibles. Malditos amigos que movieron mi núcleo de extravagancia y tontería. El caso es que, por pasados de copas y algo más, y añadiendo que al coctel se sumó Don Goyeneche, nos salió algo rasposo y de arrabal éste que empezó siendo un soneto. Cántese en tango o en bolero, pero cántese bien, cual caballero.

Aquí la sesión:

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Ayer tarde te dije:
te amo mucho mi bien;
¿que es pecado quererte?,
bien lo sé y lo mismo da.

Ayer noche te quise
romper la ropa en pedazos
y no hallé en ti más que manos
que negaban la pasión.

Luego me lloras que por qué,
por qué, por qué,
que por qué ya no te hablo.
Y es que no sabes que yo sé,
que, aunque lo quiera, no me aguanto.

Pero es deber del hombre ver,
antes que pase del espanto,
si una muchacha quiere arder
o es puritito y vil engaño.

Y así no puedo más vivir;
sin tus mejillas calentitas.
No me verás jamás decir:
“hoy me lo pongo y me lo quitas”.

Si es tu razón yo entenderé
todo el matiz de tu argumento,
y ya sabré (o no sabré)
si quiero o no: quiero, le entro.

(Coro 1)

Entonces tiraré /
todas tus fotos y mis fobias,
haré un buen fuego y quemaré
los peluchitos que más odias.

Vendrán amigas de a montón,
casi subidas de colores;
me pedirán: ¡dame pasión!
¡me muero si no estoy con hombres!


Yo cumpliré, me montaré,
a los caballos del ensueño;
olvidaré tu nombre y ya
no me podrás quitar el sueño.

Fíjate tú por qué lo hago;
no vayas a pedir perdón,
si alguna vez tú y yo cruzamos
una avenida sin condóoooon.

Visitaremos los moteles,
recordaré cada lunar,
sofocarás tu grito: "¡gueyes!,
nadie podrá hacerme sudar". (Sólo túuu)

Me abrazaré de tu cintura,
te prenderás de mi barriga,
sacudirás tu cabellera,
y pedirás un poco más. (¡oh, yea, más!)

Un poco más yo te daré,
y tú, saciada arañarás (mi piel).
"Quise decírtelo antes pero
no pude por temor a él:

Ayer brindé con tu marido,
me lo encontré en el bar aquel;
venía mostrando nueva niña,
y al verme se quedó de a seis.

(Coro 2)

Comprende amor, de buena vez,
que todo amor, que toda hiel,
se nos rebela,
se nos revierte,
da puntapiés.
(pacha cha chá)

No llores más,
pídeme más,
mejor mi bien,
que estoy pensando
en empezar
negooocio en piel.


Tú me podrás llevar las cuentas,
yo confiaré en tu sensatez;
conseguirás buenas ofertas
de señoras de 36.

Saludaremos en la calle
a otras matronas de alquiler,
visitaremos a compadres,
(¡sube!)
invitaremos vino y miel.

Y cuando haya ganado un peso, (¿que qué?)
te llevaré a comer después,
a ese lugar que tanto admiras
donde los tacos son de a diez.

Podremos poner una tienda
de esas que venden leche y pez
bien secadito pa’ diciembre,
salado y con harto interés.

Ayer te dije: te amo mucho;
tú no quisiste comprender
la magia de cada palabra
que yo soltaba sin querer.

Ayer dijiste: ¡largo, intruso!
y no me pude contener
de echar la risa para el cielo;
ya me querrás volver a ver.

(Coro final / gritos y jaleo)

Ya me querrás volver a ver.
Ya me querrás volver a ver. (Bis)


Volver a ver.
Volver a ver. (Bis)

(Grand finale / con tenor invitado)

Vol

ver

a

veeeeeeeeeeeeeeeeeeeer.

///

¡Jolei!
¡Bravo!
¡Venga ya!




Deje usté la tristeza,
¡... y que siga el baile!
esos de atrás:
¡pásenlen, pásenlen!.

Aquí todas las damitas entran...
¡graaaaaaaatis!



¡no le tengas miedo al monstruo!
¡menéalo, menéalo!
¡aprovéchate... eh, eah eah eah!




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